Ni novela gráfica ni libro infantil: el álbum se abre paso en el mercado con cuidadas ediciones que reivindican el arte de los ilustradores
JORGE MORLA 31 JUL 2015
Ilustración de Gabriel Pacheco para 'Moby Dick'.
Las cifras no son concretas porque el álbum ilustrado sigue, a efectos de estudio, englobado dentro de la categoría de infantil y juvenil. Sin embargo, el último informe del Observatorio de la Lectura del Ministerio de Cultura señalaba que “el álbum ilustrado está viviendo una época dorada”. No son libros para niños ni novelas gráficas, son relatos cosidos con ilustraciones. Ediciones cuidadas al máximo en las que la lectura es acompañada, guiada, por ilustradores que, lejos de limitarse a adornar un texto, lo complementan, mientras van ganando su propio espacio como creadores. Ocurre en casi todas las librerías, y cada vez con más frecuencia. Desde una cubierta, Caperucita Roja mira, con ojos enormes y verdes, cómo los negros arpones dibujados por Gabriel Pacheco trepanan las costillas de la blanca Moby Dick; junto a ellos, el Drácula imaginado por Bram Stoker y reinterpretado por el dibujante Fernando Vicente cruza una mirada con el santo Bebedor de Joseph Roth, encarnado en los carbones de Pablo Auladell.
El mundo editorial sucumbe al poder de la ilustración, del mismo modo que la propia palabra ilustrar sucumbe al poder de la polisemia. El diccionario de la RAE y sus definiciones de este verbo son una buena brújula para explorar el fenómeno:
Ilustrar: 1. tr. Dar luz al entendimiento. U. t. c. prnl.
Fue en Salamanca, en 1997, en un acto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. “Allí unos cuantos editores acuñamos el término álbum ilustrado”, recuerda el editor Samuel Alonso. “También entonces certificamos la defunción de la ilustración en España. Los noventa habían sido años muy duros en ventas, pensábamos que el negocio no tenía futuro”, continúa, antes de encogerse de hombros. “Luego, todo mejoró poco a poco, hasta llegar al optimismo de hoy”. Alonso es editor de Libros del Zorro Rojo, sello independiente nacido en 2004 con el firme y sano propósito de reivindicar el libro ilustrado como espacio de experiencias estéticas y literarias propias. En 2011 ganó el Premio Nacional a la mejor labor editorial. “Ahora tenemos 170 títulos, 15 de ellos agotados. El ciclo de vida de un álbum ilustrado es distinto al de un libro; puede esperar en cualquier librería, porque no lo despacha la prisa por venderse”.
Ilustración de Agustín Comotto para 'La caída de la casa Usher', de Edgar Allan Poe.
Ediciones realizadas con mimo que llegan a los 2.000 y 3.000 ejemplares, que pueden esperar en un rincón, acechando, dispuestas a meterse por los ojos del lector cuando pasa por delante. Con esa mentalidad han surgido editoriales en torno al mundo ilustrado, mientras que otras ya formadas se han sumado al fenómeno. Chucherías de Arte, Gallo Nero, Lata de Sal, Impedimenta, Modernito Books, Reino de Cordelia, la Decadente, Tres Hormigas, Silonia, Edelvives… la lista sigue creciendo. Algunas de ellas trabajan también con textos propios, aunque no es la norma entre los álbumes. “En general, el nivel de los ilustradores en España es muy superior al de los escritores de libros ilustrados. Nosotros trabajamos solo con textos clásicos en gran medida por eso”, confiesa Diego Moreno, editor de Nórdica. Esta es una opinión generalizada en el sector. “España es una cantera estupenda de ilustradores, en cuanto a talento estamos a la cabeza de Europa. Los textos propios, es cierto, no están al nivel”, corrobora el editor de Zorro Rojo.
“De lo que no cabe duda es de que vivimos un momento ilustrado. El lector está educado en la imagen, y es imagen lo que demanda”, opina Santiago Tobón, de Sexto Piso, otra de las editoriales que ha participado de este auge, y que también obtuvo el Premio Nacional a la mejor editorial, en 2008.
2. tr. Aclarar un punto o materia con palabras, imágenes, o de otro modo.
Diego Moreno creó Nórdica Libros en 2006 y, dos años después, recibió el premio a mejor labor editorial. En su caso, al contrario que en Libros del Zorro Rojo, el crecimiento hacia la ilustración fue paulatino.
Ilustración de Fernando Vicente para 'Drácula' (Reino de Cordelia).
“En principio, el álbum ilustrado era una de las tres patas que formaban Nórdica (junto con la literatura nórdica propiamente dicha y la colección Otras latitudes, que edita textos descatalogados de literatura universal). Ahora representa el 40% del volumen de venta de la editorial, forma parte indisoluble de nuestra marca y nos hace reconocibles”, aclara. “Es un orgullo que, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, nuestro trabajo compita con las novedades más importantes”. Como muestra un botón: el último domingo de la Feria, diez ilustradores firmaban ejemplares en la caseta de Nórdica rodeados de lectores. También de cámaras de televisión de los principales informativos. “La visibilidad que ha ganado el sector es enorme, y su repercusión, cada día mayor”.
Un lapicero amarillo con pies y manos negras se paseaba por la pantalla del ordenador, y de su portafolio sacaba una lista de nombres. Esa era la portada de Ilustrísimos, un directorio digital de ilustradores españoles que el Ministerio de Cultura elaboró en 2005 con motivo de la Feria del Libro Infantil de Bolonia. “Así hicimos nuestros primeros contactos en Nórdica”, recuerda Moreno. “Cogimos aquel catálogo y nos pusimos a marcar números”. Así de fácil. Ana Juan, Ajubel, Isidro Ferrer, Arnal Ballester o Max son solo algunos de los 73 nombres que aparecían allí. Muchos de ellos se han alzado con el Premio Nacional de Ilustración desde entonces.
3. tr. Adornar un impreso con láminas o grabados alusivos al texto.
Uno de los viñetistas de habla hispana con más renombre acaba de ilustrar Crímenes ejemplares, de Max Aub. “Este encargo me llegó en un momento en el que no aceptaba trabajos, estaba saturado”, cuenta Ricardo Siri, Liniers (Buenos Aires, 1973). “Libros del Zorro Rojo me convenció porque me transmitió la ilusión de hacer la mejor versión posible del texto, creo que esa es la clave del éxito de los libros ilustrados. Y también hay algo muy importante para mí”, añade. “Y es que esta gente son unos auténticos fanáticos de las cosas lindas”.
¿Es este un movimiento a contracorriente? “Pasamos del e-book al libro-objeto. Eso dota al álbum ilustrado de una dignidad que a la gente le interesa mucho, son objetos preciosos, editados con mimo y mucho respeto”, señala el editor de Nórdica. Todo por atrapar esa magia que tienen las cosas únicas, por revalorizar algo que se puede oler y tocar. Liniers llegó, incluso, a dibujar una a una las 5.000 portadas de uno de sus trabajos en Argentina. “Al final se trata de convencer al lector de que entre sus manos tiene algo especial. Y, como ilustrador, quieres hacer cosas distintas”. Porque también, en paralelo a cómo se revalorizan los libros como objeto, los propios ilustradores dejan la segunda línea y van ganando en presencia y peso.
Ilustración de Jorge González para Memorias del subsuelo, de Dostoievski.
4. tr. Hacer ilustre a alguien o algo. U. t. c. prnl.
Junto a esa cosecha ya consagrada de Ilustrísimos, una nueva generación de ilustradores se abre camino ahora, una generación que también se ha exhibido en las redes sociales e Internet, nuevo caladero de talento para las editoriales.
Kike de la Rubia (Madrid, 1980) estuvo en la Feria del Libro cinco días firmando, siempre con gente interesada en su trabajo. Su primer álbum lo publicó en 2012 Nórdica, ilustrando un poemario de Emily Dickinson. Ahora el libro va por la séptima edición. Para él, hay dos factores que explican el fenómeno del álbum ilustrado: “Por un lado está la cultura visual en la que los nuevos lectores llegan formados, que hace que las cosas entren por los ojos”, comenta. “También el propio trabajo del autor. Cada vez se tiene más la concepción del ilustrador como creador, se le reconoce y se le busca”, admite. Este año ha vuelto a poner su arte al servicio de la poesía, ilustrando La extensión de mi cuerpo, de Walt Whitman, también en Nórdica.
“Es necesario contrarrestar la inmediatez. Reivindicar el libro como obra unitaria y preciosa tiene también una parte que me gusta menos, y es que quizá ya no se puede atraer al lector solo con el texto, y hay que ofrecerle más”, reflexiona De la Rubia. Pero las oscuras implicaciones que esboza con esta teoría las diluye pronto en una afirmación optimista. “En realidad es algo maravilloso, porque muchos compran por los ojos y luego se quedan a vivir en la literatura. Si es así, si mi trabajo llama la atención en una librería y a través de él un lector descubre a Dickinson, yo me doy por satisfecho”.
5. tr. Instruir, civilizar. U. t. c. prnl.
“Hace siete años, cuando la gente oía hablar de ilustración decía: ¿ilustración? Ah, los libros esos para niños”, cuenta Sabela Mendoza, directora de Ilustratour, el festival sobre ilustración que, tras siete años en Valladolid, se celebró la pasada semana en el Matadero de Madrid, y que contó con la participación de 50 editoriales y 30 artistas invitados del calibre de Liniers, William Grill, Ana Ventura o Aitor Sarabia, que impartieron talleres y clases magistrales.
Ilustración de Luis Scafati para 'El castillo' de Kafka (Sexto Piso).
Este año, en el marco del festival se celebró un seminario cuyo nombre ilustra bastante bien la situación actual: Entre el boom y el crash. “Es cierto que el fenómeno del libro ilustrado está creciendo, que cada vez hay más ojos puestos sobre esto, y que hay una explosión en la creatividad de los ilustradores; pero también es cierto que la profesionalización no se está dando al mismo nivel, que todavía cuesta mucho vivir de esto, que los creadores, excepto casos muy contados, se sacrifican demasiado”, reflexiona Mendoza, sentada entre los puestos del mercado de la ilustración montado en el Matadero, rodeada por cientos de portadas.
“Por eso es importante algo como lo que nosotros intentamos en Ilustratour. Un punto de visibilización, pero también de encuentro, en el que las diferentes editoriales se conozcan, los ilustradores hablen… que se cree una industria, que es lo que hace falta”.
6. tr. Rel. Dicho de Dios: Alumbrar interiormente a las criaturas con luz sobrenatural.
Teresa Durán (Barcelona, 1949), además de escritora e ilustradora con más de 100 libros a sus espaldas, es profesora de Educación Visual y Plástica de la Universidad de Barcelona, y da una visión global, casi antropológica, del fenómeno: “Cuando miramos la historia de la literatura vemos un punto de inflexión muy importante: el momento en que se pasa de lo oral a lo escrito”, relata. “En ese momento se pierde la interpretación que el orador hacía del cuento, su propia pátina personal, porque el texto quedaba anclado en su forma escrita. Por eso es tan estimulante el mundo de la ilustración, porque esa interpretación se recupera. El texto pierde sus corsés y se reinventa”.
No escatima Durán en elogios hacia el trabajo del ilustrador. “El ilustrador tiene una característica maravillosa, y es que ejerce de primer lector. Es el más atento”, cuenta. “Cumple la misma función que un director teatral, que se ocupa de la puesta en escena de un texto escrito por otro. En un álbum ilustrado, cada brochazo, cada pincelada son su particular atrezo”.
Kafka, Dostoievski, Milton o Melville, expresados ya no solo en palabras, sino en formas; rojos, amarillos y azules que se unen al negro de cada letra. Clásicos de la literatura que han encontrado, si no réplicas, al menos compañeros de viaje que llevar de la mano en la más titánica de las tareas: la de llegar al lector.
“Al final somos como los escritores. Hay un ilustrador para cada lector”, apostilla De la Rubia. “Y cuando ese lector te encuentra, se queda contigo”.
Ilustración de Kike de la Rubia para 'La extensión de mi cuerpo', de Walt Whitman'.
Trazos clásicos
El señor de las moscas, de William Golding, ilustrado por Jorge González (Libros del Zorro Rojo, 2014).
Moby Dick, de Herman Melville, ilustrado por Gabriel Pacheco (Sexto Piso, 2014).
La extensión de mi cuerpo, de Walt Whitman, ilustrado por Kike de la Rubia (Nórdica, 2015).
Los diarios de Adán y Eva, de Mark Twain, ilustrado por Sara Morante (Impedimenta, 2015).
Drácula, de Bram Stoker, ilustrado por Fernando Vicente (Reino de Cordelia, 2014).
