sábado, 1 de julio de 2017

De dirigir El Jueves a la élite mundial del cómic

Tres años después de dejar la revista satírica, Albert Monteys aspira con su tebeo digital 'Universo' a un premio Eisner, los Óscar de la viñeta

JAVIER BRAGADO Madrid
Domingo, 18 junio 2017

«Al final, de dejar El Jueves, que fue como un momento muy de crisis, ha surgido una de las mejores cosas que a nivel profesional he hecho en la vida. Ha sido una época mucho más estimulante, mucho más divertida y haciendo cosas que nunca habría pensado pero que sí que quería hacer». La confesión de Albert Monteys (Barcelona, 15-9-1971) revela un camino insospechado desde que en junio de 2014 abandonara la revista satírica por la censura a una publicación sobre la abdicación de Juan Carlos de Borbón. Primero trazó su nueva vida con otros dibujantes con los que se marchó a Orgullo y satisfacción -publicación que pasó a elaborarse de manera periódica y que tendrá su último número en diciembre de 2017-, y después encontró su mejor camino por una vía inesperada con '¡Universo!', un cómic digital con el que opta a un premio Eisner, los Óscar de la viñeta.

«Marcos Martín (Daredevil) es el creador de la plataforma Panel Syndicate, que se creó para alojar el 'Private Eye' de Brian K. Vaughan ('Saga', 'Paper Girls'), y en un momento dado me planteó entrar con una apuesta muy loca porque yo no había demostrado poder hacer tebeos de otro tipo en ningún momento. Como lo que no había podido hacer durante los años de El Jueves y me gustaba mucho era hacer tebeos de ciencia ficción, pues me dije a ver qué tal», recuerda quien dirigió la revista de humor desde 2006 hasta 2009. «Yo venía de cada semana hacer lo mismo y me inventé algo en que cada número pudiera hacer una historia nueva y por eso en 'Universe!' -¡'Universo!, en su versión en español- cada historia es como empezar de cero aunque hay un nexo entre todos, es mucho más divertido», señala el autor catalán.

El cómic de Monteys orbita en torno a preguntas cósmicas que beben de los momentos de oro de la ficción para disfrute del autor en el aspecto visual y argumental. «Mi referente universal en cuanto a tebeo de ciencia ficción es Jack Kirby, pero sobre todo me gusta mucho el tebeo de ciencia ficción retro. Una de las ideas es esos tebeos de los años sesenta en que la portada te planteaba una hipótesis descacharrante y a veces no la respondía satisfactoriamente, pero este punto de 'high-concept' de tebeos bien hechos y de historia bien desarrollada debería ser la hostia. Un poco son esos tebeos de lo años sesenta muy de consumo, muy pop, muy serie B, pero al mismo tiempo con ideas muy chulas», explica Monteys sobre las inspiraciones para su actual joya.

Monteys ya ha recibido propuestas para trasladar su obra digital al formato del papel y 2018 aparece como fecha más clara, especialmente si es galardonado en julio al Eisner. Si es premiado, no se enterará en directo en la Comic Con de San Diego. «No me he sacado los pasajes. Estuve planteándome ir, pero al final es muy caro y aunque mi inglés no es es malo, mi terror escénico es mucho y a lo mejor decía alguna estupidez, así que prefiero verlo por Internet», confiesa al respecto.



Portada del número 5 de 'Universe!'.


Carlitos Fax

Por el momento, Monteys disfruta de la reedición de 'Carlitos Fax' (Astiberri), una recopilación de divertidas historias sobre un futuro en el que un robot-fax quiere ser un periodista con los mismos tintes amarillistas y oportunistas que podrían verse en el siglo XXI. «No soy periodista ni he estado nunca en un medio periodístico, pero sí que he estado muchos años en un medio humorístico y todas esas contradicciones sobre la diferencia entre la verdad y lo que sale publicado salen en 'Carlitos'. Tampoco había un plan para hacer algo así, pero como trabajas desde la sátira muchas veces las historias de 'Carlitos' son cosas que se van liando y al final se va formando una noticia que no tiene nada que ver con la realidad», analiza Monteys.

Monteys aprovecha para reivindicar esa otra vía para crear sus obras más allá de la ciencia ficción anglosajona de '¡Universo!': «El otro palo que aguanta mi vena creativa es el de la editorial Bruguera de los ochenta, sobre todo más de Vázquez que Ibáñez o que ninguno de todos. Para mí el era el ejemplo porque era consciente de que era el autor que hace sus historias, que trabaja desde un punto de vista muy personal». El origen de las aventuras del robot proviene de otro de sus múltiples encargos. «Viene de una revista que se hizo a principios del año 2.000 en El Jueves (Mister K). Era para recuperar el público infantil y no pensé tanto en los niños como en los tebeos que me gustaban a mí de niño. Me lo pasé muy bien haciéndolo y es totalmente 'brugueriano'. Ahí está mi pago de deuda final, porque como autor vas pagando tu deuda con los que te han gustado», reconoce con una sonrisa al recordar los cómics de su juventud.

Recogido el trabajo sembrado durante varios años, el final de 'Orgullo y satisfacción' y el reconocimiento internacional han abierto nuevas miras a Monteys. «Esta año dibujo una novela gráfica para Estados Unidos con guion de Matt Fraction que sale en julio en las librerías. Para el año que viene lo que me gustaría sería dedicarme a '¡Universo!' exclusivamente, apostar durante un año entero como mínimo, hacer números más seguidos porque soy un poco irregular en cuanto a cadencia y ver qué sale de ahí. Porque, de hecho, la mayoría de las alegrías que me he llevado en los últimos años han salido de ahí. Me lo paso muy bien haciéndolo y es lo que quiero hacer en los próximos años», avanza.



Carlitos Fax

Autor: Albert Monteys
Editorial: ¡Caramba! (Astiberri)
176 páginas. Color
Cartoné. 20 x 27 cm
Género: Humor. Infantil. Juvenil.
Precio: 22 euros.


Diario Sur

La Plaza de España, una del Oeste

La editorial Traspiés acaba de publicar una muy atractiva novela gráfica, 'Un disparo en el desierto' (colección Vagamundos), que recupera la épica del western



1, 2 y 3. Las deudas contraídas por Adrián Manuel García no se agotan en el western: el uso de un contrastado blanco y negro y el recurso a unas pinceladas de rojo para manchar de sangre la viñeta me hicieron pensar en Frank Miller y 'Sin City'… Adrián Manuel García reconoce asimismo la influencia de Alex Maleev, Marcelo Frusin y Eduardo Risso. REPORTAJE GRÁFICO: ANTONIO PIZARRO


JOSÉ ABAD
29 Junio, 2017


La pasión por el western entre los de mi generación tiene un porqué muy sencillo. De pequeños, el western se inmiscuía en todo cuanto hacíamos para distraer el tiempo libre. El western estaba en los tebeos manoseados que nos intercambiábamos la chiquillería allá en el pueblo -el sheriff King primero, el teniente Blueberry después- y estaba en las primeras novelas que leímos: Keith Luger, Silver Kane, Marcial Lafuente Estefanía, etc. El western reinaba en televisión en forma de películas de sobremesa y series vespertinas, se mantenía tenazmente en la cartelera, y formaba parte de nuestros juegos. De niños todavía jugábamos a indios y vaqueros; una mano con el índice tieso hacía las veces de un Colt 45 (las balas no se agotaban nunca) y un palitroque cualquiera se convertía en una lanza mortal. (Recuerdo que un compañero de juegos a punto estuvo de vaciarme un ojo). El generó sufrió una grave crisis en la década de 1980: en las salas de cine, la épica galáctica sustituyó la épica del jinete solitario; y en los kioscos, las novelas y los tebeos de antaño desaparecieron sin dejar rastro. El western resistió en televisión, que seguía emitiendo los grandes títulos de John Ford, Anthony Mann o Howard Hawks en horarios de máxima audiencia. Luego pasaron a las tantas de la madrugada antes de ser erradicados de la programación.

Aunque muchos lo han dado por muerto, el western se resiste a sucumbir. Nunca recuperará el esplendor de los viejos buenos tiempos, pero las tres artes narrativas por excelencia -el cine, la novela, el cómic- continúan ofreciendo de tarde en tarde obras estimables, concebidas desde un amor incondicional por el género, que el buen aficionado valora como se debe. Así ha sido concebida Un disparo en el desierto (Traspiés, 2017), una novela gráfica con guión de José Carlos García y dibujos de Adrián Manuel García. Los autores entran en los vastos territorios del Viejo Oeste como el creyente entra en los grandes templos de la fe, muy conscientes del significado de cada uno de los elementos empleados en la construcción. En la contraportada, Un disparo en el desierto se anuncia como un homenaje a grandes maestros como Sergio Leone, Clint Eastwood y… Quentin Tarantino. Personalmente, me niego a reconocerle el rango de maestro a Tarantino, no así a Clint Eastwood o Sergio Leone, un cineasta cuya obra se está aquilatando con el tiempo. La influencia de este último es manifiesta; en un par de viñetas el lector alerta distinguirá sendos planos de El bueno, el feo y el malo (1966). No obstante, las deudas contraídas por Adrián Manuel García no se agotan en el western: por su uso de un contrastado blanco y negro y por el recurso a unas pinceladas de rojo para manchar de sangre la viñeta, este artista ha tenido también presente a Frank Miller y su Sin City… Y también a Alex Maleev, Marcelo Frusin y Eduardo Risso, según me ha confesado él mismo.


Un disparo en el desierto es un relato circular que empieza por el final -un desafío, una declaración de intenciones- para mostrarnos la insensatez de todo acto de venganza. En abril de 1886, un carretero hace un macabro descubrimiento en mitad del desierto: el cadáver mondo y lirondo de un hombre enterrado hasta el cuello. De la arena sobresalen únicamente la cabeza y la mano izquierda. A su lado, un revólver con el cargador vacío. ¿Quién es este infeliz? La historia remonta el turbión del tiempo para rememorar cómo nació el odio visceral entre un cazador de recompensas de nombre Richard Brown y un bandido ambidiestro, Shane Wallace, apodado La Parca. (El nombre, no el hombre, hace pensar en el pistolero silencioso de Raíces profundas, 1953). Una noche, lo que tenía que haber sido una partida de póquer más se trastoca en humillación para Brown: Wallace le roba el dinero y el caballo, da caza al forajido que él andaba buscando y lo deja tirado en mitad de un saloon, con tres balazos en el cuerpo. Incluso el lector menos curtido sabe que el cazarrecompensas saldrá de ésta; lo que no adivina son los derroteros que tomará la venganza. El desenlace plantea una situación que estoy seguro que a Quentin Tarantino no le importaría incluir en una película de las suyas.

Malaga Hoy


CÓMIC Cursos de verano de El Escorial

"Nos mueve más la empatía que la crueldad a la hora de mostrar nuestro trabajo"

PEDRO DEL CORRAL

28 JUN. 2017


Hernández Cava (izqda.) y 'El Roto' (dcha.) conversan sobre el futuro de la viñeta en los cursos de verano de la Universidad Complutense NACHO CALONGE



Andrés Rábago 'El Roto' y Felipe Hernández Cava dialogan sobre el presente y el devenir de la viñeta en los medios de comunicación españoles

A Felipe Hernández Cava y Andrés Rábago 'El Roto' les une algo más que su trabajo como viñetistas. Son animales en peligro de extinción y así lo han reconocido en varias ocasiones: "Somos dinosaurios". Sin embargo, lo primero que habría que dejar por sentado sobre ellos es que, en sus respectivos medios de comunicación, las ideas preconcebidas, los intereses económicos e ideológicos quedan en papel mojado. De lo contrario, estaríamos ante un hombre de derechas y otro de izquierdas, sin más. Y la cosa no queda ahí."Cada vez más, los editores no tienen demasiado claro por qué se da un espacio a las viñetas", ha subrayado, en el marco de los cursos de verano de la Universidad Complutense, en El Escorial, Hernández Cava. De ahí que busquen continuamente nuevas estrategias para combatir muchos de los males que aqueja la profesión, como el vértigo contra la capacidad de reflexión de los lectores y la falta de tiempo para introducirlo en sus dibujos. "Nos mueve más la empatía que la crueldad a la hora de mostrar nuestro trabajo". Por eso han debatido siempre y no sobre por si se consideran dinosaurios de la profesión.

