domingo, 14 de octubre de 2012

Iban Barrenetxea, ilustrador por accidente

Ilustraciones de Iban Barrenetxea en Blancanieves, de los Hermanos Grimm (Nórdica) —arriba— y en su libro El cuento del carpintero (A Buen Paso), ganador del premio concedido por los libreros de Club Kirico. 



Dibujaba en un blog por afición y en apenas tres años ha conseguido vivir de ello, ser premiado y exponer en el extranjero 


Por Elisa Silió 








En apenas tres años Iban Barre­netxea ha pasado de ser un diseña­dor gráfico anónimo en su pueblo —Elgoibar, Guipúzcoa, donde na­ció en 1973— a codearse sin moverse de su monte y su playita con lo más granado en exposiciones colectivas en sitios tan dispa­res como Oxford y Japón. Está exhausto de tanto trabajar —casi una decena de libros en ese corto espacio de tiempo— y aún in­crédulo de su éxito. La última alegría se la han dado los 90 libreros del Club Kirico, que le han concedido su premio al mejor libro editado en 2011. Felicidad por partida doble porque es autor e ilustrador de El cuento del carpintero. El relato recuerda a las narracio­nes clásicas del norte de Europa. Érase un carpintero tan bueno tan bueno "que sus mesas jamás cojeaban, es más, presumían de tal gracia y tal delicadeza que, al mirarlas de reojo, parecían bailar el minué", escribe en su arranque Barrenetxea. Conocedor de la fama del ebanista, el Barón von Bombus le encarga un brazo que reemplace al suyo derecho, que perdió en la guerra. El librito, de apenas 48 páginas, asombra con sus ex­quisitos e irónicos dibujos, repletos de minu­ciosos detalles, que llegan a ocupar cuatro páginas cuando se despliegan. Barrenetxea es un ilustrador en boga, pero huye de eti­quetas: "Aveces puedes crear una falsa sen­sación por haber alcanzado de pronto tanta visibilidad. Espero tener un largo recorrido". Dice "pronto" porque su travesía sin mo­verse de Elgoibar (11.000 habitantes) ha sido meteórica desde que sus ilustraciones co­menzaron a circular por la Red. Tanto, que no tardó en abandonar su trabajo. "Me encantaba dibujar, pero el diseño gráfico me pareció que era la salida profesional más factible. En Guipúzcoa hay mucha industria y durante más de 10 años me dediqué a hacer catálogos y, cuando volvía a casa, a veces, dibujaba". Los internautas se entu­siasmaron con las estampas de su blog y se dio cuenta de que lo natural en él era ilus­trar. "Me preguntaban dónde podían com­prar mis libros y les decía: 'Si no tengo publicado nada. Estos cuatro dibujos son lo único que he hecho". Entre quienes le contactaron estaba la editora Arianna Squilloni, que le encargó el cuento El cazador y la ballena (OQO), de Paloma Sánchez Ibarzábal. Desde entonces no ha parado. Bom­bástica Naturalis (Premio Euskadi de Ilustra­ción 2011), Un panal de rica miel, Alicia en el País de las Maravillas, Blancanieves... "Hubo quien confió en mí cuando yo no sabía que podía hacer esto. Está surgiendo una generación de hombres y mujeres or­questa que se atreven a estar en cuatro si­tios al tiempo. Lo mismo maquetan que presentan el libro... como Diego Moreno (Nórdica), Arianna Squilloni (A Buen Paso), Enrique Redel (Impedimenta)... Cuando uno se entera de que solo hay detrás una persona o dos, no da crédito...".

Barrenetxea está convencido de que una imagen estática puede aportar tanto como el 3D. "Ahora hay unas películas y unos videojuegos alucinantes, pero a un niño hay que hacerle descubrir el poder de evocación de los libros. Hace 150 años estos y las revis­tas ilustradas tenían una aceptación tremen­da. Eran lo máximo a lo que se podía aspi­rar, un medio de recibir historias. Tienen que seguir siéndolo". Él no empezó a dibu­jar por una obsesión plástica, sino por rela­tar. "De pequeño el impulso que me llevaba
a dibujar eran las películas de Errol Flynn y de piratas. Terminaban y me ponía a dibu­jar barcos, el Séptimo de Caballería...". Me­tódico, si se embarca en un proyecto no quiere saber de otros. Acaba de terminar David Copperfteld, de Charles Dickens, en Teide, la misma editorial que su Otra vuelta de tuerca, de Henry James. "Si ilustro Dic­kens solo leo cosas de la época victoriana. Si me disperso, me intereso por otras cosas". No se plantea mudarse de Elgoibar —"soy de estar tranquilito"— y, al fin y al cabo, con Internet y el teléfono está conecta­do con editores de cualquier lugar del mun­do. "Se echan los brazos más largos. Todo es más pequeño", sostiene el artista, que expu­so én la muestra Le immagini della fantasía, de Sármede (Italia). Así, sin conocer al edi­tor, acaba de publicar Por el color del trigo, de Toño Malpica, para el Fondo de Cultura Económica de México; y junto a los de otros premiados en la Bienal de Bratíslava, sus dibujos viajarán a Japón. "En Oxford, por el 150° aniversario de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas, inaugurarán una muestra y estaré con nombres de primera fila como Anthony Browne". No quiere ser rompedor, pero sí hacer su propia lectura. "Blancanieves pertenece al imaginario popular y lo que me sale es algo relativamente tradicional. Si dibujo a los enanitos volviendo a casa, quizá recuerde a la imagen típica de Disney ¡pues estupendo! Es como con Alicia. Pensé en el poso que me habían dejado las ilustraciones de John Tenniel y lo hice a mi manera". Ha ilustrado a un ritmo vertiginoso y necesita una pausa. "No he tenido tiempo de ver cuál ha sido mi trayectoria. Creo que he evolucionado bas­tante, pero temo perder calidad si dibujo tanto. Me gusta documentarme mucho y me lleva muchas horas. Hay quien dice que escribe para sí y no para los demás. A mí, en cambio, me importa muchísimo". 

Blancanieves. Jacob y Wilhelm Grimm. Traduc­ción de Isabel Hernández. Nórdica. Madrid, 2012. 60 páginas. 13,95 euros. Otra vuelta de tuerca. Hen­ry James. Traducción de Montse Triviño. Teide. Barcelona, 2012. 288 páginas. 10,30 euros. El cuento del carpintero / Bombástica naturalis. Iban Barre­netxea. A Buen Paso. Mataré, 2011 / 2010. 48 pági­nas. 15 /l 9 euros. Alicia en el País de las maravillas. Lewis Carroll. Adaptación de Lourdes Íñiguez. Anaya. Madrid, 2011.144 páginas. 9,90 euros. ibanbarrenetxea.blogspot.com/ 


El Pais Babelia 14.07.2012

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