viernes, 14 de julio de 2017

Superman contra Ulises

JAVIER FERNÁNDEZ
12 Julio, 2017


'Superman: Los hombres del mañana'. Geoff Johns, John Romita Jr.ECC. 256 páginas. 25 euros.


Entre sus últimas novedades, ECC nos ofrece dos títulos notables del pasado más reciente de Superman, ideales para los que quieran conocer la evolución del personaje en el siglo XXI.

El primero de ellos, siguiendo el orden cronológico de la edición original, es Con los pies en la tierra, volumen de la colección Grandes autores de Superman que recopila el arco argumental ideado por J. M. Straczynski, más conocido por su trabajo televisivo en Babylon 5 o por haber firmado el guión de El intercambio, la película de Clint Eastwood. Straczynski es un amante confeso del personaje de Superman, al que ha retratado en diversas ocasiones, como en la serie de novelas gráficas Superman: Tierra Uno. Publicado en los números 700 a 711, 713 y 714 de Superman (2010-2011), Con los pies en la tierra nos presenta a un héroe preocupado por haberse desentendido de los problemas de la gente normal durante la larga saga Nuevo Krypton. Tal como indica el título, Superman pone los pies en la tierra y camina por Estados Unidos para conectar con sus conciudadanos y reflexionar sobre su lugar en el mundo. El dibujante Eddy Barrows firmó la mayoría de episodios, y el también guionista Chris Roberson ayudó a rematar el asunto cuando Straczynski se vio desbordado precisamente por la escritura de Superman: Tierra Uno.

Por otra parte, Superman: Los hombres del mañana presenta la reunión de dos nombres propios del género: Geoff Johns y John Romita Jr., artista este último identificado con Marvel durante décadas y que debuta en DC nada menos que dibujando al Hombre de Acero. Van los números 32 a 39 de Superman (2014-15), pertenecientes a la continuidad de los Nuevos 52, con algunos bocetos y un montón de portadas alternativas. Como no podía ser de otro modo, Johns y Romita Jr. ofrecen un espectáculo vibrante y fastuoso en el que Superman se enfrenta a Ulises, un niño humano que fue enviado a otra dimensión por sus padres, convencidos de que la destrucción del mundo era inminente, y regresa ya adulto y todopoderoso. Para no perdérselo.


Malaga Hoy

Una obra entrañable

JAVIER FERNÁNDEZ
12 Julio, 2017


'La boda de Superman'. VV. AA. ECC. 192 páginas. 19,50 euros.

A finales de 1996, apenas cuatro años después de matar al personaje, los editores de Superman decidieron que era hora de darle una alegría al héroe y resolvieron su eterna tensión amorosa con Lois Lane en la boda del siglo. Lo hicieron con un especial de 100 páginas escrito y dibujado por una larga sucesión de nombres emblemáticos, desde Curt Swan hasta Dan Jurgens, pasando por Al Plastino, Jim Mooney o John Byrne. Siendo desigual, el resultado es entrañable y marca un hito en la larga trayectoria del Hombre de Acero. La edición de ECC contiene el especial Superman: The Wedding Album más los números 118 de Superman, 541 de Adventures of Superman, 728 de Action Comics y 63 de Superman: Man of Steel, relacionados con la trama.


Malaga Hoy

jueves, 13 de julio de 2017

Escribir con luz


POR USE LAHOZ

Arquitectura, salsa, memoria, escasez y fotografía se dan citan en la Fundación Cartier de París, espléndido edificio proyectado por Jean Nouvel y museo amable con el arte de los márgenes. La exposición Cali Clair-obscur (hasta el 5 de junio) es la primera retrospectiva que se le dedica en Europa a Fernell Franco (1942-2006), figura mayor de la fotografía latinoamericana.

Natural de Versalles, pequeño pueblo del Valle del Cauca, la "época de la violencia" (iniciada tras el Bogotazo, entre 1948 y 1958) obligó a su familia a emigrar a la ciudad. Pasó su adolescencia en Cali, donde se formó trabajando como mensajero de un laboratorio de fotografía, en sus desplazamientos al puerto de Buenaventura -esa entrada del Pacífico donde se mezclaban marineros gringos, fiestas y canciones de Celia Cruz- y colándose en el cine para empaparse de películas mexicanas de Buñuel y, sobre todo, de neorrealismo italiano, cuya franqueza educó su encuadre. Autodidacta, la calle y las urgencias fueron su escuela. Quizás por eso fue un fotógrafo sensible a la injusticia social.

Fotografía de la serie Billares, 1985, de Fernell Franco, que se expone en la muestra Cali Clair-obscur en la Fundación Cartier de París.

Maduró en la burbujeante Cali de los años setenta, donde convivió con talentosos jóvenes como los cineastas Luis Ospina o Carlos Mayólo, culpables de rarezas de culto como Oiga vea o Agarrando pueblo, y el escritor Andrés Caicedo, autor de la novela ¡Que viva la música!, cuyo espíritu, entre la dicha y los excesos, tan bien se acopla a esta exposición.

Los comisarios han concentrado fotografías de las series más intensas y personales de Fernell Franco, como Prostitutas, Amarrados, Billares, Pacífico o Demoliciones. Algunas se ambientan con salsa: ritmos de Piper Pimienta, Héctor Lavoe o Ray Barretto. El claro de la música y lo oscuro de las imágenes recrean un ambiente que enfrenta la sordidez y la luminosidad. Las ropas tendidas, las bicicletas como extensión de la persona, los edificios derruidos, los paisajes portuarios, la soledad de los billares, el color popular fueron blanco de la Leica de Fernell Franco.

Me reúno en París con Leanne Sacramone, comisaria asociada de la exposición. "Me fascinó Amarrados, por su expresividad y porque en ella pelean la vida y la muerte, la luz y la sombra, los desplazamientos por la violencia de entonces, allí, y de ahora, aquí", dice. "Y lo mismo ocurre con Demoliciones, porque a través de la pérdida de nuestra historia arquitectónica, Franco equipara la violencia entre los hombres con la violencia contra los edificios". Al respecto, Franco solía decir: "La muerte está en todas partes. Por eso la vida hay que vivirla con arte; el arte ayuda a respirar mejor".

La inestabilidad, las alteraciones de la ciudad, el misterio, fueron debilidades de Franco: fotógrafo del deterioro (de Cali) contra el deterioro (de Latinoamérica) y conservador de la memoria arquitectónica. Nunca pudo vivir de su arte, sino de la publicidad, del marketing y de varias publicaciones. Por eso resulta curioso, y estimulante, que un edificio tan arraigado en el tejido urbano, y a la vez tan preciso con las estructuras, las transparencias y en su relación con la naturaleza como este de Nouvel, patrocinado por un icono del lujo, albergue un manojo de muros corroídos por el tiempo y tanta ausencia de ostentación.

Acudo a la comisaria colombiana de la exposición, María Wills, que destaca "la mirada poética de la decadencia y de la violencia, tratadas por Fernell como metáforas, con técnicas y procesos formales. Él rompe las fotos, las deja sin fijar, trabaja collages, las interviene con tintas y aerógrafos. Sus procesos desacralizan la fotografía objetiva documental para ser fotografía plástica en toda su potencia".

El también fotógrafo Óscar Muñoz recrea en la instalación El principio de la empatia el ambiente del trabajo cotidiano de Franco. En el documental dirigido por Óscar Campo y María Clara Borrero que complementa la visita, él mismo lo deja claro: "Para mí, fotografiar es escribir con luz".




 El Pais Semanal Nº 2.059 13 de marzo de 2016

miércoles, 12 de julio de 2017

Y los dibujantes rescataron la palabra

 HÉCTOR MÁRQUEZ  |  MERCURIO 192 · - JUNIO-JULIO 2017

El reciente auge de la ilustración se refleja en la proliferación de colecciones específicas y en el mayor protagonismo, aprecio y visibilidad de un trabajo que ya no es secundario

Ilustraciones de José Pablo García, María Herreros, María Hesse, Fernando Vicente, Óscar Astromujoff, Carla Fuentes, Ricardo Cavolo, Max y Miguel Sánchez Lindo.

No hace mucho que, dentro del mundo editorial, la gran mayoría de los ilustradores vivían como los complementarios de los escritores. Eran los encargados del vestuario, profesionales a la sombra del actor principal, del tipo de las palabras. El Escritor.

Eso era la norma antigua, salvo contadas excepciones y salvo los que se refugiaban en el ámbito de los aprendices de lector. Entre ellos algunos —pocos y raros— que además eran capaces de hacer la función del dos por uno: escribo los textos y los dibujo. Claro que gente como Maurice Sendak o Edward Gorey no había muchos. El resto, meritorios artistas que agradecían, si acaso, una mención en los créditos interiores del libro.

Hasta no hace mucho lo más a lo que podía aspirar un ilustrador en el mundo editorial era a convertirse en portadista. Lograr ser un Roberto Turégano, un Daniel Gil o, ya más recientemente, un Manuel Estrada, te daba caché dentro de las alianzas editoriales. No digamos ya si eras Peter Mendelsund, el portadista más solicitado de hoy. Un licenciado en filosofía, pianista y diseñador norteamericano que, además de haber revolucionado el género, se ha atrevido a escribir sobre qué ve realmente nuestro cerebro cuando lee frases y capítulos enteros de historias escritas. Su ensayo Qué vemos cuando leemos (Seix Barral, 2015) dejó las cosas en su sitio. Felizmente para todos, no humilló a la literatura con sus tesis amparadas en la neurociencia. Antes al contrario. Pero nos humanizó a todos. Empezando por Tolstói.

Pero hoy aquella jerarquía es once upon a time. Tras la crisis provocada por la irrupción de las pantallas de la era digital y sus consecuencias en la capacidad de concentración de las criaturas junto a las debacles económicas de occidente, el sector editorial vio cómo la venta de libros caía en picado. La buena noticia es que eso puso las pilas al gremio. Sí, ha habido que inventar nuevas estrategias, y curiosamente la ilustración, el dibujito, ha sido uno de los aliados que han venido a rescatar a la palabra de la pájara. La letra nunca entró con sangre. Ustedes, como cualquiera, no nacieron leyendo el Ulises a palo seco. Junto a nuestra primera “mi mamá me mima”, había un dibujo. Y cuanto más atractivo fuese, antes entendíamos lo que mamá nos hacía.

“Todo eso es cierto”, admite Jesús Otaola, director de la cooperativa que sustenta las librerías Proteo y Prometeo de Málaga, concepción de una librería como negocio de más amplias miras que el mero despacho de novedades. “Ahora los ilustradores son gente importante. Sus libros son hermosos, llaman la atención al comprador. Antes el libro ilustrado era residual en nuestros fondos, libros caros o que se limitaban a la sección infantil. Hoy en todas las secciones hay libros ilustrados por grandes artistas que interesan a todos. Muchos adultos compran libros ilustrados al margen de que sean para niños o mayores. Y no hay librería que ya no incluya una gran sección de novelas gráficas en sus anaqueles”. Ay, si mi padre levantara la cabeza. Él, que trabajaba en una editorial y pensaba que los tebeos eran una bobada.



Ilustrando la Guerra

José Pablo García tiene ahora expuestos bocetos de su último libro en Proteo: La muerte de Guernica (Debate), la segunda de sus tres colaboraciones previstas con Paul Preston, tras las ocho ediciones que llevan juntos él y el historiador inglés de la versión gráfica de La guerra civil española. García es autor de novelas gráficas e ilustrador y ha visto cómo su fama profesional ha dado un salto cuántico. Este malagueño, hermano del poeta David Leo García que fue el más precoz ganador del premio Hiperión de poesía a los 17 años —ahora mediático tras ganar el premio más cuantioso del concurso Pasapalabra—, admite que ha “encontrado un filón en el tema histórico”. “Al principio Preston creía que eso de hacer en viñetas su ensayo histórico era algo frívolo; pero ahora está encantado”, confiesa. Su pasaporte a las ligas mayores fue una novela gráfica editada por Reino de Cordelia, uno de los sellos pioneros: Las aventuras de Joselito. El pequeño ruiseñor, donde para contar la historia del niño cantor dibujó cada capítulo con un estilo diferente. Su don como documentalista y “el haber logrado un ritmo de trabajo que creía imposible” han ayudado a su éxito. García apoya la tesis de que los cambios de hábito de lectura provocados por la revolución tecnológica han robado protagonismo a la palabra escrita. “Cuesta más concentrarse en lecturas largas, y eso es un problema”, admite. “Las redes sociales son fundamentales en la promoción de un libro. Y eso le da a la imagen un valor extra”. Y hay libros, recuerda, que se venden más porque sus portadas las ha hecho un ilustrador con obra ya reconocida. “Es el caso de Moderna de Pueblo, que tiene una obra propia dentro del mundo del cómic”, añade.

Cubierta de Peter Mendelsund e ilustraciones de Edward Gorey y Maurice Sendak.

“Muchas editoriales están dedicando parte de su catálogo a libros ilustrados o novelas gráficas”, apunta Otaola. La ilustración ya no es un arte menor. Algunos de los artistas que empezaron como ilustradores llenan hoy con su obra pictórica museos de todo el mundo. Quizás el caso de Mark Ryden sea el más elocuente. Las primeras editoriales que se lanzaron a ello fueron modestas y apostaron por ediciones cuidadas con especial protagonismo en la parte gráfica y visual, como Nórdica, Periférica, Impedimenta, Errata naturae, Libros del Zorro Rojo, La Cúpula, Kalandraka o Loving Books. Algo descubrieron cuando ahora las grandes editoriales cuentan en sus fondos con libros espléndidamente editados firmados por ilustradores-artistas. En Planeta, Lunwerg absorbe este catálogo con autores jóvenes cuyo prestigio aumenta cada día. Muchas mujeres y muchas hablando para mujeres o de mujeres y artistas: Paula Bonet, María Herreros, Carla Fuentes o María Hesse, esta en Lumen, han publicado títulos que ya comienzan a plantear las fronteras del género. ¿Son ensayos, libros de artista, novelas ilustradas, biografías ilustradas? Lo puro ya no existe.


Mujeres ilustradoras, estrellas de Instagram

En Marilyn tenía once dedos en los pies la valenciana María Herreros, seleccionada por Taschen entre los 150 mejores ilustradores actuales, cuenta rarezas y chismes de actores y directores de Hollywood junto a sus icónicos dibujos. Paula Bonet es también valenciana y pasó del óleo a la ilustración. Hoy está cotizada en medio mundo. En Lunwerg comenzó ilustrando a otras autoras para tener ya dos títulos: Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End y el muy hermoso La sed, donde la autora combina sus muy reconocibles dibujos con textos manuscritos. La biografía de Frida Kalho ilustrada por la sevillana María Hesse, otra de las ilustradoras que gracias a las redes sociales e Instagram ha acaparado seguidores, riza el rizo al acercar al público masivo la vida de una de las artistas de estilo más reconocible de la historia de la pintura con su estilo naïf y amable tan lejano a la crudeza de la mexicana. Carla Fuentes es la tercera valenciana de Lunwerg. Ilustres conexiones es un libro de afinidades y serendipidad es donde la autora pasa de Nick Cave a Frédéric Chopin a partir de historias contadas y elementos gráficos. El salmantino Ricardo Cavolo, que ha publicado Periferias, pasó de la ilustración infantil y la dirección de arte a convertirse en estrella internacional. Sobre todo tras su colaboración con Le Cirque du Soleil.

Pero antes que ellos estaba Max, nacido Francesc Capdevila en 1956, maestro de maestros. El autor que ganase la primera edición del Premio Nacional de Cómic ha combinado siempre el cómic con la ilustración gracias a gozar de una de las líneas dibujísticas más identificables y de una narrativa impecable. Al margen de sus inicios como autor de comic underground —Peter Pank (El Víbora)— y de obras multipremiadas como Bardín el superrealista (La Cúpula), Max, que acaba de inaugurar su primer cómic táctil para una instalación conjunta con Antoni Abad en la Bienal de Venecia, ha ilustrado muchos libros, entre ellos la colección de Filosofía para profanos de la editorial Tándem, escrita por Maite Larrauri. Su último trabajo fue la publicación que el Museo del Prado realizó con motivo de la exposición del V Centenario de El Bosco, El tríptico de los encantados. “Al igual que El Bosco, yo también pinto por encargo. Por eso acepté este reto, porque creo que él fue el primer dibujante de cómics de la historia”.



El hombre que era jueves



Soy un niño; diez años tal vez. Sueño con un libro, mezcla de palabras e imágenes […]. Amontono frases y dibujos por las noches, los jueves por la tarde, solo en el piso familiar libre. Con ellos levanto un andamio que enseguida destruyo. El libro muere cada día”. Así comienza el último libro publicado en España —primera parte de Manifiesto incierto (Errata naturae), una peculiar biografía de Walter Benjamin— por el que los medios han bautizado como el “inventor del ensayo gráfico” a Frédéric Pajak (1955), escritor, dibujante y también editor, director de la editorial francesa Les Cahiers Dessinés, donde publica la obra de los mejores dibujantes contemporáneos. Antes de ganar el premio Michel Dentan por su libro La inmensa soledad (Errata naturae), donde cruzaba las biografías de Nietzsche y Cesare Pavese, estaba acostumbrado a que sus aventuras autorales y sus dibujos sufriesen el rechazo o la indiferencia. Ya con el premio Médicis de ensayo francés concedido en 2014, es una celebridad planetaria.

Ahora le consideran único. A él no le gusta que le tilden de inventor de género alguno, pero se sabe distinto. Aunque estilísticamente es muy distinto nos recuerda a William Blake: artistas cuyo doble y genial desempeño literario y dibujístico pertenece a otra dimensión, iluminada y especulativa. Pajak es ante todo un ensayista, un filósofo que utiliza su propia biografía o la de sus autores de cabecera —Benjamin, Joyce, Pavese, Breton, Schopenhauer, Beckett o Apollinaire—, para hablar de arte, literatura y de la condición humana. Y eso lo hace escribiendo y dibujando a la vez.

Sus libros alternan dibujos a plumilla llenos de sombras y soledad, como fragmentos y postales de sueños o paisajes, con breves párrafos bajo ellos. A veces se suceden dos o tres páginas de texto corrido. A él le gusta decir que lo suyo es un “relato escrito y dibujado”. Su admiración por El Roto, a quien ha editado en Francia, sí nos ofrece una afinidad. Más afinidades: sus paisanos, los cineastas Chris Marker y Jean-Luc Godard. Un autor de raíz onírica, nocturno, memorable, descomunal, que exige atención y ofrece reflexión, con una carga ética y un discurso contra la violencia y la barbarie que en nuestros días nos parece un tesoro.









Cortázar, viñetas de una vida



Cortázar Tras los libros dedicados a Baroja, Kafka, Pessoa y Karen Blixen, donde los textos de Jesús Marchamalo se alternaban con ilustraciones de Antonio Santos, Nórdica Libros ha publicado una nueva entrega del escritor y periodista madrileño al que en esta ocasión acompaña el joven dibujante Marc Torices. La biografía ilustrada de Cortázar combina el preciso guión de Marchamalo con una colección de viñetas plenas de recursos gráficos, variedad de estilos y aliento poético. Ambos autores ofrecen un recorrido por gran parte del mundo íntimo y literario del argentino: la infancia, los amigos, las ideas políticas, los gatos, la Maga, su muerte. Un retablo luminoso donde algunos silencios consiguen emocionar.





martes, 11 de julio de 2017

La balada de Corto Maltés cumple 50 años

 Ofrecemos un avance de 'Equatoria', el nuevo álbum del personaje de Pratt

GUILLERMO ALTARES

Madrid 10 JUL 2017


Plancha del nuevo álbum de Corto Maltés, 'Equatoria' PELLEJERO / DÍAZ CANALES

Charles de Gaulle, el presidente que refundó la República francesa tras la II Guerra Mundial, afirmó una vez que su único gran rival era Tintín. Preguntado sobre el asunto, François Mitterrand, el más maquiavélico, leído y poderoso de los presidente franceses, se decantó por otro héroe de tebeo. "Yo tengo una debilidad por Corto Maltés. No es que me parezca al héroe de Hugo Pratt, pero no me aburriría en la piel de este aventurero lacónico, solitario, espíritu libre en el que confluyen numerosas culturas". Aquel marino que tuvo la capacidad para saltar de las viñetas a la sociedad cumple hoy 50 años: un 10 de julio de 1967 se publicó la primera entrega de La balada del mar salado en la revista Sergent Kirk, en la que Corto aparecía abandonado a la deriva en el Pacífico. Medio siglo después, el viaje continúa y el próximo septiembre se publicará una nueva historia de Corto, Equatoria, la segunda firmada por los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero.