Aunque ese aspecto lo hayan adquirido, con el tiempo, los medios en los que trabajan. "Ellos han decidido convertirse en tales", ha señalado 'El Roto'. Algo que le irrita con profundidad. "Yo estoy convencido de que si, en el futuro, se salva alguno de nuestros trabajos será por haber utilizado diferentes mecanismos para que no sean una imagen más para consumir deprisa y corriendo", le ha respondido el guionista miembro del colectivo El Cubri. De ahí que vean con cierta prudencia el proceso de digitalización que están viviendo los diarios. "Somos unas islas que tratamos de cargar de sentido y de profundidad con los recursos más dispares para evitar que sea un elemento que resulta muerto casi desde su nacimiento. Si este peligro lo tenemos en papel, imaginaos los soportes de las pantallas, donde el trabajo que hacemos queda totalmente desvirtuado".Para ambos, el formato papel permite la presentación de los testimonios como documentos de una época que pueden ser revisados y que contrarresta el paso del tiempo. Aspectos que los diarios digitales, por el momento, no han conseguido. "Todos ellos", ha añadido el Premio Nacional de Ilustración 2012, "han sido abandonados por los propios lectores para acogerse a sistemas más fáciles de transmisión. Sin embargo, en los digitales, tanto la parte gráfica como el contenido, son demasiado efímeros. No dejan poso".Un "espolio de la mirada"Una de las cosas que siempre han hecho, en ese sentido, para salvarse de la quema que han vivido los profesionales en el sector ha sido tratar de insertarse en esa tradición artística que poco tiene en común con la del medio humorístico. "Algo que tiene el arte mayúsculo es la posibilidad de escoger de quién quieres ser más contemporáneo. Así, uno de los asuntos que más preocupa de estos tiempos es que la única tradición, ahora, parece ser el descrédito de la propia tradición", ha dicho Hernández Cava, quien siempre ha tratado de preservar la memoria de todos aquellos que, a su juicio, valieron la pena en este campo.Por eso, entiende 'El Roto' que no deben fijarse en otros dibujantes, sino en las tradiciones plásticas pictóricas de otras épocas, las del arte occidental e, incluso, la del oriental. "Por un lado, están los grandes artistas y, por otro, los regulares. Los primeros traspasan el tiempo por su lenguaje y no crean escuela porque son inimitables". Esa reproducción es lo que está produciendo un "espolio de la mirada" que algunos atisban con recelo al no identificarse con la verdadera realidad. "Tenemos, así, este oxímoron de la realidad virtual, como si ambas pudieran convivir".Para evitarlo, ambos coinciden en la solución: "Hemos de entablar conversación con nosotros mismos, intentar escucharnos y ver dónde estamos". Sólo de esa forma el lector podrá culminar su trabajo, convertirse en coautor de lo que hacen y encontrar la certeza que busca. "Es el que completa algo que das parcialmente y que dejas en puntos suspensivos". Sin embargo, para muchos de ellos, ha bromeado Hernández Cava, "el periódico ideal sería aquel que le da la razón que principio a fin y en el que las esquelas fueran todas de enemigos". Aunque, al final, a lo que aspiran es a hacerles dudar.


El Mundo


Insignes velocistas

JAVIER FERNÁNDEZ
28 Junio, 2017



'Flash de Mark Waid: El regreso de Barry Allen'. Mark Waid y otros. ECC. 416 páginas. 36,50 euros.

El regreso de Barry Allen, segundo tomo del rescate de la memorable etapa de Mark Waid al frente del superhéroe, recoge los números 73 a 83 de Flash, publicados originalmente en 1993, más los anuales 5 y 6 (1992 y 1993). Wally West se reencuentra aquí con el mismísimo Barry Allen redivivo, así como con otros insignes velocistas del universo DC, todos con raíces en la década de 1940: Jay Garrick (el primer Flash), Johnny Quick (¿para cuándo una reedición de los episodios que dibujó Mort Meskin?) y Max Mercury (variación del Quicksilver de la editorial Quality). Acompañan a Waid en la serie regular los dibujantes Greg LaRocque y Mike Wieringo, en tanto que los anuales son cosa de Phil Hester y un principiante Travis Charest.

Malaga Hoy

Multiverso e hipertiempo

JAVIER FERNÁNDEZ
28 Junio, 2017


'The Kingdom'. Mark Waid y otros. ECC. 240 páginas. 23 euros.

Seguramente, el mayor defecto de The Kingdom (1999) es que se trata de la secuela de una obra maestra como Kingdom Come (1996), y, claro, las comparaciones son inevitables. Kingdom Come supuso un antes y un después en el cómic de superhéroes: iluminó con un fogonazo la oscuridad temática instalada en el género desde mediados de la década anterior e impulsó un nuevo paradigma heroico. The Kingdom, por su parte, es una obra menos significativa, pero no por ello carece de valor. Waid tiende aquí puentes entre el mundo alternativo de Kingdom Come y la continuidad tradicional, sumando al multiverso el concepto de hipertiempo. Salta a la vista que esta vez no contó con Alex Ross, pero tipos como Jerry Ordway, Barry Kitson o Frank Quitely se esfuerzan en dar vida a un argumento tan rico e interesante como cabe esperar de un guionista solvente donde los haya.


Malaga Hoy

viernes, 30 de junio de 2017

El magnetismo de Kirby

JAVIER FERNÁNDEZ
28 Junio, 2017





'El cuarto mundo de Jack Kirby, Vol. 2'. Jack Kirby. ECC. 400 páginas. 35 euros.

El Cuarto Mundo de Jack Kirby es la constatación del dominio creativo de una de las voces fundamentales de la historia del cómic. Como indica Jorge García en el epílogo de esta magnífica edición: "Historietistas ajenos a la industria de los superhéroes también han sentido antes o después el magnetismo de la obra de Kirby. El estadounidense Gilbert Hernandez (…), el francés Yves Chaland o los españoles Keko, Gallardo y Daniel Torres se han asomado a su obra en un momento u otro (…), volvieron del revés sus páginas para estudiar las piezas de su mecánica narrativa: el colosalismo de su estilo, la riqueza de sus encuadres, la intensidad de su mirada, el flujo incesante y cristalino de sus imágenes, el violento contraste entre un trazo dinámico y una retícula de viñetas rígida y espartana. (…) Y es que a nadie se le escapa la tremenda energía la potencia retórica que irradian las planchas del Rey". En pocos lugares todas estas cualidades se hacen tan patentes como en el entramado de series que se conoce como el Cuarto Mundo.

Tras una década de éxitos en Marvel, Kirby regresó a DC en 1970 con plena libertad y se sacó de la chistera una epopeya cósmica preñada de conceptos, una especie de mutación desenfrenada de su trabajo en Fantastic Four o Thor. Desarrollada en las páginas de la veterana Superman's Pal Jimmy Olsen y otras tres series de nuevo cuño, The New Gods, Forever People, Mister Miracle, el conjunto, y cito ahora la introducción de Walter Simonson, "fue una experiencia incomparable. Mes a mes, se iba desvelando el relato de esa gran guerra a través de narraciones paralelas que paulatinamente iban creando la imagen de una batalla titánica, una imagen mucho más grande de lo que habría logrado una única serie".

Con una sola y deficiente edición completa en nuestro idioma antes de esta (en blanco y negro y un tamaño tan pequeño que no hacía justicia al producto original), la reedición cronológica y a todo color en cuatro volúmenes emprendida por ECC es una compra obligada para cualquier amante de la historieta.


Malaga Hoy

Usted creerá que un hombre puede volar

Jerry Siegel y Joe Shuster crean 'Superman' en 1938 y su 'alter ego', Clark Kent, se inspira en Harold Lloyd. En 1986 John Byrne se encarga del guion y dibujo del nuevo superhéroe

GERARDO MACÍAS
28 Junio, 2017



En 1978, se estrenó el film Superman dirigido por Richard Donner y protagonizado por Christopher Reeve, cuyo eslogan: "Usted creerá que un hombre puede volar", lleva implícito el reto más difícil para el personaje: que nos creamos que es humano, aunque vuele.

