Franquin es la principal firma que acompaña al comic francobelga 'Modest et Pompon'
La pareja protagonista muestra la época dorada en la economía tras la II Guerra Mundial
GERARDO MACÍAS
02 Agosto, 2017
En los años cincuenta dio comienzo la edad dorada que iluminó la modernidad después de la Segunda Guerra Mundial. Esto fue así, en parte, gracias a que el diseño industrial se transforma en uno de los mitos optimistas de la década.
La serie Modeste et Pompon (1955) es un clásico del cómic francobelga nacido en la revista Tintin de los lápices del maestro André Franquin (1924-1997), que firmó ciento ochenta y tres historias de una sola página publicadas originalmente hasta 1959.
Modeste et Pompon son una pareja joven y moderna de su época, característica de los años cincuenta, que representa a la nueva burguesía surgida en Bélgica y en Francia fruto del auge económico posterior al final de la Segunda Guerra Mundial.
En forma de gags de una página, se nos invita a presenciar la cotidianidad de Modeste et Pompon, cuya vida está salpicada de desventuras domésticas relacionadas con los avances técnicos y los nuevos inventos que en aquel momento marcaban la modernidad y hoy en día se consideran vintage.
Estos personajes llegaron a España a finales de los cincuenta en la revista para chicas Florita, de Ediciones Clíper, con el título de Modesto y Pompón. En los sesenta se tituló Modesto Flequillo en el tebeo Jaimito de Editorial Valenciana. En 1983, la serie debutó en el semanario Zipi y Zape de Editorial Bruguera, rebautizada como Teo y Dorita.
Modesto se caracteriza por su gusto vistiendo, aunque suele terminar pintado, lleno de grasa o impregnado en cualquier sustancia a causa de los tres sobrinos de su amigo Félix, que le hacen blanco de sus travesuras; del propio Félix, empeñado en hacerle una demostración de su nuevo invento, que siempre sale mal; o del amor por su propio coche, un trasto que siempre se avería y cuya antigüedad contrasta con otras máquinas que aparecen en la serie.
Pompón, que debe su nombre a los pompones que lleva en el pelo, utiliza siempre el mismo vestido alegre, que cambia de colores y al que suele acompañar de una gabardina.
André Franquin tuvo guionistas en muchas entregas de esta serie. Destacan Greg, por ser el que más tiempo estuvo escribiendo, y Goscinny, creador de Astérix el galo. Greg fue el creador del señor Demorros, inspector de Hacienda y vecino de los protagonistas, mientras que Goscinny fue el creador de otro vecino, el señor Peñazo, un burgués entrometido e inoportuno.
Los señores Demorros y Peñazo nunca aparecen juntos, ya que se reservó cada personaje para el uso de su creador.
En 1955, Franquin era la estrella de Dupuis. Su Spirou era un éxito y su trazo influía en los autores de la época, incluyendo al español Francisco Ibáñez. La relación con su jefe, Charles Dupuis, era de plena confianza, pero cuando el dibujante se entera de que le han ocultado cifras de tiradas en varios de los álbumes y que, por lo tanto, le han hecho perder decenas de miles de francos en derechos de autor, se siente traicionado. El otro gran editor del mercado francobelga, Lombard, le ofrece publicar en la revista Tintin. Franquin acepta realizar sólo una página semanal, porque no ha roto contrato con Dupuis y se encuentra saturado de trabajo. Así nace la serie Modeste et Pompon.
Dupuis le recuerda que ellos han hecho de Franquin un autor de éxito y que la confianza ha ido más allá de una relación laboral. El artista, con la sensación de tener una deuda vital con Charles, claudica y, tras unas breves mejoras en su contrato vuelve al redil del que en realidad nunca se había escapado, pero los acontecimientos le llevan a trabajar al mismo tiempo en las dos grandes editoriales francobelgas del momento.
Hasta 1959, Franquin tiene que sumar a las páginas de Spirou, portadas e ilustraciones para la revista homónina, y la página de Modesto y Pompón para la revista Tintin. El autor abandona la serie por falta de tiempo, pero Modesto y Pompón es un gran entrenamiento para una obra posterior que le encumbraría: Gastón Elgafe.
Vistos hoy, los protagonistas de Modesto y Pompón resultan unos personajes tiernos, y la misma serie es todo un compendio de los años cincuenta, todo un catálogo de los coches de aquella década y también de los muebles y del nuevo estilo decorativo al que tan aficionado era el propio André Franquin.
Malaga Hoy
La pareja protagonista muestra la época dorada en la economía tras la II Guerra Mundial
GERARDO MACÍAS
02 Agosto, 2017
En los años cincuenta dio comienzo la edad dorada que iluminó la modernidad después de la Segunda Guerra Mundial. Esto fue así, en parte, gracias a que el diseño industrial se transforma en uno de los mitos optimistas de la década.
La serie Modeste et Pompon (1955) es un clásico del cómic francobelga nacido en la revista Tintin de los lápices del maestro André Franquin (1924-1997), que firmó ciento ochenta y tres historias de una sola página publicadas originalmente hasta 1959.
Modeste et Pompon son una pareja joven y moderna de su época, característica de los años cincuenta, que representa a la nueva burguesía surgida en Bélgica y en Francia fruto del auge económico posterior al final de la Segunda Guerra Mundial.
En forma de gags de una página, se nos invita a presenciar la cotidianidad de Modeste et Pompon, cuya vida está salpicada de desventuras domésticas relacionadas con los avances técnicos y los nuevos inventos que en aquel momento marcaban la modernidad y hoy en día se consideran vintage.
Estos personajes llegaron a España a finales de los cincuenta en la revista para chicas Florita, de Ediciones Clíper, con el título de Modesto y Pompón. En los sesenta se tituló Modesto Flequillo en el tebeo Jaimito de Editorial Valenciana. En 1983, la serie debutó en el semanario Zipi y Zape de Editorial Bruguera, rebautizada como Teo y Dorita.
Modesto se caracteriza por su gusto vistiendo, aunque suele terminar pintado, lleno de grasa o impregnado en cualquier sustancia a causa de los tres sobrinos de su amigo Félix, que le hacen blanco de sus travesuras; del propio Félix, empeñado en hacerle una demostración de su nuevo invento, que siempre sale mal; o del amor por su propio coche, un trasto que siempre se avería y cuya antigüedad contrasta con otras máquinas que aparecen en la serie.
Pompón, que debe su nombre a los pompones que lleva en el pelo, utiliza siempre el mismo vestido alegre, que cambia de colores y al que suele acompañar de una gabardina.
André Franquin tuvo guionistas en muchas entregas de esta serie. Destacan Greg, por ser el que más tiempo estuvo escribiendo, y Goscinny, creador de Astérix el galo. Greg fue el creador del señor Demorros, inspector de Hacienda y vecino de los protagonistas, mientras que Goscinny fue el creador de otro vecino, el señor Peñazo, un burgués entrometido e inoportuno.
Los señores Demorros y Peñazo nunca aparecen juntos, ya que se reservó cada personaje para el uso de su creador.
En 1955, Franquin era la estrella de Dupuis. Su Spirou era un éxito y su trazo influía en los autores de la época, incluyendo al español Francisco Ibáñez. La relación con su jefe, Charles Dupuis, era de plena confianza, pero cuando el dibujante se entera de que le han ocultado cifras de tiradas en varios de los álbumes y que, por lo tanto, le han hecho perder decenas de miles de francos en derechos de autor, se siente traicionado. El otro gran editor del mercado francobelga, Lombard, le ofrece publicar en la revista Tintin. Franquin acepta realizar sólo una página semanal, porque no ha roto contrato con Dupuis y se encuentra saturado de trabajo. Así nace la serie Modeste et Pompon.
Dupuis le recuerda que ellos han hecho de Franquin un autor de éxito y que la confianza ha ido más allá de una relación laboral. El artista, con la sensación de tener una deuda vital con Charles, claudica y, tras unas breves mejoras en su contrato vuelve al redil del que en realidad nunca se había escapado, pero los acontecimientos le llevan a trabajar al mismo tiempo en las dos grandes editoriales francobelgas del momento.
Hasta 1959, Franquin tiene que sumar a las páginas de Spirou, portadas e ilustraciones para la revista homónina, y la página de Modesto y Pompón para la revista Tintin. El autor abandona la serie por falta de tiempo, pero Modesto y Pompón es un gran entrenamiento para una obra posterior que le encumbraría: Gastón Elgafe.
Vistos hoy, los protagonistas de Modesto y Pompón resultan unos personajes tiernos, y la misma serie es todo un compendio de los años cincuenta, todo un catálogo de los coches de aquella década y también de los muebles y del nuevo estilo decorativo al que tan aficionado era el propio André Franquin.
Malaga Hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario