miércoles, 3 de octubre de 2018

ALÍ EL MAS GRANDE

Escritores y fotógrafos de los setenta se han reunido en un libro monumental, "GOAT" (iniciales en inglés de "el más grande de todos los tiempos"), para rendir tributo a un mito: Mohamed Alí, campeón del mundo de boxeo. Estas páginas son una emotiva muestra.

La leyenda del boxeo y de la vida
Por Eduardo Arroyo

Muchos son los que suben al ring esperanzados, pero pocos los elegidos. Alí, el gran elegido, no sólo fue un boxeador excepcional, sino que por su presencia y sus ausencias marcó para siempre a la sociedad americana que le tocó vivir. La vapuleó y la zarandeó sin miramientos desde su inextricable condición de negro.

Cuando, fulgurante, apareció en el planeta de los puños, Cassius Clay se colgó al cuello la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. Desde entonces, Alí no ha vivido un solo día sin que su lucha y sus ambiciones estuvieran presentes tanto fuera como dentro del ring. Esa medalla fue más tarde arrojada desde un puente de Louisville, su ciudad natal, por el propio púgil en un momento de desconcierto y de odio por esa América blanca que le despreciaba. "Me metí en el boxeo", comentaba amargamente, "porque me parecía el modo más rápido con el que un negro podía abrirse camino en Estados Unidos. La escuela no se me daba bien, tampoco podía jugar al baloncesto o al béisbol, porque para eso hay que ir a la universidad". Luego vinieron su radicalización y obediencia al islamismo, su rechazo a servir en el ejército, Elijan Mohamed y el asesinato de Malcom X, el castigo y la consternación ante la prohibición de boxear.

Los puños letales del indomable púgil chocaron con dos generaciones de excelentes pesos pesados que Alí destrozó sin miramientos, crucificándolos en el cuadrilátero: Floyd Patterson, Sonny Liston, Foreman, Lavorante, Billi Daniels y las siempre esperadas esperanzas blancas -Chuvalo, Henry Cooper, Brian London y Karl Mildenberger-, destrozadas por las manos del rey de los reyes. Derrotó también a Frazier, su particular "tío Tom"... Y así hasta vencer al abuelo mítico Archie Moore. Alí fue condenado a cinco años de cárcel y 10.000 dólares de multa, la pena máxima. Después de una interminable batalla judicial, el Tribunal Supremo le dio la razón por unanimidad, pero sus mejores años habían ya pasado de largo.

¿Qué nos queda de todo aquello? ¿De aquellas luchas y de nuestras batallas juveniles? Recuerdos más o menos borrosos: la conquista de los derechos humanos, la crítica dura contra la guerra de Vietnam, los últimos fusilamientos de la dictadura de Franco y pocas cosas más. De Alí nos quedan muchas imágenes y mucha literatura. Monumentos inolvidables; por ejemplo, cuando Liston, tendido sobre la lona, entrevé, entre vapores y sonidos incomprensibles, a un Alí triunfante que in-conscientemente lleva su puño enguantado a su corazón. Ahora, de tanto en tanto, un hombre gordo y torpe avanza hacia las cámaras afecto del mal de Parkinson, una enfermedad que todavía no ha podido terminar con él. •

Este texto ha sido escrito exclusivamente para EPS. No está incluido en 'GOAT'.

 AL PRIMER ASALTO. "Mi foto más conocida", asegura el autor, Neil Leifer. Fue tomada en Lewiston (Maine) en 1965, en la pelea de vuelta contra Sonny Liston, al que Alí ganó en el primer asalto. Alí increpa a Listón, en el suelo, tras el 'golpe fanstasma' que lo derribó.
FOTOGRAFÍA DE NEIL LEIFER


 CAMPEÓN DEL MUNDO. Escenas de la pelea de Cassius Clay contra Sonny Liston celebrada en Miami en 1964. Clay ganó allí el título mundial de los pesos pesados, y, muy enfadado, increpa a la prensa y al público por sus preferencias hacia Liston.

'Pennies from heaven'
Por Tom Wolfe

Pasada la medianoche, al pie del hotel, donde la acera se ensanchaba casi como un patio, había un gentío reunido. A Cassius no le pasó inadvertido. Estaban viendo a tres músicos callejeros, chicos de color: uno con un bajo improvisado (un barreño dado la vuelta con un cordón que salía del fondo, formando una sola cuerda), un tambor (un gran fondo de barril de hojalata con cucharas como baquetas) y un chico bailando. Estaban tocando Pennies from heaven, un buen número para que aquellos chicos pasaran la gorra. Cassius se acercó hacia el grupo de gente y se quedó allí. Una persona le reconoció, luego otra, y pronto estalló el habitual "¡es Cassius Clay, Cassius Clay, Cassius Clay!". Cassius se empezó a animar. Pennies from heaven se detuvo, y los tres chicos de color se quedaron un tanto atónitos por un momento. Les estaban robando el protagonismo. Alguien había dicho algo sobre Sonny Liston, pero esta vez los ojos de Cassius echaban chispas de 150 vatios, y estaba diciendo: "Lo único que me preocupa es que no quiero que Sonny Liston trate de arruinar mi fiesta de la victoria en el modo en que yo arruiné la suya. Se lo voy a decir justo antes de que empiece la pelea para que no lo olvide. 'Sonny', le voy a decir, 'Sonny Liston, no quiero que trates de arruinar mi fiesta de la victoria esta noche, ¿me oyes? Quiero que lo oigas ahora, porque no vas a ser capaz de oír nada dentro de ocho asaltos'. Y si se burla cuando le diga esto, si se burla, caerá en cinco".

Un soldado, un chaval debilucho que parecía haber sido maltratado en su tierna infancia, adoptó el papel de moderador del debate de Cassius. A Cassius le gusta eso cuando se enfrenta a un grupo de gente en la calle. Daría una rueda de prensa para cualquiera, incluso para un soldado de permiso en la Séptima Avenida.
-¿Dónde vas a ir cuando Sonny Liston te haya machacado? -dijo el chico-. Tengo algunos folletos de viaje aquí mismo.
-Chico -dijo Cassius-, hablas de ir de viaje. Quiero que vayas a esa pelea, porque vas a ver el lanzamiento de un satélite humano: Sonny Liston.
La gente reía y seguía la broma.

"¿VAS A APOSTAR EN MI CONTRA?"
-Tengo algunos folletos de viaje -repitió el chico-. Más te vale mirarlos. También te puedo conseguir una careta.
-¿Vas a apostar en mi contra? -dijo Cassius.
-Cada céntimo que caiga en mis manos -aseguró el chico.
-Tío -dijo Cassius-, mejor ahórrate el dinero, porque Sonny va a quedar totalmente eclipsado.

Cassius estaba allí de pie como un triunfador, y Richie estaba a su lado como un forajido. Llegados a ese punto, el gentío era tal que rebasaba la acera hasta la calle 52. Todo tipo de gente increíble se estaba acercando, incluso viejos escleróticos con la comida en la corbata que se abrían camino con paso inseguro. Un policía estaba en la calle volviéndose loco intentando empujar a todo el mundo hacia la acera. Se acercó un coche patrulla y el agente que estaba en la calle sacó un tono verdaderamente duro: "Muy bien, maldita sea", dijo a uno de los viejos decrépitos con corbata, "suba a la acera".

"CUANDO VOY POR LA CALLE TIENEN QUE LLAMAR A LA POLICÍA"
Cassius me buscó con la mirada como diciéndome: "¿Ves? Esto no es más que lo que había predicho", lo que era como decir: "Cuando ando por la calle, las muchedumbres tienen que llamar a la policía". Ya había empezado el momento de los autógrafos y la gente estaba empujando con papel y bolígrafos, pero Cassius se dio la vuelta hacia los tres chicos de color, los músicos, y dijo: "Los autógrafos son a un dólar esta noche. Todo el que ponga un dólar ahí" (los músicos tenían una caja forrada de pana delante del barril) "conseguirá el autógrafo de Cassius Clay, el luchador más fuerte del mundo, el luchador más bello del mundo, el único luchador que predice cuándo caerán".

Los chicos de color cogieron la indirecta y empezaron de nuevo con Pennies from heaven. El chico que bailaba hacía el merengue por su cuenta. El chico del bajo se contorsionaba como un loco. Mientras tanto, Cassius seguía pregonando en la esquina: "Venga, hombre, no eche 50 centavos, saque ese viejo billete de dólar. Piense en todo lo que está consiguiendo gratis aquí, la música tan buena, y tiene a Cassius Clay aquí mismo delante suyo al natural, el próximo campeón del mundo de peso pesado, el hombre que va a poner al viejo Liston en órbita".

