sábado, 20 de junio de 2020

65 años de paz

EL PAÍS DE LAS TENTACIONES
VIERNES 26 DE ENERO DE 2001



En El hombre en el castillo Philip K. Dick imaginó un universo alternativo donde los países del Eje habían ganado la II Guerra Mundial. En The Third Reich'n'Roll, The Residents condensaron en dos atronadoras suites lo que habría sido la historia del rock si Hitler hubiese derrotado a los aliados. Imaginemos que, una mañana, salen de nuestra radio los sonidos avernales de The Third Reich'n'Roll: nos sentiríamos personajes de Dick, enfrentados de una vez por todas a la realidad tal y como es, con el velo que nos permitía vivir más o menos tranquilos definitivamente desgarrado. Ha empezado 2001 y este mostrenco articulista se siente como un personaje de Dick: sumido en la sospecha de que esto no es el futuro, sino una suerte de prolongación del pasado; como si esos 25 años posdictatoriales que acabamos de celebrar nunca hubiesen tenido lugar. ¿Motivos?: a) la clasificación X aplicada en nuestro país al filme Follame, de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi y b) la decisión de la galería madrileña Malone de cancelar la exposición de David Glamour titulada Apología del terrorismo pop, prevista para el mes de febrero.

La postal que debía anunciar la exposición muestra la efigie del mítico Zamora, de la Real Sociedad, sobre los colores de una ikurriña.

Flanquean la imagen dos ametralladoras abrazadas por sendas serpientes. Sobre la cabeza de Zamora levita el logotipo de las manos blancas. En la parte inferior de la postal, un escueto graffiti: "ETA No". David Glamour, popólogo, ha construido un discurso artístico en hirientes tonos fosforito, atravesado por una envenenada fascinación por el kitsch y la estética de los setenta, con los materiales de derribo de nuestra realidad inmediata: su humor, sutilmente agresivo, deriva de la intencionada yuxtaposición de signos. El mono Amedio, Afrodita A o el payaso Fofo fueron algunos de los referentes en sus trabajos pretéritos: para su muestra Apología del terrorismo pop, el artista había decidido utilizar como materia prima (o sopa Campbell's) de su discurso la iconografía (o identidad corporativa) de los totalitarismos pasados y presentes de la realidad española.

Estas son las piezas que ustedes no podrán ver en la galería Malone: una colmena integrada por cinco lienzos octogonales sobre Rumasa, que incluía los rostros de Ruiz-Mateos y Miguel Boyer, así como lemas del tipo I love Escriba de Balaguer o I love Opus Dei; una serie de 10 pequeños cuadros circulares en forma de hiperbólicos medallones con logotipos de Fuerza Nueva, efigies de Franco y demás parafemalia ultra; un retrato del rey don Juan Carlos sobre un fondo estampado de logos de la desaparecida Alianza Popular y el icónico conejito de Playboy sumándose al conjunto; nueve lienzos ocupados por otras tantas vedettes de revista con, de nuevo, el logo de Alianza Popular como leitmotiv; y, finalmente, un desconcertante objeto encontrado, el viejo vídeo de bodas de una pareja del extrarradio que el artista halló en un contenedor de basura.


3 Señala la galerista, Begoña Fernández, que está fuera de lugar hablar de censura, que no le apetecía exponer esa obra y que, como propietaria de un negocio, necesita poder defender los trabajos que expone ante sus posibles clientes. Ejerciendo su democrático derecho a seleccionar las obras que expone en su galería, no ha podido evitar que se manifieste la última mutación del problema: la censura de mercado. Estamos ante un concepto delicado en estos tiempos en que convertirse en víctima suele ser un proceso rentable. El camino más rápido para que un artista se convierta en víctima pasa por ser censurado: a muchos artistas de obra menos agresiva de lo que suponen se les llena la boca al pronunciar la palabra "censura". Al ser censurado, el artista se victimiza y, en consecuencia, cotiza en un mercado hipersensibilizado ante cualquier forma de injusticia u opresión. Confío en que Glamour no sea de este tipo de artistas: lo importante (y lo inquietante) es que su exposición abortada ha demostrado que su baño irónico sobre toda esa chatarra icónica -AP, Rumasa, Fuerza Nueva- sigue levantando ampollas en este distópico 2001 que nos ha tocado vivir.



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