El trabajo conjunto de Enrique Abulí (1945) y Jordi Bernet (1944) es una muestra de que las normas más clásicas del cómic siguen disfrutando de buena salud. Con el blanco y negro, la página de tres tiras, una narración funcional y un dibujo que apura todavía más la síntesis del expresionismo norteamericano, pueden conseguirse obras de la categoría de Torpedo (1982). Con veinte años de guiones, libros de santos y traducciones de encargo a sus espaldas, Enrique Abulí se sumerge en la tradición literaria de la novela negra norteamericana, dando vida a un asesino a sueldo, cínico e implacable, cuyas andanzas se sitúan en los Estados Unidos de la depresión económica.
Torpedo es la antítesis perfecta del héroe positivo, en el que convergen todos los defectos imaginables, incluidos la traición, el machismo y el analfabetismo, además de una fastidiosa tendencia a contar chistes malos. Abulí narra sus historias de forma directa, evitando tiempos muertos y privilegiando lo visual por encima de lo literario. Un ejemplo extremo de esta técnica es Iré a escupir sobre vuestra timba (1991).
Jordi Bernet era también un profesional experimentado cuando nació Torpedo. Su dibujo es fruto de una interpretación personal de la tradición expresionista del cómic realista. La extrema sencillez de su grafismo, que evita fondos y detalles innecesarios, impacta por la fuerza de unas imágenes que son la síntesis de un complicado juego de luces y sombras. La contundencia de su pincel potencia la sensación de movimiento y el efecto dramático de los ambientes.
Antonio Guiral
Veinte años de comic Aula de Literatura Vicens Vives, 1993
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