lunes, 21 de septiembre de 2020

BIENVENIDOS A LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE KRAKOA Pedro Monje














Dinastia de X / Potencias de X

Jonathan Hickman, Pepe Larraz, R.B. Silva, Marte Gracia

Panini Comics

Estados Unidos

Grapa (2 minis de 6 ep.) 56 págs.

Color


Una de las múltiples lecturas que se desprenden de La Broma Asesina es la resignación ante la naturaleza cíclica de la industria del cómic de superhéroes. Allí, Batman no puede matar al Joker, porque le necesita para sobrevivir en los quioscos y las librerías. Las primeras y últimas viñetas de la obra firmada por Alan Moore, cirujano como pocos del ADN superheroico, replicaban unas salpicaduras de gotas de lluvia redondas. Dibujados por Brian Bolland, estos círculos ofrecen una simetría metafórica de la que ni uno de sus mayores héroes es capaz de escapar, por mucho que haya cumplido los ochenta años no hace tanto. No es magia, es espejismo. La perennidad del statu quo es una regla irrompible, y el éxito solo puede/suele venir de la ilusión del cambio, un arte que no todos saben manejar, exclusivo para los titiriteros más elegidos. Jonathan Hickman, oh, nuestro salvador, es uno de ellos.

El hijo pródigo vuelve a la Casa de las Ideas. Hickman, que revitalizó a los Cuatro Fantásticos y que se encargó de Los Vengadores en varias sagas que han tenido su reflejo en la gran pantalla no mucho después, se exilió durante tres años a la parcela del cómic independiente, un retiro interminable para los seguidores del arquitecto. Solo una carta blanca argumental y hasta editorial para relanzar la franquicia mutante le convenció de regresar a Marvel. Su propuesta, un plan a largo plazo marca de la casa, ha dinamitado por completo el statu quo, los espejismos y la estanqueidad de la que sufría una familia cuyo ciclo de resurrecciones, muertes, homenajes y hasta cambios de uniformes y/o peinados se repetían a una velocidad tan exasperante como predecible. El éxito de ventas y la aclamación popular han sido inmediatos. Todos los disgustos recientes quedan en el olvido.

Odiados y temidos, salvo en dos ocasiones tímidas y abortadas, los mutantes no habían asumido su rol de especie superior frente a la humanidad desde que fueron creados por Stan Lee y Jack Kirby hace seis décadas. Ahora, bajo el liderazgo de un misteriosamente regresado Charles Xavier han formado su propio país, autónomo y dominante, con permiso de ciudadanía a todo mutante, independientemente de su pasado, criminal o no. El «techo» de este nuevo hogar, situado en la isla de Krakoa 2.0, se llena de mutantes de todas las décadas de la franquicia. Cíclope, Cifra, Sabia, Mística, Proteus Jr., Mr. Siniestro o hasta Bolas Doradas... Desde némesis clásicas, a secundarios olvidados, pasando por miembros fundadores, creaciones recientes o hasta aquel mutante que tuvo un par de cameos en los saturados noventa y del que ya nadie se acordaba. Sencillo: todas las generaciones de lectores se sentirán identificados. La historia, que cuenta con los mecanismos mutantes clásicos (humanidad opresora, viajes temporales y realidades alternativas) bien presentes en su núcleo, es al mismo tiempo un trabajo con la firma de Hickman. Un gran puzle con pistas varias escondidas a plena vista, y otras tantas falsas dentro de un plan ambicioso a largo plazo, aderezado con sus gráficos y complementos explicativos para pro- fundizar en la nueva estructura política, legislativa, militar y mitológica de los X-Men.

Ambas series, entrelazadas entre sí en un totum revolutum que mezcla pasado, presente y futuro(s) a partes iguales, cuentan con el dibujo de Pepe Larraz en Dinastía de X y de R. B. Silva, en Potencias de X (pista: «X» es el número romano, no la letra), y el color uniformizador de Marte Gracia. Un trabajo por el que ya han ingresado, por derecho propio y con letra grande, en la historia de creadores esenciales de la historia mutante y que tendrán muy difícil superar en el futuro. Misteriosos cuando el guion requiere intriga, épicos cuando la historia pide dramatismo, y siempre con los personajes en el centro (y son muchos, concretamente, todos), Hickman no les da tregua para condensar en doce números sus grandes planes, sus cabezas parlantes y los nuevos diseños. En definitiva, una inercia contagiosa donde la excelencia artística, la grandilocuencia argumental y la demolición del statu quo (spoilers XXL obviados en esta reseña) forman un combo fantástico válido para lectores jubilados, para los creyentes fieles en las buenas y en las malas y, cómo no, para los recién llegados. Asegurar que es lo mejor que les ha pasado a los mutantes en este siglo puede sonar exagerado, pero en realidad es quedarse corto: los X-Men de Hickman es lo mejor que le ha ocurrido a la Marvel Comics de los últimos años. «Bienvenidos a casa».


Obra relacionada

Vengadores / Nuevos Vengadores

Jonathan Hickman y VV. AA.

(Panini Comics)

Los Cuatro Fantásticos / FF

Jonathan Hickman y VV. AA.

(Panini Comics)

Los Proyectos Manhattan

Jonathan Hickman y Nick Pitarra

(Planeta Cómic)

Los Asesinatos del Lunes Negro

Jonathan Hickman y Tomm Coker (Norma Editorial)



CÓMICS ESENCIALES 2019

UN ANUARIO DE ACDCÓMIC, JOT DOWN & GP EDICIONES

Primera edición: junio, 2020


REINVENTAR EL CANON Henrique Torreiro


Diario de un ingenuo

Émile Bravo

Dibbuks Bélgica Cartoné 80 págs. Color


Basta darse una vuelta por los escaparates de las librerías especializadas bruselenses para caer en la cuenta de hasta qué punto el mercado franco-belga de la BD depende de personajes creados o asentados en una época dorada de hace sesenta años. Nada extraño si lo comparamos con lo que ocurre con innumerables ejemplos norteamericanos, pero en este caso se da el agravante de que no hay tradición de hacer reinicios periódicos de las series partiendo de cero, y se pretende emular estilísticamente un modelo estético muy concreto.

La serie Spirou y Fantasio, dentro de estas circunstancias, tiene unas características propias. No solo es una de las más antiguas (su origen se remonta a 1938), sino que, desde sus inicios, diversos equipos autorales han ido tomando el relevo en ella. Creada por Rob-Vel y continuada por Jijé, el «canon» quedó situado esencialmente en los cincuenta y los sesenta, en la etapa comandada por André Franquin, uno de los grandes nombres del cómic de todos los tiempos.

El hecho de que Spirou no tenga una única paternidad creativa ha supuesto una aparente capacidad de regeneración con nuevos autores, que han ido actualizando la serie a lo largo de los años. No obstante, todos los cambios han sido siempre muy controlados, incidiendo una y otra vez en historias que recordaban a esos orígenes «canónicos». Los imperativos de formato y de contenido, y la pretensión de conseguir nuevos lectores y a la vez satisfacer a los nostálgicos, ha ido haciendo que el resultado —aun tratándose en muchos casos de trabajos muy dignos— tuviese mucho de fórmula, cuando no de sucedáneo.

El intento de Yves Chaland en 1982 de darle un giro a la serie, con una historia que quedó inconclusa por criterios editoriales, hizo evidente que eran posibles otros enfoques, pero no fue hasta 2006 cuando la casa Dupuis se decidió a abrir un camino alternativo con la colección «Une aventure de Spirou et Fantasio par...». La idea era lanzar historias autoconclusivas con nuevas visiones de los personajes aportadas por autores invitados. Aunque con resultados muy dispares, ha ido dando lugar a colaboraciones tan notorias como las de Schwartz y Yann, y atrayendo a creadores de la relevancia de Trondheim o Le Gall. Pero la gran sorpresa la dio en 2008 Émile Bravo con Diario de un ingenuo.

La trayectoria de Émile Bravo (París,1964) está centrada en revitalizar y dar un nuevo potencial al cómic de la franja infantil-juvenil, dentro de esa categoría que se puede definir como «para todos los públicos», porque literalmente puede interesar tanto a jóvenes como a mayores. Suyas son las series Jules y Aleksis Strogonov, esta última en tándem con Jean Regnaud. Con él creó también el álbum Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill, que, como la obra que nos ocupa, recibió el premio Essentiel en el Festival de Angulema.

En Diario de un ingenuo, Bravo imagina los orígenes de los personajes, y los lleva a la Bruselas de 1939. Spirou aún es un chaval que trabaja de botones en un hotel y que comienza a aprender de la vida; un aprendizaje que se produce justamente en una etapa histórica convulsa, con ideologías abiertamente enfrentadas y movimientos sociopolíticos que pasan a su alrededor y en los que acaba teniendo involuntaria participación. Fantasio no pasa de ser un atolondrado e inconsciente aspirante a reportero, todavía más necesitado de maduración que él, lo que incrementa la polarización de caracteres de quienes un día van a ser compañeros de peripecias, e intensifica su relación desde el punto de vista narrativo. Más que una aventura, lo que propone este libro es una entretenida comedia con trasfondo dramático en la que un adoles- cente empieza a entender, a veces a golpes, los innumerables tonos de gris que componen la realidad que lo rodea. Sin ser una obra realis- ta, da a los personajes un peso humano que no era habitual en la época en que se crearon y que hacía falta para traerlos al público lector actual. No se aparta sustancialmente de los estándares clásicos del álbum europeo, pero consigue insuflar un encanto que seguramente nadie había logrado en la serie desde la época de Franquin.

Como homenaje que —también— pretende ser, en la historia hay unos cuantos guiños al lector: el origen de los pensamientos de la ardilla Spip, o el porqué del sempiterno uniforme rojo. En uno de esos momentos incluso llega a la metaficción cuando varios niños comparan chistosamente al protagonista con Tintín. Afortunadamente, todos estos detalles están muy bien medidos y se engarzan armónicamente dentro de la trama. Tanto es así que, a pesar de haber sido pensado para un one-shot, el argumento permite que la historia continúe, como efectivamente ha hecho el propio autor diez años después: La esperanza pese a todo, para la que están previstas cuatro partes y que supone ya todo un acercamiento a los planteamientos de la novela gráfica.

En un mundo ideal, sería una buena forma de cerrar por todo lo alto la historia de Spirou ochenta años después; en el mundo editorial real, al menos sabemos que la contribución de Bravo marcará un antes y un después en la evolución de este longevo e icónico personaje.


Obra relacionada

Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill

Émile Bravo

(Ponent Mon)

La esperanza pese a todo (primera parte)

Émile Bravo

(Dibbuks)

QRN en Bretzelburg. Edición comentada

Greg y André Franquin

(Dibbuks)

Spirou por Y. Chaland

Yves Chaland

(Dibbuks)

El botones de verde caqui

Yann y Olivier Schwartz (Dibbuks)


CÓMICS ESENCIALES 2019

UN ANUARIO DE ACDCÓMIC, JOT DOWN & GP EDICIONES

Primera edición: junio, 2020

UNA EXPLOSIÓN QUE LO CAMBIÓ TODO Raúl Tudela

Akira Vol.1. Edición original
Katsuhiro Otomo
Japón
Norma Editorial
Rústica con sobrecubierta 360 págs.

Color / Blanco y negro

En diciembre de 1992 una explosión arrasó el centro de Tokyo y fue el origen de la tercera guerra mundial, con la destrucción de muchas ciudades en todo el mundo. Treinta y dos años después, una banda juvenil atraviesa con sus motos a toda velocidad las carreteras prohibidas en torno al epicentro de la primera explosión. En una de sus carreras uno de los motoristas atropella a un extraño niño. Y ahí empiezan las vicisitudes para el líder de la banda, que se verá mezclado en batallas con otras bandas de motoristas, implicado en actividades terroristas por grupos contrarios al Gobierno, y huyendo del ejército, que tiene su propia agenda. Esto solo para empezar, y es que Neo-Tokyo está a punto de explotar.

