jueves, 15 de enero de 2015

Little Nemo en el País de los Sueños por Winsor Mc Cay

El sueño enorme
JESÚS CUADRADO

Obra completa, vol. II Norma Editorial PVP 3.900 Ptas.

Aquello del soñar no cuesta dinero, según y cómo. Vamos, que si lo aplican aquí, quiero decir, si la aplica, la frase, al precio de sobrecubierta, pues no es verdad, porque costar, pues cuesta una pasta (justo la que me pagan los de Glénat por avisarles a ustedes; ya ven, desprendido que es uno).

Sí, aquí está el segundo tomo: si no compraron el primero, mal hicieron. Miren: en la edición (continente) los tomazos son fieles, respetuosos, cuidados y profesionales; hasta en tela se abrigan. Y en la obra (contenido), poéticos, ácratas, intransigentes y dulces.

No es Historieta, ladróme el político de turno (o sea que corría turno: hoy es un imbécil olvidado y yo sigo aquí, hablándoles a ustedes de eso, de viñetas y de McCay). Corría, en fin, la democracia (es decir, que ya no nos corrían a gorrazos; o no del todo): hacia 1986 o así. Yo había ido con mis bocetos al Minis y llevaba un gigantesco desglose escenográfico: la cama de Nemito, faraónica en su diseño, se centraba en la sala y, bajo sus patas zancudas, se deslizaba un travelling sobre el que el futuro e inquieto espectador podría cruzar en diagonal y atisbar los originales expuestos a través del visor de una Arri. En fin, para unos, iluminadas chorradas cuadradas, para otros, tenía su empaque (y hasta su metalenguaje y tal). Pero el político, ya dije, preguntó lo de que qué era aquel armatoste; la cama de Nemito, díjele; Nemiqué, insistió; el de McCay, ¡ah, ya, pero eso no es Historieta! Vale, tío, que ni zorra idea tienes (bueno, entiéndanme, este final no lo dije en voz alta, tan sólo me lo pensé, que yo, como todo el mundo sabe y más el Borrollo, estoy siempre al borde del pesebre).

No se vayan a pensar ustedes que me estoy escondiendo: la misma frase se la escuché el otro martes a un famosillo en el FNAC (ya saben, el edificio madrileño ése que cobija los tebeos como si cultura fueran). Y quedóse tan ancho. Tal como lo oyen.

Si usted, en alguna ocasión, se pensó la misma cosa, que el McCay no es Historieta, vigílese: puede que algo del tumor cerebral le quede por ahí rondando; si aún lo piensa y no lo compró, mala cosa: está a punto de diñarla; si lo piensa y, aún así, lo compró, buen asunto, sobre todo para mí: usted la va a diñar, eso seguro, pero puede nombrarme su heredero.


Revista Viñetas nº4, abril 1994, ediciones Glenat.

No hay comentarios: