lunes, 27 de septiembre de 2021

«La edad de hielo del cómic», por Álvaro Pons

Por Álvaro Pons  22/09/2021 

Una reflexión sobre las dos realidades del mercado del cómic en España: desde el punto de vista del lector y del creador.



Foto de Miika Laaksonen

Que estamos viviendo un momento artístico y creativo espectacular en el cómic español es indudable. Si uno mira el listado de los más de 3000 tebeos que se publicaron el año pasado, cualquier selección de lo imprescindible contará con un buen número de obras de autoría patria. Autores y autoras que han dado el do de pecho en un año tan extraño como imprevisible, demostrando que la calidad que atesora el cómic en este país es, en una sola palabra, espectacular.

Desde hace ya unos años se ha instaurado el mantra de «la edad de oro del cómic español», y coincido en que es fácil instalarse en esa idea: si la creatividad de los autores y autoras españoles es impresionante, la diversidad que tiene a su alcance un lector hoy es todavía más increíble. Con casi 4000 novedades al año, nunca ha existido una oferta tan variada y tan diversa para los lectores y lectoras de este país.

Da igual lo que te guste: manga, superhéroes, novela gráfica…, la variedad es inabarcable para el perfil lector medio

Da igual lo que te guste: manga, superhéroes, novela gráfica, ensayo en cómic, los clásicos francobelgas de siempre, las obras maestras de la tira de prensa…, la variedad es inabarcable para el perfil lector medio, con más de 300 novedades mensuales que, además, se han desestacionalizado casi totalmente para beneficio del lector.

 Los más veteranos recordarán que, no ha mucho, los títulos más potentes, más importantes del año, se concentraban como novedades para el Salón Internacional del Cómic de Barcelona, hoy Cómic Barcelona, que podía acumular casi el 20% de las novedades anuales. Hoy, las obras más notables en catálogo se reparten por todo el año y el salón ha perdido importancia en la agenda de salidas editoriales ante la relevancia de Sant Jordi, la Feria del Libro de Madrid o la sempiterna Navidad para las campañas de marketing de las editoriales.


Foto de Jorgen Hendriks

El concepto de edad de oro tiene sentido desde esas dos perspectivas, es indudable, pero no puede ocultar una dura realidad que tiene mucho que ver con la llamada «normalización del cómic». Durante años, el cómic estuvo relegado a un ghetto endogámico: los tebeos eran publicados por editoriales de tebeos, distribuidos por distribuidoras de tebeos, vendidos en librerías especializadas en tebeos y leídos, casi en su totalidad, por coleccionistas y aficionados (casi siempre, sí, masculinos, no lo neguemos).

Desde que el cómic abandonó su reinado en los quioscos, perdiendo el foco como primer entretenimiento para los más pequeños que protagonizó en los años 70 y el impulso como lectura adulta que vivió en los 80, tuvo que recluirse en ese circuito cerrado que, afortunadamente, garantizó su supervivencia frente al auge de otras expresiones culturales, eso sí, a costa de quedar fuera del debate cultural e invisibilizado para la mayoría de la sociedad.

Afortunadamente, poco a poco, los cómics fueron volviendo al público general y lograron encontrar de nuevo lectores y, no lo olvidemos, lectoras, recuperando a los más jóvenes gracias al manga y al público adulto a través de la novela gráfica. La montaña que había que escalar era gigante, pero los escalones se fueron poniendo poco a poco: el éxito de las adaptaciones audiovisuales de cómic, el auge de los blogs de cómics que se vivió en los primeros 2000, la aparición de la novela gráfica que se generaliza como formato, la instauración del Premio Nacional de Cómic… Todos fundamentales para conseguir una mayor atención mediática que logró aumentar la atención de la sociedad hacia el cómic.

Y las cosas cambiaron, vaya si cambiaron: frente al circuito endogámico inicial, hoy encontramos que casi cualquier editorial que se precie tiene una colección dedicada a la historieta, que las librerías generalistas tienen asentadas secciones de cómic y que el público lector ya no es coleccionista, sino que se ha abierto y generalizado. Se puede resumir en una simple frase: la industria del cómic ha pasado a ser parte de la industria del libro. ¡Prueba conseguida! ¡Normalización obtenida!

