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lunes, 4 de marzo de 2024

Alejandro Jodorowsky, los 95 años de un autor de culto

por Jorge Morla

El escritor y artista Alejandro Jodorowsky, en su casa de París. Foto: Samuel Aranda.

Hollywood prepara la adaptación cinematográfica de ‘El Incal’, el más célebre cómic del escritor, cineasta, autor de cómic y psicomago chileno Alejandro Jodorowsky.

Hay muchas excusas para entrevistar a Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, Chile, 1929). En breve vuela a Los Ángeles para inaugurar una exposición conjunta con su mujer (Pascale, con la que vive desde hace 20 años) en la galería BLUM. Allí asistirá también a la American Cinematheque, que prepara una retrospectiva de sus películas, y visitará a los responsables de la adaptación al cine de su obra maestra del cómic, 'El Incal'.

Entretanto, busca financiación para su siguiente película, 'El viaje esencial'. Acaba de publicarse su último libro, 'De la psicomagia al psicotrance', en Francia, donde se ha agotado en dos semanas. En mayo viajará a España para presentar el libro y dar una charla en la escuela de artes TAI de Madrid. Es decir, no para. Pero para justificar la charla quizá baste la excusa de que, pese a su lucidez y a su agenda, su carné de identidad dice que tiene 95 años.

El creador de la psicomagia recibe en su piso de París, atestado de montañas de libros. ¿Cómo está? “Mmmm… Estoy”. ¿En qué anda metido? “Hago lo que quiero hacer y no lo que otros quieren que haga”. ¿Es libre, entonces? “Soy libre, sí. Hasta cierto punto”.

¿Y es feliz? Aquí comienza el mambo: “Bueno, si yo me considero feliz, entonces no soy feliz; me estoy viendo, me divido en dos. Alguien que se observa se divide en dos: no ha vencido a su ego”. ¿En qué anda trabajando? “¡Tengo 25 proyectos en marcha!”. ¿Y cómo lleva la edad? “Hago 95 años. ¡Y hablo y pienso! Es una maravilla estar vivo”.

¿Y a su edad... piensa en el mañana? “A los 95 uno estira la pata”, suelta, y se queda pensando. “¿Por qué esa expresión…? Estirar la pata… caminas, te vas a otro sitio”, reflexiona. “Es posible que la muerte no exista, que sea un mito nuestro. La verdad no existe en este planeta, solo los caminos a la verdad.

¿Por qué me voy a considerar una persona que va a morir? Sí me considero una persona que va a cambiar. Pero si he desarrollado un espíritu, ese puede quedar, y ese puede ser eterno”. Y la pregunta que formula en voz alta queda resonando en la sala: “¿Por qué no atreverse a luchar para conquistar la eternidad?”. Por qué no.

De todos esos proyectos en los que anda metido, quizá el que más repercusión mediática ha levantado es la adaptación cinematográfica de El Incal (1980, guionizado por él y dibujado por Moebius) que prepara el cineasta Taika Waititi (Jojo Rabbit, Thor: Love and Thunder). "Al final la va a hacer Hollywood. Y eso que yo siempre hablé mal de Hollywood; pero ahora hemos visto decaer Hollywood. Se han alimentado de los cómics, pero ha terminado incluso la moda de los superhéroes. Por eso se puede hacer la película ahora”.

Con 'El Incal', Jodorowsky cede las riendas de su obra para adaptarla, pero hubo un momento en el que estuvo en el otro lado. A mediados de los setenta del siglo pasado preparó la adaptación de Dune, malograda, pero en la que intervinieron H. R. Giger, Pink Floyd o Dalí.

La mejor película que nunca llegó a rodarse, la han definido muchos. “¿Has visto el documental 'Jodorowsky’s Dune'? Yo hice lo que yo quería con 'Dune'. Ahora es tiempo de que Waititi haga lo que quiera con 'El Incal'”. Está dispuesto a pasar al otro lado del espejo: “'El Incal' ya no es mío”.


Jodoroswky es autor del cómic 'El Incal'.

Cine, literatura, cómic, música, artes plásticas. Pero todo ello gravita en torno a otra cosa: el tarot. Redescubridor del Tarot de Marsella, que reclama como único, verdadero, ha ligado su vida a los arcanos mayores, que para él son “un método de conocimiento y de acceso al inconsciente”. Resuena el místico: “Yo sé cosas que no sé. Mi cerebro está en el inconsciente, en la unión de todas las familias, de todos los universos”, y se señala la cabeza: “Lo que llevamos aquí dentro es inimaginable. Es lo que nos guía”.

¿El mundo de hoy da la espalda al inconsciente? “Se la daba, hasta Freud, que, sin embargo, cometió un terrible error: pensar que el inconsciente era nefasto. Jung, su alumno, descubrió otra cosa: que está unido con todo. Que hay un milagro en cada ser”.

El trabajo de Jodorowsky es indisociable de la interdisciplinariedad. ¿Cómo define el arte? “El arte no es la verdad, es una búsqueda de la verdad. Es abrir una ventanita al inconsciente”. En ese viaje inconsciente primero vino la psicomagia: “Es abrir los límites, para que aparezca en ti la riqueza que tú tienes. Y qué hacer con ello para sanarte, para eliminar el sufrimiento”.

“El tarot va a explicarte quién eres”, abunda. “Cuando abandonas la enfermedad de no conocerte entras en el psicotrance”. Es el centro de su último libro. “Psicotrance es poner de lado las definiciones. Las palabras, los idiomas. Cesar de pensar sin convertirse en un idiota. Al punto de que puede lograr cosas maravillosas: se puede curar a otro ser”.

El libro expone 80 casos de curación a través de la psicomagia, su gran descubrimiento. ¿Cómo la define? “La psicomagia es la aplicación del inconsciente a la curación”. Siempre la practicó de manera gratuita, como el tarot, que echó durante 10 años en el café debajo de su casa, al que peregrinaba gente de todo el mundo.

A aprender de él han ido personalidades de toda índole, de Dennis Hopper a David Lynch, pasando por Kanye West o Darren Aronofsky, prueba de la huella que ha dejado en la cultura del siglo anterior y la de este.

¿Cómo ve el mundo del futuro? Pues es optimista. “Hace tres años se sentía la catástrofe. Pero ahora hemos salido, veo un cambio en la juventud. Se está preparando el cambio, viene un año de creatividad. El ser humano está mejorando”, cree. Y en lo personal, lo repite: “Estar vivo es maravilloso”.

Dos horas de conversación (tirada mediante) dan para resumir una vida. ¿Hubiera hecho algo diferente? "¡Todo!". Salió de Chile a los 24 años: "No me convenía, no era para mí". Ha vivido en Francia, en Estados Unidos, en México. Destaca un hecho luminonísimo: "A los 76 años me encontré con Pascale". También ha sufrido la negra espada del tiempo. "Tengo dos hijos muertos, y dos vivos. Es dura la vida, ¿eh? Pasan cosas que ni te sospechas que van a pasar. Pero ahí vamos". Ahí vamos. "No estoy muy seguro de llegar a mi cumpleaños", dice, socarrón. La entrevista tuvo lugar el martes. "Hasta las doce del mediodía del sábado son cuatro días. Pero pueden ser una eternidad... hasta que llegue no estaré tranquilo", ríe. Pero el sabado, puntual, ha llegado. Y Jorodowsky ha llegado a los 95.


El Pais. Cultura. Sábado 17 de febrero de 2024



lunes, 25 de diciembre de 2023

Carlos Giménez - Dibujante de tebeos

En el Saló Internacional del Cómic de Barcelona recibió el Premio al mejor guión y a la mejor obra del año, y en la Feria del Cómic de Madrid el Premio a una vida dedicada a la creación de tebeos

L.C.

¿Este año ha sido el de su regreso?

No, no ha habido ningún regreso. La única diferencia es que he cambiado de editor en España, y el nuevo tiene un proyecto en España, y el nuevo tiene un proyecto editorial más amplio, mayor interés por publicar mis cosas. Ultimamente mi anterior editor no se preocupaba mucho por ello.



¿Se ha planteado la editorial lanzar sus obras completas o primero las que más se venden?

Se ha planteado hacer la "Colección Carlos Giménez" de Glénat; la idea es ir publicando toda mi obra hasta donde se pueda. Si se pudiera llegar hasta mis primeros trabajos, yendo lógicamente hacia atrás, estaría bien. Pero no hay garantía, porque no sabemos hasta dónde le interesará al público mi obra más juvenil. En cuanto al orden no se sigue un criterio cronológico, sino dar preferencia a los trabajos que el editor supone que son más esperados.

Sus anteriores editores, los más recientes, han sido De la Torre en Madrid y Planeta DeAgostini en Barcelona. ¿Qué ha pasado con ellos?

De la Torre publicaba fundamentalmente libros, y quería incluir algunos tebeos, especialmente los míos, pero al distribuirlos los colocaba donde se venden tebeos, con lo que el público interesado los encuentra.

¿Esta edición es sólo para nuestro país?

Esta colección en castellano es sólo para España, lo que no quiere decir que algún resto no se distribuya en países de habla hispana.

¿Y que pasó con Planeta DeAgostini?

Que sólo publicó el Dani Futuro y no se habló nunca de publicar nada más. Yo tampoco lo pretendí y no hubo, por tanto, ningún problema. Me gustó mucho cómo se realizó la edición: muy cuidada, popular y con precios asequibles.

Esta es la tercera o cuarta vez que Dani Futuro intenta una edición popular, si contamos los cuadernillos de Toutain...

La diferencia es que ahora se ha hecho bien. Se ha publicado completo, desde el primer número hasta el último. Y sin faltas de ortografía o errores de edición. De las diferentes ediciones de Dani Futuro, la primera de Bruguera era un desastre; la de Toutain se editó en cuadernillos de formato clásico, y además se quedó a medias. Así que esta última es la que se ha editado como la colección es, con rigor, con un cariño poco usual y arropada por artículos de profesionales y amigos, de críticos que han escrito reseñas sobre el personaje.

¿Reeditar es volver a vivir la emoción del primer momento?

Reeditar es volver a salir a la calle pero vestido con traje nuevo. No tiene la alegría de la primera vez, pero sí la de ver lo bien que te sienta el traje. Debo reconocer que esta colección de la editorial Glénat tiene los álbumes mejor editados actualmente en España. Para mí es un lujo, siendo yo una persona que siempre ha tendido a que su trabajo fuese popular. Pero eso era cuando los tebeos eran un producto barato que compraba la gente de los barrios. Ahora eso no es así; los tebeos van dirigidos a los coleccionistas, a los aficionados, que no se corresponden forzosamente con lo popular. Los quieren coleccionar, y en ese sentido creo que Glénat ha acertado plenamente con esta colección: algunos álbumes ya han sido reeditados, con el poco tiempo que llevan en la calle.

¿Qué contraste encuentra ahora con los lectores de entonces, los que compraban sus primeras ediciones?

Mis tebeos ahora, al ser reeditados, tienen más peso específico. Cuando se publicaron por primera vez en las páginas de las revistas -porque estos tebeos se publicaban primero en revistas y luego se recopilaban de álbumes- se mezclaban con el resto de materiales. Ahora, los tebeos hechos hace tiempo se presentan un poco con la idea de gozar de un clásico, ¿no? Aquellos tebeos de Carlos Giménez... Eso a mí me agrada, la idea de ser un clásico vivo. Así han sido presentados estos álbumes: obras que se hicieron hace tiempo, refiriéndose incluso a temas de hace tiempo. Como la Transición que yo reflejé en aquellos álbumes de España, una, grande, libre: contada a pie de actualidad. Con el tiempo se han convertido en una crónica de aquellos años.

De hecho, con estos álbumes se hizo cronista de un tiempo.

Cuando hice Paracuellos, Barrio, incluso Los Profesionales, quería hacer una crónica de la época que había vivido: contar cómo era, cómo éramos, las costumbres, cómo eran los barrios. Pero en los de la Transición no fue así. Yo simplemente hacía un trabajo semanal para una revista de actualidad. La idea que yo tenía era que la semana siguiente mataba la actualidad de la semana anterior: es un chiste, un comentario, una gracia que se pasa y que la actualidad cambia. No me daba cuenta de que, al hacer actualidad semanal, lo que has contado es, inevitablemente, lo que ha ocurrido en ese periodo de tiempo. Al final, lo que conté fue mi Transición, la Transición vista desde mi punto de vista.

Si pudiera, ¿le gustaría ahora hacer algo parecido, la crónica de estos tiempos de fin de siglo y milenio?

Hace muy poco tiempo me interesó, hasta el punto de que empecé a preparar dosieres, incluso hice unos primeros episodios de dos o tres páginas... Creo que se llamaba Fin de siglo o algo así. Reuní mucho material de prensa, con recortes sobre temas como el sida, el racismo, la solidaridad, la emigración, etc. Pero aunque se interesó alguna publicación no hubo una respuesta, y luego ya lo dejé. Y estos momentos sinceramente no me gustaría hacerlo pero no porque el tema no me apetezca, sino porque mi atención está puesta en otras cosas.

¿En qué está trabajando ahora?