Los billetes de dólar empezaron a apilarse en la caja, y el chico que se estaba marcando el solo de merengue seguía dando vueltas más descontrolado aún, y Cassius no cejaba: "Sí, allí abajo están preparando la asistencia médica para el viejo, y si le pego en la boca va a necesitar asistencia dental. El pobre viejo es tan feo; su mujer le lleva al gimnasio todas las mañanas antes de que salga el sol para que nadie tenga que verle al volver a casa. Venga, hombre, ponga su dinero en esa caja, la gente paga buen dinero por escuchar esto...".

El hombre del bajo seguía sacudiéndolo, y Cassius se volvió hacia mí y dijo, tapándose la boca con la mano: "Oye, ¿sabes una cosa? Si me sacude, me van a echar del país. ¿Lo sabes?".

Luego echó la cabeza hacia atrás y extendió los brazos como si se estuviera cayendo hacia atrás. "¿Me imaginas cayendo boca arriba, así?".

Los chicos de color estaban tocando Pennies from heaven, y Cassius Clay tenía la cabeza echada hacia atrás y los brazos extendidos, riendo, y miraba hacia arriba, al tejado del hotel Americana. •

Publicado por primera vez en  'The Kandy-Colored Tangerine Flake Streamline Baby', 1965.

UN MILLÓN
Así posó Cassius Clay en una sesión de fotos en diciembre de 1963, antes del combate contra Liston, con el millón de dólares que recibiría si ganaba
FOTOGRAFÍA DE NEIL LEIFER / HERB SCHARFMAN / HOWARD BINGHAM



 IDOLO CALLEJERO
Salir por la calle y verse rodeado de "su gente" era todo uno. Aquí, Mohamed Alí rodeado de niños, su público más fiel.
FOTOGRAFÍA DE HOWARD BINGHAM


"No esperan que los boxeadores tengan cerebro"
Por Mohamed Alí

Cuando veo cómo van las cosas en este país no considero que me esté perdiendo nada. El boxeo se ha convertido para mí en un preámbulo. Es un juego de niños. La gloria. Eso que llaman prestigio no es nada comparado con lo que recibe un hombre al tomar postura en favor de la libertad de los suyos. El boxeo no es más que un deporte. Justo después del combate Frazier-Ellis, o de cualquier otro, da igual, todos te rodean y dicen: "Buena pelea, chico; eres un buen chico, sigue así". Y ya está. No esperan que los boxeadores tengan cerebro. No esperan que sean hombres de negocios, o seres humanos, o inteligentes. Los boxeadores son sólo brutos que sirven para entretener a los blancos ricos. Se pegan entre sí, se rompen las narices unos a otros, y sangran, y se exhiben como dos monos de feria ante la multitud, se matan unos a otros para la multitud. Y la mitad de la multitud es blanca. Somos como dos esclavos en el cuadrilátero. Los amos han cogido a dos negros fuertes y nos dejan pelear mientras hacen sus apuestas. "Mi esclavo puede destrozar al tuyo". Eso es lo que veo cuando veo a dos negros peleándose.

Por eso nunca he luchado a fondo contra ciertas personas, sobre todo contra los negros a los que me he enfrentado. Podría haberme empleado más a fondo, pero no lo hice, y aun así fui el mejor de la historia del planeta Tierra. En el cuadrilátero no había ni un hombre en el mundo que pudiera compararse a mí. Pero tras aceptar mi religión, la fe islámica, no podía verme a mí mismo provocándole una contusión cerebral a otro hombre, o desgarrándole la retina, o haciéndole algo terrible a otro ser humano sólo por un cheque del cual el Gobierno se lleva el 90% de todas maneras. No me apetecía luchar. Tenía que hacerlo porque triunfé en ello, el boxeo. Así es como me ganaba la vida. Pero lo cierto es que no lo disfrutaba.

Yo era demasiado bueno, y por eso tuvieron que librarse de mí, por eso intentaron quitarme el título de campeón de pesos pesados. Sólo que les salió el tiro por la culata, ¿a que sí? No podían quitarme el título sólo por mis creencias religiosas, o porque dijera que no tenía nada en contra de los vietcong, o porque no me diera la gana formar parte de ningún ejército. La única manera de que un campeón pierda su título es a manos de otro aspirante. La única manera de llegar a ser campeón es derrotar a otro campeón (...).

SE PUEDE DEFENDER A DIOS Y LA VERDAD. Mucha gente, blancos que piensan que tienen que hablar mal de un negro, me critica porque no vivo en el gueto. Pero la amenaza económica de EE UU al pueblo negro es la razón por la que no vivo en el gueto, y no pueden entenderlo. Los negros sí lo entienden. Mi forma de vida. Yo tengo una gran casa en Overbrook, uno de los barrios más ricos de Filadelfia. Sé que es un barrio pudiente porque muchos jueces blancos y políticos de la ciudad viven allí también. Lo que realmente demuestran esa gran casa, y mi Cadillac lavanda descapotable, y mi piscina es que uno puede defender a Dios y la verdad, la libertad de los negros, y seguir viviendo.

Incluso si la estructura del poder blanco te condena como me condenó a mí, aún puedes salir adelante. La estructura del poder dice: si te unes a los musulmanes pierdes tu trabajo, si no haces el servicio militar no conseguirás nunca un trabajo. (Habría habido muchos parados si todos los que no se alistaron no hubieran podido trabajar, ¿no?). Bueno, yo desafié todo eso. Dije: "¡Al infierno con eso!". La gente estaba expectante respecto a lo que iba a ser de mí. "Va a terminar en un taller, engrasando coches", decían, o "va a terminar vendiendo cordones para zapatos". "¿Qué le ha ocurrido?", "¿cómo vive?", "¿es ahí donde vive?, ¿es ése su Cadillac?, ¿es ésa su gran casa?". "Dios debe de estar de su lado. Lo está consiguiendo. No le ha pasado nada. No han podido con él. Yo lo haré. Tomaré una postura, como Mohamed Alí" (...).

VOSOTROS HABÉIS PERJUDICADO AL BOXEO, NO YO. Miles de personas han muerto desde mi caso. Buena gente. Ha habido muchas muertes que han sido mucho más importantes que la mía. Martin Luther King. Los Kennedy Han pasado muchas cosas malas: en el gobierno, en la economía, en la pobreza, en crisis mundiales, en desastres, derrumbamientos de minas, asesinatos, guerras. ¿Qué importancia puedo tener yo? (...).

Mi caso siempre se les atraganta cuando hablan de juego limpio y deportividad en el boxeo. Puedo decir honradamente: "Teníais a un hombre limpio, más limpio que todos los demás. Os lo quitasteis de encima. Era limpio luchando, limpio viviendo, y le quitasteis el título. Vosotros habéis perjudicado al boxeo estadounidense, no yo. El cinturón del campeonato que doné a mi instituto en Louisville es rojo, blanco y azul, los colores de la bandera. Se supone que representa el juego limpio en EE UU. Vosotros lo ensuciasteis, no yo. ¡No podéis parar a un auténtico campeón! La gente me sigue considerando el campeón. •

Publicado por primera vez en la revista 'Esquire' en mayo de 1970.




DE GIRA EN GIRA
En Mayo de 1964, Mohamed Alí, recien bautizado como tal, viaja durante un mes por África. Es recibido con los honores de rey. Arriba durante un encuentro con Malcolm X y abajo en un paseo callejero en Ghana.



 Clay acude a entrenarse a su gimnasio en 1963

 LA GLORIA FINAL. Mohamed Alí viste, en 1973, el albornoz que le regaló el cantante Elvis Presley, uno de sus admiradores. Un instante que se convirtió en leyenda del boxeo: la pelea contra Foreman en Zaire, en 1974. Alí ganó.

Hombre muerto en el suelo
Por Norman Mailer

El jueves, Cinco días antes del combate, Alí ofreció un seminario de los suyos. "Este combate va a ser no sólo el combate de boxeo más grande, sino también el espectáculo más extraordinario en la historia del mundo. Va a constituir el mayor resultado inesperado del que jamás se haya oído hablar, y a quienes no saben de qué va el boxeo les parecerá el mayor de los milagros. El público de boxeo es tonto e ignora lo que es ese arte. La causa es que los que estáis aquí y escribís de boxeo no tenéis ni idea de lo que intentáis describir. Vosotros, los periodistas, sois los verdaderos tontos e ignorantes. Voy a demostrar -para que tengáis tema nuevo para vuestras columnas- por qué no puedo ser derrotado por George Foreman y se va a producir la mayor sorpresa en la historia del boxeo, a la que vosotros, los comentaristas, con vuestra ignorancia y vuestra locura, habéis dado lugar". "Es culpa vuestra", prosiguió, articulando las palabras para que sonaran bien claras, "el que el público de boxeo sepa tan poco, y crea, por tanto, que Foreman es grande y que yo estoy acabado. Tengo, por consiguiente, que demostraros mediante una evidencia científica lo equivocados que estáis".