Pero, ¡ay!, la cosa era más complicada de lo que parecía: el cómic, en eterna crisis, pasaba a un sector en una profunda reconversión. La industria editorial se enfrenta a una triple crisis: la que viene de la transformación digital (tanto en la venta, distribución como publicación), la ocasionada por la pérdida de lectores y la derivada por la huida hacia delante de la multiplicación infinita de novedades, a lo que hay que añadir una pandemia que puso patas arriba toda la forma de entender el consumo cultural.

Es cierto que, según se comenta en los mentideros y a falta de cifras oficiales, el cómic resiste en mejores condiciones que el resto de oferta editorial (de hecho, se habla de duplicación de ventas tras la pandemia), pero la realidad es tan contundente como terrible: las cosas no van bien.


las tiradas

Y el primer síntoma es doble: el aumento continuado del número de novedades y las tiradas cada vez más reducidas. Como cada vez hay menos lectores, las ventas son cada vez menores y las tiradas se reducen hasta límites increíbles. No es extraño ver libros con tiradas inferiores a los 500 ejemplares (cosas de la técnica, hace años era imposible hacer tiradas tan bajas porque se dispararían los costes, pero la impresión digital permite hacer tiradas a la carta a costes competitivos), aunque en el cómic es común que las tiradas se muevan entre los 1000 y 1500 ejemplares para las obras de autoría española.

La estrategia de la gran mayoría de editoriales es casi siempre la misma: ante la bajada de ventas, se aumenta el número de novedades para conseguir cuadrar números a fin de año. Una estrategia comercial común a libro y cómic que se puede considerar suicida habida cuenta de la reducción del pastel (lectores y lectoras) y la multiplicación de pequeñas editoriales que han aparecido en los últimos años. La oferta crece, la diversidad es cada vez mayor, pero las ventas por unidad siguen bajando en picado.


las ventas

El problema, claro, es saber cuánto venden los cómics. Sin datos conocidos, solo se puede trabajar con los que vienen de auditoras como Nielsen BookScan, ávidamente guardados por las editoriales que los manejan, pero de los que se van consiguiendo filtraciones bajo mano y que indican que las ventas de cómics en España están absolutamente dominadas por el manga, que podrían suponer más del 60% del mercado, seguido por los superhéroes y la novela gráfica (tomando la denominación como un formato cajón de sastre que incluiría desde el cómic infantil hasta la edición de clásicos de prensa) que se reparten los restos.

Aunque los tebeos más vendidos son japoneses, es cierto que la autoría nacional copa los primeros puestos de los tebeos más vendidos, con Paco Roca, Francisco Ibáñez o Moderna de Pueblo a la cabeza con cifras de ventas impresionantes, pero es un porcentaje exiguo del total. Si aceptamos los datos que da el último informe Tebeosfera, no llega al 15% el porcentaje de los tebeos publicados y producidos en España con autoría nacional.

Unos 500 tebeos de los que, con suerte, 50 o 60 tendrán tiradas y ventas superiores a los 1500 ejemplares. Pero la gran mayoría de los autores y autoras españolas se mueven por debajo de esos niveles de ventas, cobrando atendiendo a un reparto de beneficios tradicional que establece que el 10% del precio facial sin impuestos es lo que cobra el creador o creadora. Dado que una novela gráfica en España se mueve en el entorno de los 20€, es fácil llegar a un resultado desolador: los beneficios de más de un año de trabajo son, como máximo, unos exiguos 3000€ netos. Quiten impuestos, autónomos, materiales y comprobarán que la realidad de la autoría en España es terrible.

La precariedad de los autores y autoras en este país es una norma que tiene consecuencias inmediatas: primero, la emigración de nuestros autores y autoras hacia otros mercados como el americano o el francés (aunque este último está viviendo, en otra escala, problemas parecidos: la reducción de tiradas por el aumento brutal de títulos ha reducido las ganancias promedio por obra en casi un 50% en los últimos años); segundo, el abandono del cómic por parte de los autores y autoras hacia prácticas laborales artísticas más rentables.

Mientras los lectores disfrutamos de una edad de oro de oferta editorial, los autores y autoras viven una edad de hielo cada vez más gélida. Y la cosa no parece mejorar: la reducción de ventas se responde desde las editoriales con más y más novedades, intentando aquello de compensar la calidad con la cantidad. Una estrategia que puede funcionar a corto plazo (que nadie piense que los pequeños editores nadan en dinero, pero es cierto que hay una asimetría evidente: los editores pueden publicar en un año quince o veinte títulos y, aunque cada uno dé ganancias pequeñas, lograr a duras penas un sueldo de mileurista; los autores y autoras solo pueden sacar como mucho un título en ese periodo), pero que solo hace que alimentar la rueda de precariedad de los autores y autoras.



 

La edad de oro se alimenta de una burbuja que se mantiene solo gracias a la generosidad de los autores y autoras, que crean, nunca mejor dicho, por amor al arte.


La edad de oro se alimenta de una burbuja que se mantiene solo gracias a la generosidad de los autores y autoras, que crean, nunca mejor dicho, por amor al arte. Aunque es una situación que puede cronificarse y volverse endémica, aguantando eternamente gracias a la dinámica ultraliberal del mercado que establece que, si no crea uno, lo hará otro. Una posición tan egoísta como injusta que, en estos tiempos donde la sociedad se despierta y se hipersensibiliza ante las injusticias, debería tener respuesta de forma clara porque, no lo olvidemos, ataca directamente a la esencia de lo que nos hace sociedad y humanidad: la cultura.


buscar soluciones

No sé cuáles son las soluciones, pero hay que empezar a sentarse y hablar entre todos: instituciones, industria, creadores y consumidores forman parte del problema y de la solución. Estamos inmersos en un cambio de hábitos de consumo cultural brutal y radical, la digitalización y la globalización han transformado por completo nuestra relación con la cultura, y deberían ser parte obligada de las soluciones.


Es evidente que, por ejemplo, el pago por ejemplar vendido ha perdido todo su sentido en una época donde las ventas pueden ser digitales o las obras pueden convertirse en ejes de producción transmedia, donde la edición puede lanzarse a todo el planeta con la facilidad de un clic. Si las redes sociales se transforman en prescriptores culturales de proximidad, si las obras pueden descargarse por una banda cada vez más ancha, ¿no deberían las multinacionales digitales pagar por esos contenidos culturales?


Las formas de consumo cambian… ¿cómo se puede ayudar a que eso llegue a los autores? A buscar nuevas formas de distribución, venta y pago, como los crowfundings o los patrocinios directos. ¿Cómo afectará el modelo WebToons que está arrasando en Asia? Es muy probable que estas soluciones no puedan ser obtenidas exclusivamente mirando al cómic, sino mirando a la cultura en general, pero ojo, que las búsquedas de soluciones globales no nos hagan dejar por el camino las expresiones culturales menos potentes económicamente, como el cómic.


No nos equivoquemos: en este mundo globalizado y digitalizado, la cultura sigue siendo el centro absoluto de todo. Es verdad que se pierden lectores y lectoras de libro, pero consumimos creaciones, ya sean series, videojuegos, cine, cómics, libros, ilustraciones o arte de una forma masiva, como nunca antes. Y que tienen detrás autores y autoras que deberían poder vivir de ello.

La cultura, ahora en mil formas interconectadas entre sí, es más el centro de nuestra existencia que nunca, pero sus creadores y creadoras parecen más invisibilizados que nunca. Puede que, para muchos, les dé igual la precariedad y piensen que lo único importante es poder consumir, dando igual si un autor o autora puede mantenerse con su obra. Pero no debemos olvidar que la cultura crece y se desarrolla: la autoría no es flor de un día, necesita avanzar, crecer, desarrollarse… La mayoría de las grandes obras de la cultura han nacido de un poso previo que esta situación de precariedad cercena de un golpe.

Los autores y autoras de cómic necesitan vivir de su obra, necesitan poder crear para aprender, para mejorar, para descubrir y encontrar nuevos caminos y nuevas ideas. Para crear obras que hagan crecer la sociedad. Y, para eso, necesitan comer. Es así de simple.

Ya digo que no sé cuáles son las soluciones, pero es evidente que hay que empezar a buscarlas ya. Quizás como lectores y lectoras pensemos que podemos hacer poco, pero seguro que algo podemos: comprar tebeos, leerlos y hacer proselitismo de aquello que nos guste.

Algo es algo.

No dejemos que la edad de hielo sea eterna.


Gráffica


domingo, 26 de septiembre de 2021

La mejor defensa…

En el futuro más lejano, la paz y tranquilidad de la raza humana está garantizada gracias a la existencia de alguien muy especial, ¡OMAC!



JOSÉ LUIS VIDAL

22 Septiembre, 2021

Este volumen que contiene las aventuras de este héroe con pelo a lo mohawk fue la despedida de su creador, Jack Kirby, de una editorial DC en la que, pese a su talento y originalidad a la hora de plantear nuevos argumentos y crear personajes únicos (El Cuarto Mundo, Demon, Kamandi) las ventas no acompañaron a estas propuestas.


OMAC: Un ejército de un solo hombre.


Autor; Jack Kirby

Tapa dura

Color

176 págs.

19,95 euros

ECC Ediciones


Pero claro, el Rey no iba a marcharse sin dejar el pabellón bien alto, y para ello nació O.M.A.C., “El Ejército de un solo hombre” que nace a partir del cuerpo de un tipo de lo más normal, Buddy Blank, que seleccionado por la organización Agencia de la Paz, va a ver como su mundo (y él) se transforman totalmente.

El mañana que Kirby nos plantea en esta colección está corrompido por la maldad de una y mil organizaciones criminales, tipejos sin escrúpulos que son capaces de comprar toda una ciudad para celebrar junto a sus compinches auténticas bacanales del mal más absoluto.

Esto va a acabar en el momento en el que OMAC nazca de un rayo de energía y su poder y existencia estén íntimamente vinculados a un satélite inteligente que flota en la inmensidad del espacio, Hermano Ojo, que cuida y cuidará del bienestar del nuevo héroe, suministrándole la fuerza que necesite en momentos extremos.

Como siempre, marca de la casa, Jack Kirby nos regala unas dobles páginas que nos harán enloquecer a todos aquellos que le veneramos como el titán de las viñetas que es. Y para abrir boca, la primera misión del protagonista será enfrentarse a una empresa que se dedica a suministrar compañía femenina a todo aquel que la necesite… Pero no penséis mal, o tal vez sí, ya que su modus operandi es bastante inusual y macabro, transformando a bellas mujeres en auténticas muñecas para montar.

¿Pero quién está tras esta fachada, el que realmente maneja los hilos de Pseudogente Inc.?

Mr. Big tan solo será el primer villano al que OMAC  tendrá que enfrentarse, ya que a lo largo de los ocho números que contiene este volumen, desfilarán por él tipejos con nombres tan rimbombantes como el Mariscal Kafka, que junto a su ejército va a ser un hueso duro de roer; por no hablar de la Camarilla Criminal, organización que no podía tener un nombre que defina mejor sus actividades, y que ha solucionado de manera extrema el problema de la vejez, implantando el cerebro de ancianos millonarios en los frescos y bellos cuerpos de jóvenes a los que secuestra. Todos ellos están dirigidos por Fancy Freddy, un tipo de pétreo rostro y aviesas intenciones.

Y como colofón, un gran misterio. El líquido elemento, la preciada agua, está desapareciendo de lagos y mares. Tras este hecho hay, claro está, un mad doctor, Skuba, con el que OMAC va a tener más que palabras y que se convertirá en un hueso muy duro de roer, haciéndoselas pasar canutas al protagonista, que va a necesitar más que nunca la ayuda de Hermano Ojo.

Todas y cada una de las páginas dibujadas por Jack Kirby (y entintadas por Mike Royer y D. Bruce Berry) desprenden fuerza, pasión, una loca originalidad que hacen que este trabajo se consuma con un placer enorme, ya que es, por méritos propios, una más de esas grandes y personales aportaciones que el Rey de los Cómics hizo al universo de las viñetas y que han quedado ahí para que nosotros, lectores, las disfrutemos una y mil veces.


Malaga Hoy



jueves, 23 de septiembre de 2021

El mundo saqueado

Frederik Peeters narra en 'Saqueo', especie de poema en imágenes, la desolación y el desastre social y ecológico al que se enfrenta la humanidad en pleno siglo XXI


JAVIER FERNÁNDEZ

15 Septiembre, 2021 


'Saqueo'. Frederik Peeters. Astiberri. 96 páginas. 20 euros.


