viernes, 12 de junio de 2020

Un oregoniano en Valencia

EL PAÍS DE LAS TENTACIONES
VIERNES 12 DE ENERO DE 2001



A los habitantes de Portland (Oregón) no les hacen falta drogas para contemplar una realidad agradablemente distorsionada: se dice que en sus playas puede contemplarse, a la hora del crepúsculo, el mítico rayo verde que ya estimulara las fantasías de Julio Veme y Eric Rohmer, y que, debido a la ocasional presencia de fitoplancton luminoso entre los granos de arena, caminar por la orilla puede reportar al paseante la sorpresa de haber dejado tras de sí huellas fosforescentes. También se cuenta que, al peinar las dunas, el viento produce un sonido parecido al chillido de un roedor. La climatología excéntrica de Oregón genera pequeños tornados que absorben porciones de población marina y acaban provocando surreales lluvias de peces.

Dicho esto, cualquiera podría pensar que nacer en Oregón y convertirse, al instante, en una suerte de iluminado new age es casi inevitable. Ese "casi" revela, no obstante, que hay excepciones. Capar de transpirar toda esa posible cursilería del paisaje oregoniano para quedarse sólo con su fuerza alucinatoria, Bill Plympton es una de esas excepciones: el único animador de la era infográfica que sigue haciéndolo todo a mano. Y, casi siempre, a lápiz. Y a solas. Émulo de los artesanos medievales, viaja de festival en festival con su hatillo de películas y, al acabar las proyecciones, vende dibujos originales y modestas piezas de mercadotecnia -libros y camisetas- para empezar a financiar sus próximos proyectos. Mutant Aliens, su último largometraje animado, ha conocido una inusual fuente de financiación: la publicación de su storyboard en formato novela gráfica de lectura apasionante.

Se dice que Oregón también tiene su propia Área 51: en un sinuoso tramo de la autopista 18 se oculta, dicen, una secreta base gubernamental donde se desarrollan experimentos. He ahí una explicación conspiratoria para el elevado índice de accidentes de la zona. Quizá esa leyenda local, unida a la surrealidad paisajística, sea la principal fuente de inspiración de Mutant Aliens: una aventura frenética en la que un astronauta traicionado por los burócratas de la carrera espacial crea, a través del sexo contra natura, a un Ejército de mutantes para vengarse. Si Plympton ha sido fiel a su storyboard, el filme combinará candoroso Idealismo con sexo pirotécnico y ultraviolencia desternillante. En algunos aspectos, Mutant Aliens podría considerarse el Porky in Wackyland particular de Bill Plympton: su flirteo con el absurdo puro. Por otro lado, es una repetición de la jugada de I married a strange person, pero con el ritmo acelerado. Oficialmente, el filme tendrá su estreno mundial en el Festival de Sundance a finales de enero, pero Plympton va a tener un gigantesco detalle con sus fans españoles. En el 2º Festival Internacional de Cine y Vídeo de Animación de Valencia (del 16 al 28 de enero), podrá verse un work in progress del filme como remate a la retropectiva de Plympton. Quizá no debería extrañarnos tanta generosidad: esa obra cocinada bajo el influjo del Área 51 oregoniana verá la luz en una tierra que no sólo ha generado su propio "expediente X" célebre -el avistamiento de ovnis en Manises por parte del comandante Lerdo de Tejada en 1979-, sino que cultiva ese humor pro¬caz que tan afín le resulta a Plympton. Sus animaciones sobre el caso Lewinsky no están lejos de lo que podríamos llamar el espíritu Visanteta de Favara. Probablemente, Plympton sea, en el fondo, más valenciano que oregoniano. Y quizá él ya lo sepa a estas alturas.

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