"Angelo", dijo volviéndose hacia Angelo Dundee, "alcánzame esos papeles, ¿quieres?", y empezó a leer una lista de boxeadores a los que se había enfrentado. La historia de la categoría de los pesos pesados de los últimos 13 años estaba contenida en esa lista. Sus primeros siete combates con púgiles que nunca llegaron a ser conocidos, nombres como Herb Siler, Tony Esperti y Donnie Freeman. "Don nadies", comentó Alí. En su octava pelea se enfrentó a Alonzo Johnson, "un rival de categoría"; luego, a Alex Miteff, "un rival de categoría"; a Willi Besmanoff, "un rival de categoría". En ese momento, a Alí se le agrió la cara. "En la época en que Foreman estaba peleándose en las calles, yo ya luchaba contra boxeadores del ranking, con técnica; pegadores acreditados, hombres peligrosos. ¡Mirad la lista!: Sonnie Banks, Billy Daniels, Lavorante, Archie Moore, Doug Jones, Henry Cooper, Sonny Liston. Peleé con todos. Patterson, Chuvalo, Cooper otra vez, Mildenberger. Cleveland Williams, un peso pesado peligroso. Ernie Terrell, con un tamaño el doble de Foreman, y le vapuleé. Zora Folley, que rindió homenaje a la bandera de EE UU, igual que Foreman, y al que noqueé, un boxeador con técnica". El entarimado del cuadrilátero de Nsele estaba a 1,82 metros del suelo, o sea, otro ejemplo más de la tecnología de Zaire: si un boxeador se caía por entre las cuerdas podía fracturarse el cráneo al llegar al suelo.

ALÍ SE SENTÓ EN ESE ENTARIMADO, CON LAS PIERNAS colgando por fuera, y Bundini se puso frente a él. Parecía que Alí estaba sentado en sus hombros. La cabeza de Bundini, redonda como una pelota, pelada al rape y calva en el medio, surgía a modo de protuberancia entre las piernas de Alí. Mientras hablaba, Alí sostenía con sus manos la cabeza de Bundini como si fuera una bola de cristal (¡una bola de cristal negra!) entre las palmas; cada vez que daba una palmadita en la calva de Bundini para hacer hincapié, éste miraba a los periodistas igual que un hechicero atrapado en un cepo. "Esto es lo que tengo que decir a la prensa", dijo Alí. "Yo ya había combatido contra 20 púgiles del ranking antes de que Foreman disputara su primera pelea", dijo con desprecio. ¿Cómo podía la prensa, en su ignorancia, empezar a comprender esa cultura del boxeo? "Bueno, que Angelo les lea ahora la lista de los combates de Foreman". A medida que iban desgranándose los nombres, Alí no dejaba de hacer gestos. "Don Waldheim". "Un don nadie". "Fred Askew". "Un don nadie" (...). "Vernon Clay", dijo Dundee. Alí dudó. "Vernon Clay, ése podría ser bueno". La prensa rió. Y volvió a reírse con los comentarios de Alí sobre Gary Hobo Wiler, "un vagabundo". Luego siguieron unos cuantos "don nadies" más. Alí exclamó indignado: "Si yo me enfrentara a esos holgazanes me prohibirías seguir boxeando". De repente, Bundini gritó: "La semana que viene seremos campeones otra vez". "Cállate", intervino Alí, dándole un coscorrón. "Es mi espectáculo".

Cuando se terminó de leer la lista completa de los combates de Foreman, Alí se puso a recapitular. "Foreman se enfrentaba a un inútil por mes. En total, Foreman se ha medido con cinco hombres de cartel. Les paró los pies a los cinco, pero no pudo noquear a ninguno. De los 29 boxeadores de primera fila con los que me las he visto, a 15 los dejé fuera de combate". Lleno de orgullo por haber sacado adelante un informe legal bien organizado y bien transmitido, Alí se dirigió entonces al jurado. "Yo soy un sabio del boxeo, un científico del boxeo. Ésta es una realidad científicamente demostrada. Allá vosotros si olvidáis por vuestra cuenta y riesgo que soy un maestro del baile, un gran artista".

"Que flota como una mariposa y pica como una abeja", gritó Bundini.
"Cállate", replicó Alí, atizándole en la calva. Acto seguido se quedó mirando duramente a la prensa. "Ignoráis lo que es el boxeo. Sois ignorantes. Os habéis quedado impresionados con Foreman porque es grande y sus músculos parecen grandes".
"Y no lo son", retumbó la voz de Bundini. "No lo son".
"¡Cállate!", dijo Alí, sacudiéndole. "Ahora", prosiguió Alí, "os digo que estáis impresionados con Foreman porque tiene aspecto de hombrón negro y pega tan fuerte al saco. Tapa el cuadrilátero. Pero yo os digo que no puede luchar. Lo demostraré la noche del combate. Veréis mi izquierda formidable y mi tremendo golpe cruzado de derecha. Vais a llevaros la sorpresa de vuestra vida. Porque ahora estáis impresionados por Foreman. Pero os voy a contar un secreto. La gente de color asusta más a los blancos que a la gente de color. Yo no tengo miedo de Foreman, y vais a verlo". •

Extracto del libro 'La pelea', de Norman Mailer, publicado en 1997.

ÍDOLO PARA TODOS
Como muchos otros famosos, los Jackson Five también posaron con su ídolo. Aquí, en 1977, Michael Jackson le pone la pierna encima.
FOTOGRAFÍA DE NEIL LEIFER / HOWARD BINGHAM

Una vida rica y polémica
Por David Remnick

Lo que se ha perdido en esto es la riqueza de la historia de Alí: cuando estaba peleando, y más cuando fue retirado del boxeo por causa del reclutamiento, fue una figura profundamente controvertida; querida, pero también despreciada. Era también un hombre de contradicciones histriónicas. Lo que se ha perdido en el actual pábulo sobre Alí y su carrera es el joven cuyos modelos de conducta incluían no sólo Malcolm X, sino también Gorgeous George, el luchador profesional más importante de su tiempo, y, lo que es más importante, los mercenarios y matones de la Nación del Islam. Aunque estaba rodeado por amigos blancos y asistentes como Angelo Dundee y Ferdie Pacheco, Alí, aquel personaje que todo lo incluía, asimiló un extraño culto que predicaba una doctrina de astronaves y separatismo.

Le recordamos como el musulmán solemne y devoto que predicaba la paz tras el 11-S; olvidamos al Alí más joven y las disparatadas certezas que heredó del honorable Elijah Mohamed. Es de imaginar que pocos de los que vieron la ceremonia de la antorcha en Atlanta estuvieran también recordando la clase de sentimientos que expresaba en una entrevista con Playboy en 1975, justo tras ganar a George Foreman en Zaire, un acontecimiento que sirve como punto álgido (aunque despolitizado) de las dos películas fundamentales sobre el personaje de Alí: el documental de León Gast Cuando éramos reyes y la película biográfica de Michael Mann, Alí.

"Estados Unidos no tiene futuro", dijo Alí. "¡Estados Unidos va a ser destruido! ¡Alá va a enviar un castigo divino! Violencia, crímenes, terremotos, habrá todo tipo de problemas. EE UU va a pagar por todos sus linchamientos y matanzas de esclavos y lo que ha hecho al pueblo negro" (...).

Aquí, Alí sonaba menos como Malcolm X que como el enemigo de Malcolm en la Nación del Islam, Louis Farrakhan. Más adelante, en esa misma entrevista, Alí bramaba contra el sexo y las parejas interraciales (...).

El entrevistador de Playboy intervino: "Está empezando usted a sonar como una copia calcada de un racista blanco. Vamos a aclararlo: ¿cree que el linchamiento es la respuesta al sexo interracial?". "Un hombre negro debería morir si está tonteando con una mujer blanca", respondió Alí (...). "¿Y qué pasa si una mujer musulmana quiere salir con un no musulmán negro, o blanco, ya puestos?". "Entonces ella muere", dijo Alí. "Hay que matarla también".

