Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 45)
Comentaba por estos pandémicos lugares, hace bien poco, la importancia del cuento tradicional, una forma de transmisión de valores que nace de la cultura oral y que, hoy en día, sigue vigente como primer contacto de la infancia con una serie de conceptos basales de nuestra sociedad, del ser humano, que entran en niños y niñas a través de juegos metafóricos, de simbolismos de poderosa fuerza. El cuento ha demostrado una plasticidad increíble, adaptándose a las épocas, cambiando incluso su mensaje de acuerdo con la coyuntura social de cada momento. Una característica de riqueza que también puede tener sus inconvenientes: su enraizamiento en un contexto histórico determinado puede dar lugar a lecturas poco adecuadas en otro momento futuro. No son pocas las quejas que se han leído por la falta de sensibilidad ante las perspectivas de género o de identidad que tienen los cuentos, lo que es lógico si consideramos que lo que nos llega muchas veces son versiones pensadas para los niños y niñas del siglo XIX.
Pese a todo, el cuento tiene esa potencialidad infinita de transformación que lo sigue haciendo válido para el hoy. Un buen ejemplo es el El príncipe y la modista, de Jen Wang, una historia que bebe de los cuentos clásicos como la Cenicienta, por ejemplo, manteniendo sin ningún problema los arquetipos básicos y estructurales del relato de hadas –casi me atrevería a decir que incluso con la visión de Disney–, pero adentrándose sin prejuicios en la realidad contemporánea. El relato de Wang tiene toda la magia de los cuentos de siempre, liberándose de estereotipos del pasado y rémoras para mantener intacta toda esa capacidad evocadora e ilusionante del cuento, asumiendo con naturalidad un mensaje de aceptación de la identidad sexual, pero también de libertad y madurez, de comprensión y amistad. Un cuento maravilloso para contar a nuestros hijos e hijas. Álvaro Pons
El príncipe y la modista. Jen Wang. Sapristi Cómic, 2019. Disponible en formato digital en la web de la editorial.
Comentaba por estos pandémicos lugares, hace bien poco, la importancia del cuento tradicional, una forma de transmisión de valores que nace de la cultura oral y que, hoy en día, sigue vigente como primer contacto de la infancia con una serie de conceptos basales de nuestra sociedad, del ser humano, que entran en niños y niñas a través de juegos metafóricos, de simbolismos de poderosa fuerza. El cuento ha demostrado una plasticidad increíble, adaptándose a las épocas, cambiando incluso su mensaje de acuerdo con la coyuntura social de cada momento. Una característica de riqueza que también puede tener sus inconvenientes: su enraizamiento en un contexto histórico determinado puede dar lugar a lecturas poco adecuadas en otro momento futuro. No son pocas las quejas que se han leído por la falta de sensibilidad ante las perspectivas de género o de identidad que tienen los cuentos, lo que es lógico si consideramos que lo que nos llega muchas veces son versiones pensadas para los niños y niñas del siglo XIX.
Pese a todo, el cuento tiene esa potencialidad infinita de transformación que lo sigue haciendo válido para el hoy. Un buen ejemplo es el El príncipe y la modista, de Jen Wang, una historia que bebe de los cuentos clásicos como la Cenicienta, por ejemplo, manteniendo sin ningún problema los arquetipos básicos y estructurales del relato de hadas –casi me atrevería a decir que incluso con la visión de Disney–, pero adentrándose sin prejuicios en la realidad contemporánea. El relato de Wang tiene toda la magia de los cuentos de siempre, liberándose de estereotipos del pasado y rémoras para mantener intacta toda esa capacidad evocadora e ilusionante del cuento, asumiendo con naturalidad un mensaje de aceptación de la identidad sexual, pero también de libertad y madurez, de comprensión y amistad. Un cuento maravilloso para contar a nuestros hijos e hijas. Álvaro Pons
El príncipe y la modista. Jen Wang. Sapristi Cómic, 2019. Disponible en formato digital en la web de la editorial.
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