El Pais Babelia nº1.236 01.08.15
JORGE MORLA 31 JUL 2015
Ilustración de Gabriel Pacheco para 'Moby Dick'.
Las cifras no son concretas porque el álbum ilustrado sigue, a efectos de estudio, englobado dentro de la categoría de infantil y juvenil. Sin embargo, el último informe del Observatorio de la Lectura del Ministerio de Cultura señalaba que “el álbum ilustrado está viviendo una época dorada”. No son libros para niños ni novelas gráficas, son relatos cosidos con ilustraciones. Ediciones cuidadas al máximo en las que la lectura es acompañada, guiada, por ilustradores que, lejos de limitarse a adornar un texto, lo complementan, mientras van ganando su propio espacio como creadores. Ocurre en casi todas las librerías, y cada vez con más frecuencia. Desde una cubierta, Caperucita Roja mira, con ojos enormes y verdes, cómo los negros arpones dibujados por Gabriel Pacheco trepanan las costillas de la blanca Moby Dick; junto a ellos, el Drácula imaginado por Bram Stoker y reinterpretado por el dibujante Fernando Vicente cruza una mirada con el santo Bebedor de Joseph Roth, encarnado en los carbones de Pablo Auladell.
El mundo editorial sucumbe al poder de la ilustración, del mismo modo que la propia palabra ilustrar sucumbe al poder de la polisemia. El diccionario de la RAE y sus definiciones de este verbo son una buena brújula para explorar el fenómeno:
Ilustrar: 1. tr. Dar luz al entendimiento. U. t. c. prnl.
Fue en Salamanca, en 1997, en un acto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. “Allí unos cuantos editores acuñamos el término álbum ilustrado”, recuerda el editor Samuel Alonso. “También entonces certificamos la defunción de la ilustración en España. Los noventa habían sido años muy duros en ventas, pensábamos que el negocio no tenía futuro”, continúa, antes de encogerse de hombros. “Luego, todo mejoró poco a poco, hasta llegar al optimismo de hoy”. Alonso es editor de Libros del Zorro Rojo, sello independiente nacido en 2004 con el firme y sano propósito de reivindicar el libro ilustrado como espacio de experiencias estéticas y literarias propias. En 2011 ganó el Premio Nacional a la mejor labor editorial. “Ahora tenemos 170 títulos, 15 de ellos agotados. El ciclo de vida de un álbum ilustrado es distinto al de un libro; puede esperar en cualquier librería, porque no lo despacha la prisa por venderse”.
Ilustración de Agustín Comotto para 'La caída de la casa Usher', de Edgar Allan Poe.
Ediciones realizadas con mimo que llegan a los 2.000 y 3.000 ejemplares, que pueden esperar en un rincón, acechando, dispuestas a meterse por los ojos del lector cuando pasa por delante. Con esa mentalidad han surgido editoriales en torno al mundo ilustrado, mientras que otras ya formadas se han sumado al fenómeno. Chucherías de Arte, Gallo Nero, Lata de Sal, Impedimenta, Modernito Books, Reino de Cordelia, la Decadente, Tres Hormigas, Silonia, Edelvives… la lista sigue creciendo. Algunas de ellas trabajan también con textos propios, aunque no es la norma entre los álbumes. “En general, el nivel de los ilustradores en España es muy superior al de los escritores de libros ilustrados. Nosotros trabajamos solo con textos clásicos en gran medida por eso”, confiesa Diego Moreno, editor de Nórdica. Esta es una opinión generalizada en el sector. “España es una cantera estupenda de ilustradores, en cuanto a talento estamos a la cabeza de Europa. Los textos propios, es cierto, no están al nivel”, corrobora el editor de Zorro Rojo.
“De lo que no cabe duda es de que vivimos un momento ilustrado. El lector está educado en la imagen, y es imagen lo que demanda”, opina Santiago Tobón, de Sexto Piso, otra de las editoriales que ha participado de este auge, y que también obtuvo el Premio Nacional a la mejor editorial, en 2008.
2. tr. Aclarar un punto o materia con palabras, imágenes, o de otro modo.
Diego Moreno creó Nórdica Libros en 2006 y, dos años después, recibió el premio a mejor labor editorial. En su caso, al contrario que en Libros del Zorro Rojo, el crecimiento hacia la ilustración fue paulatino.
Ilustración de Fernando Vicente para 'Drácula' (Reino de Cordelia).
“En principio, el álbum ilustrado era una de las tres patas que formaban Nórdica (junto con la literatura nórdica propiamente dicha y la colección Otras latitudes, que edita textos descatalogados de literatura universal). Ahora representa el 40% del volumen de venta de la editorial, forma parte indisoluble de nuestra marca y nos hace reconocibles”, aclara. “Es un orgullo que, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, nuestro trabajo compita con las novedades más importantes”. Como muestra un botón: el último domingo de la Feria, diez ilustradores firmaban ejemplares en la caseta de Nórdica rodeados de lectores. También de cámaras de televisión de los principales informativos. “La visibilidad que ha ganado el sector es enorme, y su repercusión, cada día mayor”.
Un lapicero amarillo con pies y manos negras se paseaba por la pantalla del ordenador, y de su portafolio sacaba una lista de nombres. Esa era la portada de Ilustrísimos, un directorio digital de ilustradores españoles que el Ministerio de Cultura elaboró en 2005 con motivo de la Feria del Libro Infantil de Bolonia. “Así hicimos nuestros primeros contactos en Nórdica”, recuerda Moreno. “Cogimos aquel catálogo y nos pusimos a marcar números”. Así de fácil. Ana Juan, Ajubel, Isidro Ferrer, Arnal Ballester o Max son solo algunos de los 73 nombres que aparecían allí. Muchos de ellos se han alzado con el Premio Nacional de Ilustración desde entonces.
3. tr. Adornar un impreso con láminas o grabados alusivos al texto.
Uno de los viñetistas de habla hispana con más renombre acaba de ilustrar Crímenes ejemplares, de Max Aub. “Este encargo me llegó en un momento en el que no aceptaba trabajos, estaba saturado”, cuenta Ricardo Siri, Liniers (Buenos Aires, 1973). “Libros del Zorro Rojo me convenció porque me transmitió la ilusión de hacer la mejor versión posible del texto, creo que esa es la clave del éxito de los libros ilustrados. Y también hay algo muy importante para mí”, añade. “Y es que esta gente son unos auténticos fanáticos de las cosas lindas”.
¿Es este un movimiento a contracorriente? “Pasamos del e-book al libro-objeto. Eso dota al álbum ilustrado de una dignidad que a la gente le interesa mucho, son objetos preciosos, editados con mimo y mucho respeto”, señala el editor de Nórdica. Todo por atrapar esa magia que tienen las cosas únicas, por revalorizar algo que se puede oler y tocar. Liniers llegó, incluso, a dibujar una a una las 5.000 portadas de uno de sus trabajos en Argentina. “Al final se trata de convencer al lector de que entre sus manos tiene algo especial. Y, como ilustrador, quieres hacer cosas distintas”. Porque también, en paralelo a cómo se revalorizan los libros como objeto, los propios ilustradores dejan la segunda línea y van ganando en presencia y peso.
Ilustración de Jorge González para Memorias del subsuelo, de Dostoievski.
4. tr. Hacer ilustre a alguien o algo. U. t. c. prnl.
Junto a esa cosecha ya consagrada de Ilustrísimos, una nueva generación de ilustradores se abre camino ahora, una generación que también se ha exhibido en las redes sociales e Internet, nuevo caladero de talento para las editoriales.
Kike de la Rubia (Madrid, 1980) estuvo en la Feria del Libro cinco días firmando, siempre con gente interesada en su trabajo. Su primer álbum lo publicó en 2012 Nórdica, ilustrando un poemario de Emily Dickinson. Ahora el libro va por la séptima edición. Para él, hay dos factores que explican el fenómeno del álbum ilustrado: “Por un lado está la cultura visual en la que los nuevos lectores llegan formados, que hace que las cosas entren por los ojos”, comenta. “También el propio trabajo del autor. Cada vez se tiene más la concepción del ilustrador como creador, se le reconoce y se le busca”, admite. Este año ha vuelto a poner su arte al servicio de la poesía, ilustrando La extensión de mi cuerpo, de Walt Whitman, también en Nórdica.
“Es necesario contrarrestar la inmediatez. Reivindicar el libro como obra unitaria y preciosa tiene también una parte que me gusta menos, y es que quizá ya no se puede atraer al lector solo con el texto, y hay que ofrecerle más”, reflexiona De la Rubia. Pero las oscuras implicaciones que esboza con esta teoría las diluye pronto en una afirmación optimista. “En realidad es algo maravilloso, porque muchos compran por los ojos y luego se quedan a vivir en la literatura. Si es así, si mi trabajo llama la atención en una librería y a través de él un lector descubre a Dickinson, yo me doy por satisfecho”.
5. tr. Instruir, civilizar. U. t. c. prnl.
“Hace siete años, cuando la gente oía hablar de ilustración decía: ¿ilustración? Ah, los libros esos para niños”, cuenta Sabela Mendoza, directora de Ilustratour, el festival sobre ilustración que, tras siete años en Valladolid, se celebró la pasada semana en el Matadero de Madrid, y que contó con la participación de 50 editoriales y 30 artistas invitados del calibre de Liniers, William Grill, Ana Ventura o Aitor Sarabia, que impartieron talleres y clases magistrales.
Ilustración de Luis Scafati para 'El castillo' de Kafka (Sexto Piso).
Este año, en el marco del festival se celebró un seminario cuyo nombre ilustra bastante bien la situación actual: Entre el boom y el crash. “Es cierto que el fenómeno del libro ilustrado está creciendo, que cada vez hay más ojos puestos sobre esto, y que hay una explosión en la creatividad de los ilustradores; pero también es cierto que la profesionalización no se está dando al mismo nivel, que todavía cuesta mucho vivir de esto, que los creadores, excepto casos muy contados, se sacrifican demasiado”, reflexiona Mendoza, sentada entre los puestos del mercado de la ilustración montado en el Matadero, rodeada por cientos de portadas.
“Por eso es importante algo como lo que nosotros intentamos en Ilustratour. Un punto de visibilización, pero también de encuentro, en el que las diferentes editoriales se conozcan, los ilustradores hablen… que se cree una industria, que es lo que hace falta”.
6. tr. Rel. Dicho de Dios: Alumbrar interiormente a las criaturas con luz sobrenatural.
Teresa Durán (Barcelona, 1949), además de escritora e ilustradora con más de 100 libros a sus espaldas, es profesora de Educación Visual y Plástica de la Universidad de Barcelona, y da una visión global, casi antropológica, del fenómeno: “Cuando miramos la historia de la literatura vemos un punto de inflexión muy importante: el momento en que se pasa de lo oral a lo escrito”, relata. “En ese momento se pierde la interpretación que el orador hacía del cuento, su propia pátina personal, porque el texto quedaba anclado en su forma escrita. Por eso es tan estimulante el mundo de la ilustración, porque esa interpretación se recupera. El texto pierde sus corsés y se reinventa”.
No escatima Durán en elogios hacia el trabajo del ilustrador. “El ilustrador tiene una característica maravillosa, y es que ejerce de primer lector. Es el más atento”, cuenta. “Cumple la misma función que un director teatral, que se ocupa de la puesta en escena de un texto escrito por otro. En un álbum ilustrado, cada brochazo, cada pincelada son su particular atrezo”.
Kafka, Dostoievski, Milton o Melville, expresados ya no solo en palabras, sino en formas; rojos, amarillos y azules que se unen al negro de cada letra. Clásicos de la literatura que han encontrado, si no réplicas, al menos compañeros de viaje que llevar de la mano en la más titánica de las tareas: la de llegar al lector.
“Al final somos como los escritores. Hay un ilustrador para cada lector”, apostilla De la Rubia. “Y cuando ese lector te encuentra, se queda contigo”.
Ilustración de Kike de la Rubia para 'La extensión de mi cuerpo', de Walt Whitman'.
Trazos clásicos
El señor de las moscas, de William Golding, ilustrado por Jorge González (Libros del Zorro Rojo, 2014).
Moby Dick, de Herman Melville, ilustrado por Gabriel Pacheco (Sexto Piso, 2014).
La extensión de mi cuerpo, de Walt Whitman, ilustrado por Kike de la Rubia (Nórdica, 2015).
Los diarios de Adán y Eva, de Mark Twain, ilustrado por Sara Morante (Impedimenta, 2015).
Drácula, de Bram Stoker, ilustrado por Fernando Vicente (Reino de Cordelia, 2014).
El Pais Babelia nº1.236 01.08.15
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