martes, 22 de enero de 2019

KAFRE por Das Pastoras/ Abulí (II)







El Jueves Nº857, 27 octubre/2 noviembre 1993





El Jueves Nº864 18/21 diciembre 1993





El Jueves Nº 871 2/8 febrero 1994



El Jueves Nº 883 27 abril 3 mayo 1993



El Jueves Nº 922 23/30 enero 1995



El Jueves Nº 930 22/28 marzo 1995



El Jueves Nº 1071 3/9 diciembre 1997



El Jueves Nº 1108 19/25 agosto 1998




Mondo Sonoro: Los mejores cómics nacionales de 2018


Texto: Octavio Botana | 28 diciembre, 2018

Agujeros negros… luces brillantes

Es más que palmario que la factura nacional de este año ha sido asombrosa y nada hemos de envidiar a lo que se hace fuera de nuestras fronteras. Han triunfado pesos pesados con grandes obras (Paco Roca y Max publicando a final de año dos tebeos que serán longsellers), nombres semidesconocidos (Diego Corbalán, María Medem) y nuestros clásicos (Monteys, Danide-Pastor, Kim, Duran-Giner Bou-Ballester), que siguen acaparando las mesas de novedades con cómics imperecederos, demostrando una vez más la buena salud del noveno arte patrio.

Mención especial al rara avis Borja González, que con The Black Holes, maravillosa ensoñación con dosis perfectas de punk y sci-fi (se habla de ciencia-ficción emocional) ha logrado convencer al gran público y ya se lo están rifando para publicar en medio mundo. Bravo por él y ese futuro-pasado que tan bien sabe retratar.

Ah, pero se quedaron fuera de nuestro top excelentes cómics de artistas como Lorenzo Montatore, Mamen Moreu, Alfonso Zapico, Daniel Torres, El Torres & Fran Galán o Altarriba & Keko, todos ellos imprescindibles en cualquier estantería que se precie.




1.- The Black Holes – Borja Gonzalez
Reservoir Books

Si con La reina orquídea (16) se asentaban los cimientos de lo que intentaba construir al dibujante y guionista Borja González, en su imaginativo The Black Holes, el autor abraza abiertamente las formas y esencias de un proyecto creativo que tiene tanto de exploración de nuevos territorios como de autodescubrimiento.


2.- ¡Universo! – Albert Monteys
Astiberri
Tras sorprendernos en su edición digital vía Panel Syndicate (échenle una visita, por favor) y estar nominado a los Eisner del año pasado, ¡Universo! merecía ya su traslado al papel consolidando su posición en la actualidad. Ciencia ficción y humor se entremezclan, sumándose además como virtud el mejor dibujo que haya creado Monteys hasta la fecha. Diversión asegurada.


3.- Máculas – Jordi Pastor y Danide
Spaceman Project
Pastor y Danide nos dejan sin palabras tanto narrativamente como con los espectaculares dibujos. Máculas es un cómic que trata de las historia del superhéroe Dott Spot y de sus creadores cuya relación va unida viñeta tras viñeta y página tras página a un ritmo tan trepidante que te hacen sumergir en una espectacular aventura.


4.- El tesoro del cisne negro – Paco Roca y Guillermo Corral van Damme
Astiberri
Basado en un caso real en el que Corral jugó un papel importante, en El tesoro del cisne negro hay aventura, corrupción, conflictos diplomáticos y política internacional combinados en las dosis justas y adecuadas. Su mayor logro es, al margen de que se lea con fruición, que Paco Roca ha encontrado a un excelente compañero de viaje.


5.- Rey Carbón – Max
La Cúpula
Con dos personajes nacidos de la verborrea filosófica de Vapor (2012), Max construye una compleja epopeya muda que nace con el hilo de la historia, la línea de la viñeta o ese contorno (filum en latín) que uno de los personajes descubre en la pared de una cueva y que dibuja intensamente. Un cómic absorbente, tan minimalista como complicado.


6.- Cenit – Maria Medem
Apa Apa
María Medem se ha perdido en paisajes que podrían ser del fotógrafo Harry Gruyaert o del pintor De Chirico; ha soltado a Vladimir y Estragón de Samuel Beckett y ha volcado una paleta de colores ciertamente sugerentes que hacen pensar en el trabajo de Cynthia Alfonso. La posición del sol es importante y la coda de cada capítulo también (¡qué dobles páginas más tremendas!).


7.- Pulse enter para continuar – Ana Galvañ
Apa-Apa
Pulse enter para continuar es la primera obra larga de una Ana Galvañ con muchas horas de vuelo en relatos cortos y diversas antologías. Una celebración del desasosiego y la alienación que no hace más que reforzar a la autora como una de las voces más interesantes del cómic de los últimos años.