Ahora estoy haciendo el Paracuellos 4, y tengo ya preparados el 5 y el 6. En estos momentos me gustaría seguir trabajando sobre Paracuellos, desarrollando los temas, tratándolos con más detalle. Este tema me sigue preocupando, y además he tenido la enorme suerte en este tiempo -una de las razones por las que he retomado el tema- de haber reunido mucho material de amigos, de gente de la época con la que me sigo viendo, con la que he grabado muchas cintas y me han sacado documentos y fotos. Me he encontrado con tanto material que no aprovecharlo sería un desperdicio. Escribir sobre estos temas me apasiona. Primero, porque es la biografía de mi infancia, lo recuerdo muy bien, y sobre todo es un mundo insólito, que muy poca gente ha conocido y que, quien lo ha hecho, raramente lo va a contar o lo ha contado. Quizás porque los de aquellos colegios en pocos casos han llegado a ser escritores, directores de cine, novelistas, y los que lo han sido no han escrito sobre estos temas, sino sobre otros más comerciales o lo que sea... Es como si yo dijera: yo puedo contarlo, yo sé contarlo, yo tengo el material y además me gusta contarlo. A mis casi 60 años de edad, las cosas las quiero matizar más.

Vamos, que tiene material para tres o cuatro años más...

De Paracuellos y quizás de otros también. Yo digo de mí mismo que soy un mendigo de historias, siempre le digo a los amigos: "Oye, ¿por qué no me cuentas tu...?". Y grabo cintas y reunimos material que es maravilloso para escribir, porque pone en marcha el mecanismo de tus propios recuerdos. Yo podría estar con Paracuellos muchos años.

En dibujar cada álbum, ¿cuánto tarda?

Aproximadamente un año por álbum...pero también es cierto que entretanto hay otras cosas que me interesan, que me encargan y tengo que hacer.

¿Sigue publicando en la revista satírica francesa Fluide Glacial?

Sigo publicando, aunque creo que ya mi relación con ellos está terminando, porque en Francia hay muchos autores que quieren publicar y ya no hay tantas revistas. Al director actual le intereso menos que al anterior y publico con una cadencia muy por debajo de lo que me gustaría. Por eso creo que voy a cortar mi colaboración, porque ya no me interesa.

¿Publica en algún otro país?

No, sólo en Francia y ya lo voy a dejar, como he dicho.

¿Cómo ve el mercado del tebeo actual?

En relación con el tebeo de autor, el que yo hago, hay una recesión mundial, al contrario de lo que ocurre con el de superhéroes. Pero como yo estoy más cerca de un novelista o un narrador que cuenta sus historias, no lo tengo fácil. Hacemos una obra cada cierto tiempo, como ocurre con el cine independiente. Hubo tiempos mejores: cuando había revistas que primero te publicaban y luego lo recopilaban, por que saliendo sólo con el álbum no cubres todo el ámbito.

¿Qué otras cosas hace?

Colaboro con la industria del cine haciendo story boards y decorados a lápiz muy creativos, para crear climas y ambientes generales. Es muy interesante y está muy bien pagado.

¿Qué autores de tebeos extranjeros le interesan?

Citaría dos que me gustan mucho; uno especialmente, Bill Watterson, el creador de Calvin y Hobbes. Y otro el de Hellboy, Mike Mignola.

Dos norteamericanos. ¿Y europeos?

Me sigue gustando mucho la serie de Christin y Mezieres, Valerian, y el Blueberry de Giraud. Los releo y busco los nuevos. Pero el Blueberry que busco es el Giraud, nada más. Y los Spirou y Fantasio, y muchos de los franco-belgas...

¿Cómo ve las adaptaciones del tebeo al cine?¿Cuáles considera mejor adaptados de un medio a otro?

Inevitablemente en el trasvase se pierde mucho. Recuerdo con horror el pase del caminado de Mafalda, cómo se perdía el gag en el cine. En el dibujo animado interviene el aspecto comercial. Otro horror me ha parecido el Asterix, o un Marsupilami que me espantó. Una que me ha gustado: una de Phantom que han pasado por televisión, y el primer Conan.

¿Le gustaría que Paracuellos pasara al cine?

Me gustaría, y ya tengo escrito un guión para cuando llegue la ocasión.


Revista Leer número 114. Julio-Agosto 2000

viernes, 22 de diciembre de 2023

La madurez expresiva- Max

Este año, el Gran Premio del Saló del Cómic de Barcelona ha sido para Max, en reconocimiento. su trayectoria.

A.M.

¿Podría contarme cómo surgió su vocación, y cómo fueron sus inicios?

Mi infancia estuvo muy marcada por la lectura de los tebeos, casi siempre eran los de Bruguera y el TBO. Me doy cuenta sobre todo ahora, a mis 43 años, cuando a menudo me asaltan  inesperadamente sensaciones y recuerdos olvidados de aquella época. Los tebeos significaron mucho para mí. Mi vida combinaba el tiempo del mundo real con horas indeterminadas habitando aquel mundo de viñetas pequeñas. Las calles que dibujaban Ibáñez, Vázquez o Peñarroya conviven en mi memoria con la misma intensidad que las calles de mi barrio. Cuando llegó la televisión a casa, yo debía de tener siete u ocho años, se añadió una nueva fascinación a la de los tebeos, y ésa fue la presencia de los dibujos animados. Así que entre ambas cosas no es extraño que siempre pensara que de mayor sería dibujante. En mi adolescencia empieza a interesarme también la pintura, y durante un par de años me ejercité en los óleos. Y lo cierto es que nunca me propuse seriamente dibujar tebeos hasta que a los 16 años conocí a un grupo de gente que iba a autoeditarse un tebeo. Ellos eran el núcleo del "Rrollo" (los hermanos Farriol, Nazario, Mariscal). Con ellos conocí a Crumb y a Shelton. Además, los tebeos de Zap! Comix fueron un auténtico flash para mí, porque allí estaba todo lo que me interesaba: contracultura, sexo, drogas, rock´n´roll, una actitud libertaria...

Así que me uní a ellos en lo que iba a ser el ya mítico "Rrollo Enmascarado", publicando mi primera página en el 73. Al mismo tiempo empecé a estudiar Bellas Artes, aunque a los pocos meses supe que me interesaban mucho más los tebeos que la pintura. Con los tebeos se llegaba a mucha gente, me permitían contar historias y, sobre todo, carecían de la solemnidad del arte con mayúsculas.


Max (Francesc Capdevila)

En los ochenta desarrolla dos personajes, Gustavo y Peter Pank. ¿Cómo fue aquella época?¿Quedó contento con aquellos trabajos y la proyección que tuvieron?

Para mí, Gustavo y Peter Pank configuran dos épocas distintas. Las historias de Gustavo fueron mis inicios como profesional, entendiéndose con ello publicar cada mes y ganar dinero. Trabajaba de una manera espontánea y directa, sin hacerme grandes planteamientos; ésa era una época de aprendizaje. Hice lo que me apeteció en todo momento y desde ese punto de vista no tengo ningún problema en asumir aquellos trabajos. Pero vistos desde una perspectiva actual me parecen tremendamente naïf e inmaduros. Peter Pank fue otra cosa. Sin dejar de ser igualmente espontáneo, yo ya disponía de un lenguaje más o menos personal y sólido. Y, sobre todo, más allá del aprendizaje gráfico, empecé a internarme en un aprendizaje narrativo, porque comprendí que tenía cosas que contar y que debía aprender a contarlas por mí mismo. No hay que olvidar que la saga de Peter Pank transcurrió en paralelo a libros como La muerte húmeda, El carnaval de los ciervos y El beso secreto, además de algunas historias de El canto del gallo, y esos trabajos significaron exploraciones de diversos registros gráficos y narrativos. Pero, sobre todo, Peter Pank significó la popularidad. Y sé que es gracias a esa popularidad alcanzada en aquel momento que hoy en día puedo permitirme el lujo de seguir haciendo lo que quiero.

¿Cuáles han sido sus mitos y sus influencias en el contexto del cómic?

Robert Crumb sigue siendo para mí el artista más importante, por la calidad y el significado de su trabajo y por su actitud "insobornable". Ya he dicho que me influyó gráficamente en mis primeros trabajos. Pero otros autores de los que también he aprendido mucho han sido Hergé y su heredero Chaland. También Art Spiegelman, y cómo no, los Coll, Urda, Opisso, Vázquez, Figueras, Ibáñez, Cifré...siguen siendo un sustrato básico en mi formación.

Háblenos de su relación con la literatura.

He leido y leo mucho. Varios autores han dejado huellas más o menos directas en mi trabajo. E.A. Poe, Kafka, Borges, Dylan Thomas, Lewis Carroll, Lovecraft, Robert Graves...y, en general, las mitologías céltas y griega, de las que he tomado temas y estilos narrativos. También me gusta mucho la poesía y la filosofía taoísta. Todo ello ha dejado un paso más o menos rastreable en mis obras.

En su evolución se puede ver un trabajo en continua investigación narrativa. Cada historia que fabrica tiene una mayor depuración estilística. El prolongado sueño del Sr. T desarrolla el género de la novela gráfica. ¿Cree que ese cambio narrativo coincide con su madurez expresiva?

No creo que la novela gráfica sea un género en sí mismo. Es más bien un formato que permite el abordaje de obras de cierta ambición temática. Bajo la influencia directa de MAUS y tras unos años de crisis creativa, a la búsqueda de un estilo gráfico acorde al tono de las historias que tenía en mente, me lancé a escribir un guión de 160 páginas, titulado El mapa de la oscuridad. Este libro no existe para el lector porque jamás llegué a dibujarlo. Pero escribí todo el guión, y sin ese trabajo previo no habría podido sentirme seguro al empezar El prolongado sueño del Sr. T. En este sentido puede hablarse de madurez expresiva. Pero me parece más importante hablar de madurez personal, porque el Sr. T culminó una serie de crisis personales que están en la base del libro, a pesar de que no se trata para nada de un libro autobiográfico.

Sus inquietudes no se limitan sólo a su propia obra. Háblenos un poco sobre sus trabajos compartidos y sobre el proyecto editorial con Pere Joan.

Habría mucho que decir sobre Nosotros somos los muertos, el proyecto editorial que pusimos en marcha Pere Joan y yo en el 93 y al que hemos dado fin este año con un último número, el 6/7. Bastará decir que el origen de esta iniciativa fue la inquietud por ver cómo la obra de multitud de autores españoles y extranjeros no encontraba cauces para su publicación en España. En este sentido, creo que hemos contribuido a dar a conocer en nuestro país lo más interesante e innovador que se está haciendo en el campo de la historieta en todo el mundo en los últimos años.

¿Cómo surgió Bardín el Superrrealista?

Bardín surgió como el reverso del Sr. T. No acabo de sentirme cómodo con un registro semi-realista y, sin embargo, me apetece seguir tocando temas de tipo, digamos, metafísico. Así que con Bardín intento encontrar un tono humorístico para seguir tratando estos temas sin caer en la solemnidad. Por otro lado me interesa volver a tener un personaje, pero esta vez he intentado crear un antipersonaje, alguien que no tiene por qué ser siempre idéntico a sí mismo, que no responde a un patrón definido que puede adaptarse por igual a registros cómicos, absurdos, dramáticos... lo que haga falta en cada momento. Luego, desde el punto de vista gráfico hay toda una recreación del universo Bruguera en clave minimalista.

¿Por qué cree que su obra conecta tan bien en el ámbito internacional?

Casi todo lo que a mí me interesa está en la esfera de lo humano conectado con lo mítico, y eso es siempre universal. Además, prácticamente todas mis historias se desarrollan en espacios no urbanos y por tanto de ubicación geográfica no definida. Esto, unido a la universalidad de las emociones y los sentimientos que tratan mis historias, hace que cualquier lector de cualquier lugar del mundo pueda conectar fácilmente con lo que cuento.


Revista Leer número 144 Julio-Agosto 2000


miércoles, 20 de diciembre de 2023

Conversaciones a la contra- Raúl García. Animador en Disney


Raúl García, el primer animador español en Disney, retratado en su casa de Madrid el pasado viernes 20 de octubre. /JAIME VILLANUEVA

CAIO RUVENAL, Madrid

Raúl García (Madrid, 65 años), el primer animador español empleado por Disney, respira su pasion por la animación. Su casa en la capital española -donde vive la mitad de su vida, cuando no está en su hogar de Los Angeles-está llena de muñecos, desde los variopintos personajes de Studio Ghibli hasta Mickey Mouse, pasando por figuras de la película suiza La vida de Calabacin (2016) y por folioscopios (libros con imagenes que causan la ilusión del movimiento al pasar las paginas rápidamente). El mismo viste una camiseta con las caras de los protagonistas de Monstruos S.A.

En sus 45 años de carrera ha estado en proyectos como Aladdin, El rey león, Hercules o Tarzan.

Pregunta. ¿Cuando supo que quería ser animador?

Respuesta. Desde que tengo uso de razón copiaba con papel y lápiz los dibujos de la televisión, me parecía algo mágico.

Con ocho o nueve años pensé que lo mismo que había doctores y abogados, tendría que haber una profesión para hacer esos dibujos animados que me gustaban. A los 18 decidí estudiar Cine en la Universidad Complutense porque era la carrera que mas tenia que ver con lo que quería hacer. Tuve mucha suerte porque cuando tenía 19 me enteré de que había un estudio de animación en Madrid, Filman, donde hacían trabajos para Hanna-Barbera, me presenté con mis dibujos y me contrataron. Me quedé ahí ocho años.

