'Recuerdos de Perrito de Mierda' fue el asombroso primer álbum de Marta Alonso Berná, que un buen día cambió la informática y el arte conceptual por el cómic
Dibujo de Marta Alonso Berná para la serie 'Viñetas al sol'.
Marta Alonso Berná (Barcelona, 1971) es, de momento, autora de un solo cómic. Pero es probable que se trate de la dibujante que más libros ha firmado para perros.
Aunque las mascotas no guardan cola, tienen unos dueños obsequiosos que se ocupan de hacerlo por ellas. “Me llevan las fotos para que les dibuje y les dedique el libro a Chuchi o comoquiera que se llame el perro”, relata divertida. Marta Alonso Berná es la autora de Recuerdos de Perrito de Mierda (Dibbuks, 2014), surreal, naíf, hilarante y tierno cómic, que lleva de la carcajada a la mueca pasando por la sonrisa. Los protagonistas de esta tragicomedia son una catedrática de Filosofía llamada María Fuencisla, que escribe ensayos sobre “la percepción nonagenaria de la realidad”, y un chihuahua epicúreo llamado Sartre II. Y hasta aquí debemos leer.
El álbum es la respuesta que la autora se dio a sí misma. “Un día mientras iba por la plaza de San Ildefonso vi a una señora con una bolsa de la compra muy grande y un perrito muy pequeño, y me pregunté qué pasaría si aquella bolsa grande caía sobre aquel perrito pequeño”. Dibujó una historieta corta y ganó un premio. Luego hizo otra entrega y ganó otro. Y así, entre capítulos entrecortados y premios animosos, fue desenvolviendo una historia que, cuando de verdad tomó forma, fue a partir del nacimiento de su hija Leah en 2011. Un día que a la pequeña le preguntaron a qué se dedicaba su madre, balbuceó con paradójica claridad:
—A perrito de mierda.
Se desconoce cómo encajó la revelación el interlocutor de Olmedo. Porque entonces la creadora se había mudado a la pequeña localidad (menos de 4.000 habitantes) de Valladolid, una parada exótica en la ruta que hasta entonces se había trazado por Berlín, Angulema, Madrid o Nueva York. Convengamos que elegir como protagonistas a un chucho —por más pedigrí que tenga— y una viuda —por mucha filosofía que maneje— resulta una excentricidad en estos tiempos. No parece que a Alonso Berná, que renunció a continuar una carrera en el mundo del arte conceptual —ha expuesto en Nueva York, Berlín, Madrid y Curitiba, entre otros lugares— y en la animación —a pesar del reconocimiento que obtuvo con sus primeros cortos—, le intimiden los seres raros, los giros biográficos o las tramas inverosímiles.
Su próximo cómic, Bárbara Maravilla, mantiene la onda: una mujer que se acerca los 40, que vive con sus padres, que trabaja como ingeniera informática y que es tímida hasta la tara, recibe de pronto un superpoder que pondrá su realidad patas arriba. “Está inspirado en alguien que conocí, que no se relacionaba con nadie y sólo salía de su casa para trabajar. Al final si no te relacionas con nadie desarrollas una forma de independencia, un tanto enfermiza, pero independencia”, reflexiona por teléfono. “En la cultura faltan mucho las voces de las mujeres, yo he conocido a muchas que me han llamado la atención por su independencia y que apenas están representadas”, añade.
María Fuencisla la filósofa lo es, aunque su estética convencional invite a confundirla con una atareada ama de casa sin más pasado que la vida doméstica. Tampoco la historietista se resigna a circular por un carril predeterminado por la vida. Quería hacer Bellas Artes y la rechazaron. Así que lo consiguió en su segunda intentona. Estudió Ingeniería Informática. Fue programadora sin convicción. Tanteó luego el mundo de la animación después de hacer un máster en Angulema. Expuso sus creaciones en galerías internacionales. Recibió algunos premios por sus cortometrajes (Papou&Horacious, Why me, Why not you?) pero había algo que tenía que ver con la independencia que la desató definitivamente del mundo audiovisual. “Soy muy autora, y muy reticente a formar parte de una gran cadena. En el mundo de la animación vi que podía ser una pieza del engranaje, pero que no podía controlar todo el proceso ni el resultado”.
Nomadismo en cuerpo y alma
Marta Alonso Berná tiene espíritu nómada. Ha vivido en Angulema, Berlín, Nueva York y ahora se debate entre seguir en Olmedo (Valladolid) o trasladarse a Bristol. Las mudanzas también afectan a lo profesional. Estudió Ingeniería Informática y animación por ordenador. A pesar de que sus cortos recibieron premios, no acabó de convencerle una actividad donde solo era parte de una cadena y no dueña total de la obra. En 2010 se licenció en Bellas Artes. Intenta vivir del cómic y del dibujo. En 2013 participó en el libro colectivo ‘Nueve preguntas’ (Dibbuks) y, un año después, publicó ‘Recuerdos de Perrito de Mierda’ (Dibbuks).
El Pais Revista de Verano domingo 19 julio 2015
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