8.- El método gemini – Magius
Autsaider
Bienvenidos a la tortuosa vida de Mike Dioguardi, aprendiz de carnicero que entra en la mafia y consigue hacerse un lugar en el mundo de los negocios. Con un imaginario cinematográfico del que Magius (Diego Corbalán, Murcia, 1981) no puede ni quiere esconderse, este sangriento cómic te deja seco el cerebro página a página, sin concesiones ni respiro, con un ritmo y un desparpajo que ya quisieran muchos. Demencialmente bueno.



9.- Nieve en los bolsillos – Kim
Norma Editorial
No os fiéis de las películas de Alfredo Landa y su visión cateta del inmigrante español en la Alemania de los años sesenta. Aquí está Kim, un imprescindible de la historieta española, que retrata en clave personal lo que le ocurrió a él en ese viaje-escapada del franquismo a la Europa necesitada de mano de obra barata. Crónica real, relato verité, llamadlo como queráis, pero leedlo.


10.- El día 3 – Cristina Durán, Miguel A. Giner Bou y Laura Ballester
Astiberri
A partir de testimonios directos y documentación, Cristina Durán, Miguel Angel Giner y la periodista Laura Ballester reconstruyen con precisión y cariño la lucha de los familiares y víctimas del accidente de metro en Valencia de 2006 en busca de justicia y responsabilidades entre los políticos de la época y los directivos de Metro de Valencia.



Mondo Sonoro: Comics


Mondo Sonoro: Los mejores cómics internacionales de 2018


Texto: Red | 27 noviembre, 2018

Lo que más me gusta son los cómics

Se lo diré sin rodeos ni tapujos. Desde el mismo momento en que se anunció su publicación en español, ya teníamos claro que “Lo que más me gusta son los monstruos” iba a ser uno de los más firmes candidatos a mejor cómic internacional de este año. Y así lo ha sido. No ha habido expectativas rotas o decepción. El trabajo de Emil Ferris es fantástico y ya estamos esperando su continuación. Pero que sus logros no eclipsen a otras obras maestras como “The Private Eye” –con dibujante español-, “La tierra de los hijos” o la maxiserie “Mr. Milagro”.

Lo que nos sabe peor es que, aunque nos encantan todos los títulos incluidos, se hayan quedado fuera obras tan atractivas como “Martha y Alan“, “La Patrulla X Original”, “Pescadores de media noche”, “Una mujer de la era Shôwa“, “En la cocina con Kafka”, “El vagabundo del manga”, “La danza de los muertos”, “Esclavos del trabajo”, “Monstress”, “Hip Hop Family Tree“, “Atelier Of Witch Hat” y tantos otros, sin contar reediciones. Lo que mejor, es que por mucho que hayamos leído, sabemos que nos queda mucho por leer y sobre todo mucho por disfrutar. Joan S. Luna


1. “Lo que más me gusta son los monstruos” – Emil Ferris
Reservoir Books
Emil Ferris firma una historia compleja y que toma caminos diversos a través del diario de Karen Reyes, una niña-lobo de diez años extraña, inteligente y que se ve sumergida en una historia detectivesca salpicada por sus pasiones y aficiones. Personajes muy bien definidos y unas páginas siempre libres y francamente imaginativas. Joan S. Luna


2. “The Private Eye” – Brian K. Vaughan/Marcos Martín
Panel Syndicate/Gigamesh
Ya sabíamos que el noir y la ciencia-ficción distópica casan bien y ahora sabemos que el cómic nacido en Internet (vía Panel Syndicate) también puede contar con excelentes ediciones en papel. Gigamesh publica en formato apaisado y con extras esta adictiva e imprescindible obra que firman el norteamericano Brian K. Vaughan y el español Marcos Martín. Martí Viladot


3. “La tierra de los hijos” – Gipi
Salamandra
El italiano Gipi vuelve a conquistarnos con una obra sobre los lazos familiares cuando ya no nos queda otra cosa en el mundo. Un cómic post-apocalíptico cuyo mensaje bien puede aplicarse perfectamente a la sociedad actual: Evitar la inmundicia de lo que nos rodea e intentar aferrarnos a los sueños, crecer curtidos para que no puedan con nosotros. Triste, pero rotundo. Joan S. Luna


4. “Mr. Milagro” – Tom King y Mitch Gerards
ECC Ediciones
Mientras conduce al Hombre Murciélago hacía al altar, el guionista Tom King realiza su truco escapista mortal con una maxiserie de doce números a mayor gloria de las criaturas creadas por Jack Kirby en los setenta. Un cómic excelente con un dibujante en estado de gracia, Mitch Gerards, y una historia absorbente sobre guerras siderales y paternidad. Manu González


