Una de las ilustraciones de su libro 'Dublinés' / ALFONSO ZAPICO (EFE)
El Nacional del Cómic consolida a Alfonso Zapico, de 31 años
Es autor de ‘Dublinés’, su biografía sobre Joyce
TEREIXA CONSTENLA Madrid 23 OCT 2012
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981) dejó ayer de ser una promesa. Su álbum Dublinés fue coronado con el premio Nacional del Cómic, que por vez primera se concede a un autor que apenas supera la treintena. El galardón institucional viene a confirmar los elogios que circulaban por el mundillo gráfico sobre la solidez del dibujante asturiano. Más que sólido, Zapico es un osado. ¿O no es un atrevimiento mayúsculo tener veintipocos, estar tanteando los inicios de una carrera incierta como pocas, y lanzarse a recrear la biografía del autor de Ulises?
A su editor de Astiberri, Fernando Tarancón, le dieron ganas de preguntar: “Para empezar, chaval, ¿has leído a Joyce?”. Y a continuación admiró su atrevimiento. “Me sorprende que desde muy joven ha tenido muy claro lo que quería contar”, señala su editor. Zapico había publicado en Astiberri la obra Café Budapest, la historia de un violinista judío que en 1947 emigra a Palestina y que le da pie para adentrarse en el origen del conflicto. Fue su primera novela gráfica en español y despachó unos 4.000 ejemplares. Antes, en 2006, su opera prima se había estrenado en Francia: el álbum La guerra del profesor Bertenev, una historia de amistad ambientada en tiempos de la guerra de Crimea.
Zapico no solo había leído a Joyce, si no que para construir Dublinés se zampó biografías sesudas, tomó café con eminentes expertos en el autor de Finnegan’s wake y viajó a todos los lugares donde el escritor había dejado sus huellas (Dublín, París, Zúrich y Trieste). “No soy experto en literatura, y Ulises ni siquiera es mi libro favorito, pero me fascina Joyce por su humanidad. Cuando escribe arranca trozos de su vida propia y de sus amigos para pasarlos al papel. Me interesa su dignificación de la vida ordinaria”, cuenta por teléfono el dibujante, que vive —¡cómo no!— en Angulema, el santuario del cómic europeo.
De su intensiva exploración surgió, además de Dublinés, un cuaderno de viaje, La ruta Joyce (Astiberri), que combina dibujos al natural, toques autobiográficos, reflexiones sobre el proceso creativo y anécdotas joyceanas, como la carta que le envía un senador irlandés inmerso en campaña electoral y ansioso por leer su cómic. Porque Joyce protagoniza seminarios, jornadas, centros de estudios y rutas, pero nadie había osado hasta ahora a llevarlo a un tebeo. Ni siquiera los irlandeses con toda su veneración a cuestas. Dublinés se publicará en 2013 en Irlanda. “Me daba un poco de vértigo, pero lo han acogido muy bien”, señala el autor.
Después de cuatro obras que le han arrastrado por territorios diversos, Zapico ha emprendido un viaje hacia sus raíces en la cuenca minera. Su próximo proyecto será una inmersión en la sociedad asturiana anterior a la revuelta de 1934 y su sangrienta represión.
El Nacional del Cómic consolida a Alfonso Zapico, de 31 años
Es autor de ‘Dublinés’, su biografía sobre Joyce
TEREIXA CONSTENLA Madrid 23 OCT 2012
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981) dejó ayer de ser una promesa. Su álbum Dublinés fue coronado con el premio Nacional del Cómic, que por vez primera se concede a un autor que apenas supera la treintena. El galardón institucional viene a confirmar los elogios que circulaban por el mundillo gráfico sobre la solidez del dibujante asturiano. Más que sólido, Zapico es un osado. ¿O no es un atrevimiento mayúsculo tener veintipocos, estar tanteando los inicios de una carrera incierta como pocas, y lanzarse a recrear la biografía del autor de Ulises?
A su editor de Astiberri, Fernando Tarancón, le dieron ganas de preguntar: “Para empezar, chaval, ¿has leído a Joyce?”. Y a continuación admiró su atrevimiento. “Me sorprende que desde muy joven ha tenido muy claro lo que quería contar”, señala su editor. Zapico había publicado en Astiberri la obra Café Budapest, la historia de un violinista judío que en 1947 emigra a Palestina y que le da pie para adentrarse en el origen del conflicto. Fue su primera novela gráfica en español y despachó unos 4.000 ejemplares. Antes, en 2006, su opera prima se había estrenado en Francia: el álbum La guerra del profesor Bertenev, una historia de amistad ambientada en tiempos de la guerra de Crimea.
Zapico no solo había leído a Joyce, si no que para construir Dublinés se zampó biografías sesudas, tomó café con eminentes expertos en el autor de Finnegan’s wake y viajó a todos los lugares donde el escritor había dejado sus huellas (Dublín, París, Zúrich y Trieste). “No soy experto en literatura, y Ulises ni siquiera es mi libro favorito, pero me fascina Joyce por su humanidad. Cuando escribe arranca trozos de su vida propia y de sus amigos para pasarlos al papel. Me interesa su dignificación de la vida ordinaria”, cuenta por teléfono el dibujante, que vive —¡cómo no!— en Angulema, el santuario del cómic europeo.
De su intensiva exploración surgió, además de Dublinés, un cuaderno de viaje, La ruta Joyce (Astiberri), que combina dibujos al natural, toques autobiográficos, reflexiones sobre el proceso creativo y anécdotas joyceanas, como la carta que le envía un senador irlandés inmerso en campaña electoral y ansioso por leer su cómic. Porque Joyce protagoniza seminarios, jornadas, centros de estudios y rutas, pero nadie había osado hasta ahora a llevarlo a un tebeo. Ni siquiera los irlandeses con toda su veneración a cuestas. Dublinés se publicará en 2013 en Irlanda. “Me daba un poco de vértigo, pero lo han acogido muy bien”, señala el autor.
Después de cuatro obras que le han arrastrado por territorios diversos, Zapico ha emprendido un viaje hacia sus raíces en la cuenca minera. Su próximo proyecto será una inmersión en la sociedad asturiana anterior a la revuelta de 1934 y su sangrienta represión.
El Pais 23 de Octubre de 2012
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