Volvemos al nuevo curso con tres estupendos títulos de Astiberri, que no deja de tentar a los lectores con una oferta variada y sólida. El primero de ellos, y el que he escogido para ilustrar esta nota es Saqueo, del ginebrino Frederik Peeters, uno de los nombres propios de la historieta europea contemporánea. Peeters ha dejado para la historia series monumentales como Lupus o Aama y títulos de la importancia de Píldoras azules, y, últimamente, había vuelto a librerías con una fantasía más ligera, El hombre garabateado (con guion de Serge Lehman) y esa especie de continuación espiritual de Píldoras azules que es Oleg, de las que ya le hablé en su día. Todo esto está en el catálogo de Astiberri, y la editorial vasca nos trae también Saqueo, una novela gráfica arriesgada y rabiosamente distinta. Peeters renuncia aquí al texto para narrar en una especie de poema en imágenes la desolación y el desastre social y ecológico al que se enfrenta la humanidad, por obra de la propia humanidad, en pleno siglo XXI. Inquietante, hermoso, conmovedor y misterioso, Saqueo ofrece una mirada al final del camino acercándose a los propios límites de la historieta. Como dice Laurence Houot: "cada página debe ser escrutada o contemplada como una pintura, la ausencia de texto deja al lector libre para leer o proyectarse como quiera en esta historia alucinada". Una pasada que les recomiendo encarecidamente.

Otro tipo que se ha ganado un puesto entre los dibujantes más significativos de cómic del panorama actual es Guy Delisle, con su peculiar fusión del reportaje y el género autobiográfico, a través de una propuesta estética magistralmente sencilla. Crónicas de juventud es la siguiente parada en el camino de que nos ha llevado a Shenzhen, Pyongyang, Birmania y Jerusalén, solo que aquí, Delisle no viaja en el espacio, sino en el tiempo, para llevarnos a su juventud, a los tres años que trabajó en una fábrica de papel de Quebec, antes de convertirse en el célebre historietista que es hoy. El álbum tiene todos los elementos que lo han hecho una referencia ineludible, la capacidad de observación, los personajes inolvidables, la limpieza narrativa, etc. Jean Dominic Leduc, de Les Libraires, opina que este es "no solo el libro más personal de su carrera, sino el mejor", y no diría yo tanto, pero sí que está en la línea de los mejores.

Por último, les quiero recomendar también El verano de su vida, la novela gráfica del escritor alemán Thomas von Steinaecker y la también alemana Barbara Yelin, una dibujante que merece toda nuestra atención. Con Irmina, se hinchó de ganar premios y nominaciones, por su línea expresiva y por su soberbio uso del color como un elemento narrativo propio. Aquí, la pareja creativa nos presenta a la anciana Gerda, que repasa su vida desde el ocaso en una residencia de ancianos. "Cada persona es un mundo y cada muerte es el fin de un mundo", dice Christop Hass en Die Tageszeitung, "rara vez se hace de forma tan inteligente, tan contundente", y, permítanme que añada, tan hermosa.


Malaga Hoy


miércoles, 22 de septiembre de 2021

Una singular versión

JAVIER FERNÁNDEZ

15 Septiembre, 2021 


'Bartleby, el escribiente'. José Luis Munuera. Astiberri. 80 páginas. 18 euros.


El historietista José Luis Munuera lleva dos décadas desarrollando una interesantísima propuesta para el mercado franco-belga, donde ha trabajado con luminarias como Joann Sfar (en series como Los Potamoks y Merlin) y con personajes de la solera de Spirou y Fantasio (o el propio Zorglub, de quien ha firmado un spin-off). Además de esto, y otras muchas colaboraciones, el de Lorca ha ofrecido obras personales de distinta índole, mostrando una gran amplitud de registros e inquietudes. Astiberri le publica ahora Bartleby, el escribiente, singular versión o apropiación de uno de los personajes más célebres de Herman Melville, que brilla, y de qué manera, con el virtuosismo gráfico y el cuidadoso uso de los colores de Munuera.


Malaga Hoy


martes, 21 de septiembre de 2021

La guerra desde el aire

JAVIER FERNÁNDEZ

15 Septiembre, 2021


'As de pique'. Ricardo Barreiro, Juan Giménez. ECC. 248 páginas. 30 euros.


La editorial ECC recupera una de las joyas del cómic bélico argentino, del subgénero de aviación que tan buenos tebeos ha dado (siempre que pienso en esto, me vienen a la mente el par de joyas que dibujó Alex Toth para la EC estadounidense, un prodigio de diseño y composición de página). Se trata, nada menos, que de As de pique, del guionista Ricardo Barreiro y el dibujante Juan Giménez, que, gracias a esta serie, se consagró como uno de los grandes artistas del concierto internacional. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la serie muestra tanta atención a las máquinas voladoras como a los propios personajes encargados de pilotarlas, cuyos miedos y anhelos contrastan con la terrible realidad de la guerra, vista aquí como el mortífero sinsentido que es. Doscientas cincuenta páginas en poderoso blanco y negro que son parte de la historia del cómic.


Malaga Hoy


Imaginación y libertad

JAVIER FERNÁNDEZ

15 Septiembre, 2021


'Las puertitas del señor López'. Carlo Trillo, Horacio Altuna. Astiberri. 200 pág. 23 euros.


De todos los cómics nacionales sudamericanos, si hay uno que destaca por encima de todos los demás, este es, sin duda, el argentino. Se queda uno asombrado cuando repasa las obras y los autores que han hecho grande el tebeo argentino (realizado por nativos o inmigrantes), especialmente entre los años sesenta y ochenta del pasado siglo: H. G. Osterheld, Hugo Pratt, Alberto Breccia, Enrique Breccia, Francisco Solano López, Carlos Trillo, Horacio Altuna, Ricardo Barreiro, Juan Giménez, José Muñoz, Carlos Sampayo... La lista es impresionante, y más si la ampliamos con humoristas gráficos de la talla de Quino, Mordillo o Fontanarrosa (a los que siguen otros como Maitena o Liniers), o retrocedemos a la época dorada, justo anterior a las tres décadas que he mencionado antes, en donde asoman dos nombres esenciales: José Luis Salinas y Arturo del Castillo (conste que estoy siendo más divulgativo que científico, un poco llevado por la emoción). Y las semillas de esta mina de talento siguen hasta hoy.

Entre todos estos, hay dibujantes realmente excepcionales, y uno de ellos es Horacio Altuna, ganador del prestigioso premio Yellow Kid en 1986 y 2005 y del Gran Premio del Salón de Barcelona en 2004. Altuna tiene una larga lista de obras sobresalientes, especialmente las que firmó con el excelente escritor Carlos Trillo, de las que Astiberri ha reeditado recientemente El último recreo y Charlie Moon, a las que se suma ahora Las puertitas del señor López. El álbum recoge la serie iniciada en 1979, una metáfora de la falta de libertad de expresión en los tiempos de la dictadura, con un oficinista gris, atrapado en una vida tediosa, que se escapa al mundo sin límites de su imaginación cada vez que cruza una de esas puertas que dan título al cómic. El resultado es divertido, tierno, doloroso, sorprendente e inolvidable. La química entre Trillo y Altuna es total, y el dúo nos recuerda aquí que el escapismo, según de qué realidad se escape, más que una opción es una necesidad. Altamente recomendable.


Malaga Hoy


lunes, 20 de septiembre de 2021

¡Desenfunda las risas!

La genialidad y la inmensa pasión por el trabajo del Maestro Jan nos trae 'Cab Halloloco', uno de esos tesoros que era necesario recuperar, cosa que ha hecho realidad DQómics


JOSÉ LUIS VIDAL

08 Septiembre, 2021 





Tras una larga cabalgada por el desierto, con muchas millas a nuestras espaldas, vislumbramos en el horizonte la silueta de lo que parece ser un pueblo. ¿Será un espejismo?

Nuestro caballo, sediento, parece notar que allí encontrará algún abrevadero en el que saciar su sed, por lo que acelera el paso y en nada llegamos junto a un cartel, algo desvencijado, en el que podemos identificar el nombre del lugar, Pocostiros City…

Las calles están desiertas, tal vez el sol de la media tarde hace que sus habitantes se refugien en sus hogares, aunque a lo lejos pueden escucharse las alegres notas de una tonadilla que probablemente provengan del salón del lugar, que en estos momentos se convierte en un oasis en el que refrescar el gaznate, por lo que el solitario viajero encamina sus pasos hacia allí.