Superman, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, debutó en Action Comics nº 1 (DC Comics, 1938), con el físico de Douglas Fairbanks, mientras que su alter ego, Clark Kent, se inspiró en Harold Lloyd. El uniforme se basa en el de los forzudos circenses; y Lois Lane, en la modelo Joanne Carter, que acabó casada con Jerry Siegel. Se bautizó a la ciudad de Metrópolis como homenaje al film de Fritz Lang. El éxito de Superman creció con nuevas series de cómics, más autores para cumplir plazos de entrega, radio, televisión, cine, tiras de prensa y videojuegos. Pero llevaba mal el paso de los años, con historias absurdas, y poderes a conveniencia.


En 1986, DC Cómics decide revisar su origen, tras el reinicio que supuso la serie Crisis en Tierras Infinitas. John Byrne se encargó del guión y dibujo del nuevo Superman, físicamente inspirado en Christopher Reeve. Daba comienzo una nueva era para un Superman más verosímil, cercano y humanizado que el dios omnipotente de décadas pasadas.

Byrne homenajeó al Superman original de Siegel y Shuster, y a los dibujos animados de los Fleischer (1941), pero al mismo tiempo le dio un tono adulto y progresista, tratando la homosexualidad, la pena de muerte, o la experimentación con animales. Aunque poderoso, es muy frecuente verlo con el uniforme roto, herido, o cometiendo errores. Incluso la barba de tres días, que a veces luce Clark, es un símbolo de humanización.

Kal-El viaja en nave espacial a Smallville, Kansas, tras la destrucción de Krypton. Que nazca en el momento en que Martha Kent abre la nave, subraya que quien llega es Clark. Es decir, Superman no se disfraza de Clark Kent: es Clark el que, a veces, se disfraza de Superman.

Durante los sesenta, irrumpen en la Tierra kryptonianos como Supergirl; Krypto el superperro; Beppo el supermono; etc... Para Byrne, fue un error que el personaje dejase de ser único. Por eso, hizo que Kal-El volviese a ser el último hijo de Krypton. Al situar su debut como superhéroe en Metrópolis y no en Smallville, se eliminan sus inicios como Superboy.

Clark Kent deja de ser torpe y despistado, para ser audaz y seguro de sí mismo. A su llegada a Metrópolis y al Daily Planet, conoce a una Lois Lane independiente y de fuerte carácter. Clark saca a la luz la historia de Superman, algo más acorde con su profesión periodística que regalar la exclusiva a Lois, que entonces es una extraña. La relación entre ellos cambia, interesándose Lois por el hombre oculto bajo el disfraz, en lugar de por el héroe inalcanzable.

Lana Lang deja de ser la versión juvenil de Lois para ser la imagen del amor no correspondido, del sacrificio por el ser amado y de la fidelidad llevada a las últimas consecuencias.

Lex Luthor ya no es un científico loco que quiere dominar el mundo, sino un calculador hombre de negocios de impecable reputación, pero lleno de manchas invisibles. Odia a Superman por robarle la admiración de Metrópolis, y porque posee un poder con el que su dinero e influencias no pueden rivalizar. Tiene su fuente de inspiración en la competencia; es difícil ver al Luthor que mantiene su actividad criminal en la sombra sin acordarse del Kingpin de Marvel.

La relación de Superman con Batman es de una de cierta desconfianza y distanciamiento, algo que contrastaba con la amistad anterior, y que se hizo más realista.

Superman se enfrenta a dos esbirros de Luthor: primero, Bizarro, clon defectuoso de Superman. Luego, Metallo, un ser mitad hombre, mitad ciborg, con corazón de kryptonita, que le pega una paliza, y el Hombre de Acero descubre que no es todopoderoso.

Lo esencial de Man of Steel se ha mantenido hasta el presente, pese a que oficialmente, este origen de Superman sólo estuvo vigente hasta 2004.

Este tebeo se publicó originalmente durante el mandato de Ronald Reagan, para quien lo más importante era sentirse americano. Superman se siente un americano más por haberse criado en Kansas, por lo que la sensación de extraño en tierra extraña desaparece.


Malaga Hoy