EL PAÍS DE LAS TENTACIONES
ViERNES 18 DE SEPTIEMBRE DE 1998
LOS VENGADORES DE LA TELE DE LOS SESENTA REGRESAN COMO PELÍCULA EN LOS NOVENTA. NI UMA THURMAN NOS CURA DE LA ADICCION MASIVA A AQUELLA TELE SERIE TAN POP.
TEXTO JUAN I. FRANCIA
En noviembre de 1960, Patrick Macnee se encontraba en Canadá haciendo pinitos en la producción. Había decidido abandonar su profesión de actor, pues no le daba para vivir. Fue entonces cuando, en un viaje a Inglaterra, se encontró con Sydney Newman, que preparaba una serie para la televisión y le dijo que contaba con él. Macnee aceptó corriendo, entre otras cosas porque aquello se traducía en 50 libras por semana, que no le venían nada mal.
Así nació John Steed, el singular gentleman británico que, armado de su paraguas y tocado con un peculiar bombín, participó en mil aventuras a cual más surrealista y dio rostro a la serie más avanzada de la historia de la televisión, Los vengadores. Aquello llevó rápidamente a Patrick Macnee al estrellato, reportándole la adoración de multitud de fans a lo largo de años. Pero al principio Macnee era sólo el ayudante del héroe, el Doctor David Keel, interpretado por Ian Hendry.
Por aquel entonces la serie se rodaba en directo y eso constituía un reto para los sistemas nerviosos. Aunque el equipo podía participar, aportar ideas para la emisión. "No éramos muy conscientes", ha asegurado Macnee, casi cuatro décadas después, "pero habíamos adquirido la costumbre de decir '¿no sería divertido hacer tal cosa?...', después tomábamos el guión y discurríamos cómo, sin transformarlo, se podría volver diferente. Pensábamos que ahí faltaba ese toque de locura que nos poseía. Cuantos nos movíamos en esa época alrededor de la serie estábamos dominados por aquella hermosa locura".
Los vengadores ha sido, probablemente, la serie más sutil, de estilo más deslumbrante y más autónoma. De hecho, una de sus grandes virtudes fue mantener una actitud de patricia dignidad ante intereses comerciales, de modo que terminó por conquistar, con su estilo british, el mercado americano y no a la inversa. Humor, imaginación, vestuarios atrevidos, decorados entre barrocos y psicodélicos, guiones desaforados..., una conjunción inspiradísima de todos esos elementos consiguió hacer de Los vengadores una serie de culto. Sus seguidores, de una fidelidad
condecorable llegan incluso a agruparse en clubes y editar fanzines; se cartean, intercambian mercadería y mantienen una actividad tal vez más constante y entregada que los trekis (fans de la serie Star trek).
Sus historias delirantes, de sentido del humor completamente libre, han sido siempre imprevisibles e inclasificables. Cada episodio podía modificar la temática en relación con los anteriores y los siguientes. Constante mezcla de géneros, lo mismo se descubría una aventura militar como de espionaje; una fantasía onírica o un cuento de ciencia-ficción. Sólo el sombrerete de Steed se salvaba de la furia transgresora de los guionistas y su obsesión por desviar los códigos narrativos.
CATEGORÍA DE MITO
En todo caso, esa originalidad y esa irreverencia son características comunes a todos sus episodios y pretexto esencial para elevar esta serie a la categoría de mito. Sus peripecias son audaces y los diálogos están repletos de mordacidad. Según John Brice, uno de sus primeros productores, mucha gente ha insistido en tomárselos en serio y eso es todo un piropo, sobre todo si se
contempla con la perspectiva del largo tiempo transcurrido.
A pesar de que la serie, en su primera época, se mantuvo seis temporadas en la programación, es preciso resaltar que no todas gozaron de igual fortuna y que, el verdadero cénit se alcanzó en 1965, con la llegada de Emma Peel, interpretada espléndidamente por Diana Rigg: precisamente las compañeras de Steed fueron otro de los elementos clave de Los vengadores. En lugar de damiselas inútiles eran, además de hermosas, independientes, espabiladas y expertas en la lucha.