Y sí, sus pensamientos se convierten en realidad, el establecimiento dedicado al esparcimiento está repleto de parroquianos que, al entrar, le miran con cierta desconfianza, pero que con rapidez y una amable sonrisa le acogen como si le conocieran de toda la vida.

Y entre sorbo y sorbo a su zarzaparrilla, el viajero conocerá a un grupo de personajes, que parecen sacados de una de aquellas producciones americanas que nos mostraban historias de vaqueros, indios, pistoleros, señoritas en apuros, encargados de funeraria empeñados en conocer tus medidas…

Pero tranquilos, el contenido de este álbum tiene mucho más que ver con las desopilantes ocurrencias de los Hermanos Marx que con algunas producciones de John Ford, por lo que podéis despojaros de vuestra cartuchera. Olvidaos de los tiroteos, ya que aquí lo único que va a sufrir son vuestras mandíbulas al reír desenfrenadamente.Y es que Jan, el gran Jan, nos transporta al Far West, a ese Oeste americano en el que, valiéndose de los tópicos y estereotipos del género, le da la vuelta a una y mil situaciones en historietas de dos páginas, en las que el humor más loco, esa herramienta que maneja tan bien, hace acto de presencia.

En ellas, jugando con un nutrido dramatis personae, vamos a conocer al protagonista, que poco tiene de John Wayne o Gary Cooper. Su nombre es Cab Halloloco, un vaquero que combina las buenas intenciones con el despiste más absoluto, lo que suele provocar el caos a su alrededor, con no pocas víctimas de sus patochadas.

Él está rodeado de un plantel en el que se nos presenta al jefe indio Toro Furioso, al que reconoceremos por su peculiar manera de expresarse; Susanita, la rubia y bella hija del ranchero jefe de Cab; el Sr. Fill, sastre del lugar, al igual que Joe, propietario de una tienda en la que puedes encontrar desde víveres a un reluciente Colt 45; Eusebio, un casi siempre malhumorado mejicano que bebe los vientos por la joven Susanita, lo que provoca no pocas broncas con Cab y el pequeño Teodosio, que aunque lo intenta, nunca hacen caso…

Culminan este grupo de personajes el general Crant, malhumorado militar con el que es mejor no cruzarse, y menos si la casualidad (o no) hace que vistas de gris; Harry, un charlatán vendedor que siempre trata de embaucar con sus milagrosos productos a los habitantes del lugar; Supersonic Colt, que como su sobrenombre indica, es un tipo de lo más rápido y peligroso. Y para rematar, un tipo que prácticamente vive en el saloon. Chuck, un inofensivo borrachín.

Pues bien, con este nutrido grupo de personajes, pasados por la imaginación y el talento de Jan, éste compone una loca sinfonía que ahora, años después de haber sido publicada en la desaparecida revista Jauja (publicación nacida en los años 80, y que supuso una vía de escape laboral perfecta para muchos autores que venían de Bruguera y cuyo editor, Miguel Pellicer Esteban, escribe la introducción a este volumen) podemos disfrutar, coloreada de nuevo al completo por el propio Jan, que se maneja a la perfección en el mundo digital.

Pero por si todo esto no fuera atractivo suficiente, el autor nos hace un gran regalo, ya que ha dibujado una especie de prólogo a las peripecias de Cab en la que un tipo barbudo y canoso (Mmmm, no sé a quién me recuerda…) aparece sobrevolando el desierto y la casualidad hará que se tope con muchos de los personajes que he presentado anteriormente, provocando no pocas y divertidas situaciones, nacidas del equívoco la mayoría de las veces.

La editorial DQ, con su línea dedicada al Noveno Arte, se ha empeñado en hacernos la vida más feliz. Y a fe mía que lo está consiguiendo, ya que además de este recién publicado Cab Halloloco, hace pocos meses nos deleitaron con otra de esas joyas recuperadas de la extensa obra firmada por el papá de Superlopez. Me refiero, claro está, a Super Rayón. Y estas son sólo dos de las obras publicadas en la línea DQómics. Os recomiendo que os deis un paseo virtual por su web para poder alucinar con otras joyas del Noveno Arte que ya forman parte de su catálogo.

Y dicho esto os planteo un reto, una vez leído el contenido de este álbum, ¿A ver quién es el más rápido a carcajearse al oeste del río Pecos?


Malaga Hoy