5. “Andy. Una fábula real” – Typex
Reservoir Books
¡Menudo regalo pop se ha sacado de la manga el señor Typex!
Con un peso de casi dos kilos y una paginación espectacular trufada de colores que ni sabías que existían, estás ante una aproximación certera y bien contextualizada de la vida y obra del artista más grande del siglo XX: Andy Warhol. Diez capítulos que son oro, irreverencia y sensualidad. Octavio Botana


6. “Röhner” – Max Baitinger
Fulgencio Pimentel
Es dudoso que el humor figurase en las primeras posiciones de un listado de principales exportaciones alemanas, y es por ello que este Röhner de Max Baitinger se antoja más paladeable. Con un dibujo en riguroso blanco y negro dotado de una ejecución y composición delirantemente bonitas, Baitinger convierte una anécdota doméstica en pura fantasía. Alex Serrano


7. “Catarsis” – Moto Hagio
Tomodomo
Sin duda una de las autoras indispensables del universo manga. Esta compilación de casi quinientas páginas resume buena parte de la carrera de la japonesa (desde inicios de los setenta hasta finales de los noventa). Más de una docena de relatos que van del drama a la ciencia ficción y que se abren con el crudo, poético e imprescindible “Mitad”. Joan S. Luna


8. “El principe y la modista” – Jen Wang
Sapristi
Jen Wang (co-autora de la no menos recomendable En la vida real) firma esta premiada obra para todos los públicos en la que los buenos sentimientos y la comprensión ayudan a Sebastian (el príncipe) y a Frances (la modista) a superar todas las barreras que se levantan frente a ellos en relación con la identidad, la clase social, los prejuicios y las dudas. Joan S. Luna


9. “Berlín, ciudad de luz” – Jason Lutes
Astiberri
Jason Lutes pone punto y final a su ambiciosa radiografía de la sociedad berlinesa durante la República de Weimar y la consolidación del partido nazi. Ciudad de luz cierra las quinientas páginas dedicadas a los claroscuros de una generación que vivió aquellos años convulsos en Berlín convirtiéndose en una obra tan necesaria como el Maus de Art Spiegelman. Manu González


10. “Un verano diabolik”- Alexandre Clérisse/Thierry Smolderen
Norma
Estamos en 1967 durante las vacaciones de un adolescente rodeado de hombres que juegan al tenis y escuchan a Gainsbourg. De repente todo gira y la trama revierte en un auténtico polar pop, puro género negro con tratamiento cromático brillante. Si además viene respaldado por el Premio al Mejor Album de género negro en Angouleme y el Prix BD Fnac, puedes ir haciéndole un hueco privilegiado en tu estantería. Octavio Botana



Mondo Sonoro: Comics



lunes, 21 de enero de 2019

KAFRE por Das Pastoras / Abulí (I)








El Jueves Nº 811 7/13 Julio 1993



El Jueves Nº839 23/29 Junio 1993



El Jueves Nº840 3 junio/6 julio 1993



El Jueves Nº842 14/20 julio 1993





El Jueves Nº843 21/27 julio 1993




El Jueves Nº844 28 julio 3 agosto 1993




El Jueves Nº 852 22/28 septiembre 1993

domingo, 20 de enero de 2019

1929, el año de dos cracs del cómic

Hace ahora 90 años, y con una semana de diferencia, nacieron los personajes de Tintín y Popeye. Ambos trascendieron el tebeo para convertirse en iconos populares del siglo XX

ÁLVARO PONS
Valencia 10 ENE 2019

Popeye el Marino. CORDON PRESS

Este año plagado de aniversarios en el mundo del cómic —Batman, que llega a octogenario; Astérix, un jovenzuelo de 60 años o nuestro Guerrero del Antifaz, que cumple 75— comienza con la conmemoración del nacimiento de dos personajes que comparten edad y estatus de iconos de la cultura popular: los archifamosos Tintín y Popeye. Ambos nacieron hace nueve décadas, en 1929, el año del crac, que quedó asociado en la historia al inicio de la Gran Depresión y que, sin embargo, arrancó con estos dos hitos fundacionales del noveno arte como supremo arte de la gran evasión.

La creación de Hergé comenzó a publicarse en las páginas de Le Petit Vingtième el 10 de enero de 1929. El joven y pizpireto reportero de flequillo indomable, irrenunciables bombachos y fiel fox terrier Milú iniciaba sus aventuras con El país de los Soviets, una visión ingenua de la Unión Soviética, muy influenciada por el anticomunismo del abate Wallez, director de la publicación y declarado admirador de Mussolini. Un “pecado de juventud” como el autor remarcó muchas veces, pero que tuvo un éxito brutal pese al todavía tosco estilo del joven dibujante, muy influenciado por el elegante trazo de fina línea de dibujantes como George McManus o Alain Saint-Ogan.