Si Cathy Gale (Honor Blackman), una vez aparcadas las dos ruedas de su potente Triumph, podía poner en órbita a un villano de un soberbio volatín, la señora Peel lo dejaba hecho un ocho después de una buena llave. Son damas distinguidas y su llamativo vestuario forma parte esencial del personaje. Honor Blackman, la primera protagonista femenina, lució especialmente los modelos en cuero creados para ella por Michael Whittaker, uno de los modistas británicos de más pujanza en esa época. Diana Rigg, con quien la importancia de la vestimenta alcanzó su punto culminante, exhibió en una primera instancia las rutilantes creaciones de John Bates. Este creador dio con una mezcla de atavíos entre atrevidos y discretos, que compusieron la imagen que acompañaría a Emma Peel a lo largo de su presencia en la serie. Al llegar la época del color, fue otro famoso diseñador, Alun Hugues, el encargado de retocar su imagen incorporando minifaldas ciertamente atrevidas junto a cueros y conjuntos muy ceñidos, especialmente aptos para la acción. También fue Hugues el encargado de domeñar las apreciables curvas de la explosiva Linda Thorson-Tara King,
para que pudiera subir y bajar con soltura de su AC Cobra 428.
El estilo, ese toque de distinción que singularizó a Los vengadores partía, según Brian Clemens, productor, guionista y uno de sus progenitores más cualificados, de la falta de medios económicos, circunstancia que les empujaba a asumir verdaderos riesgos expresivos, que para la época fueron toda una revolución. "No utilizábamos figurantes", cuenta Clemens, "de modo que cada actor de la pantalla estaba allí para encarnar un personaje. No queríamos ser realistas, en la serie no había razas, ni drogas, ni problemas sociales, ni una sola gota de sangre. Era un mundo de cuento de hadas, donde Inglaterra era representada tal como a los extranjeros, les gustaba imaginársela".
UN MUNDO EXTRAVAGANTE
Para dar credibilidad a esta farsa, los productores, guionistas y directores crearon alrededor de la serie un mundo extravagante, en un constante hervidero de esquemas y códigos, con bastante poco sometimiento a la lógica. En un episodio, el entusiasta propietario de un comercio de artículos contra la lluvia prueba un paraguas nuevo, embutido en un impermeable amarillo y en el interior de una ducha instalada en la tienda a tal efecto, mientras canta: "¡La lluvia es maravillosa...!".
En otro, un criador de gatos bebe la leche de su vaso... a lengüetazos. Verdadero cómic con personajes reales, fue la serie pop por excelencia. Y no sólo porque la señora Peel fuera ataviada de pies a cabeza con creaciones que parecían salidas de las boutiques de Carnaby Street. ¿Alguien recuerda uno de los más famosos episodios de 1965, The house that Hack built, con sus delirantes corredores y laberintos que se activaban apretando un botón? ¿Y la canción del mismo título de Alan Price?
Los villanos de la serie sobrepasan en ingenio a otros malvados conocidos en la ficción. Resultan aún más perturbados y con mayor carga de megalomanía que los de James Bond, Batman o Superman. En Algo sucio en la guardería unas inofensivas pelotas, que se venden en una tienda de juguetes especiales para aristócratas, son impregnadas de droga para hacerse con la voluntad de influyentes caballeros. En otra ocasión los juguetes serán transformados en potentes bombas termonucleares. En El muerto viviente adiestran a un ejército subterráneo, en una ciudad excavada dentro de una vieja mina, cuya misión al salir a la superficie será tomar el Reino Unido. Estos malos procuran neutralizar a las heroínas para luego centrarse en su bestia negra, Steed.
Flemático, elegante e irónico, Mr. John Steed es el eje de la serie. Su Bentley Green de 1928 contrasta con el ultramoderno Lotus Elan conducido por la señora Peel. Bon vivant de modales anticuados, es aficionado al champán y experto en vinos, y sus perfectos trajes estilo Saville Row—pero creados por un joven diseñador llamado Pierre Cardin— salen intactos de cada pelea.
COMPENDIO DE CUALIDADES HEROICAS
Fuerte, pero no tanto como muchos de sus propios dobles, que aparecen a cada paso. Menos perfecto que Sherlock Holmes, menos seductor que James Bond y menos tunante que Simón Templar, Steed se muestra, sin embargo, como un compendio atemperado aunque irresistible de las cualidades de muchos héroes: es la figura que una serie semejante necesitaba.
Ya lo decía Tara King (Linda Thorson) en el episodio Pero, ¿quién es Steed?, cuando se produce un combate con el más temible de los falsos Steed. El verdadero ha de ganar la pelea, además de sobreponerse al enfrentamiento con su propia identidad. Entonces Steed sonríe y Tara le reconoce: "Sólo Steed podría sonreír en una situación semejante".
En La forma correcta de matar, cuando un malandrín entra de cabeza en el salón de Steed, propulsado por un mandoble de la señora Peel, el dueño de la casa pone a salvo las dos copas de vino que estaban a punto de beberse, sin traslucir ninguna emoción. En otra ocasión, tres cadáveres ocupan la misma sala cuando aparece un visitante inesperado. Con su flema de siempre, John Steed pide disculpas por el desorden. Solamente lee The Times y siempre cede el paso a las damas. A la historia ha pasado su famosa e inconfundible consigna, dictada por teléfono a la más emblemática de sus partenaires: "Señora Peel, nos necesitan".
"Para mí", ha declarado Patrick Macnee, "John Steed ha sido más que un papel. Era la prolongación de mi propia persona..., poniendo en la balanza todo mi entusiasmo, mi imaginación, mi sentido del humor, mi talento, me divertía como nadie". No parece que a los —muchos— admiradores ortodoxos de la serie les vaya a hacer gracia la adaptación cinematográfica. Ellos mismos lo dicen: "No hay vengadores sin Steed, ni Steed sin Macnee".
La serie Los vengadores se emite los fines de semana, a distintos horarios, en Álbum TV (Canal Satélite Digital). http://www.gsb.co.uk/avengers/
CUALQUIER PARECIDO...
LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LOS VENGADORES GUARDA POCAS SEMEJANZAS CON EL ORIGINAL
"He pretendido ser fiel a la atmósfera original. Para ello hemos escrito muchas versiones del guión, hemos visto 161 episodios de Los vengadores y otros 26 de Los nuevos vengadores. Y mantenido discusiones sin fin sobre qué demonios era realmente la serie: ¿una película de acción?, ¿una historia de amor?, ¿una comedia romántica?". Quien así se explica es Jeremiah Chechik, director de la resurrección cinematográfica de la serie menos clasificable de la televisión.
Chechick, fotógrafo canadiense que se forjó en la revista Vogue y realizando anuncios y videoclips para la televisión norteamericana, cuenta en su historial cinematográfico con aquel pastelón protagonizado por Johnny Depp titulado Benny and Joon y el fallido remake de Las diabólicas, revivido por Isabelle Adjani y Sharon Stone.
En el camino de readaptar Los vengadores a los tiempos que corren, Chechik y la Warner han prescindido -en esta producción de 9.000 millones de pesetas- de la estética alternativa, la química sexy entre sus protagonistas y el flemático humor de la serie antecesora. A cambio, el filme ofrece atracón de efectos especiales, decorados lujosos (con cierto aire timburtoniano) y un plantel de estrellas liderado por un melifluo Ralph Fiennes (el nudo de cuya corbata no alcanza la perfección del Windsor de Patrick Macnee, quien, por cierto, hace una carneo aquí poniendo voz al invisible Jones), una lozana Urna Thurman (sin los movimientos felinos de Diana Rigg), un desaprovechado Eddie Izzard (que se habrá desfogado lo suyo en Velvet goldmine) y un Sean Connery en uno de los trabajos más flojos de su brillante carrera.
Ciertamente, superar en refinamiento a los intérpretes de la serie era una tarea condenada al fracaso, cosa que la actriz que encarnó a Poison Ivy en Batman y Robin admite: "No pretendo imitar al personaje creado por Diana Rigg, que ella bordaba", ha declarado Urna Thurman. "Las mujeres encuentran a Emma Peel sexy y cool, mientras los hombres creen que es majestuosa y fría. Para mí es una mujer inteligente, viva, desenvuelta y llena de energía. Y no es que fuera fría: simplemente no estaba disponible". Alfonso Rivera
Los vengadores (The avengers) se estrena el día 25 en cines de toda España. http://www.the-avengers.com/
LAS SERIES POR TEMPORADAS
1961. Se trata de la época más clásica de Los vengadores. En el primer episodio, Hot snow, la novia del doctor David Keel (lan Hendry) es asesinada. Durante los siguientes capítulos, asistido por el eficaz John Steed, el médico intenta dar caza a los villanos -que pertenecen a un grupo criminal, cuyo jefe se llama Vance- aunque sin éxito, en un esquema clásico que será recuperado más tarde por la célebre serie norteamericana El fugitivo.
