miércoles, 26 de julio de 2023

HUMOR INTELECTUAL

Henrique Torreiro

El británico Tom Gauld (Aberdeenshire, Escocia, 1976) se dio a conocer internacionalmente en 2012 con la novela gráfica Goliat, una magnífica reimaginación del relato bíblico contado desde la perspectiva del gigante filisteo; una visión mucho menos mítica y, en cambio, más pegada a la pedestre realidad de una situación así, contada con dramatismo y comicidad desde una pausada mirada contemporánea. El libro fue editado originalmente por la canadiense Drawn & Quarterly, lo que situó a su autor en el panorama global. Con todo, Gauld ya tenía detrás de sí en aquel momento toda una trayectoria de historias cortas publicadas en forma de libro, como The Gigantic Robot (2009), y era bien conocido como historietista y humorista gráfico en prensa. Su siguiente novela gráfica fue Un policía en la Luna, que ahondaba en su estilo minimalista, acentuando si cabe ese aire «nórdico» que lo emparentaba con autores como el noruego Jason (cuyas obras, de hecho, también responderían bastante bien a la definición que Gauld hace de sus relatos, «historias del día a día con detalles épicos»). Antes de esta segunda historia larga, no obstante, había aparecido el volumen Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora, que recogía una selección de sus colaboraciones semanales con la sección de cultura de The Guardian.

En la cocina con Kafka sigue esa misma línea; está compuesto por nuevas tiras y viñetas realizadas para el periódico londinense, además de algunas otras encargadas por The New Yorker y The New York Times. Desde la portada queda claro ya el tipo de humor de Gauld, que juega siempre con el mínimo de elementos para conseguir la chispa, aunque sin buscar necesariamente una carcajada, sino más bien la complicidad del lector. Un humor sencillo, pero cargado de sentido: en este caso, incidiendo en las enrevesadas fórmulas que utiliza en sus productos el sector editorial, un negocio cada vez más industrial y alejado de aquella visión idealista de la publicación de libros como bien cultural.

Estamos, sí, en el terreno de un humor «especializado»: combina las amplias audiencias de los periódicos con el sesgo propio de una sección de libros. El humorista tiene, pues, que aunar gustos amplios y una especificidad que, sin espantar a ningún lector (jugando con autores y géneros conocidos), tampoco resulte ofensiva para el sector más culto de los visitantes de la sección; algo parecido a lo que ocurre con las tiras y viñetas que Gauld prepara regularmente para la revista New Scientist, en ese caso sobre contenidos de tipo científico. Si hay un ejemplo de espíritu afín por estos lares —aunque con otra personalidad tonal y gráfica, desde luego—, ese es Max y sus tiras para el suplemento Babelia de El País.

Hablaríamos, pues, de un humor gráfico de tipo intelectual, culto pero no culterano, ingenioso sin caer en una pomposidad pedante. Gauld hace uso de su saber hacer en la narrativa dibujada y se mueve con soltura entre los terrenos de la tira cómica propiamente dicha, la viñeta humorística y la vertiente más cercana a la infografía —presentando «mapas conceptuales» ilustrados—, a la que tampoco son ajenos otros autores de humor en prensa.

Con la reducción al absurdo como clave de muchos de sus chistes, Gauld se ríe de las tendencias editoriales de moda, habla de autores, géneros, premios literarios, críticos, bibliotecas públicas y personales, traductores... Es mordaz y amable al mismo tiempo; a su lenguaje escrito, formal y con una cierta flema británica, se unen situaciones paradójicas, descontextualizaciones, anacronismos y mucha ironía. Y, sin embargo, esa ironía rezuma amor por el disfrute de la cultura en el sentido más amplio: una cultura en la que cabe tanto lo gráfico como lo literario y lo audiovisual, tanto los materiales lowbrow como los de la «alta creación».

El estilo gráfico de Tom Gauld es muy coherente en toda su obra: unas líneas muy sintéticas, de grosor constante, que en muchos casos reducen los personajes a siluetas esquemáticas en la lejanía, con apenas dos o tres elementos caracterizadores (una barba, un sombrero), y una gestualidad confiada básicamente al lenguaje corporal, al prescindir de buena parte de los rasgos faciales, y que, paradójicamente, consigue potenciar toda su expresividad. La misma coherencia que hay, en realidad, en su forma de afrontar el trabajo cuando se trata de una novela gráfica o de una tira para prensa. Tanto en una faceta como en la otra —y no solo por el hecho de haber ganado el Eisner a la mejor obra de humor por este libro—, Gauld es uno de los referentes internacionales a los que se hace imprescindible seguir la pista.





En la cocina con Kafka

Tom Gauld

Salamandra Graphic Reino Unido Cartoné

160 págs.

Color

Obra relacionada

Goliat

Tom Gauld


(Ediciones Sinsentido/ Apa-Apa Cómics)

Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora

Tom Gauld 

(Salamandra Graphic)

Un policía en la Luna

Tom Gauld


(Salamandra Graphic)

Yo maté a Adolf Hitler


Jason

(Astiberri Ediciones)


Anuario Comics 2018

Jot Down Comics



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