Muchas veces olvido que lo único que se necesita para hacer un cómic es papel y lápiz. No se puede negar que barato, es. Tecnología punta, mil técnicas, lo que quieras, pero todo comienza con un lápiz y un papel, y esas ganas de contar una historia.
La historia, tu historia, la de otros, la del futuro, la del pasado, etcétera, etcétera, etcétera...
Normalmente olvido ese pequeño detalle porque me encantan los cómics, me parece algo casi mágico como una página tras otra puede cobrar vida al procesarla por mi cabeza. Ya digo, los cómics y yo.
Entonces veo algunos artículos en diversos sitios: prensa (digital o no), revistas, páginas web, blogs. Y recomiendan cómics, muchos, muchos cómics. Los mejores del año, los mejores de la década, los mejores de la historia, los mejores para volver a leer cómics o empezar de nuevo. Es entonces cuando me doy realmente cuenta de la enorme cantidad de cómics que se publican, de la calidad que tienen. Lógicamente no puedo abarcar toda la producción mundial, ya me gustaría, y muchas veces los artículos te descubren cómics y autores que no conocías, o que no llegaste a ver en su día (los cómics muchas veces tienen una escasa vida comercial en el tiempo)
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