domingo, 12 de julio de 2020

VIDA MOSTRENCA:Una educación en familia

Texto: Jordi Costa Ilustración: Darío Adanti


Estamos en Knoxville (Tennessee) a finales de los setenta. Un padre de familia, propietario de una tienda de neumáticos, entra en la cocina, coge una salchicha de Francfort del frigorífico y la calienta en el microondas durante 10 segundos exactamente. Acto seguido, con la salchicha templada y suave al tacto en la mano, se dirige a la habitación de su hijo de siete años. Delicadamente, introduce la salchicha en la boca del infante dormido y espera. Ante los primeros indicios de interrupción del sueño, el padre, con gran precisión de movimientos, le saca la salchicha de la boca y simula estar subiéndose los pantalones y abrochándose la bragueta en el mismo momento en que se abren los perplejos ojos del chaval. Cuando el niño, que no da crédito a lo que está viendo, le pregunta a su padre qué demonios estaba haciendo, éste suelta una estruendosa carcajada. Esta simulación en familia de una violación pedófila por vía oral podría haber provocado un trauma mayúsculo en la indefensa víctima: sin embargo, es uno de los pilares sobre los que se asienta la admiración del hoy popularísimo Philip John Clapp por su progenitor, un pedazo de animal aficionado a las bromas crueles, un auténtico jackass. P. J. Clapp es el auténtico nombre de Johnny Knoxville, mastuerzo de 29 años que ha ocupado la portada del número de febrero del RollingStone americano por ser, precisamente, la cabeza visible de Jackass, el último éxito de riesgo de la cadena MTV, Seguido por tres millones de espectadores en Estados Unidos, Jackass es la amplificación espectacular de las heterodoxas enseñanzas que Knoxville recibió de su padre: un programa de bromas brutales y sádicas que flirtea constantemente con la idea de autodestrucción. Entre otras floridas anécdotas,
Knoxville recuerda en Rolling Stone aquel día en que su padre camufló una grabadora en el lavabo de su tienda y grabó a uno de sus empleados obrando. La cinta se convirtió en un hit familiar. ¿Quién se atrevería a decir que el señor Clapp no educó a su hijo para que fuera un hombre de provecho?


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