"No es pintura ni collage, es una mezcla de todo". Así define el madrileño Fernando Vicente su último trabajo, Anatomías, a medio camino entre las láminas que cuelgan en las aulas de la Facultad de Medicina y de las que se supone ilustraban las paredes de los talleres de automóviles hasta que fueron sustituidas por calendarios de Playboy. Vicente nos muestra cuerpos cuyas tripas son motores y bielas de coches. "No pretendo ser fiel a la realidad", dice, " el resultado es que tiene algo de robótica y algo de ciencia-ficción". Una vez explicado el proceso, no es tan difícil entender su obra:" He conseguido unir dos de mis pasiones: las láminas de anatomía y las de mecánica. Brujuleando por aquí y por allá, encontré las de coches, que son como radiografías de los vehículos. Por ejemplo, una lámina del sistema de suspensión en la que viene el dibujo con sus números y luego un texto explica qué es cada uno de esos números. Eran bastante antiguas, las que se hacen ahora son horribles. Como eran viejas y se estaban estropeando, las puse en un soporte y me puse a crear encima".
El idilio de Fernando Vicente con los carteles callejeros, láminas y demás no es nuevo. Es ilustrador y ha hecho prácticamente de todo: posters, portadas de discos, figurines de moda, comics...La pintura llegó también. Pero poco a poco, con olor a acrílicos y alguna exposición colectiva. En 1998, expuso por primera vez individualmente y tuvo éxito. Quizá la clave estuvo, como en su obra posterior, en la originalidad. Fernando cogió imágenes que vemos todos los días en los autobuses, las vallas... y las transformó con sus pinceles. Se llevó la rubia de Winston, los macizos de Calvin Klein y hasta la Schiffer a sus lienzos y les imprimió su mirada.
Quirófanos y mapas
Aquello estuvo bien, pero ahora le tocaba el turno a la anatomía. "No es nada nuevo lo de utilizar la anatomía desde el punto de vista artístico, ya lo hacía Leonardo..." Para apoyar esa idea, desde un rincón de su estudio, una réplica de Lección de Anatomía, de Rembrandt, nos observa. "Es una especie de guiño, pero ya ves que tiene una llave inglesa y no un bisturí, y que he utilizado maquinaria y no vísceras... Es más una broma para presentar junto a la exposición". Observando los cuadros de Fernando, casi da pena ver a esas chicas tan monísimas, estilo pin-up, atravesadas por bielas, palieres y suspensiones. "Soy ilustrador, eso es lo que me da de comer... y he hecho mucha moda. Aunque intento separar esa faceta de la de pintor, algo queda. Quizá por eso me salen así las chicas".
Además de la exposición aún no colgada, posters y fotos, un mapa de los del cole adorna el estudio. La asociación de ideas es inmediata. "Sí, ahora quiero hacer algo con mapas. Tengo algún trabajo antiguo, unas variaciones del Atlas y me apetece trabajar más sobre ello. De momento estoy consiguiendo mapas antiguos en el Rastro y por ahí".
Seguro que si Fernando vuelve a pasear su mirada por la vida cotidiana, encontrará un nuevo soporte, una idea para crear obras de arte. Pero hasta que se ponga con ríos, montañas, países y fronteras, tiene que enseñar a sus personajes: mitad robots, mitad humanos. No sonaría raro, hablando de ellos, aquella frase de una antigua serie infantil: "Nos vemos en el fémur". Texto: Esther Porta Ilustraciones: Fernando Vicente.
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