Benevolas hermanas, bendecid esta tierra con corazones radiantes
Espiritus sobrecogedores venid; regocijaos con nuestras antorchas.
Renovados en nuestros fuegos, regresad a la danza.
¡Gritad, gritad triunfales!¡Que la danza siga y siga!
Nuestros corazones estaban en guerra, pero ahora están unidos.
Nuestras bocas escupían maldiciones; ahora sólo dan forma al canto.
Este fuego ilumina el futuro, lo muestra claro como el día.
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