Keiko Takemiya
Milky Way Ediciones
Japón
Rústica con sobrecubierta (3 vols.)
Traducción: Judit Moreno
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La mayor madurez del mercado español de man- ga se va notando con la cada vez más habitual, aunque no siempre exitosa, publicación de al- gunos clásicos imprescindibles de la historia del manga. Aquí entra una obra con un origen bas- tante particular, y es que Destino Terra... fue el primer título que publicó Keiko Takemiya para una revista masculina, después de haberse coronado como una de las grandes autoras del shōjo (manga para el público femenino) de la década de los setenta. La revolución que supuso el llamado Grupo del 24 (autoras que consiguieron que el shōjo recibiera finalmente el favor de la crítica) animó a algunos editores a ficharlas para ver si podían llevar su forma de entender el manga ante un público masculino que difícilmente se habría acercado a ellas. Así nace esta obra de ciencia ficción distópica, en la que se nos plantea un futuro muy lejano en el que la humanidad se ha visto obligada a abandonar la Tierra (Terra), y que para recuperarla inicia un plan de control absoluto de las mentes de sus ciudadanos, concebidos en laboratorios, con padres adoptivos a los que luego olvidarán tras un lavado de cerebro que les llevará a convertirse en herramientas provechosas para el sistema. Pero entre ellos aparecerán los llamados Mu, humanos con mutaciones que resisten a ese lavado de cerebro y que muestran una serie de poderes telepáticos. Los Mu quieren volver a Terra, ahora controlada por una élite de humanos cuidadosamente seleccionada que intenta restaurarla. Por supuesto, el choque será brutal, y al poco tiempo veremos sus dos grandes líderes en carrera para conseguir sus objetivos.
Aunque la obra se alargaría más de lo previsto y tardaría algunos años en completarse, el primer capítulo se publicó el mismo mes de enero de 1977, en el que Matsumoto Leiji empezaba la serie de Capitán Harlock, dando pie así al boom de la space opera que ya se había empezado a gestar gracias a «Space Battleship Yamato» unos pocos años antes. La influencia de Matsumoto en Destino Terra... se hace evidente por el uso que hace Takemiya de los llamados «leijimeters», unos característicos diseños de medidores redondos y cachivaches de los interiores de las naves espaciales que muchos autores y autoras han imitado a lo largo del tiempo. Pero además, el tono que Takemiya imprime en toda la obra coincide en muchos aspectos con el del creador de la Arcadia. La nostalgia hacia un planeta Tierra que ni siquiera han conocido, la melancolía de los protagonistas que no acaban de encontrar su sitio en el universo, todo ello se aleja de esa visión más aventurera de la exploración espacial que era propia de autores que dirigen sus obras al público masculino juvenil. No es de extrañar entonces que nos encontremos con una obra que procura ahondar en la psicología de los personajes mucho más que en las batallas espaciales o la acción, aunque sigan siendo partes prácticamente imprescindibles del género y que no faltan en Destino Terra... Pero quizá lo más interesante es ver cómo se traslada la estética e incluso narrativa propia del shōjo al terreno shōnen. Takemiya hace algunas concesiones, rebaja hasta cierto punto el brilli-brilli habitual de sus otras obras, pero mantiene su esencia y su capacidad para el drama, tanto por su forma de retratar a los personajes como por lo espectacular de algunas de sus páginas. En cierto modo, este fue seguramente uno de los primeros momentos de la historia del manga en el que el shōjo pasó por delante del shōnen, y acabó ejerciendo una influencia en su narrativa y estética que acabaría por integrarse ya para siempre.
En esta lucha entre unos seres mutantes y los humanos «reales» no son pocos los que han visto ciertos paralelismos con los X-Men de Marvel, e incluso el afán del líder de los Mu por abogar por la convivencia de ambos bandos tiene algo de Profesor Xavier, pero seguramente aquí acaba todo parecido. El enfoque aquí no es tanto el dominio de los poderes y su lucha contra el racismo, por así decirlo, como la denuncia de un sistema que pretende convertir a todos los ciudadanos prácticamente en androides, donde no hay espacio alguno para la disidencia. Y si bien se suele leer la obra como un aviso frente a la evolución de la tecnología (con unas inteligencias artificiales que en 2023 parecen más cerca que nunca), lo cierto es que seguramente sería más lógico fijarse en la propia cultura japonesa, en cómo el colectivo pasa siempre por encima del individuo, en el que la armonía social es siempre más importante que los deseos íntimos de una persona. Sí, Takemiya sitúa su historia en el futuro, pero lo que plantea es algo perfectamente contemporáneo (y todavía sigue siéndolo). En el fondo, la ciencia ficción casi siempre ha servido para hablarnos del presente, a veces, sin que nos demos cuenta.
Destino Terra... es en un título a tener muy en cuenta no solo por su trascendencia histórica dentro de la evolución de la estética y la narrativa del manga, sino también por esas múltiples lecturas que se pueden hacer de su historia, más vigente que nunca. Además, es maravillosa la ironía de ver a una autora de shōjo infiltrándose en una revista masculina para subvertir el sistema desde dentro.
Jot Down 7. Anuario Comics
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