lunes, 28 de diciembre de 2015

Dr. Slump por Akira Toriyama






Esto que tienes en las manos, lector, no es un simple manga, sino un compendio de cosas: esfuerzo, ilusión y ganas de ofrecer al público Un buen trabajo. Han sido muchas las cartas llegadas a la Redacción, siempre formulando la famosa pregunta: "¿Y el manga de Dr Slump para cuando?" Han sido necesarios varios años llenos de reuniones, acuerdos, desacuerdos, aplazamientos... ha costado que esta obra del genial sensei Toriyama saliera de Japón Y es que hay que recalcar que Dr Slump, no es sólo una serie divertida y de éxito. En Japón es casi un mito.


Remontémonos al año 1980... En el mes de enero, un joven y semi-desconocido autor empezó a publicar su primera serie regular en el el nº 5/6 del semanario Shonen Jump. Anteriormente ya había publicado algunas historias cortas y empezaba a despuntar con un estilo propio, recreando universos enloquecidos, hilarantes e insólitos en trabajos como Wonder Island y Today's Highlight Island (publicados en el Teatro Manga de Planeta De Agostini). En este nuevo trabajo, el joven autor, que no era otro que nuestro Toriyama, recreaba todo un mundo, con las ocurrencias del obseso inventor Sembei Norimaki y las desternillantes aventuras de su creación, la robot Árale. Nacía así una serie llamada Dr. Slump, El Shonen Jump no volvería a ser el mismo, ni la vida de su autor tampoco. El estilo de Toriyama causó sensación y dio paso a una forma distinta e innovadora de narrar un manga humorístico. Dr. Slump acaparó los primeros lugares de las listas de mangas de éxito y en abril del siguiente año se estrenó su adaptación televisiva, realizada por Toei. El escaso tiempo transcurrido entre la aparición del manga y su versión en anime fue todo un récord en aquel momento.


Nunca antes se había visto un éxito tan rotundo en tan corto espacio de tiempo, ni el público había exigido su adaptación tan pronto. Los tomos de Dr. Slump se fueron sucediendo, hasta finalizar en mayo de 1985 con el número 18.

 Al autor se le iban agotando las ideas y ni siquiera se inspiraba ya en las cartas y referencias enviadas por los lectores, que habían sustentado los guiones de los últimos capítulos. Cansado después de cinco agotadores años de trabajo, Toriyama decidió darle un fin definitivo a la serie y poner punto y final a las historias de Villa Pingüino. Necesitaba darle un nuevo giro a su carrera y empezar con algo nuevo. La serie de anime seguiría en antena hasta febrero de 1986, cuando finalmente concluiría la adaptación animada: Además, el éxito de la serie motivó |a realización con cinco películas: Bello, Wonder Island, Hoyoyo!, el tesoro secreto del castillo de Nanaba, Hoyoyo!, la gran carrera alrededor del mundo y Hoyoyo! Megápolis, capital de los sueños. Él éxito fue tan grande que podríamos tildar la serie de Dr. Slump de legendaria. Es un mundo mágico e imaginativo, llenó de absurdos monstruos, muchos de ellos sacados del mundo del cine como Kamen Rider, Godzilla y Gamera, con numerosas referencias al celuloide occidental: Superman (perdón, Suppaman), los storm-troppers de Star Wars (algunos de ellos viven en Villa Pingüino, ¡palabra!) donde el monstruo de Frartkestein, el conde Drácula, Alien, Terminator y muchos más conviven con los personajes creados por el auyor. Un mundo en el que el Sol se va de juerga a la discoteca y se olvida de aparecer al día siguiente, las montañas juegan al escondite metiéndose en el fondo del mar y las nubes tienen sus demonios particulares y sus duendes de la lluvia: todo vale en Villa Pingüino. Incluso Sembei Norimaki puede transformarse de científico supersabio en bailarina de ballet o el Dr. Mashirito, su principal enemigo, convertirse en su rival sobre el escenario, bailando la danza del cisne.A Árale le gusta ir vestida de Godzilla, aunque sea la líder de la banda de ladrones Hoyoyo y se dedique a robar la guinda que corona un pastel de cumpleaños,  poniendo fuera de combate a todas las fuerzas del orden de la zona.





A las Gatchan les encanta ir alimentándose de bombillas y tornillos. Personajes tan entrañables como la sexy profesora Midori Yamabuki, el sin par Taro Sora-mame y su pusilánime hermanito Pisuke, la pizpireta Akane y su hermana Aoi o el robot Obokaman, eterno enamorado de nuestra Árale, se han ganado el cariño y la consideración del público para siempre. Tanto es así que en V-Jump, la nueva revista de videojuegos presentada por Shueisha en febrero de 1993, la serie Dr Slump recomenzó de nuevo con nuevos personajes a partir del punto en que Toriyama la dejó, cortesía de los autores Takao Koyama y Katsuyoshi Nakatsuru. Aparecen como estrellas el pequeño Turbo, primer hijo de Sembei y Midori, las Gatchan multiplicadas y la nueva hija del matrimonio: la pequeña Nitro. En definitiva, una nueva prole que causará muchos problemas y renovará los aires de Villa Pingüino. Esta vez la edición se realizó en color y ha sido ya recopilada en tomos. Árale sigue llevando todo el peso de la historia -no ha cambiado en absoluto de aspecto, puesto que es un robot- y la aldea y sus personajes han evolucionado, aunque siguen tan disparatados como siempre.


Este renacimiento ha hecho que Dr. Slump esté de nuevo de actualidad y se haya consagrado como un clásico entre los clásicos. Ni que decir tiene que se ha vuelto a ver a Árale y compañía en cine. Dr. Slump no se agota, sigue estando presente en Japón y nunca pasa de moda.

Ahora le toca el turno a nuestro país, donde estamos seguros de que su éxito se repetirá, ya que, como ves, la publicación que tienes en las manos es algo más que un montón de páginas: es un fragmento de historia, de la historia del manga en Japón, y ahora, de la historia del manga en España.

Nuria Teuler


















Disfrutando como disfruto (es un decir) de un canal como Telemadrid, debo decir que pertenezco a una irioría selecta de madrileños que han tenido la suerte de ver la serie de animación de Dr. Slump, gracias a fabulosas copias en vídeo proporcionadas por compasivos amigos catalanes. Un detalle por" su parte que me ha producido innumerables horas de diversión y perplejidad a partes desiguales.
Todo empezó con Bólú de Dfac (sí, también lo vi en catalán), la otra serie de dibujos animados basada en obras de Alara Toriyama aunque eso ya lo sabe medio mundo. Yo estaba en Barcelona por no sé qué motivo, conversando con Pérez Navarro. Éste interrumpió la conversación para poder ver el episodio del día de la serie. Resulta que todas las tardes interrumpía lo que hacía para poder verlo, y grabarlo. Lo vi con él. Era uno de los episodios contra el Ejército de la Cinta Roja, y yo no daba crédito a lo que veía. Yo miraba con estupor la pantalla, mientras Pérez me ponía en antecedentes y me explicaba lo que no entendía. Yo sólo sabía decir, de forma un tanto inconexa: "Pero, pero, pero..." No era un comentario muy inteligente, pero es que la cosa me podía. Sabía que Japón era un país distinto al nuestro, pero esto era excesivo. Superaba a todos los dibujos animados y mangas que había visto y leído! (que eran pocos, todo hay que decirlo). Pero, mi mandíbula no rompió una baldosa hasta que Pérez no me dijo que "lo ' de Árale era mucho mejor". Comentario de claro tono ominoso que no mejoró con sus explicaciones. Esta vez mi comentario fue más articulado: "No puede ser, no puede ser..."
Otras amigos catalanes me confirmaron que sí podía ser, y que solían verlo con regularidad pese a superar todos la treintena, reconociendo públicamente que estaban enganchados a Akira Toriyama y sus obras. Me proporcionaran cintas de vídeo.
Primero de Bola de Drac, y más tarde de Dr. Slump. Era terrible; todo lo que me habían dicho era cierto. Yo sólo acertaba a repetir tres palabras, emulando á Jesulín: "Es in-creible..."





Porque Dr. Slump era, es (sigue sin ser superado), más, demencial, absurdo, desconcertante, genial que cualquier cosa que hubiera visto antes. Shakespeare tenía razón: "Hay más cosas en el cielo y la tierra de las que conoce nuestra filosofía".

En las historias del profesor Norimaki y de su Villa Pingüino todo parece posible, y probablemente lo sea. En comparación, Dragon Ball es una obra seria de profundas connotaciones mitológicas y jungianas. Para empezar, el protagonista es un inventor que inventa las cosas más peregrinas para hacer cualquier cosa, y que cuando se pone serio su aspecto de graciosa caricatura cambia para convertirse en Tony Stark (nunca puedo quitarme la sensación de que en cualquier momento se pondrá el traje de Hombre de Hierro). Resulta que además es un obseso sexual que quiere ligar con la maestra del colegio y construye un robot con forma de niña miope (¡Dios, qué concepto!), a la que llama Arale. Por su parte, Arale es superfuerte (en cada episodio destroza el coche de la policía local cuando éste choca con ella) y sus compañeros de clase le descubren cosas tan fascinantes como las funciones fisiológicas, hasta el punto de querer mearse en la cama sólo porque los demás niños pueden y ella no. Le encanta jugar con las cacas y las suele llevar pinchadas en un palo. Hecho conocido por los habitantes del pueblo y que uno utiliza para ganar la carrera a la alcaldía (el que ganaba era alcalde) mediante el insólito procedimiento de soltar cacas en el camino de Arale para que se distrajese con ellas. Pero esto sólo es la situación base, porque en Villa Pingüino viven como una cincuentena de personajes fijos y otros tantos ocasionales, destacando para mí el periodista Clark Kent que a la primera ocasión se convierte en un Suppaman rencoroso y chapuzas que tiende a detener a inocentes en vez de a atracadores, o los extraterrestres con forma de culo que trabajan de basureros para pagarse una nave espacial que les devuelva a su planeta, o una chica con alas y antenas llamada Gatchán que nace de un huevo prehistórico, etc.. 

Sin olvidar al sol, los árboles, las casas y lo que sea, que en el momento más inopinado le pueden dirigir la palabra a alguien. Como aquella caca bebé que quiere encontrar a su caca mamá para poder vivir con ella en el retrete familiar, en un episodio tan increíble que creo haberlo soñado; a nadie puede ocurrírsele eso (aunque si lo soñé, es porque se me ocurrió a mí; ¡qué contradicción tan idiota!).

Y de haber alguien al que se le puede ocurrir, ese sólo puede ser Toriyama, un ser aparte, al margen diría yo, aunque no tenga muy claro al margen de qué.

Para mí, Villa Pingüino es sinónimo de diversión pura y de posibilidades infinitas, además de desconcierto, estupor y perplejidad. Como verá el lector astuto, apenas añado algo a lo que ha descubierto por su cuenta en el tebeo que ha leído antes (la gente es así de cruel con los articulistas, los leen al final). Y es que me siento incapaz de añadir algo a tan desquiciado producto. Me supera.
Sólo puedo ofrecer mi solidaridad al lector novato, al lector que no sabe qué pensar. Le comprendo. Yo me he visto unos cincuenta episodios de la serie y sigo sin saber qué pensar. Y a ese lector le digo: "tranquilo, somos muchos los perplejos". Y todos juntos esperaremos mes tras mes a comprar
la siguiente entrega de Dr. Slump. Y es que sigo divirtiendo mucho cuando lo leo/veo. Desde mi perplejidad, claro.

Lorenzo F. Díaz





Dr. Slump, El nacimiento de Arale por Akira Toriyama nº1 (de 13) publicado por Planeta-DeAgostini S.A. año 1997




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