1962-1963. John Steed se convierte en el protagonista y llega la primera gran partenaire de la serie, Cathy Gale, interpretada por la futura chica Bond Honor Blackman, cuyos trajes de cuero y habilidad con las artes marciales le granjean una rápida popularidad y determinan que se comiencen a trazar las líneas maestras de la serie en materia de damas.
1963-1964. Las relaciones entre Cathy Gale y John Steed son casi íntimas, aunque sin el carácter ambiguo de las que el héroe mantendrá posteriormente con la señora Peel. Los guiones son más eficaces y los personajes se vuelven más contundentes. La tendencia hacia las aventuras insólitas es ya evidente y los malos son desmesurados e ingeniosos. Empieza a aparecer el tema de los dobles, que será recurrente durante el resto de las temporadas. Y también serán habituales las historias sobre guerras nucleares, bacteriológicas, criminales que pretenden conquistar el mundo a base de artimañas diabólicas, o diversos complós.
1965-1966. Los productores Brian Clemens y Albert Fennel deciden impulsar definitivamente la serie y contratan a una heroína abiertamente moderna. Sexy, elegante y aún más experta que Cathy Gale en el judo o el kárate, Emma Peel -que sólo podía haber sido encarnada por la espectacular morena Diana Rigg—da el espaldarazo definitivo a Los vengadores. Los guiones están cada vez más enganchados a la ciencia-ficción, sin abandonar los clásicos episodios de espionaje, los clones de Steed e incluso el ciberespacio.
1967. El hecho de poder ver a la señora Peel en color por vez primera contribuyó, en gran medida, a la consagración mundial de Los vengadores. Se respeta portante la pareja Steed-Peel, que funciona como un reloj y la serie continúa con su preferencia por lo fantástico, lo insólito, la ciencia-ficción y los espías. Todos los expertos coinciden en que se trata de la mejor temporada: pesadillas provocadas, extraterrestres, animales asesinos o que son cerebros de aviesas operaciones, aparatos para reducir el tamaño de las personas o para trasvasar los espíritus de un cuerpo a otro... Ese año, la serie es una auténtica fiesta.
1968-1969. En el primer episodio aparece el marido de Emma Peel, un piloto a quien ésta creía definitivamente perdido. Steed se despide de ella con visible pesar, pero enseguida da la bienvenida a la encantadora Tara King, interpretada por una jovencísima Linda Thorson, enviada a las pruebas nada menos que por John Huston. Su habilidad en la lucha no supera a la turgencia de sus formas y se convierte en un acontecimiento para el público masculino, aun-que los adictos a la serie tardarán algo más en olvidara Emma. También aparece Madre (Patrick Newell), el Invisible -hasta entonces- jefe de Steed, un paralítico gordísimo de caracter endiablado y de corrosivo sentido del humor. La serie luce un perfecto empaste entre la realización y los guiones y una excepcional calidad de fotografía y decorados. Algunos de sus capítulos rinden homenaje a películas o personajes de ficción. En el último episodio, titulado Bizarre, Steed y Tara King se largan a bordo de un cohete.
1976-1977. Los nuevos vengadores . El transformar una pareja que se había vuelto inmortal en trío no se puede decir que fuera un gran acierto, pero el hecho es que así sucedió. Y eran Steed -siempre a cargo de Patrick Macnee-, Purdey-Joanna Lumley- y Gambit -Gareth Hunt- y aunque no se separaban, su relación carecía de química. Steed ya vive en el campo criando caballos e interviene menos en la acción, tarea que delega en Gambit. Mientras, la serie va perdiendo su look británico, en función de una poco beneficiosa participación en la producción de Canadá y Francia. Al llegar la segunda temporada languidece definitivamente. □ J. I. F.
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