domingo, 7 de abril de 2024

Cómics sin viñetas o el viaje audiovisual a las fronteras del tebeo

Atrevimiento narrativo, versiones sonoras, obras de bolsillo y ensayos gráficos sobre desigualdad reivindican el noveno arte como el más libre y arriesgado

Tommaso Koch

Madrid

La mamá de Simon Hope ha hecho una tarta. Se muestra en la primera imagen: parece deliciosa, con un unicornio rosa en el centro. El lector, sin embargo, debe imaginar todo lo demás. Porque la señora Daisy y su hijo están dibujados como dos círculos, igual que el resto de los personajes de El color de las cosas. Vete tú a reír y llorar con figuras geométricas durante 230 páginas. Por eso, al celebrado primer cómic de Martin Panchaud lo han calificado de punto de inflexión. Dicen que rompe los esquemas del noveno arte. Aunque, desde hace un tiempo, más tebeos se han volcado en explorar sus límites. Hay ilustraciones Sobre la soledad, que dan clases de geopolítica o desmenuzan la desigualdad; diseños colosales que se vuelven pequeños, trazos sobre papel y otros sobre pantalla táctil. Existen, incluso, viñetas sin viñetas: en el célebre comienzo de la novela gráfica Sandman, de Neil Gaiman, el señor Hathaway levanta una aldaba para tocar una misteriosa puerta. Puede verse en la tradicional edición de ECC. Pero ahora también se puede escuchar, en Audible. He aquí una historieta sin imagen. Algunos lo llaman audiocómic. Otros lo consideran una adaptación.

Lo cierto es que el noveno arte parece vivir una especie de era de los descubrimientos. Hay tebeos para todos los gustos. Y los que quedan por concebir. "Es un medio con muy pocos límites narrativos y costes de producción bajos", destaca Panchaud. Lo cual explica, para bien y para mal, tanto atrevimiento. Frente a la literatura, el cómic tiene el doble de posibilidades para experimentar: en el texto, pero también en la imagen. "Y el lector mismo participa con su mirada. Permite mucho para jugar", añade Francisco Manuel Sáez de Adana Herrero, director de la Cátedra ECC-UAH de Investigación y Cultura del Cómic. Y resulta más que el que dirija un rodaje donde están en juego muchos millones y puestos de trabajo. Solo el videojuego independiente, quizás, esté recorriendo un camino tan personal como incierto. Libertad, a cambio de precariedad. "Tengo la sensación de que hay mucha más innovación en el mercado del cómic. Pero a veces viene dado por la propia estructura: una invasión de novedades, de pequeña tirada, que resulta razonable para una editorial, pero problemática para un autor. Aunque le permite dirigirse a un grupo de población no necesariamente muy amplio", apunta Sáez de Adana Herrero. Para una mayor difusión, su institución inauguró el 15 de marzo una comiteca en la Universidad de Alcalá de Henares, con unos 600 títulos, incluidas obras tan experimentales como Domingos con Walt & Skeezix.


Dos viñetas de 'El color de las cosas', de Martin Panchaud, editado por Reservoir Books.

Al margen de las bibliotecas los tebeos también están cambiando para acercarse a un público mayor. Sellos como ECC o Salamandra Graphic introdujeron hace tiempo una línea de bolsillo, que Marvel también acaba de abrazar (a través de Panini, su editora española) bajo el nombre de Essentials: obras más baratas y manejables. Con mayor ambición de alcance popular. Aunque con menos espacio para que luzcan los dibujos. "Realmente es como el manga de toda la vida. Hace que la lectura sea más sencilla y asequible para todos. El cómic puede tener muchos formatos, y así llegar a manos de otros lectores, como un adolescente que no puede permitirse un cierto gasto", subraya Natacha Bustos, historietista e impulsora de debates y conferencias sobre el tebeo. Las fuentes consultadas, en general, valoran los cómics de bolsillo. Y, por supuesto, los riesgos narrativos también resultan bienvenidos: la frescura de El color de las cosas, los dilemas de Heimat, la investigación de Algas verdes, Sistemas ocultos o La oscura huella digital; o la revolución que supuso Fabricando historias, de Chris Ware, una caja con 14 tebeos de estilos y formatos distintos, que se juntan para completar una trama.



Desde arriba, dos viñetas de El color de las cosas (Reservoir Dogs), y una de Hola Siri (Marmotilla).


Capar la esencia

Más dudas, en cambio, generan las versiones sonoras. "Es capar su esencia", dice Bustos. "Creo que no es un cómic, es una adaptación. Lo digo como hecho, no en un sentido de valoración superior o inferior", agrega Sáez de Adana Herrero. A lo que responde Chris Jones, director de producción para Europa de Audible, la plataforma de audios de Amazon, que acoge Sandman y, en su catálogo inglés, algunos de los más famosos cómics de superhéroes de Marvel: "Entiendo que, a priori, puede parecer rarísimo. Pero tiene algo único. Cuando escuchas una novela, no puedes evitar imaginártela. De un cómic, conoces la parte gráfica. El mundo que estás creando al oírlo es muy fiel a lo que viste, y a la vez es un medio totalmente distinto a cualquier otro. No me planteo que falte la parte visual, sería como decirlo de la música". En ciertos casos, eso sí, la imagen resulta tan insustituible que un narrador describe el contexto que se ve en la viñeta.

Complejidad, riesgo, ambición, dilemas. Como en las mejores obras de arte. No por nada, Sáez de Adana Herrero recuerda que casi todos los intentos académicos de definir el cómic fracasan: terminan incluyendo obras que no lo son, o excluyendo otras que sí deberían estar. El profesor esboza una lista de obras peculiares e innovadoras como El color de las cosas, 99 ejercicios de estilo, Las aventuras de Joselito, Ampo o El buen padre. Y, al final, cita al crítico argentino Oscar Steinberg; "Es la puesta en fase de dos lenguajes que, en realidad, son intraducibles; y el resultado es la obra artística. ¡Lo que tiene de bueno la historieta es que es imposible!". Igual que sus fronteras.

El Pais. Cultura. Viernes 5 de abril de 2024


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