domingo, 9 de agosto de 2020

ANDRE FRANQUIN LA MANO MAESTRA

 

Hablar de André Franquin es un poco hablar de la historia del tebeo francés. La: industria de los años 50 era diferente a la actual, se funcionaba en torno a las revistas infantiles del momento, los dibujantes colaboraban entre ellos como una peña de amigos, estaban unidos, se comentaban sus trabajos, se echaban una mano cuando alguien se quedaba clavado sin ideas. El resultado final aunque siempre era del autor, contaba con ideas de los demás.

Franquin a través de sus muchos años de navegación por el océano tebeístico, nunca se ha quedado encallado. Su obsesión por la frescura de una historia hace que lo que es en principio un guión claro a seguir, tome rápidamente un giro inesperado. Franquin nunca se queda dormido, en cuanto él no disfruta cambia sin pensarlo dos veces el rumbo del guión. Es un perfeccionista absoluto. Su fanatismo por la veracidad de todo lo que compone el ambiente, hace que para dibujar cualquiera de sus miles de máquinas e inventos que deambulan por sus tebeos estén bastantemente documentados. Es purista hasta la médula. Realiza hasta ocho o nueve croquis de gestos de los personajes para encontrar el que le satisfaga.

Todo esto, más un sentido de la aventura trepidante, y un humor inteligente e incluso ácido y protesten, le ha catapultado como uno de los mejores artesanos del medio.

Hablar de la obra de André Franquin. una obra de 50 años aproximadamente, no es ninguna chiquillada precisamente.

Franquin nace en Bruselas en el año 1924. Después de pasar por un estudio de animación, donde conoce a Morris y a Peyó, comienza su andadura en el terreno del tebeo en la revista Spirou. A Jijé le gustó el estilo de Franquin y es entonces cuando decide hacerle responsable de la serie Spirou. que llevaba 8 años funcionando, desde que Rob-Vel la creara. En 1946 Franquin toma a Spirou en medio de una historia que Jijé había comenzado (Les maisons Prefabriquees). A partir de este momento Franquin será el artífice del impulso del personaje.

André al tomar a Spirou le inyecta de su propia sangre, hace de él un personaje vital, enérgico, con carácter, quitándole el carácter excesivamente romántico que poseía el personaje. Con Fantasio también sucederá lo mismo, el periodista se convertirá cada vez más en un cascarrabias.

Después de realizar varias historias cortas, por fin se lanza hacia las grandes aventuras con el Álbum "Hay un brujo en Champiñac". El camino empezaba a perfilarse para Franquin. En la segunda historia larga (Spirou y los Herederos), André crea a un personaje clave de la serie, el Marsupilami. Este animalito con cuerpo de marsupial, cabeza y piel de leopardo, y con una versátil cola de varios metros, enriqueció extraordinariamente la comicidad de la serie, el simpático personaje aportó un gancho continuo de cara al lector.

Una anécdota curiosa al respecto del Marsupilami, es que la comisión de censura que funcionaba por aquellos años, consideró al animalito muy nocivo para la juventud, porque era absurdo e imaginario.
Increíble pero cierto. Finalmente y afortunadamente el agua no llegó al río y el Marsupilami pudo pasearse tranquilo por las páginas de Spirou. Casos como este no eran un hecho aislado, era el pan de todos los días, y más tarde fue uno de los motivos por los que Franquin abandonó la serie. En aquellos tiempos había que luchar contra este tipo de censura y además contra la del editor, lo que ya es una tarea Hercúlea. 



En 1961, Franquin junto al guionista Greg, crea a uno de los personajes más carismáticos de la serie, se trata de Zorglub. Franquin posee un apasionamiento desmedido por el diseño de máquinas modernas y gadgets, y el personaje le viene como anillo al dedo. "Z como Zorglub" y "La sombra de Z", son el comienzo de lo que iba a ser una serie al gusto de Franquin. Pero a Dupuis, el editor, no le gustó el nuevo enfoque que estaban tomando las aventuras de Spirou y cuando Franquin le muestra las 9 primeras páginas del siguiente álbum con Zorglub, se niega a que continúen con el personaje. Greg y Franquin tienen entonces que, a su pesar, cambiar todo el guión previsto y elaborar otro en torno a esas 9 páginas. El resultado de todo esto fue el álbum "QRN en Bretzelburg".

Las aventuras de Spirou se suceden, surgen personajes secundarios como el conde de Champiñac, el alcalde de Champiñac. Zantafio, etc., que van cobrando importancia y vida propia con más fuerza cada vez.

El mundo imaginario de Spirou respira coherencia, todo está cuidado hasta el mínimo detalle, cada nuevo álbum va recargan do más y más la serie de matices, de detalles de personajes nuevos, de situaciones cómicas al máximo. Es un mundo vivo y fascinante de seguir.

Después de 22 años con Spirou a las espaldas, Franquin comienza a estar cansado, se siente atrapado por Spirou, siente que le ahoga, y decide dejar la serie, cediendo los derechos de todos los personajes creados por él, excepto el Marsupilami, con el cual realizó más tarde múltiples gags e historietas. La serie es recogida entonces por Fournier y después de pasar por varias manos, acaba en las de Tom y Janry, actuales responsables del personaje.

Al margen de Spirou, Franquin realizó otros trabajos y continua en la brecha, pero volvamos por un momento al pasado.

En 1955 Franquin discute con Dupuis. a raíz de esta discusión André decide trabajar para la revista Tintín, creando así la serie "Modeste et Pompón". Esta serie duraría hasta 1959 y contó con la colaboración de Greg como guionista.

Pero fue dos años después, cuando Franquin vuelve a dar en el clavo con la creación del personaje Gastón Lagalfe. Gastón nace como anti-héroe, un verdadero bueno-para-nada, un gafe en potencia, y supone, aunque resulte ahora sorprendente, un caso extraño para el mercado de entonces. Franquin se encariña rápidamente del Personaje, se siente más libre con el gag de una página, y el personaje evoluciona con toda soltura, prueba de ello es que ha realizado más de una veintena de álbumes de Gastón.

En 1977. F. junto a Delponte, deciden crear un suplemento especial para la revista Spirou, un suplemento donde tuvieran plena libertad de acción. Se trata de "Le Trombone Ilustre". Es aquí donde nacen las primeras planchas de "Ideas Negras", en las que Franquin demuestra poseer un humor más ácido, crítico y negro que de costumbre. El suplemento duró 30 semanas. El editor presionó a los autores, según él, algunas historietas eran muy fuertes para los lectores de la época y además económicamente, el suplemento no hacía que la revista vendiese más números. Como resultado de esto, deciden dejarlo. Más tarde Franquin continuó la serie "Ideas Negras" en la revista Fluide Glacial.

Franquin además de dibujante ha trabajado como guionista en colaboración con Delporte para Will en "Isabelle" y para Jannin en "Ames Ringad et la taupe augraphie".

Respecto a la obra de Franquin publicada en España, y centrándonos especialmente en los álbumes de Spirou, hay que decir que la coherencia ha brillado por su ausencia. Editora Mundi, al principio, y Ediciones Júnior, actualmente, han publicado los álbumes en el orden que le ha dado la real gana, sin tener para nada en cuenta el orden original de la serie que es el siguiente: "4 aventuras de Spirou y Fantasio" (1950), "Hay un brujo en Champignac" (1951), "Los sombreros negros" (1952), Spirou y los Herederos" (1952). "Los ladrones del Marsupilami" (1954), "El cuerno del rinoceronte" (1955), "El dictador y el Champiñón" (1956), "La mala cabeza" (1957), "La guarida de la morena" (1957), "Los piratas del silencio" (1958), "La mina y el gorila" (1959), "El nido de los Marsupilamis" (1960), "El viajero del Mesozoico: (1960), "El prisionero de los 7 Budas" (1960) "Z como Zorglub" (1961), "La sombra de Z" (1962), "Spirou y los hombres burbuja' (1964), "QRN en Bretzelburg" (1968), "Un bebé en Champignac" (1969), "Tempo Tabú" (1974).

Con la edición de Gastón Lagaffe se ha seguido prácticamente el mismo criterio, aunque no incluiré el orden por ser menos importante que en el caso anterior.

Por último reseñar que Norma ha publicado 3 álbumes de las aventuras del Marsupilami, y 2 de la serie "Ideas Negras", que pasaron primero por la revista Cairo.

Después de este apretado apartado biográfico, quizás tocaría resaltar la enorme capacidad de Franquin para crear aventuras absorbentes, situaciones cómicas, personajes carismáticos, pero me da la impresión de que Franquin a sus 67 años no tiene ya que demostrar nada a nadie.

Es sin duda, junto a Hergé, uno de los dibujantes más populares y leídos del género, su saber hacer ha creado escuela dentro y fuera de su país. Sin embargo su dominio de la pantomima es una sabiduría química que muy pocos dibujantes han sabido recoger.

