jueves, 1 de marzo de 2007

Los recuerdos del viento

El viento de levante pasa por el litoral gaditano con autoridad. Llena de rumores y de voces fantasmales el horizonte y mueve la arena de las playas como si fuese el látigo de un domador experto, imponiendo en el aire la certeza repentina y fugaz de sus punzadas.

Hoy sopla un levante mediano en la playa de Rota. El mar de invierno ofrece una dignidad solitaria. Un buen sitio para pensar en los origenes. Todo se confunde, como los restos de una almadraba fenicia en las salpicaduras grises del agua. Entre el Hotel Playa y Punta Candor, cuando la marea baja, la Historia y el mar descubren un artificio que se levantó contra los atunes, una enorme red de piedra que encerraba en su buche a los sorprendidos animales marinos cuando buscaban el Mediterraneo para desovar en aguas templadas.

La realidad de un legado impreciso, una metáfora cambiante como el agua de los rios o como la fuerza del viento que arrastra las arenas de un sitio a otro. La marea deja al descubierto en la playa de Rota el paisaje lunar y milenario de la almadraba, un laberinto despedazado que impone sus piedras y la memoria de los viejos oficios a la soledad invernal de las urbanizaciones turísticas.

Aún acuden algunos mariscadores para llenar sus bolsas de coquinas, camarones y cangrejos. Ahora, ¡oh fábula del tiempo!, hay muchas semejanzas entre el esforzado utilitarismo de la almadraba fenicia, heredada por los romanos, y la dignidad consumida de los restos del templo de Itálica: "De su invencible gente/ sólo quedan memorias funerales,/ donde erraron ya sombras de alto ejemplo./ Este llano fue plaza; allí fue templo;/ de todo apenas quedan las señales". Luis Garcia Montero con versos de Rodrigo Caro.

No hay comentarios: