La Diputación recuerda la posibilidad de realizar visitas guiadas gratuitas a este búnker de cultura popular que atesora 30.000 referencias, de las cuales han sido catalogadas 17.000.
UN REPORTAJE DE JUAN G. ANDRÉS. FOTOGRAFÍAS RUBEN PLAZA - Domingo, 19 de Febrero de 2017
La catalogadora Irune Arnaez, en el sótano con los armarios compactos que albergan los más de 30.000 documentos que custodia Komikigunea en la calle Reyes Católicos de Donostia.
Esta historia, o más bien historieta, comenzó a mediados de la pasada década, cuando la Diputación de Gipuzkoa adquirió el fondo del coleccionista e investigador donostiarra Luis Gasca. Decenas de miles de cómics, biografías, libros sobre cine, revistas, dibujos originales y carteles pasaron a manos forales y sembraron la semilla de lo que luego se convertiría en Komikigunea. Entonces aún no tenía ese nombre: sólo era una gran página en blanco en un amplio local de la calle Reyes Católicos que no tardaría en llenarse con más fondos y donaciones.
Finalmente, en octubre de 2014 Komikigunea abrió sus puertas a investigadores y aficionados que hoy pueden consultar a su antojo las cerca de 17.000 referencias catalogadas y almacenadas en este búnker de cultura popular. Sin embargo, el fondo completo, aún sin inventariar, asciende a 30.000 referencias. Centrada desde 2009 en esa labor de clasificar el material, la Diputación es consciente de que muchos ciudadanos desconocen todavía qué tesoros custodia el centro, por lo que hace unos días volvió a recordar a la ciudadanía que existe la posibilidad de realizar visitas guiadas gratuitas.
La catalogadora Irune Arnaez, que también ejerce de cicerone en el recorrido por Komikigunea, reconoce que a la gente le cuesta vencer el miedo a entrar, pese a que el centro está abierto de lunes a viernes ininterrumpidamente de 8.30 a 19.30 horas. “Quizá es porque al llegar aquí no puedes fisgonear y coger cómics de un sitio o de otro. Esto funciona como un archivo y los ejemplares no se pueden sacar de aquí. Están guardados en el sótano y para verlos tienes que hacer una petición, pero es muy sencillo y rápido: nosotros ayudamos a cualquiera que quiera consultar cómics por pura afición o para realizar alguna investigación”, explica.
Arnaez recuerda que Komikigunea se ha construido sobre el fondo Luis Gasca, enriquecido después con muchas otras aportaciones: la Fanxinoteka de Arteleku, el millar de ejemplares cedidos por la biblioteca de Angulema o los fondos entregados por personas como el artista Iñaki Larrimbe Larri; el director artístico de la editorial Planeta, Pere Olivé, y la reciente y “significativa” donación efectuada por nueve historietistas vascos.
Visita guiada
La visita comienza en la planta baja en torno a una gran mesa repleta de publicaciones que Irune ha escogido de entre las más significativas. Algunas aparecen clasificadas por formatos, desde las primitivas revistas ilustradas de finales del siglo XIX a las actuales novelas gráficas, pasando por el comic book estadounidense de los años 60 con sus inmortales superhéroes o los cuadernillos de personajes tan españoles como Capitán Trueno o Jabato. Por su valor, llaman la atención las referencias más antiguas, como el almanaque humorístico ilustrado El tiburón (1863), en el que ya se aprecia cómo el texto va perdiendo fuerza a favor de la ilustración, o El universal (1909) de Venezuela, así como una edición francesa de 1908 de las aventuras de Buster Brown.
También es muy vistoso el material guardado en los planeros, repletos de ilustraciones originales de artistas como Iván Zulueta, más conocido por su faceta de cineasta, o Juan Carlos Eguillor, así como páginas que permiten entender el proceso de creación de un cómic. Hay también dibujos dedicados, como un Tarzán que el fallecido Joe Kubert regaló a Luis Gasca en 1984, o tebeos más recientes firmados por sus autores como Zebra efektua, de Iñaki G. Holgado y Harkaitz Cano.
La visita finaliza en el sótano, una especie de catacumba cultural en la que descansan las más de 30.000 referencias de Komikigunea, a las que se sumarán las que sigan llegando. El lugar cuenta con las condiciones atmosféricas propicias para la conservación del material más sensible y todo se almacena en armarios compactos que no sólo permiten ahorrar espacio, sino también proteger los documentos ante eventuales incendios o inundaciones.
Completar el fondo vasco
Según destaca Arnaez, no hay muchas infraestructuras similares en el Estado. A bote pronto, cita la Fundación Sancho el Sabio de Vitoria, que en su fondo de cultura vasca guarda material sobre cómic, y un centro de Murcia más volcado en la historieta de hoy en día. Salvando la inmensa distancia y con toda la humildad, Komikigunea prefiere mirarse en Angulema, ciudad francesa de referencia en el sector que cuenta con un festival y un museo especializado que archiva cada ejemplar de cómic publicado en Francia. “Nosotros queremos completar el fondo vasco y reunir todo el material editado en Euskal Herria desde los inicios del cómic, aunque aún nos faltan muchos títulos”, afirma.
Además, Komikigunea aspira a ser un “punto de encuentro” para creadores y aficionados: los primeros pueden disponer del local para organizar reuniones de trabajo, talleres o incluso dibujar en un ordenador equipado con programas específicos, y los segundos pueden visitar el centro de manera gratuita, tanto en grupos de hasta 20 personas -centros escolares, euskaltegis…- como de manera individual. Sólo hay que reservar cita en el número 943 24 96 90 o escribir al correo komikigunea@gipuzkoa.eus. Si alguien desea curiosear los fondos disponibles para luego consultarlos in situ, todos están registrados en el catálogo digital del Koldo Mitxelena.
Este centro, por su parte, cuenta con un espacio consagrado al cómic contemporáneo, la Komikiteka, que a diferencia de los fondos de Komikigunea, sí puede sacarse en préstamo como cualquier otro libro de la biblioteca.
Diario de Noticias de Guipuzcoa
UN REPORTAJE DE JUAN G. ANDRÉS. FOTOGRAFÍAS RUBEN PLAZA - Domingo, 19 de Febrero de 2017
La catalogadora Irune Arnaez, en el sótano con los armarios compactos que albergan los más de 30.000 documentos que custodia Komikigunea en la calle Reyes Católicos de Donostia.
Esta historia, o más bien historieta, comenzó a mediados de la pasada década, cuando la Diputación de Gipuzkoa adquirió el fondo del coleccionista e investigador donostiarra Luis Gasca. Decenas de miles de cómics, biografías, libros sobre cine, revistas, dibujos originales y carteles pasaron a manos forales y sembraron la semilla de lo que luego se convertiría en Komikigunea. Entonces aún no tenía ese nombre: sólo era una gran página en blanco en un amplio local de la calle Reyes Católicos que no tardaría en llenarse con más fondos y donaciones.
Finalmente, en octubre de 2014 Komikigunea abrió sus puertas a investigadores y aficionados que hoy pueden consultar a su antojo las cerca de 17.000 referencias catalogadas y almacenadas en este búnker de cultura popular. Sin embargo, el fondo completo, aún sin inventariar, asciende a 30.000 referencias. Centrada desde 2009 en esa labor de clasificar el material, la Diputación es consciente de que muchos ciudadanos desconocen todavía qué tesoros custodia el centro, por lo que hace unos días volvió a recordar a la ciudadanía que existe la posibilidad de realizar visitas guiadas gratuitas.
La catalogadora Irune Arnaez, que también ejerce de cicerone en el recorrido por Komikigunea, reconoce que a la gente le cuesta vencer el miedo a entrar, pese a que el centro está abierto de lunes a viernes ininterrumpidamente de 8.30 a 19.30 horas. “Quizá es porque al llegar aquí no puedes fisgonear y coger cómics de un sitio o de otro. Esto funciona como un archivo y los ejemplares no se pueden sacar de aquí. Están guardados en el sótano y para verlos tienes que hacer una petición, pero es muy sencillo y rápido: nosotros ayudamos a cualquiera que quiera consultar cómics por pura afición o para realizar alguna investigación”, explica.
Arnaez recuerda que Komikigunea se ha construido sobre el fondo Luis Gasca, enriquecido después con muchas otras aportaciones: la Fanxinoteka de Arteleku, el millar de ejemplares cedidos por la biblioteca de Angulema o los fondos entregados por personas como el artista Iñaki Larrimbe Larri; el director artístico de la editorial Planeta, Pere Olivé, y la reciente y “significativa” donación efectuada por nueve historietistas vascos.
Visita guiada
La visita comienza en la planta baja en torno a una gran mesa repleta de publicaciones que Irune ha escogido de entre las más significativas. Algunas aparecen clasificadas por formatos, desde las primitivas revistas ilustradas de finales del siglo XIX a las actuales novelas gráficas, pasando por el comic book estadounidense de los años 60 con sus inmortales superhéroes o los cuadernillos de personajes tan españoles como Capitán Trueno o Jabato. Por su valor, llaman la atención las referencias más antiguas, como el almanaque humorístico ilustrado El tiburón (1863), en el que ya se aprecia cómo el texto va perdiendo fuerza a favor de la ilustración, o El universal (1909) de Venezuela, así como una edición francesa de 1908 de las aventuras de Buster Brown.
También es muy vistoso el material guardado en los planeros, repletos de ilustraciones originales de artistas como Iván Zulueta, más conocido por su faceta de cineasta, o Juan Carlos Eguillor, así como páginas que permiten entender el proceso de creación de un cómic. Hay también dibujos dedicados, como un Tarzán que el fallecido Joe Kubert regaló a Luis Gasca en 1984, o tebeos más recientes firmados por sus autores como Zebra efektua, de Iñaki G. Holgado y Harkaitz Cano.
La visita finaliza en el sótano, una especie de catacumba cultural en la que descansan las más de 30.000 referencias de Komikigunea, a las que se sumarán las que sigan llegando. El lugar cuenta con las condiciones atmosféricas propicias para la conservación del material más sensible y todo se almacena en armarios compactos que no sólo permiten ahorrar espacio, sino también proteger los documentos ante eventuales incendios o inundaciones.
Completar el fondo vasco
Según destaca Arnaez, no hay muchas infraestructuras similares en el Estado. A bote pronto, cita la Fundación Sancho el Sabio de Vitoria, que en su fondo de cultura vasca guarda material sobre cómic, y un centro de Murcia más volcado en la historieta de hoy en día. Salvando la inmensa distancia y con toda la humildad, Komikigunea prefiere mirarse en Angulema, ciudad francesa de referencia en el sector que cuenta con un festival y un museo especializado que archiva cada ejemplar de cómic publicado en Francia. “Nosotros queremos completar el fondo vasco y reunir todo el material editado en Euskal Herria desde los inicios del cómic, aunque aún nos faltan muchos títulos”, afirma.
Además, Komikigunea aspira a ser un “punto de encuentro” para creadores y aficionados: los primeros pueden disponer del local para organizar reuniones de trabajo, talleres o incluso dibujar en un ordenador equipado con programas específicos, y los segundos pueden visitar el centro de manera gratuita, tanto en grupos de hasta 20 personas -centros escolares, euskaltegis…- como de manera individual. Sólo hay que reservar cita en el número 943 24 96 90 o escribir al correo komikigunea@gipuzkoa.eus. Si alguien desea curiosear los fondos disponibles para luego consultarlos in situ, todos están registrados en el catálogo digital del Koldo Mitxelena.
Este centro, por su parte, cuenta con un espacio consagrado al cómic contemporáneo, la Komikiteka, que a diferencia de los fondos de Komikigunea, sí puede sacarse en préstamo como cualquier otro libro de la biblioteca.
Diario de Noticias de Guipuzcoa
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