La herencia Tebeística de Franquin es una riqueza sin fronteras, posee quizás el secreto de la frescura y calidez del papel en movimiento, y Franquin sigue ampliándola, sigue teniendo un espíritu inquieto, sigue siendo una caja de sorpresas en activo.

J. C. MORA


El Maquinista nº3 Mayo/Junio 1991


The Art of Gundam F91 MAIN CHARACTER


Haruki Kadokawa presents
Newtype 100% collection-18
Mobile Suit Gundam F91













 Kadokawashoten 1991

sábado, 8 de agosto de 2020

Desde la cima

'Mayor' es un libro del autor conocido como Moebius que juega un papel similar al de un diario gráfico y en el que destaca la improvisación

JAVIER FERNÁNDEZ

05 Agosto, 2020 

'Mayor'. Moebius. Norma Editorial. 312 páginas. 20 euros.


A Moebius lo conocí personalmente la primavera que vino a las Jornadas del Cómic de Córdoba (¿cuándo fue aquello, en 1991?). Formaba yo entonces parte de la Asociación Andaluza de Amigos del Cómic, también llamados Tebeonautas, y nos dieron el chivatazo de que el artista andaba de paseo por la ciudad, así que unos cuantos no nos lo pensamos dos veces y nos echamos a la calle en su busca. Nos lo encontramos por la tarde de casualidad en la plaza de las Tendillas, esto es, en pleno centro de Córdoba, tomándose un helado con la familia (igual era un café o algo más fuerte, estoy novelando un poco).

El genio francés hablaba español con acento mexicano, y nos dijo, cuando al fin nos decidimos a abordarlo, que llevaba allí sentado toda la tarde y nadie lo había reconocido. Lo dijo sonriéndose, con un poco de asombro y felicidad, como un divo. Y es que, por aquel entonces, Moebius era lo más parecido a una celebridad dentro del mundo del cómic. Salvando las distancias, venía a ser el Stan Lee europeo (y cuando digo distancias me refiero a que uno era un artista como la copa del pino y el otro un mercachifle, ya saben ustedes quién es quién). Le hicimos mil preguntas, nos firmó unos tebeos, nos dibujó un muñequito que sería luego mascota de la asociación y lo pasamos en grande con nuestro ídolo. De esa misma estancia, guardo el vídeo de una entrevista que le hice, supuestamente para un medio local (en realidad era para la novia del cámara, que no había podido venir a Córdoba a ver la exposición de originales).

Pensando en Moebius, me acuerdo de que otro día, cenando con mi buen amigo Raúl (el de Berlín 1931, Ventanas a Occidente y La tierra sin mal), creo que cuando le organicé la exposición en Cosmopoética, o sea, en 2016, estuvimos hablando de nuestros historietistas favoritos y yo le dije que Crepax (por no decir Raúl) y el me dijo que Moebius, y yo le dije que Moebius no estaba mal, pero que llevaba muchos años sin interesarme y me miró como si le hubiese hablado en chino o le hubiera mentado a la madre. Y bueno, llegué a casa y le di una vuelta al montón de álbumes y libros de ilustraciones que tengo del dibujante y me vino un sudor frío. ¿Por qué había dejado de leerlo? Ese tío era un puto genio. Y desde entonces, he completado mi colección de Blueberry, he releído lo esencial, he llenado los huecos, he saboreado su grandioso Inside Moebius y me he agenciado dos catálogos monumentales, uno francés y otro alemán, que me han hecho disfrutar como ninguna otra cosa en estos últimos años.

Y ahora le ha tocado el turno a Mayor, esta especie de diario gráfico del último Moebius, una oda a la libertad y la imaginación, una maravilla improvisada que nos devuelve al artista juguetón, rabioso e incontenible de El garaje hermético o la citada Inside Moebius. Libros como éste, que se citan en segundo lugar al hablar del dibujante, demuestran que Moebius no sólo fue el mejor, sino que lo fue siempre, en cualquiera de sus encarnaciones. Su obra mira al resto desde la cima.


Malaga Hoy


Más allá del límite

JAVIER FERNÁNDEZ

05 Agosto, 2020

'The Book of Schuiten'. François Schuiten, Benoît Peeters. Norma Editorial. 152 páginas. 35 euros.


Para completar una página que abre Moebius no vale cualquiera, hace falta un artista de los de verdad. Y como quiera que me había dispuesto hacerles unas recomendaciones del fondo de Norma, que es quien nos viene sirviendo a Moebius desde finales de los 80, se me ha ocurrido rescatar The Book of Schuiten para que el nivel no decaiga (y por aquello de que Moebius también tiene una pila de libros de ilustraciones en su haber). Si usted no sabe quién es François Schuiten, hágase un favor y vaya a la librería de cómics más cercana en busca de lo que sea que tengan de él, especialmente de la serie Las ciudades oscuras, escrita por Benoît Peeters (si es otra cosa también sirve). Si ya lo conoce, y no las tiene, le recomiendo que eche un vistazo a las reediciones suyas que han venido saliendo últimamente, pues son deliciosas. No tiene pérdida, está todo editado por Norma.

A mí me gusta de principio a fin, pero, de Las ciudades oscuras, le tengo un especial cariño a La fiebre de Urbicande, ganadora del premio al mejor álbum en el festival de cómic de Angoulême en 1985, y La torre, una historia atmosférica y misteriosa que parece sacada de un libro de Borges o de Calvino; y del resto, no deja de asombrarme la serie Las tierras huecas, realizada con su hermano Luc, especialmente la fantasía especular de Nogegon.

Schuiten ha tenido el buen ojo de asociarse con excelentes escritores (en solitario tampoco lo hace del todo mal), aunque si hay un protagonista en sus tebeos, por sólidos que sean los guiones, es el dibujo. Y puestos a deleitarse la vista con las imágenes de uno de los mejores dibujantes de la historia del cómic, tenemos esa miniatura (metafóricamente hablando) que es El archivista y este The Book of Schuiten, un impresionante recorrido por su obra (ilustraciones, bocetos, obras inéditas, diseños para decorados, etcétera), según selección de quien mejor lo conoce, el propio Peeters. Virtuoso y visionario, Schuiten viaja más allá de los límites conocidos y nos trae noticias de otro mundo. Impresionante.


Malaga Hoy



Una lectura sólida

JAVIER FERNÁNDEZ

05 Agosto, 2020

'Marshal Blueberry'. J. Giraud, W. Vance, M. Rouge. Norma. 144 págs. 28 euros.


Ahora que ha terminado la reedición integral de Blueberry por parte de Norma Editorial, es un buen momento para recordar que sigue en librerías otro volumen integral relacionado con la serie, el que compila los tres álbumes del spin-off Marshal Blueberry: Por orden de Washington (1991), Misión Sherman (1993) y Frontera sangrienta (2000). Escritos todos por el propio Jean Giraud, los dos primeros fueron dibujados nada menos que por William Vance, el célebre artista de XIII, aunque diferencias creativas y editoriales mandaron el proyecto al limbo hasta que lo retomó Michel Rouge. El proyecto fue recibido con tibieza por unos aficionados poco dispuestos a aceptar un grafismo tan personal como el de Vance, pero, superados hoy los prejuicios, Marshal Blueberry se revela como una lectura sólida y entretenida; más aún, en esta fenomenal edición.


Malaga Hoy


Retrato de un prisionero

JAVIER FERNÁNDEZ

05 Agosto, 2020 


'Yo, René Tardi. Prisionero de guerra en Stalag IIB: 2. Mi regreso a Francia'. J. Tardi. Norma. 192 págs. 24 euros.


En una bibliografía repleta de obras maestras como es la del francés Jacques Tardi, la trilogía Yo, René Tardi. Prisionero de guerra en Stalag IIB impresiona por lo ambicioso del proyecto y por la implicación personal del autor, que narra aquí la historia de su propio padre como prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Estos álbumes, imprescindibles como documento y realmente emocionantes, se suman a otros tebeos bélicos (mejor dicho, antibelicistas) como La guerra de trincheras, El último asalto o ¡Puta guerra!, con los que Tardi se ha convertido en un auténtico referente del género, seguramente el que más y mejor nos ha acercado a los horrores (sobre todo) de la Primera Guerra Mundial.


Malaga Hoy



El Nikola Tesla barcelonés

'Los grandes inventos de TBO' (1943), de Ramón Sabatés, fue una sección presentada por el ficticio profesor danés Franz de Copenhague, cuyos proyectos funcionaban aun siendo absurdos

GERARDO MACÍAS

05 Agosto, 2020


'Los grandes inventos del TBO'. Guion y dibujos: Ramón Sabatés. Ediciones B, 2017.


Nikola Tesla (Smiljan, 1856-Nueva York, 1943) fue un ingeniero eléctrico, mecánico y físico croata que afirmó: "No creo que haya emoción más intensa para un inventor que ver sus creaciones funcionando".

Las palabras de Nikola Tesla parecen definir a Ramón Sabatés (Llinás del Vallés, 1915-San Justo Desvern, 2003), historietista español activo durante siete décadas. Comenzó sus estudios en 1921 en el Colegio La Salle, donde se graduó como perito mecánico. En 1930, un amigo de la familia le enseñó los fundamentos de la pintura. Poco después, inició su carrera humorística en Cholito, seguida en 1932 de las revistas Pocholo y Jordi. En 1934, publicó por vez primera en la revista TBO, y en 1935 trabajó para la futura Bruguera, y en el suplemento infantil Mapamundi del diario barcelonés El Día Gráfico. En los 40, colabora en tebeos de Bruguera, Gerpla, Valenciana y Toray, y en libros infantiles de editoriales italianas. Antes de la Guerra Civil Española, hizo exposiciones en Barcelona y una en París en 1935, con su padre, Ramón Sabatés y Malla. Su hija, María de los Ángeles Sabatés (Barcelona, 1947), también dibujante, creó la serie Maribel en TBO.

En 1941, realiza cuadernillos monográficos, tanto de dibujo humorístico como realista. En 1943, retomó su relación profesional con TBO, que duraría hasta el final de la revista, aunque lo más recordado fue cuando en los 60 Sabatés se hizo cargo de una famosa sección: Los grandes inventos de TBO, que, se suponía, eran creación de un sabio danés bajito, calvo y de grandes gafas llamado Profesor Franz de Copenhague, creado por Joaquim Buïgas. Por esta sección ya habían pasado 11 dibujantes cuando se la encargaron a Ramón Sabatés, pero su larga etapa tuvo dos particularidades: por un lado, los títulos de los inventos eran, en su mayoría, sugeridos por su esposa, Enriqueta Hernáez; por otro lado, Ramón probaba cada invento, y al ser perito mecánico, tenía la certeza de que funcionaban, aunque fuesen absurdos. A alguno de estos inventos se le dio uso habitual, como a los melones cuadrados, con forma de cajas para embalaje. Llegó a dibujar más de 1.000 inventos. Otra serie suya en la revista, aparecida en 1973, fue Casimiro Noteví, agente del TBI.

Para Editorial Bruguera realizó, en formato de cuadernillos, la serie El capitán Microbio en 1944. En 1947 colaboró en el semanario Pulgarcito, creando la serie Sindulfo Sindetikon (1948). Ese año publicó, en Pocholo, las series El abuelo y La familia Tragaperas. En 1949, creó, para la revista Trampolín, la serie La familia Sulfamida. En Florita dibujó las aventuras de Pepe el Gitanillo. Colaboró con revistas como Jaimito, Tío Vivo, Nicolás, Lupita y Paseo Infantil.

Sabatés colaboró también con algunos diarios. Desde 1960 publicó en La Vanguardia una viñeta diaria y, desde 1989, en El Periódico de Cataluña, compaginando con su colaboración en TV3 y la revista Montsalvat, para la que realizaba parodias de divos de la ópera.

Tras cerrar la revista TBO primigenia, y vender a Editorial Bruguera todas las marcas y el fondo de originales que acumulaba desde 1917, el antiguo editor de TBO vendió algunos originales sustraídos del archivo de la revista, entre ellos, también de Sabatés. Una venta realizada para lucro personal y de la que no recibieron ni una peseta los autores de las historietas vendidas.

En 1988 vino el TBO de Bruguera, y más tarde el de Ediciones B, que aprovecharon páginas originales del viejo TBO. Ediciones B incluyó un encarte central con historietas de archivo, entre ellas también las de Ramón Sabatés, que se encontró publicando nuevas páginas de historietas, realizadas por encargo, y viejas historietas, por cuya reedición no cobró nada.

En 2001, el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Barcelona, tal vez influido por el hecho de que Ramón Sabatés tuviese estudios de perito mecánico, le procuró al historietista una ayuda económica de dos millones de pesetas, al mismo tiempo que emprendió acciones encaminadas a evitar que la obra de Sabatés se dispersase. Fruto de estas acciones, algunos inventos e historietas de Sabatés están expuestos en el Museo de Ideas e Inventos de Barcelona y en el Museo del Juguete de Cataluña, situado en Figueras.


Malaga Hoy