En diciembre de 1982 aparecen en la Weekly Young Magazine, una revista semanal de la editorial Kodansha, las veintiséis primeras páginas de una aventura que iba a cambiar la historia del manga. Durante ocho años Katsuhiro Otomo desarrolló lo que el tiempo ha convertido en un clásico cyberpunk y que conquistó tanto Oriente como Occidente. Akira es sin duda la obra que abrió la brecha para la inundación del manga que vendría después. Aquí llegó por primera vez en 1990 en una primera edición por Ediciones B, dentro de un consorcio de editoriales europeas, que siguió la adaptación hecha para el mercado norteamericano; las páginas se voltearon para adaptarse al sistema de lectura occidental y venían coloreadas por Steve Oliff, que utilizó técnicas informáticas pioneras en un excelente trabajo supervisado por el propio Otomo, aunque esta adaptación sufrió algún retoque que otro en viñetas y textos. Y la primera traducción, realizada por Enrique Sánchez Abulí, no era directa del japonés. Años después la misma Ediciones B sacaría la versión en tomos y con el blanco y negro original, pero manteniendo el sentido de lectura occidental y la traducción. La edición en seis tomos a color tuvo que esperar a Norma, que en esta ocasión contó con una traducción directa del japonés por María Ferrer, pero la edición japonesa en color venía de la edición americana retraducida. La nueva edición de Norma, la quinta que se hace de Akira en nuestro país, es seguramente la más fidedigna a la obra originalmente publicada; mantiene el sentido de lectura original, en blanco y negro y sin el retoque de viñetas, y la traducción, obra de Marc Bernabé, parte también del original japonés. Hasta los bordes del tomo recuperan el color con el que salieron recopilados en Japón.

Una edición perfecta para adentrarse en la historia de Kaneda, Tetsuo, Kai y el resto de personajes de este gran relato postapocalíptico en un futuro que estamos alcanzando y que quizás no sea tan diferente al que Otomo dibujó. Akira se mantiene igual de fresca que entonces, cualidad inherente a los clásicos de cualquier medio. Otomo fue ambicioso en una obra que tocaba muchos temas y bebía de muchas fuentes destiladas en lo que es un gran thriller lleno de acción, sorpresas y subtramas, tantas como para poder prescindir del supuesto protagonista principal durante algún tomo. Temas locales, como las revoluciones estudiantiles de los sesenta en Japón, la omnipresente sombra de la catástrofe nuclear que asoló Hiroshima y Nagasaki, el control de la población por parte de las élites, la religión, o el nacionalismo están presentes en la historia. Pero Akira es sobretodo una historia sobre la amistad, un tema universal que Otomo supo convertir en un evento de consecuencias apocalípticas. No solo la historia te deja atrapado; los diseños y el dibujo que hicieron volar la cabeza a sus lectores se mantienen brillantes. La moto de Kaneda es todo un icono todavía no superado que sigue influyendo en el diseño de cualquier moto futurista, como el resto de aparatos tecnológicos: coches, tanques, helicópteros, otras máquinas voladoras, el fusil láser. Otomo se lo inventó todo cuando la novedad en nuestras carreteras era el Renault 9. Y la ciudad, la arquitectura de Neo-Tokyo que diseña, es prácticamente otro personaje de Akira. Otro aspecto que no deja de sorprender son todos los recursos del cómic que desarrolló Otomo; capaz de utilizar muestras de los grabados de El Quijote de Gustave Doré para crear nuevas tramas impresionantes, el uso de las líneas cinéticas que no se había visto en Occidente, las estelas de las luces de los coches para dar sensación de velocidad, la elección de planos, y sus transiciones que marcan la acción y de repente esa capacidad de parar el tiempo en una viñeta, utilizando la cámara lenta para acentuar el impacto. Todo en Akira funciona para crear una lectura trepidante.

Diciembre de 1982, apenas unos meses tras el estreno de Blade Runner, meses antes de que Bruce Bethke utilizase el término cyberpunk por primera vez, y dos años antes de que saliera Neuromante de William Gibson. Desde Japón, Otomo puso su piedra para crear lo que sería un nuevo género de ciencia ficción como el cyberpunk. Revolucionó el mundo del manga, y después todo el mundo del cómic occidental. Una historia de magna influencia que no puede faltar en ninguna estantería. Y entremedias también se dedicó a revolucionar el mundo del cine de animación, pero esa es otra historia, o quizás no.


Obra relacionada

La Leyenda de Madre Sarah

Katsuhiro Otomo y Takumi Nagayasu

(Norma Editorial)

Pesadillas

Katsuhiro Otomo

(Norma Editorial)

Antología

Katsuhiro Otomo

(Norma Editorial)

World Apartment Horror

Katsuhiro Otomo y Satoshi Kon

(Planeta Cómic)

La escolta del sultán


Haruka Takachiho, Katsuhiro Otomo y Akihito Takadera

(Planeta Cómic)


CÓMICS ESENCIALES 2019

UN ANUARIO DE ACDCÓMIC, JOT DOWN & GP EDICIONES

Primera edición: junio, 2020

BAJAIMIRA por Juan José Lomas, Montornés del Vallés

 




Primer premio del concurso "Comics a Cornellá" año 1993

Editado por el Ayuntamiento de Cornellá de Llobregat

Impreso en Octubre de 1993





Los libros de Neko: Katsuhiro Otomo (y III)

 




























Los libros de Neko 3- Katsuhiro Otomo

Camaleon Ediciones, año 1998

Barcelona



sábado, 19 de septiembre de 2020

Los cuentos de mis pesadillas

Si dos titanes del cómic como Carlos Trillo y Alberto Breccia se lanzan a recontar los más famosos cuentos, la calidad y originalidad de estos está más que asegurada

JOSÉ LUIS VIDAL

18 Septiembre, 2020

Todos y todas, mayoritariamente en nuestra infancia, hemos conocido las historias protagonizadas por los perdidos hermanos Hansel y Gretel, o la desvalida Cenicienta, la bella Blancanieves o la somnolienta Bella Durmiente. Y cómo no, la peripecia que casi le cuesta la vida a la pizpireta niña de roja caperuza…

Había otra vez… El lado oscuro de los cuentos infantiles

Guion: Carlos Trillo
Dibujo: Alberto Breccia
Tapa dura
64 págs.
14,95 euros
ECC Ediciones

Casi todos nos llegaron en las edulcoradas versiones realizadas por la factoría del sonriente Walt Disney, aunque algunas supieron trasladar bien la parte oscura de algunas de estas narraciones (aún me recuerdo, aterrorizado en el patio de butacas, cuando la temible bruja Maléfica hacía de las suyas en La Bella Durmiente).

Pero claro, si nos detenemos a examinar estos cuentos, sus autores, además de un moraleja, dejaron en muchas ocasiones momentos a los que si se les dan la vuelta, pueden resultar muy diferentes a los narrados en la obra original, mostrando un reverso muy oscuro.

Y es justo aquí donde dos grandes nombres de la historieta sudamericana y mundial, el guionista Carlos Trillo acompañado por el dibujante Alberto Breccia, se lanzan a recrear de manera muy personal ese puñado de cuentos, dándoles a todos un giro cínico, y convirtiéndolos en historias para que volvamos a disfrutarlas, de manera muy diferente, los adultos.

Trillo afila su pluma y nos muestra la crueldad que puede encontrarse, oculta, tras la aparente inocencia de una pareja de niños; cómo una promoción publicitaria puede meter en un embrollo a una pobre muchacha, que de pronto se va a ver sumergida en un mundo hasta entonces desconocido para ella; tomando el papel de presentadores, Trillo y Breccia se burlan de la edulcorada versión del cuento protagonizado por la durmiente joven; un destino oscuro, muy diferente del que ella jamás imaginó, le espera a la muchachita que pasó por las lúbricas manos de un predador, un lobo demasiado humano y, finalmente, la venganza más terrible caerá sobre la obsesiva reina que una y otra vez consultó a un mágico espejo, tal vez demasiado sincero, amenazando la vida de una joven cuyo único pecado fue haber nacido bonita.

Alberto Breccia abandona la oscuridad del blanco y negro y la aguada, poblando sus páginas de color, una original explosión, un collage en el que reconocemos los diferentes materiales utilizados para llevar al papel este puñado de cuentos de manera tan extraordinaria. Sublime.

ECC continúa con la encomiable labor de editar todos este material (El Iguana; Autor; Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!; Buscavidas…) que desde hace ya mucho tiempo no podíamos disfrutar en unas ediciones a la altura de estas geniales obras, lo que es muy de agradecer, tanto por los lectores que las desconocían como por los que crecimos junto a ellas.

Los protagonistas de estas particulares versiones es probable que ni fueran felices ni pudieran comer perdices al final de sus historias…


Malaga Hoy