SU PROPIA CREACIÓN
Incluso en su disminuida condición actual, Alí es menos benévolo con algunos de sus propios errores que muchos de sus admiradores. No está especialmente orgulloso del modo en que trató a algunas de sus esposas (fueron cuatro). Desearía no haber sido tan brutal, incluso sádico, en el cuadrilátero con Floyd Patterson, Ernie Terrell y otros cuantos. Se portó muy mal con Joe Frazier, haciéndole parecer una especie de Tío Tom, de negro ignorante. Y Alí tardó demasiado tiempo en pedir perdón.

En 1998, cuando visité a Alí en su granja de Michigan, lo primero que hizo cuando nos sentamos a hablar fue sacar una brillante foto suya hombro con hombro junto a Malcolm X, en la víspera de la primera pelea contra Sonny Listón. Está claro que Alí se arrepiente de la forma en la que se rindió ante la Nación del Islam y rechazó a Malcolm, su amigo, por orden de Elijah Mohamed.

Así que hay momentos en los que Alí parece demasiado imperfecto, demasiado limitado en algunos aspectos, para soportar todo el peso simbólico. No, nunca tuvo una idea particularmente original. Excepto una. Tuvo una idea sobre sí mismo. Y al inspirarse en tantas figuras y tendencias de su época -Malcolm X, Sugar Ray Robinson, Jack Johnson, Little Richard, Joe Louis, Georgeous George- creó un personaje característico de su país, un ser original que estaba orgulloso, que era poderoso, divertido, sorprendente, inteligente por instinto, generoso y absolutamente fiel a sí mismo. Y aunque fue un símbolo, también fue, al contrario que muchos otros atletas y músicos actuales que han hecho fortuna, siempre accesible y humano.

Alí fue su propia creación y nunca ha dejado de compartir su satisfacción con lo que concibió. "No voy a hacer nada para engañar a mi gente", dijo una vez al periódico The Black Scholar. "Me encanta andar por los callejones, pasear por los guetos, acercarme a niños negros... Todo el vecindario sale a la calle. No han visto a una celebridad sentarse en el cubo de la basura con ellos. Eso les hace sentirse bien y a mí también me hace sentirme bien". •

'GOAT [Greatest of all time (El más grande de todos los tiempos)]. A tribute to Muhammad Ali', editado por Taschen. Un proyecto de 800páginas con 3.000 imágenes en el que ha participado el propio Alí junto a decenas de escritores y fotógrafos. Sólo se editan 10.000 ejemplares.



 UNA VIDA ENTERA.
Clay, adolescente (a la izquierda). Junto a su asistente Bundini Brown, en la pelea contra Listón de 1964 (centro). Y tal como apareció en la portada de 'Life Magazine' ese mismo año.
 FOTOGRAFÍA DE FUP SCHULKE / NEIL LEIFER / BOB GOMEL

LO más parecido a morir Por Hartmut Scherzer

1942. El 17 de enero nace Cassius Marcellus Clay Jr., en Louisville (Kentucky). Es el primogénito de un pintor de carteles y una asistenta.

1945. Cassius, de tres años, golpea a su madre accidentalmente en la boca. "Fui la primera persona a la que dejó KO", afirmaba Odessa Clay con orgullo.

1956-1960. Su nombre aparece impreso por vez primera. A los 14 años gana los Guantes de Oro de Kentucky en semipesados al derrotar a Jimmy Ellis. Conoce a Angelo Dundee, con el que entrenará hasta el fin de su carrera. Un boxeador mayor, Kent Green, noquea a Clay por primera vez en el segundo asalto. Gana los Guantes de Oro de Chicago y los Campeonatos de la UANA. Continúa sus estudios en el instituto.

1960. Se licencia en el puesto 376 de su clase de 391. Entra en la selección de boxeo de EE UU. En los JJ OO de Roma se lleva el oro olímpico en semipesado. Se hace profesional. Su récord de amateur: 108 peleas, 8 derrotas. Comienza a entrenar en el célebre gimnasio de la calle Quinta en Miami Beach.

1961. Clay comienza a asistir a las reuniones de la Nación del Islam. Life Magazine publica un extenso artículo sobre él, el primero en una publicación nacional. Sports lllustrated le dedica otro.

1962. Clay oye hablar a Elijah Mohamed y conoce a Malcolm X, uno de los líderes radicales del movimiento musulmán negro. En febrero muerde la lona, por primera vez en su carrera profesional, al ser derribado en el primer asalto por Sonny Banks. Banks acaba por caer en el cuarto, tal como Clay había predicho. Archie Moore, con 48 años, también cae.

1964. Realiza un examen de aptitud para el servicio militar. Obtiene 78 de puntuación en el test de inteligencia y se le clasifica como no apto. Gana el título mundial de pesos pesados al vencer a Sonny Liston en Miami. Liston, invencible, se retira al sexto asalto. Un día después, Clay declara: "Ya no soy cristiano". Hace pública su pertenencia a la Nación del Islam. Se rebautiza como Mohamed Alí. Recorre África durante un mes.

1965. La revancha contra Liston, el 25 de mayo, dura menos de un asalto: Alí noquea a Liston. ¿Cuándo y dónde fue golpeado Listón? El golpe fantasma se convierte en leyenda del boxeo.

1966. La situación en Vietnam empeora y revisan los requisitos de reclutamiento militar. Le reclasifican: es apto para el servicio. Su respuesta: "Yo no tengo nada contra los vietcong". Es rechazada su petición de quedar exento por motivos religiosos. La perspectiva del reclutamiento dispara su actividad: defiende su título cinco veces en ocho meses.

1967. Un KO tras siete asaltos contra Zorah Folley en el Madison Square Garden es su última pelea antes de la revocación de su licencia de boxeo; pasarán tres años y medio antes de que pueda regresar al cuadrilátero. Le retiran el título mundial. Un jurado sólo de blancos le condena por desertor: cinco años de prisión y multa de 10.000 dólares. Se le retira el pasaporte.

1968-1969. Las dificultades económicas le obligan a ganarse la vida como orador en colegios y universidades.

1970. Tras 43 meses en el exilio, Alí obtiene una licencia de boxeo del Estado de Georgia. Se enfrenta a Jerry Quarry en Atlanta y le derriba en el tercer asalto.

1971. En la pelea del siglo entre los dos "campeones del mundo invencibles", Alí y Joe Frazier se enfrentan por cinco millones de dólares. Frazier derriba a Alí con un brutal gancho de izquierda en el último asalto. Los años que ha pasado alejado del cuadrilátero le pasan factura.

1971-1973. Campeón del mundo o no, es la mayor atracción del boxeo. Pelea en 13 ocasiones en este periodo.

1974. Alí vence a Frazier en 12 asaltos en su segunda pelea en el Madison Square. Mientras, Frazier pierde su título mundial ante George Foreman. El 30 de octubre, Alí vuelve a ser campeón del mundo de pesos pesados, una década después de haber obtenido el título por primera vez: el famoso rugido en la selva de Kinshasa (Zaire) sigue siendo el acontecimiento más célebre de la historia del boxeo. Foreman era el favorito, pero Alí le derribó en el octavo asalto.

1975. Se publica The greatest: my own story, autobiografía de Alí escrita por Richard Durham. Vuelve a vencer a Frazier.

1978. En Las Vegas pierde el título de pesos pesados ante el oro olímpico León Spinks, que sólo acumula siete combates como profesional. Se suponía que no era rival. En la revancha, Alí gana. Es el primer peso pesado de la historia en ser tricampeón del mundo.

1981. Un envejecido y cansado Alí pierde ante Trevor Berbick. Es el fin. Tiene casi 40 años. "Es hora de enfrentarme a los hechos", declara. "El padre tiempo me ha alcanzado". De sus 61 peleas profesionales sólo cinco son derrotas, y tres de ellas en los últimos cuatro combates. Varios años después se confirma que sufre el síndrome de Parkinson.

1996. Alí enciende con manos temblorosas la antorcha olímpica en Atlanta. El mundo se emociona. Vuelve la alimanía,

1997-2001. Cuando éramos reyes, el documental de León Gast sobre la pelea Alí-Foreman en Kinshasa, gana un Oscar. Recibe el premio de boxeador del siglo en Viena. Sports lllustrated le nombra deportista del siglo. Michael Mann rueda Alí con Will Smith. Kofi Annan le nombra embajador de la Paz de la ONU. •

EL PAIS SEMANAL Número 1.411, Domingo 12 de octubre de 2003

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