Tintín nacía como evolución natural del anterior personaje de Hergé, el boy scout Totor, pero empapado por la actualidad al seguir modelos de intrépidos reporteros como Robert Sexé, que acababa de dar la vuelta al mundo en moto, o del joven danés Palle Huld, un quinceañero pelirrojo de pantalones bombachos que había emulado a Phileas Fogg, pero reduciendo el trayecto a solo 44 días. Tintín se convirtió pronto en un icono de la cultura francobelga, instaurando todo un estilo gráfico y narrativo. Aunque la mayoría de los álbumes fueron publicados antes de los años cincuenta (el último, inacabado, se editó en 1986), la creación de Hergé trascendió por completo el cómic, adaptándose al cine (con una de las películas rodada en parte en la Comunidad Valenciana, Tintín y el misterio de las naranjas azules), a dibujos animados y creando toda una cultura del merchandising a su alrededor, tan referencial y reconocible como lucrativa. Pese a las muchas polémicas que siempre envolvieron al personaje y a su creador, en muchos casos con acusaciones que olvidaban el contexto histórico de su producción, Tintín se erigió en referente absoluto de todo un estilo de hacer cómics e ilustración, que el dibujante Joost Swarte bautizó como línea clara. Aunque Hergé comentó en muchas entrevistas que no quería que su creación sobreviviera a su creador (como ha ocurrido con la mayoría de los clásicos del cómic francobelga, de Spirou a Astérix), se elucubra con que antes de 2052, año en que el personaje pasaría al dominio público, la controvertida compañía Moulinsart, gestora de los derechos de Hergé, no dudará en relanzar al joven reportero, para alegría de muchos y horror de otros. Lo que no cabe duda es que, 90 años después, Tintín mantiene su magia, y su dinámica narrativa visual sigue siendo ejemplo para nuevos autores.



Portada de la primera publicación protagonizada por Tintín en 1929.
Apenas una semana después, el 17 de enero de 1929, las viñetas de la tira diaria Thimble Theatre, de E. C. Segar (iniciada 10 años antes y protagonizada por los hermanos Castor y Olive Oyl, conocida en España como Rosario), presentaban un particular y estrambótico personaje: un marino tuerto, de eterna pipa y musculosos antebrazos que, ante la pregunta del protagonista sobre si era marino, respondía con sorna: “Ja think I’m a cowboy?” (¿Crees que soy un vaquero?). El personaje tuvo tanta aceptación que pronto la serie pasó a llamarse Thimble Theatre Starring Popeye, adueñándose de las aventuras de la tira y dando casi de inmediato el salto a los dibujos animados, de la mano de uno de los grandes genios de la animación, Max Fleischer, que lo incluyó como personaje de los episodios de Betty Boop. De nuevo, el marino monopolizó las aventuras y se convirtió en una estrella que reclamaba su serie propia, Popeye the Sailor, que se prolongó durante más de 200 episodios. Entre las características más famosas de Popeye están su increíble fuerza y su invulnerabilidad, por las que muchos teóricos lo consideran como uno de los fundadores del género de superhéroes. Curiosamente, en sus inicios, los poderes del marinero tuerto tenían un origen bien distinto: nacían de haber frotado la cabeza de la gallina mágica Bernice. Pero el gobierno estadounidense aprovechó el éxito del personaje para promover el consumo de espinacas durante la Gran Depresión (a las que erróneamente se les había asignado un increíble contenido en hierro), introduciendo la ingesta de estas verduras como la razón de la increíble fuerza de Popeye.

La campaña fue un éxito sin precedentes y la figura de Popeye abriendo su lata de espinacas se convirtió en un icono de la cultura americana, que llegó a tener incluso su propio serial radiofónico, lo que le certifica como uno de los primeros fenómenos transmedia. Segar firmó aventuras maravillosas del personaje, casi delirantes, pero siempre con un poso de denuncia y crítica social que se insinuaba gracias al sentido común (y algo de cinismo) del famoso marino. La serie fue tan conocida que muchos de sus personajes forman parte de la cultura comercial americana: el glotón Wimpy dio nombre a una de las cadenas de hamburgueserías más importantes del país; mientras que el fantástico Eugene el Jeep, una mascota de increíbles poderes, inspiró el nombre de los famosos todoterrenos militares.

El mes de enero de 1929 fue pródigo para el cómic de EE UU: a la serie de Segar hay que añadir el inicio de las adaptaciones al tebeo de series de la literatura popular tan famosas como Buck Rogers o Tarzán, que aportaron nuevos géneros al cómic que luego se reconvirtieron en necesarios espacios de evasión y exotismo escapista durante la depresión.

Tintín y Popeye lograron traspasar las viñetas para alzarse en parte fundamental de la imaginería del siglo XX, iconos reconocibles de una cultura popular construida alrededor del noveno arte.


Una viñeta de Popeye de 1929.



El Pais