jueves, 10 de octubre de 2013

Fábula sin respuestas


 Por Nuria Barrios

 ESTA FÁBULA posmoderna de trazo minimalista y dibujos en blanco y negro plantea muchas preguntas, apenas da respuestas, no es breve, sino extensísima y lejos de concluir con una moraleja instructiva acaba con un final abierto. Sus protagonistas son pajaritos silvestres; su espacio, una llanura yerma e infinita, y su tiempo, el absurdo del sueño. Grandes preguntas posee humor y misterio; es banal y, al mismo tiempo, grave; es inocente y, por eso mismo, impactante. Tiene muchas páginas, casi seiscientas, y numerosos guiños filosóficos. Pero lo más importante de esta novela gráfica, lo que la hace realmente interesante, es la extrañeza que suscita, la puerta que entreabre a un espacio ajeno a nuestro aquí y nuestro ahora. Aunque solo fuera por ese salto, Grandes preguntas ya merecería la pena. Abrirla supone salir de nuestro pellejo para entrar en un mundo desconocido, aunque familiar, con el desasosiego inherente a los sueños.

Grandes preguntas empezó, hace 15 años, con unos "dibujitos toscos y sencillos de pájaros contando chistes extemporáneos", según la descripción de su autor, el norteamericano Anders Nilsen. La pulsión apremiante de dibujar y contar dio paso a un fanzine. Y la historia siguió creciendo y aparecieron nuevos personajes: una bandada de cuervos con un humor carroñero tan negro como su pelaje, una inquietante y oracular serpiente, un buho, una anciana y su nieto retrasado, que viven en una cabaña perdida, y un piloto cuyo bombardero se estrella en la llanura.

A la primera pregunta de los pajaritos sobre el origen de las migas con que se alimentan siguieron nuevas cuestiones sobre la vida y la muerte, sobre el porqué de las catástrofes, sobre la culpa, sobre el amor, sobre el poder... Y también sobre qué comida resulta más apetitosa. Cuestiones a las que, probablemente, no era ajena la vida del autor, Anders Nilsen, que, mientras reflexionaba sobre la historia y dibujaba, cambió de ciudad cuatro veces, vivió en ocho casas, tuvo siete trabajos y publicó otros libros de cómic. Se casó, se divorció y sufrió la muerte de una persona querida. De alguna forma, los pájaros de Grandes preguntas le acompañaron siempre y se alimentaron de sus vicisitudes.



Una tira del libro de Anders Nilsen, editado por Sins Entido.

El argumento de la novela es sencillo: en una llanura inmensa y desolada, donde solo habitan aves, una anciana y su nieto, cae una bomba que no estalla. Poco después se estrella un bombardero, aunque el piloto sale ileso. Los diminutos pájaros, avispados e inquietos, confunden el bombardero con un pájaro y al piloto con su polluelo. En cuanto a la bomba, es tomada por un huevo gigante y uno de los pájaros cree ver en la misma una señal de la divina providencia y la convierte en objeto de culto. Mientras picotean las semillas, los gusanos y las migas de las rosquillas que cocina la anciana, los pájaros charlan sobre los inesperados acontecimientos que han alterado la rutina de su vida. Las diferentes actitudes que toman ante lo sucedido y, sobre todo, su distinta manera de relacionarse con el piloto y el nieto retrasado crean tensiones dentro del grupo, antes firmemente unido para evitar ser comido por predadores como los cuervos, la serpiente o el buho. Los pájaros tienen nombre. Los humanos, no. En la búsqueda por los pajaritos de un significado a los acontecimientos incompresibles que tienen lugar ante ellos hay guiños al mito platónico de la caverna; al descenso al infierno de Orfeo para reencontrar á su Eurídice; al inolvidable personaje de Lennie, el protagonista retrasado de De ratones y hombres, de Steinbeck; a la iconografía de San Francisco con los pájaros; al argumento clásico del viaje del héroe; a la tentación mesiánica para encontrar sentido a las catástrofes... La novela empieza con un buho que adoctrina a un pajarito sobre uña rama: "Has de vivir cada día como si fuera el último". Y, casi seiscientas páginas después, tras subir al cielo y bajar a los infiernos, acaba con la máxima de Horacio. Hay guiños también a la cultura popular, pues es imposible ver y escuchar a los socarrones cuervos de Nilsen y no recordar a los cuervos con acento cubano que aparecen en Dumbo. O seguir la trama y no pensar, de repente, en el ambiente de la serie Perdidos.

Durante los 15 años que Anders Nilsen dedicó a Grandes preguntas, su dibujo se fue sofisticando. Hay páginas sin diálogo, muchas dedicadas a una breve conversación o a los detalles de una minúscula acción, está la entrada al inframundo, como una vulva de tierra y dos cisnes que actúan de Caronte... Y todo sobre un paisaje vacío y punteado, y con los episodios separados por mandalas abstractos. Durante esos 15 años, las cuestiones se hicieron asimismo más profundas y desasosegantes. Pero como es habitual desde Sócrates, casi ninguna pregunta encuentra respuesta. Lejos de ello, suscita nuevas preguntas que, de nuevo, carecen de respuesta.

Grandes preguntas
Anders Nilsen
Traducción de Alberto García Marcos Sins Entido (en coedición con Fulgencio Pimentel). Madrid, 2013 600 páginas. 39 euros

El Pais Babelia 

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