El marino, con sus patillas, su aro en el lóbulo izquierdo y su eterno cigarrillo símbolo de unos tiempos en los que los héroes podían fumar, se ha convertido en un icono inconfundible (y un negocio tremendo, ya que sus volúmenes siguen vendiendo miles de ejemplares en todo el mundo). Existe un Corto Maltés que da nombre a bares y que se vende en forma de pósteres en casi todas las tiendas de cómics, un personaje que aparece hasta anunciando un perfume de Dior, una línea de relojes... Pero todo ese merchandising no ha logrado descafeinar al personaje original, heredero de los relatos de Jack London y Robert Louis Stevenson, el último gran héroe del mar, sobre el que Umberto Eco escribió: "Cuando quiero relajarme leo a Engels, cuando quiero algo serio leo a Corto Maltés".

"En estos 50 años se ha convertido en un personaje muy importante de la cultura europea", explica Juan Díaz Canales, el autor madrileño que junto a Rubén Pellejero recibió el encargo de resucitar a Corto Maltés. Tras la muerte de Hugo Pratt (1927-1995) se produjo un largo silencio durante el que, a diferencia de otros héroes, nadie retomó las aventuras del marino errante. El nuevo tebeo, Bajo el sol de medianoche, creó unas enormes expectativas, pero su publicación en 2015 recibió el beneplácito de los viejos lectores y enganchó a una nueva generación de fans. La agencia que lleva los derechos de Pratt indica que más o menos se venden 100.000 copias cada año, pero en 2015 se vendieron 220.000 ejemplares del nuevo título y se triplicaron además las ventas de todo el catálogo de Pratt.

"Corto Maltés era hijo de Mayo del 68, de esa filosofía que rompió tantas barreras", prosigue Díaz Canales. "Su publicación significó un cambio de paradigma en los cómics, tanto por el contenido como también por el continente, con historias mucho más largas. No supuso una ruptura total, porque se inscribe en una vieja tradición de cómics de aventuras, pero sí marcó un antes y un después". Aunque la publicación arrancó en Italia, fue en Francia donde el personaje alcanzó su cénit, cuando comenzó a aparecer en historietas en la revista Pif.

Portada de la edición celebrativa de los 50 años de 'La balada del mar salado'.

Corto nunca ha dejado de protagonizar exposiciones —actualmente puede verse una en la estación de Austerlitz en París—, tesis doctorales, hasta novelas —como Querido Corto Maltés, de Susana Fortes—, pero sobre todo es un personaje que ha logrado ser fiel a sí mismo durante 14 aventuras, doce dibujadas y escritas por Pratt y dos por sus continuadores. Pratt se inspiró en parte en su propia vida, casi tan aventurera como la de personaje, pero también en los clásicos de la literatura de viajes.

Hijo de una gitana de Sevilla y de un marinero de Cornualles, Corto Maltés nació en Malta un 10 de julio de 1887. Su primera aventura, La balada del mar salado, transcurre en 1915, durante la I Guerra Mundial, aunque en un tebeo posterior Pratt le situó en 1904, en Manchuria, en la guerra ruso-japonesa donde se cruza con un joven escritor y aventurero, Jack London. Recorrerá todos los escenarios que marcaron el primer tercio del siglo XX, desde la batalla del Somme hasta la lucha por la independencia de Irlanda, el final del Imperio Otomano, Siberia, las selvas de Centroamérica o Buenos Aires. La mayoría de sus aventuras transcurren durante la I Guerra Mundial.

Sobre su final se sabe muy poco. Un personaje de Las Etiópicas, Cush, asegura en otro álbum de Pratt sobre su compañero: "Parece que desapareció durante la Guerra Civil española". Su creador siempre dijo que no había sitio para Corto en un mundo crecientemente tecnológico y en su última aventura incluso le envío a descubrir la Atlántida. "Corto Maltés se irá porque en un mundo en el que todo es electrónico no hay lugar para un tipo como él", afirmó Pratt en una entrevista.

Corto Maltés se grabó en la mano con una navaja una nueva línea de la vida porque la que tenía no le gustaba y, cuando alguien intenta leerle la buenaventura, responde: "No quiero conocer mi futuro porque entonces no me interesaría vivirlo". Es imposible imaginar al marinero entre teléfonos móviles y redes sociales, pero han pasado 50 años y sigue ahí, esperando una nueva aventura.

NOSTALGIA DE UN MUNDO PERDIDO
"Con la muerte de Corto, Hugo Pratt fue calculadamente ambiguo, como en el amor", explica Díaz Canales. Aunque le hizo enamorarse varias veces, nunca le vemos consumar una relación como tampoco tenemos datos sobre su muerte. Simplemente se desvanece. Pellejero y Díaz Canales no tienen intención de meterse en ese territorio, sino que piensan recorrer un largo periodo, entre 1905 y 1915, que Pratt dejó inexplorado. Su nueva historia, de la que El País Semanal publicará este verano un adelanto, transcurre en 1911. Umberto Eco aseguró que Pratt "hace de su nostalgia de la literatura de aventuras, y de la nuestra, un tema de novela de aventuras" y, en ese sentido, los dos creadores españoles siguen siendo fieles a la aventura, pero también a la nostalgia de un mundo perdido.


El Pais

lunes, 10 de julio de 2017

SPAIN IS DIFERENT mucho...bastante, de hecho, otra canallada de Gallardo








El Pais, Ideas Nº 112 Domingo 2 de julio de 2017

DIBUJAR PARA HACER MEMORIA

La Guerra Civil se ha convertido en tema recurrente de la novela gráfica nacional, donde muchas veces son los testimonios de sus familiares los que inspiran a los autores

TEXTO_Aitor Marín


'La balada del norte 2' (Zapico)

SI ES USTED DE ESOS a los que les gusta criticar el cine español por estar siempre a vueltas con la Guerra Civil, rebusque en librerías y tiendas especializadas: en el mundo del cómic nacional tiene hoy también motivos de sobra poner el grito en el cielo. Si, por el contrario, es usted más cabal, hallará en esta oferta motivos para, como se decía en tiempos de Roberto Alcázar y Pedrín, solaz y esparcimiento, y también para la reflexión. Nuestra guerra lleva años plasmándose en viñetas de obras tan interesantes como El ala rota o El arte de volar (Norma Editorial), de Altarriba y Kim, o Doctor Uriel (Astiberri), de Sentó. El auge de la novela gráfica ha ampliado los campos temáticos y las batallas ya no se dirimen en el espacio exterior ni entre superhéroes y supervillanos. Es más, gran parte de estos cómics parten de testimonios reales silenciados durante décadas para penetrar en el terreno de la no ficción. "Este es un recurso muy valioso y que confirma que lo que se cuenta son hechos recientes, de los que quedan aún supervivientes. La no ficción es uno de los campos en los que más está creciendo la novela gráfica española y donde más le queda por explorar", explica Fernando Tarancón, editor de Astiberri.

 'El arte de volar' (Kim y Altarriba)

El ala rota nace del descubrimiento por parte de Altarriba de que su madre jamás pudo mover con normalidad su brazo izquierdo. Se dio cuenta cuando ella ya estaba en su lecho de muerte. Le contó entonces que fue porque su padre intentó matarla al nacer, tras morir su madre en el parto. La invisivilidad de las mujeres en la posguerra le permitió disimularlo toda su vida. Gracias a los dibujos de Kim, Petra se ha convertido en un icono. También discreto fue el lanzamiento hace 15 años de Un largo silencio (Astiberri), donde Miguel Gallardo, creador de Makoki, relata en primera persona la vida de su padre, militar republicano, desde su nacimiento hasta que conoció a su esposa. La ola de cómics sobre la Guerra Civil ha traído ahora su reedición. La lista, larga y muy recomendable, incluye, además de a consagrados como Paco Roca (Los surcos del azar, Astiberri) o Alfonso Zapico (La balada del norte, Astiberri), la adaptación al tebeo por parte de José Pablo García de dos obras del historiador Paul Preston, La Guerra Civil española y La muerte de Guernica (Destino), y creaciones más personales como Asylum (Astiberri), de Javier de Isusi, que toca también el tema del exilio. Nuestro cómic goza hoy de una memoria envidiable.



'Un largo silencio' (Gallardo)








'Asylum' (De Isusi)