miércoles, 23 de julio de 2014

Batman, por Bill Finger



David Hernando, erudito en el personaje, explica la importancia en su génesis de este guionista

Batman cumple 75 años

DAVID HERNANDO Madrid 22 JUL 2014

Portada de 'Bill the boy wonder', cómic-biografía de la figura de Finger.


Portada del libro 'Batman: serenata nocturna' de David Hernando, retrato del co-creador de Batman Bill Finger.


Nadie sabe quién es. Pero todo el mundo conoce su obra.

Batman es uno de los personajes más reconocidos e importantes de la cultura popular de nuestro tiempo. Con 75 años recién cumplidos, el caballero oscuro ha arrasado en los cómics que le vieron nacer, así como en cine, televisión, animación y videojuegos. El símbolo del murciélago es a día de hoy un icono cultural en el que todo el mundo reconoce a Batman. Sin embargo, Bill Finger, su auténtico creador, ha permanecido en el más absoluto de los anonimatos hasta ahora.

Bill Finger nació en 1914 y tras ver frustrados sus sueños por la Primera Guerra Mundial, después de pasar la gripe española, un brote de escarlatina y la crisis económica de 1929, se resignó a aceptar trabajos temporales uno tras otro, sin atisbo de futuro. Si durante el día vendía zapatos, por la noche dejaba volar la imaginación con libros o películas. Su mayor sueño era escribir, pero carecía de contactos y de recursos... al menos, hasta que conoció a Bob Kane, vecino del barrio que dibujaba para la editorial DC Comics. Kane, cuyo mayor talento siempre fue descubrir el talento ajeno, enseguida se percató de lo valioso que podría ser Finger. A su vez, Bill vio en Bob la puerta hacia lo que siempre había soñado: Kane le propuso formar equipo y tras algunas colaboraciones llegó el momento que ninguno de los dos podía prever: Superman apareció por primera vez. Y lo cambió todo.


Cuatro fotos de familia de Bill Finger, incluídas en el libro 'Batman: serenata nocturna' de David Hernando. / ATHENA FINGER Y MARC TYLER NOBLEMAN

En junio de 1938, el hombre de acero supuso un éxito arrollador e instantáneo. De nuevo, esto fue algo que a Kane no le pasó desapercibido. En una reunión con su editor se enteró del dinero que ganaban Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores de Superman, y de las ventas millonarias del personaje, y supo sin atisbo de duda que era eso lo que había estado buscando toda su vida. Le prometió a su editor un nuevo superhéroe para el lunes siguiente, corrió a casa para hacer unos bocetos de un hombre pájaro con alas de murciélago, antifaz y traje rojo, y salió disparado a ver a Finger para que escribiera el guion.

Pero Finger no se limitó a escribir. Propuso cambios en el diseño de Kane a sabiendas de que una creación desde cero era lo que siempre había anhelado. Como la base sobre la mesa era Superman, Finger se decantó por algo totalmente opuesto: si Superman representaba la luz, era alienígena e iba con la cara descubierta, el suyo sería oscuro, humano y llevaría una capucha. Al desechar las ideas originales de Kane, Finger modificó las alas por una capa cuyos bordes recordaran a un murciélago, añadió guantes para no dejar huellas y hasta creó la identidad civil de Bruce Wayne. Cuando Bill Finger y Bob Kane crearon a Batman, no podían imaginarse que estos personajes seguirían presentes en la mente de medio mundo, pero lo que resulta difícil de imaginar es cómo Bob Kane fue capaz de no mencionar nunca a Finger cuando presentó la idea ante la editorial y firmó su contrato en solitario.

El nuevo número de 'Detective comics #27', que conmemora el 75º aniversario de Batman y contiene por primera vez la firma de Bill Finger.

Hoy este gran olvido se repara en parte. En la portada del nuevo Detective Comics # 27 que conmemora el aniversario, una nueva firma aparece. La firma de Bill Finger. Ya solo falta que a esta le acompañe el título de cocreador. Pero la tónica habitual con este guionista ha sido ignorarlo, pese a las creaciones que añadió Finger, como el Comisario Gordon, Joker, Robin, Dos Caras, Acertijo, Catwoman, Pingüino o la ciudad de Gotham, jamás vio su nombre impreso en un cómic del personaje.

Finger escribió al héroe durante 25 años, hizo guiones para televisión (incluso dos capítulos de la serie de los años sesenta de Batman) y creó otros personajes de cómic, pero se notaba que su mayor explosión creativa iba siempre asociada al Caballero Oscuro. Cuando murió en 1974, algunos lectores eran conscientes de su valía pero no ha sido hasta bien entrado el siglo XXI que más gente aboga por el reconocimiento a Bill Finger, como en la convención de cómics de San Diego donde se entrega cada año un premio al mejor guionista dedicado a su nombre. El propio Kane llegó a declarar, 15 años después de la muerte de Finger, que su antiguo amigo debería haber tenido crédito y que de haberlo sabido entonces, habría pedido incluir su nombre. Aunque no hay que olvidar que Bill tiene su parte de culpa al no haberse impuesto cuando pudo, el desagravio que le hizo Bob Kane se mantiene como una de las grandes injusticias del mundo literario contemporáneo.

David Hernando fue editor de Batman durante seis años y autor del libro sobre Bill Finger Batman. Serenata nocturna.


El Pais 22 julio 2014

martes, 22 de julio de 2014

Fascinación y nostalgia por Carlos Portela





-Avanzó con sumo cuidado. 
Apostaría a que está lleno de trucos...
Carlitos Paz a su cabra Aníbal

Cuando comencé a leer tebeos, y de esto hace ya bastantes años, me resultaba francamente difícil aburrirme con cada nueva serie o personaje que llegaba a mis manos. La emoción que suponía adentrarme en nuevas aventuras acompañando a mis personajes favoritos no tenía rival en las pobres ofertas de otros medios en los que, las más de las veces y sin llegar a motivarme en gran medida, la experiencia debía ser compartida en origen. La lectura de un nuevo álbum de SPIROU, una nueva aventura de MANDRAKE o un nuevo episodio del anárquico, por su peculiar distribución, KAMANDI, me brindaron algunos de los mejores momentos de mi nada traumática infancia. Eran tiempos de fascinación.
Con el paso del tiempo, el incremento de la afición y de las posibilidades económicas, mi interés medró a la par que mis lecturas y mi colección: pero si bien los superficiales conocimientos que del tema poseía se iban, paulatinamente, acrecentando, la capacidad de asombro y disfrute mermaba de forma paralela, al tiempo que sólo de vez en cuando y en momentos muy señalados, me embargaba de nuevo esa sensación tan particular y tan bien conocida por mí que había hecho 
de la historieta mi gran afición.




Hoy en día encontrar algo que me dispare las cejas me parece tan improbable como que alguien baile la música del Telediario, -como se dice vulgarmente-; y así he vuelto poco a poco la vista atrás en busca del tiempo pasado, que no perdido, tratando de refugiarme en ese arma de doble filo que es la nostalgia. La nostalgia nos hace seguir leyendo series y autores que ya no son lo que eran cuando nos acercamos a ellos por primera vez, más que frecuentamos fielmente con la esperanza de que lo que fue pueda seguir siendo, negando aún asi la evidencia. Por suerte todavía persisten obras que mantienen, pese a haberse desplegado en el tiempo, idéntica frescura a la de sus comienzos, arrojando de tal modo algo de luz a tan sombrío panorama.


A pesar de todo he seguido estando al día, esperando que llegue algo o alguien que me devuelva la fascinación perdida, la ansiedad de la espera de una nueva entrega o la incertidumbre de qué llegará mañana. Me he topado, casi por casualidad, en esta espera constante con algo que sin embargo apenas había tenido en cuenta: el hecho de que un autor, considerado de "vanguardia", utilizando esquemas narrativos más o menos actuales, me provoque idéntica suerte de impresiones que obras leídas por primera vez hace más de quince años. La DOOM PATROL de Grant Morrison es ante todo lúdica: Fantasía desbordada para nada gratuita; un lugar donde puede ocurrir cualquier cosa y probablemente ocurrirá. Historias donde se falsifican los distintos medios artísticos y se reinterpretan los elementos robados, haciendo de la falsificación un elemento de doble traducción, bien por el mero cariz de copia, con lo que en este particular tiene de jeribeque, bien resaltando la intencionalidad del juego que propicia el desarreglo del plagio donde sin duda el guionista consigue su sello distintivo.


Habitualmente el público al que se destinan este tipo de productos oscila en una banda que abarca de los 14-15 hasta los 24-25 años, por lo que no suele ser precepto obligado la inclusión de relaciones a otros estadios artísticos. Siendo asi, el que se dé por conocido el marco referencial sobre el que se sustenta la imposible realidad de las historias, conviene al lector un mínimo bagaje que va más allá del protolenguaje de guiños que suele contentar a los "iniciados" del medio, revertiendo en el reconocimiento al lector de una mínima base intelectual que le posibilita desentramar las legítimas claves de la trama, hecho que honra al guionista.
Sentada ya la inteligente arquitectura de la serie, queda ahora por ver hasta qué punto ésta se desarrolla con eficacia. Contrariamente al curso seguido por sus congéneres, Morrison opta por la recuperación de la nostalgia; y valiéndose de la exageración, de la ingenuidad y del sentimiento cómico de la tragedia. Me explico: no es la situación en la que se hallan los personajes cómica, sino que lo que la provoca se esconde bajo este disfraz; es el desenfreno de la teórica inocencia infantil, en esta ocasión todo momento bajo vigilancia, lo que retrae el candor y la puerilidad, manteniendo intacto el sabor nostálgico. Elude, un gran acierto por su parte, la aproximación obsesiva al realismo en el género, tan en boga últimamente, debido, sobre todo, a un intento de intelectualizar este tipo de historias, error de concepto, puesto que una serie como ésta si se intenta racionalizar acaba por mostrarse francamente estúpida, a lo que Morrison opone la miscelánea de medios que efectivamente se está erigiendo como una de las alternativas más válidas entre las diversas lineas de investigación que se intentan desarrollar a través de este soporte, aunque no sea precisamente de las más populares.





A lo comentado antes, cualquiera que sea capaz de leer algo más de lo que tiene exactamente delante puede llegar. Por ello es por lo que tal y como está el mercado no acabo de comprender muy bien cómo le permiten a Morrison hacer lo que hace, a todas luces anticomercial, y además le dan mano libre para la reconfiguración de las portadas, por cierto preciosas, sin el más mínimo toque de atención. Pienso que por suerte para nosotros, lectores, la singular configuración del mercado del comic book americano concibe que cuando una serie ronda la cancelación obligada por la carencia de ventas se invita al autor-autores encargados a usar todos los medios a su alcance para eludir el descenso al limbo de las carneo appearance. Condición gracias a la cual puede explicarse que muchas de las mejores aportaciones de los ahora renombrados artistas del género se hayan producido en series que distaban del apelativo de estrellas de la casa.


Olvidándonos ahora de aspectos globales: DOOM PATROL resulta fascinante porque los personajes son a cada cual más raro, las situaciones beben en los mitos de la infancia, las historias son extravagantes y los antagonistas |Ah! son lo mejor de la serie, completamente desquiciados. Sinceramente, que esta etapa de la serie pase a la historia del comic book, que reciba una lluvia de premios o que se convierta en best-seller me importa bien poco. Lo que realmente me preocupa es que siga como hasta la fecha, aportando la dosis de locura necesaria para que todos aquéllos que seguimos este género podamos mantener la cordura y la fe.




Por último, hay algo más que ha provocado que la fascinación vuelva a ser algo asociado a la historieta para mi: no se publica en España, por lo que no tendré que aguantar dudosas traducciones del falso Thomas DeQuincey ni estúpidas preguntas sobre qué es el Dada, qué es un desdoblamiento múltiple de personalidad o quién era Piranesi. De verdad, gracias.

Como decía al principio, hoy en día en contadas ocasiones disfruto de manera especial con algún comic. No afirmo que DOOM PATROL sea la mejor serie del mercado, pero, parafraseando a Borges, diré que, al igual que cada libro tiene un lector determinado y no todos los libros han de ser leídos por la generalidad, lo mismo ocurre con las historietas, y si bien esta serie no está llamada a ser un éxito masivo, sí lo está para que yo siga prefiriendo la historieta a las demás formas de expresión.

Carlos Portela


 Publicado en Urich nº14 MAY-JUN 1990


Mark Buckingham Gallery


Vamos a la wikipedia (versión española) aquí, y encontramos algunos datos biográficos (en la versión inglesa es más exhaustiva, aquí ), algo más personal en su página de facebook, aquí. En definitiva otro autor de comics, otro más, llegado de las Islas Británicas, para alimentar una industria que necesita de autores muy completos.