viernes, 15 de junio de 2018

Historias de Miguelito por Romeu







El Pais Semanal Año 1986

¿Cobrar por hacer el trol? Cuando la realidad superó al cómic satírico


“Granjas de trolls, 'fake news', la posverdad… Sinceramente, alcanzado cierto nivel del esperpento es difícil parodiaros”

Portada de 'Troll Corporation'

JAIME RUBIO HANCOCK  14 JUN 2018

Troll Corporation era una empresa que se dedicaba a publicar tuits y comentarios ofensivos e insultantes. No por fastidiar, sino por dinero: trabajaba para fabricantes de antidepresivos, compañías de productos de dieta e incluso para productoras de películas, entre otros clientes.

La compañía desarrolló su actividad entre 2015 y 2017 en las páginas de la publicación mensual satírica Orgullo y satisfacción. Era una serie de historietas de las hermanas Carmen y Laura Pacheco que la editorial ¡Caramba! acaba de recoger en un libro.

Cuando comenzaron con el cómic hace tres años, a sus compañeros y amigos les hacía mucha gracia la idea por lo exagerado. Ya había empresas que se dedicaban al negocio de manipular la opinión, "pero no era algo tan evidente ni se hablara de ello como de algo normal”, explica Carmen, autora de los guiones. Sin embargo, en los últimos meses de la publicación, explican, hubo algún lector que les dijo que parecía un documental.

De hecho, en el epílogo al libro, la jefa (ficticia) de Troll Corporation se detiene en los paralelismos: “Granjas de trolls, fake news, la posverdad… Sinceramente, alcanzado cierto nivel del esperpento es difícil parodiaros”. Como apuntaba Javier Salas en un reportaje publicado en EL PAÍS, hay "ejércitos de formadores de opinión" que a menudo se usan para sembrar dudas y destruir "la posibilidad de usar internet como un espacio democrático".

Y eso que las historias no entran en política, a pesar de la aparición esporádica de Donald Trump, Vladimir Putin y Esperanza Aguirre. El cómic se centra en otro aspecto que a menudo se olvida: las granjas de trols no trabajan por ideales políticos, sino por dinero. “Al final la única ideología es el capitalismo”, apunta Pacheco. Según escribía Marta Peirano en un artículo publicado en El Diario, “el nuevo mercado del marketing digital ha contaminado el debate político, ha intoxicado a los medios y está a punto de romper internet”.

Trabajamos para el mal (y encima pagan poco)

El ritmo de la actualidad y el hecho de que se tratara de una revista mensual llevó a las hermanas Pacheco a centrarse en “temas permanentes. El ciclo de noticias es muy rápido, pero hay temas que llevan cinco años igual”, explica Carmen. Así, en las viñetas se satirizan asuntos como el machismo, el acoso y, también, la explotación empresarial.

Y es que los empleados de la agencia trabajan durante jornadas interminables a cambio de sueldos mínimos, algo que según Laura Pacheco, dibujante, “no parece que vaya a caducar”. Esto les ha permitido crear a unos personajes con los que es posible empatizar, a pesar de que están haciendo cosas que no son del todo éticas.

Esto podría ocurrirle a cualquiera. O casi: “Todo el mundo se limita a hacer su trabajo y nadie se siente culpable. Hay una difusión de la responsabilidad -apunta Carmen Pacheco-. A menudo le echamos la culpa a las empresas, pero resulta difícil saber a quién nos referimos exactamente, ya que no hay un consejo de personas malvadas detrás”. Pero, claro, "¿hasta qué punto puedes exigir responsabilidad a gente cuya alternativa es trabajar ahí o estar en la calle?".

De hecho, las Pacheco también alertan contra el activismo de salón, como en la historieta dedicada a la inspectora de superioridad moral, que examina la coherencia de un tuitero y acaba restándole puntos por monárquico, cuñado y mansplainer. “Tendré que revisarme”, admite.

¿¡Que has querido decir con “buenos días”!?

El objetivo de los trols clásicos era reírse de cómo nos enfadábamos por algo que para ellos no tenía ninguna importancia. El clima de crispación actual ha cambiado esto: “Ahora la gente que te hace enfadar ya está enfadada”, explica Carmen Pacheco. También ocurre, claro, que “llamamos trol a cualquier persona que nos lleve la contraria”, ya que a menudo estamos a la defensiva o preparados para entrar al trapo.

Este clima de ira casi constante no está presente solo en redes sociales: también en los comentarios de la prensa, que son parte de las responsabilidades de los empleados de Troll Corporation. Laura Pacheco apunta que “se puede saber qué comentarios te vas a encontrar en cada artículo”, según el tema y el medio. “Muchos tienden a repetir lo que ya han leído en otras partes”. Eso incluye términos de los que también se habla en las historietas, como el igualismo (“ni machismo ni feminismo”) y el buenismo (“¿llamar a una ambulancia? ¿Con lo caro que está el roaming? ¡Déjate de buenismos!”).

El arma del humor

En Twitter no puedes decir que un monólogo te ha parecido normal, tiene que ser o el mejor que has visto en tu vida o la peor actuación de la historia, explica Carmen: “Hay tanto ruido que para que te escuchen tienes que enfatizar mucho”.

Pero eso no quiere decir que ya no haya futuro para la conversación. “Todavía hay cosas muy positivas”, opina. Incluso en Twitter, “que pone a interlocutores muy diferentes al mismo nivel”. Incluso la gente que se ofende “a lo mejor reflexiona y cambia de opinión. Yo he aprendido mucho leyendo a otras personas en Twitter”.

Carmen Pacheco cree que el humor puede ser una herramienta más útil que las discusiones con mayúsculas muy grandes. No solo para difundir ideas, sino también para “hacer autocrítica. Desde el humor es más fácil reconocerte en algunas de estas cosas”. Al fin y al cabo, todos podemos ser un poco trols de vez en cuando.

Esperanza Aguirre, un personaje casi de ficción




“Tenía claro que tenía que aparecer”, dice Carmen Pacheco sobre Esperanza Aguirre, protagonista de una de las historietas. “Igual que Trump, su faceta pública tiene un pie en la ficción. Parece más un personaje de ficción que una persona real”.

Lo que ni ella ni su hermana Laura tenían claro era el papel de la política en Troll Corporation. ¿Iría a la empresa a dar charlas inspiradoras? ¿Era otra empleada más? ¿Una jefa? Al final optaron por hacerla protagonista de un musical para los empleados. En el espectáculo canta algunas de sus frases más míticas, como “yo destapé la Gürtel” y “no llego a fin de mes”. Las autoras no tienen miedo de que la historia pueda envejecer: “Esperanza Aguirre es historia de España”.


El Pais, Verne.




jueves, 14 de junio de 2018

The Fade Out: la oscuridad del Hollywood dorado

Panini publica la obra de Ed Brubaker y Sean Phillips, inédita hasta ahora en España

DAVID SANZ EZQUERRO Madrid

26 MAY. 2018

Charlie Parish y humo de tabaco, dos protagonistas de 'The Fade Out'. PANINI


Hollywood es metáfora de la luz, del color y de la ilusión. Pero igualmente puede serlo de la oscuridad, las sombras y el blanco y negro. La meca del cine que durante su época dorada consiguió hacer creer en muchos sueños, también se convirtió en el espejo de la cara oculta de la ciudad de las estrellas. En los años 40 los poderosos estudios cinematográficos llenaron las salas de gánsteres, detectives y siluetas de cadáveres marcadas en el suelo, pero es precisamente en el seno de la propia industria del celuloide donde las historias noir traspasaron la pantalla.El cómic The Fade Out, recién editado en España por la editorial Panini, explora ese rincón de Hollywood oculto tras los focos del glamour, adentrándose, además, por una de las puertas más oscuras de la historia americana: la caza de brujas del macartismo. En plena Guerra Fría, la psicosis ante el enemigo comunista derivó en una persecución implacable contra todos aquellos directores, actores y guionistas sospechosos de simpatizar con el terror rojo. El mundo del cine convivió en aquellos años con listas negras, delaciones, recelos y denuncias falsas.

Impactante punto de partida de un relato repleto de excesos / PANINI

Es en este contexto histórico real de desconfianza y autocensura en el que se desarrolla The Fade Out, un título con clara vocación alegórica que utiliza la expresión que define en inglés el recurso cinematográfico conocido como fundido a negro. "Había algo en el aire que hacía que fuera más fácil creer en las mentiras". Esta frase, que ilustra una de las viñetas del prólogo de la historia, adelanta lo que se va a encontrar el lector durante todo el relato, situado por sus autores concretamente en otoño de 1948. "El mundo no quería saber la verdad de nadie. Siempre preferían un cuento".Un hombre trajeado despierta aturdido dentro de una bañera, destrozado por una descomunal resaca. Al salir del baño se encuentra con la escena de un crimen. Con este punto de partida arranca una historia en la que se van destapando sórdidos secretos al tiempo que el protagonista trata de recomponer las lagunas mentales sobre la noche anterior.En la búsqueda de respuestas surgen nuevas sombras en un relato en el que el humo del tabaco es una constante y donde el alcohol y el sexo circulan sin pudor. En este ecosistema carente de límites intentan adaptarse diferentes personajes de vidas espesas. Ed Brubaker (guion) y Sean Phillips (dibujos) firman este cómic que forma parte de su amplio catálogo de colaboraciones. De hecho, este tándem se ha convertido en los últimos años en el principal referente del género negro en el mundo de la viñeta. Desde que comenzaran a trabajar juntos en La escena del crimen (1999) la pareja ha sumado otros títulos dentro de esta línea entre los que destaca por encima de todos la magistral saga Criminal, así como Sleeper, Fatale o Incognito, todos ellos herederos de un estilo creativo absolutamente reconocible y que se ha convertido en fórmula de éxito.


Colores fríos para una historia con matices en la luz. / PANINI

The Fade Out fue publicado originalmente en EEUU entre agosto de 2014 y enero de 2016 en 12 entregas, pero hasta ahora permanecía inédito en España. Panini ha apostado directamente por el formato integral de casi 400 páginas que recopila toda la obra, en el que además se incluye un amplio anexo de material extra. Además de las habituales portadas, biografías y agradecimientos, el tomo incluye documentación sobre la época, artículos sobre el proceso creativo; así como dos relatos literarios ambientados en el viejo Hollywood y diversas ilustraciones de clásicos del cine. Entre este contenido adicional destaca El trailer de The Fade Out: tres páginas de cómic a modo de resumen emulando la costumbre cinematográfica. La estructura narrativa de The Fade Out responde al modelo clásico utilizado por Brubaker y Phillips en sus anteriores colaboraciones: páginas divididas sin excepción en estricta rejilla de tres franjas, donde ningún recurso estilístico desvía la atención del lector. Todo el peso del relato queda en la narración secuenciada en 12 capítulos organizados en sí mismos como un guion de cine. La trama lineal queda, no obstante, interrumpida en algunas ocasiones por momentos de recuerdos y flash-backs -recurso habitual de Brubaker- en los que más que resolver misterios se acentúan las dudas del lector.
Cuando Hollywood aún se llamaba Hollywoodland. / PANINI

Los personajes que pueblan The Fade Out son fieles al género noir. Almas torturadas, desencantadas con la vida que buscan refugio en los excesos. Personas dispuestas a todo y en las que la ambición insatisfecha ha dejado heridas incurables. Supervivientes de su turbio pasado. Espíritus tan amargados como para que nada nuevo les pueda atormentar. Antiguos ingenuos reconvertidos en cínicos convencidos. Testigos del horror humano, indiferentes a todo tras lo presenciado -o incluso cometido- en lugares como Vietnam...En la introducción de The Fade Out, el propio Brubaker cuenta el secreto de su pasión por las historias de los bajos fondos de las ciudades que precisamente nace vinculada a la industria del cine. El escritor revela que es sobrino de John Paxton, un guionista de la Edad de Oro de Hollywood, y rememora cómo siendo niño despertó su curiosidad una hilera de libros encuadernados en cuero en aquella casa. "Mis tíos conocieron a muchos hombres y mujeres cuyas vidas quedaron destruidas en aquellos años por negarse a reconocer sus propias ideas políticas, o por negarse a dar nombres, a delatar a amigos perseguidos por sus creencias personales", confiesa Brubaker.

Páginas con estructura clásica de viñetas en rejilla. / PANINI 

Esta historia, que aparentemente encajaría en blanco y negro, cuenta en cambio con el color como uno de sus máximas virtudes. La labor realizada por Elizabeth Breitweisern dota de gran personalidad a un relato gracias a una paleta de tonos fríos que favorece los juegos de luces y abren la posibilidad a distintos grados de penumbra. Los flashes de las cámaras de fotos de los reporteros con sombrero fedora o las persianas a medio abrir en cuartos lúgubres ayudan a recrear la atmósfera noir del relato. El blanco y negro sólo aparece de forma testimonial en los momentos en los que algunas películas, a modo de homenaje, ocupan plano en las viñetas. Una estrella en ciernes truncada de forma abrupta, la enigmática aspirante a ocupar su puesto... un magnate tan rico como amoral, su corrupto jefe de seguridad... un galán sin escrúpulos, un guionista en decadencia, un representante cínico, un fotógrafo con sórdidos negocios, una secretaria solícita... Todas estas vidas confluyen en las páginas de The Fade Out. El descubrimiento de cada uno de estos seres imperfectos capítulo a capítulo es el auténtico núcleo de este relato. Al final, el crimen que hilvana sus destinos es un mero macguffin para guiar al lector en un viaje en medio de la oscuridad cuya meta aparece antes del fundido a negro.





Portada del cómic 'The Fade Out'. / PANINI


El Mundo










lunes, 11 de junio de 2018

El cómic, al asalto de la historia

Un alud de novelas gráficas aborda algunos de los principales dramas y luchas del siglo XX, de las guerras mundiales al movimiento por los derechos civiles o la dictadura de Pinochet


El cómic 'Estamos todas bien', de Ana Penyas.

TEREIXA CONSTENLA

Madrid 11 JUN 2018


Todos los miedos y esperanzas que John Lewis acumuló mientras peleaba porque personas como él pudieran sentarse en un bar para comer una hamburguesa o acceder al cine para ver Los diez mandamientos se palpan en March (Norma), una novela gráfica de 560 páginas que recorre la lucha por los derechos civiles de los negros en EE UU de la mano de Lewis, congresista y último superviviente de los oradores que hablaron junto a Martin Luther King en la Marcha de Washington de agosto de 1963.

Junto a su asesor Andrew Aydin, Lewis ha escrito el guion de su épica biografía, con final feliz —la elección de Barack Obama para la presidencia del país en 2009— después de visitar mucha cárcel, sufrir muchos golpes y practicar mucha desobediencia civil. Un trozo de historia contemporánea plasmado en viñetas en blanco y negro por Nate Powell, que cuenta el origen de la obra en un correo electrónico: “Andrew tenía claro que un cómic sobre el papel del joven John Lewis, tan cercano al corazón del movimiento de los derechos civiles, podría ayudar a reintroducir y revitalizar esa historia en la conciencia pública”. Powell reivindica la potencia del cómic: “No solo son accesibles y atractivos, sino que nos permiten empatizar y vernos a nosotros mismos dentro de las páginas de la historia”.

March, traducida ahora al español y premiada en 2016 con un Eisner como la mejor obra basada en hechos reales, pertenece al aluvión de cómics que miran atrás, bien para hacer el retrato sociológico de un país (el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial de El club del divorcio), de una generación (los artistas latinos que perdieron las batallas del arte y de la democracia en Pinturas de guerra) o de un personaje como el catalán Francisco Boix, que extrajo de forma clandestina imágenes que acreditarían en Núremberg el exterminio nazi (El fotógrafo de Mauthausen). Dada su galería de horrores, el siglo XX —con un especial apartado para la Guerra Civil— concentra buena parte de las miradas. Hay también obras sobre anteayer: Los puentes de Moscú (Astiberri), donde Alfonso Zapico reconstruye la entrevista que el socialista Eduardo Madina realizó al músico Fermin Muguruza para la revista Jot Down. El ayer de ETA, visto por una víctima y un defensor.

Imagen de '¡Maldito Allende!', de Olivier Bras y Jorge González.

Contraponer facilita el juego gráfico. En ¡Maldito Allende! (ECC), Olivier Bras y Jorge González husmean en las encrucijadas en las que se encontraron el presidente chileno y el militar que lo traicionaría, Augusto Pinochet. “Lo que está pasando es que el cómic, aunque es un medio más joven que el cine o la literatura, está alcanzando una madurez que le permite abordar cualquier temática artística, incluida la memoria y la historia”, señala David Fernández de Arriba, editor de ECC, quien descubrió pronto la buena relación entre memoria y viñetas. A los 12 años leyó Paracuellos, donde el dibujante Carlos Giménez volcó tras la muerte de Franco su experiencia en internados de la dictadura. Giménez no necesitó leer Maus para saber que la historia puede ser un artefacto demoledor en una historieta, pero es a partir de la publicación desde 1980 de las entregas de Maus, el relato sobre el Holocausto obra de Art Spiegelman, cuando los tebeos dejaron de verse como un mero entretenimiento y pasaron a la categoría de cosas serias (o novelas gráficas). Tanto que Maus recibió el Pulitzer en 1992.

“A mí me impactó mucho, pero el que me abrió los ojos fue El arte de volar”, matiza Fernández de Arriba, profesor y autor de Memoria y viñetas, una guía para facilitar el empleo pedagógico de tebeos en el aula, publicada por el Memorial Democràtic de la Generalitat catalana. “Para los estudiantes de secundaria es mucho más agradecido el lenguaje del cómic, con imágenes y textos, que un ensayo. El cómic permite además una gran versatilidad como material didáctico”, sostiene.

El cómic 'Nieve en los bolsillos', de Kim Aubert.

Lo nuevo de Kim Aubert, premio Nacional de Cómic por El arte de volar, dispara artillería pedagógica. Nieve en los bolsillos (Norma) retrata la tristeza y la tenacidad de la emigración española que se buscó la vida en Alemania en los sesenta. En sus viñetas hay escenas que ahora pueden verse en Tarifa: inmigrantes escondidos en maleteros. “Era una historia que tenía casi olvidada. Como era un recuerdo duro, ni siquiera se lo había contado a mis amigos, hasta que un día en Angulema lo hablé con un dibujante alemán. Apenas hay nada escrito sobre esa emigración y me di cuenta de que era importante contar a toda esa gente que conocí allí”, explica.

Y casi nada se había dibujado sobre las mujeres de la posguerra hasta que Ana Penyas, autora revelación del último Salón del Cómic de Barcelona por Estamos todas bien (Salamandra Graphic), decidió, con una original puesta en escena, convertir la cotidianeidad de sus dos abuelas en una lucha universal por la supervivencia tras una guerra.

'March', de John Lewis, Andrew Aydin y Nate Powell.


LECTURAS DEL PASADO

March, de John Lewis, Andrew Aydin y Nate Powell (Norma, 2018). Crónica de la lucha por los derechos civiles en EE UU.

Black dog. Los sueños de Paul Nash, de Dave Mckean (ECC, 2018). Biografía del pintor y su paso por la Gran Guerra.

Nieve en los bolsillos, de Kim Aubert (Norma, 2018). La emigración española en Alemania, narrada de primera mano por el autor.

Los puentes de Moscú, de Alfonso Zapico (Astiberri, 2018). Conversación entre el político Eduardo Madina y el músico Fermin Muguruza sobre ETA.

El fotógrafo de Mathausen, de Salva Rubio, Pedro J. Colombo y Aintzane Landa (Norma, 2018). La hazaña de Francisco Boix para sacar fotografías del campo de concentración.

Estamos todas bien, de Ana Penyas (Salamandra Graphic, 2017). Biografía de las abuelas de la autora.

Pinturas de guerra, de Ángel de la Calle (Reino de Cordelia, 2017). Crónica de los artistas latinos que perdieron la revolución y la historia del arte.

¡Maldito Allende!, de Olivier Bras y Jorge González (ECC, 2017). Historia reciente de Chile a partir de Allende y Pinochet.

Dr. Uriel, de Sento (Astiberri, 2017). Biografía del médico Pablo Uriel y su increíble peripecia en la Guerra Civil.


El Pais



domingo, 10 de junio de 2018

La última batalla

POR JAVIER FERNÁNDEZ

La primera novela gráfica publicada por Marvel sigue siendo una de las más emblemáticas 36 años después; un tebeo melancólico y emocionante

05 Junio, 2018


'LA MUERTE DEL CAPITÁN MARVEL' Jim Starlin.Panini. 72 páginas. 16 euros.

En 1982, el mercado del cómic estadounidense estaba en ebullición. La consolidación del mercado directo, con sus librerías especializadas y sus nuevos canales de distribución, propició la aparición de un puñado de editoriales independientes, cargadas de nuevas propuestas, y las dos grandes, Marvel y DC, buscaron adaptarse y liderar la revolución que se venía encima. DC andaba en graves problemas empresariales y tardó lo suyo en reaccionar. Marvel, por su parte, se colocó pronto a la cabeza, inundando las tiendas con títulos y más títulos, algunos de ellos diseñados expresamente para el citado mercado directo. La editorial de Spiderman sacó punta al formato de miniserie que había inventado precisamente DC, y se tiró a la piscina con la colección Marvel Graphic Novel, esto es, un conjunto de álbumes europeos de toda la vida, con un contenido temático que alternaba los superhéroes con la ciencia ficción y la fantasía (al menos al principio, pues cada vez hubo más superhéroes y menos del resto).

La muerte del Capitán Marvel fue la primera novela gráfica publicada por Marvel, y, treinta y seis años más tarde, sigue siendo una de las más emblemáticas. Su autor, Jim Starlin, se había hecho un nombre durante la década de los setenta narrando aventuras de corte cósmico y psicodélico, sobre todo con dos personajes: el Capitán Marvel y Warlock. Al segundo lo había matado en un prodigioso anual de Los Vengadores, pero al primero sencillamente lo había abandonado en manos de otros artistas, y dicen las crónicas que el entonces editor en jefe de Marvel, Jim Shooter, le encargó que cerrase el círculo en la flamante colección de novelas gráficas que estaba por nacer. En palabras de Shooter: "¡Termina la historia!... le dije a Jim Starlin cuando discutimos por primera vez su creación de una novela gráfica protagonizada por el Capitán Marvel. Jim se hizo famoso cuando trabajó en la colección de comic-books de este personaje, al que hizo vivir sus aventuras más importantes, según los fans. Otros artistas continuaron su obra, pero, a pesar de que eran muy valiosos, ninguno de ellos alcanzó la fuerza y la elegancia de las historias de Jim, hasta el punto de que el personaje comenzó a marchar a la deriva. Fue por ello por lo que yo le pedí a Jim que terminara la historia. Claro que yo quería un final, pero ello no significaba que tuviera que morir necesariamente el Capitán Marvel". El caso es que Starlin se tomó al pie de la letra lo de darle un cierre a las aventuras del antiguo capitán del imperio Kree y lo enfrentó nada menos que con un cáncer, motivado, como nos recuerda Eduardo de Salazar en su introducción, "por la enfermedad terminal que estaba padeciendo su padre".

El resultado es un tebeo melancólico, ominoso, atmosférico y muy emocionante, en el que Starlin se vació como nunca antes, hasta el punto de firmar la que probablemente sea la obra maestra de su larga bibliografía. Una joya del género que regresa ahora a librerías en un formato atractivo, parecido y un poco más lujoso que el original.



Malaga Hoy




Saliendo de las tinieblas

05 Junio, 2018



'MARVEL LIMITED EDITION. EL HIJO DE SATÁN' Steve Gerber y otros.Planeta DeAgostini. 152 páginas. 16,95 euros.

Más conocido por su trabajo en series como El Hombre-Cosa, Los Defensores y El pato Howard, Steve Gerber (1947-2008) fue uno de los nombres propios de la Marvel de la década de 1970. Más aún, como escribió el editor de The Comics Journal y co-fundador de Fantagraphics: "Es completamente posible que Steve Gerber fuese el mejor escritor que trabajó para una compañía de género en los 70; su influencia fue ciertamente palpable durante dicho periodo". Las ambiciones temáticas y la sofisticación literaria de Gerber conducen al trabajo de otros guionistas más reconocidos como Alan Moore, Grant Morrison o Neil Gaiman (todos admiradores confesos de su obra), pero es injusto reducir la figura de Gerber a mero precedente de lo que vino después. Su trabajo es sólido y apasionante por sí mismo, una especie de obra en marcha que comenzó en 1972 y terminó en el fatídico mes de febrero de 2008, cuando, postrado en una cama de hospital debido a una grave enfermedad pulmonar, entregó a DC su último guion.

Hasta hace un par de años, se podían contar con los dedos de la mano los tebeos de Gerber que estaban disponibles en nuestro idioma, pero la situación ha cambiado sustancialmente en este tiempo, en sintonía con la amplia recuperación de su obra que se ha efectuado en Estados Unidos. La edición por parte de Panini de los tres títulos antes citados coloca en manos de los lectores españoles la trilogía fundamental de una carrera de primer nivel, pero es que, además, han aparecido otras joyas menos conocidas como Los Guardianes de la Galaxia, Tales of the Zombie o este El hijo de Satán que nos ofrece la colección Marvel Limited Edition. Diez de los veinticinco episodios incluidos en el volumen, publicados originalmente entre 1973 y 1977, llevan la firma de Gerber, al que acompañan tres de sus dibujantes fetiche: Jim Mooney, Gene Colan y Sal Buscema. Seres elementales, ritos satánicos, posesiones y lecturas de tarot son algunos de los ingredientes de esta excitante obra de formación en la que destella ya el talento singular de Gerber.


Malaga Hoy


sábado, 9 de junio de 2018

Superheroína verde

05 Junio, 2018


'MARVEL COLLECTION. HULKA DE DAN SLOTT, 1' Dan Slott, Juan Bobillo, Paul Pelletier.Panini. 296 págs. 25 euros.


Creada en 1980 por Stan Lee y John Buscema, Hulka (She-Hulk en inglés) trató de rentabilizar la enorme popularidad de Hulk, pero algo en la superheroína verde no acababa de cuajar. Pasó por Los Vengadores e ingresó luego en Los 4 Fantásticos, de la mano de John Byrne, con quien viviría sus primeros momentos de gloria. Byrne firmó el arranque de la segunda serie regular de Hulka, en 1989, y el artista tuvo la feliz idea de añadir humor y artificios metaliterarios al asunto, terminando así de definir al personaje. Quince años más tarde, Dan Slott, Juan Bobillo y Paul Pelletier retomaron la onda divertida en el volumen 3 de She-Hulk, con una frescura y una elegancia fuera de lo común, y este estupendo material se merecía una recuperación como la que emprende ahora Panini en Marvel Collection, cuyo primer volumen incluye los números 1 a 12 de la serie


Malaga Hoy