P. ¿Cómo salto a Disney?

R. Disney era mi héroe, mi dios, hacia largometrajes y yo quería hacerlos. Tuve la oportunidad de trabajar en uno con Filman: Katy, la oruga (1983). Desde ese entonces me convertí en un animador trashumante, trabajé en París en películas de Asterix y Obelix y en Corea con La vuelta al mundo de Alvin y las ardillas (1987). Volviendo de Corea a Madrid, me enteré de que Touchstone iba a adaptar ¿Quien engaño a Roger Rabbit? y, en la escala que tenía en Londres, decidí quedarme ahí y presentarme a la pelicula. Me aceptaron. Ese fue el comienzo de mi relación con Disney.

P. Es difícil pensar que no hubiera ningún español en los primeros 70 años de Disney.

R. Disney era muy cerrado. De hecho, cuando empezamos a llegar los primeros europeos teníamos el bagaje cultural de Astérix, Lucky Luke, Spirou, que en Disney ni sabían que existían. Hasta 1966, cuando muere Walt Disney, la compañía estaba muy cerrada a influencias externas. Para lograr una visa de trabajo tenías que pasar por el Sindicato de Animadores que era muy exclusivo. 

P. ¿Cree que se ha superado la barrera de que la animación es para niños?

R. Estamos en ello. Hay que romper ese estigma de que la animación es para niños. La animación no es un genero, como a veces cometemos el error de pensar, es una técnica. Los japoneses esto lo tienen muy asumido. Uno de los proyectos que estamos haciendo desde el año pasado es una película para Netflix en la que se cuenta la historia de Charles Manson. Vals con Bashir (2008) y La tumba de las luciérnagas (1988) fueron también antecedentes importantes de una animación madura.

P. ¿A qué atribuye este boom de la animación española con presencia en prestigiosos festivales?

R. Hay un montón de escuelas de animación y el mundo de los videojuegos ha ampliado el campo de esta técnica. La animación es eterna, atemporal, no hay ninguna película de la década de los treinta que se vea como Blancanieves (1938). Además, se pueden contar historias que en imagen real serían muy difíciles. En películas como Avatar, La guerra de las galaxias o Los Vengadores te das cuenta de que las fronteras entre animación e imagen real estan muy diluidas.

P. Recomiende cinco películas de animación que todo el mundo debería ver.

R. 101 dálmatas, El submarino amarillo, Mi vecino Totoro, Cuando el viento sopla y el cortometraje El hombre que plantaba árboles.

El Pais. Contraportada. Sábado 18 de noviembre de 2023

martes, 10 de octubre de 2023

Chris Ware Dibujante de cómic


Doble página de 'Rusty Brown', de Chris Ware, editado por Reservoir Books.


 Tommaso Koch. Madrid

De pequeño, Chris Ware estaba convencido de que tarde o temprano tendría superpoderes. Creía básicamente, que era solo cuestión de tiempo. A saber cuántos se reirían de él. Al fin y al cabo, humillarle fue el deporte favorito de unos cuantos compañeros de colegio. A posteriori, sin embargo puede decirse que el chico no se equivocaba. Como mucho, erró en la letra pequeña. Hoy, a sus 55 años, (todavía) no vuela ni luce una fuerza descomunal. Pero apenas hay seres vivos capaces de igualar su talento para juntar dibujos y palabras.

Se le considera uno de los mayores genios del cómic contemporáneo; un narrador único, por su estilo inconfundible y su profundidad, su melancolía y su humanidad. Aunque, quizás, lo que más le una a los iconos disfrazados sea su lucha incansable por la bondad y la humanidad. Se nota en su carrera y en 45 minutos de conversación telefónica. Tan constante como para que no suene naíf. Presumiblemente, se verá también en las charlas que ofrecerá la semana próxima en España. Un golpe tras otro, entre viñetas y voz, hasta derribar a uno de los supervillanos del siglo XXI: la egolatría.

Dos veces el creador emplea el término "horrible". Primero, referido al tiempo que su interlocutor habrá "perdido" buscando datos y viejas entrevistas sobre él. Incluso se disculpa por ello. Y, luego, respecto al hecho de que pueda haber público dispuesto no solo a leerlo, sino a escucharlo en una conferencia. "Resulta halagador. Pero es difícil pensar que la gente tenga interés en que te levantes y digas cosas. Hay autores a los que les gusta mucho. A veces, lamentablemente, coincide con que son los más respetables. Pero John Updike decía: "La celebridad es una máscara que te devora el rostro". Frente a ello él se define como un tipo cualquiera. Y aprovecha con ironía la etiqueta paternalista que se le pega a su oficio: "Es solo un dibujante de cómics".

Uno, eso sí, con mucho que contar. El 10 y el 11, en el madrileño Museo Reina Sofía; y el 13 en el granadino Palacio de la Madraza. Sedes prestigiosas, a la altura de un artista que ha expuesto su obra en museos, ha colocado sus tebeos en listas fiables de lo mejor de la literatura, ha sido comparado con James Joyce y su Ulises y celebrado por autores como Zadie Smith, Dave Eggers o Art Spiegelman. Sobre todo, quizás ha inventado una forma de hacer novelas gráficas: la suya.

La primera, Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo (Reservoir Books), hasta incluía un cómico manual de instrucciones para la lectura. Porque Ware despliega una creatividad desbordante y peculiarísima, empapada de humor y ternura. Viñetas grandes y otras minúsculas; tramas, diseños y diagramas que se sobreponen; de un estudio pormenorizado de un copo de nieve al suicidio de Superman; soluciones gráficas y narrativas siempre nuevas e inesperadas; todo para describir a individuos solitarios, derrotados, hasta patéticos, pero siempre entrañables.

Los mundos de Chris Ware, como se titula el encuentro en el Reina Sofía, colaboran para desmenuzar el planeta más familiar y extraño: el nuestro. Y, de paso, ofrecen una oda a la inmersión en la página impresa, cuidada al milímetro o más. Como muestra, Fabricando historias: una caja con 14 relatos entrelazados en forma y género distintos, de un periódico a un folleto, de un libro a un tablero. Prácticamente imposible, por cierto, de encontrar en español a estas alturas: todo un objeto de culto.

"A veces cuando crees que has logrado algo, fracasas. Y otras, sucede justo lo contrario. No sé si lo que hago es complejo. No exijo ni me espero nada del lector, sería un poco arrogante. Solo confío en que le resulte atractivo. Intento ser todo lo honesto que pueda y respetar su inteligencia, que suele ser superior a la mía", apunta Ware. Sostiene que la atención maniática al detalle, el trazo limpio y la meticulosidad de su obra, de alguna forma, obedecen precisamente a lo contrario: la claridad. "Si algo genera incomprensión, el error es mío. Salvo que así lo esté percibiendo en ese momento el propio personaje. Para mí, la vida resulta confusa muchas veces, igual que lo que me dicen o lo que yo mismo pueda responder". Si acaso, el autor desea que sus novelas gráficas contribuyan a la comprensión mutua, a empatizar. "Ser bueno supone un esfuerzo considerable. Ser malo, casi ninguno", ha declarado. He aquí, en definitiva, el granito de arena de un hombre convencido de la innata bondad escondida en cada habitante de la Tierra. Con suerte, sus cómics ayuden a verla.

Los tebeos, desde luego, también mejoraron su existencia personal. Empezó dibujando las comidas en casa, a su madre o a su abuela. Fue estudiando y copiando, sobre todo las historias de Batman o Spiderman. Hasta que, en el sótano de su abuelo, editor de un periódico, halló una colección de los Peanuts, de Charles M. Schultz. Ware ha llegado a definirlo como el evento que "más cambió" su vida. Charlie Brown, Snoopy y compañía le resultaron enseguida reales "como amigos". Más, por lo menos, que esos chicos que lo acosaban en la escuela.

"Intentaba ser cordial con todo el mundo y eso, aparentemente, les cabreaba más aún, lo que nunca entendí. Pensaba: "Entonces, si soy superamable, ellos también lo serán". Pero no funciona así", ha recordado en alguna ocasión. Lo que evoca a Rusty Brown, otra de sus obras. Y contribuye a explicar por qué ese niño "flaco, pálido y friki" que hacía "sonidos raros de animales" fantaseara con adquirir algún su perdón. En vez de una araña radiactiva, eso sí, le pinchó un lápiz. Y el apoyo incondicional de su progenitora, periodista apasionada de ciencias y de animar a su hijo. El padre, en cambio, siempre fue un fantasma. Hasta que reapareció de golpe con una carta y una propuesta de reencuentro que Ware ha novelado en Jimmy Corrigan.

Sin piedad de sí mismo

En el noveno arte, pues, el artista ve un camino preferente para acercarse a la conciencia humana. Más, probablemente, que el cine, el teatro u otras disciplinas: "El tebeo pone todo a disposición a la vez en el papel. Mezcla imágenes, palabras e incluso música, a través del ritmo, igual que impresiones, recuerdos y pensamientos en un único formato". La misma página alimenta lo que el lector ve y lo que imagina, como subrayaba el autor en una charla en 2019 con The Guardian. Y, a la vez, ofrecía otra reivindicación del cómic que ahora reitera: "Es un arte de la gente, de la clase trabajadora. Es endémicamente comprensible. Si ves un cuadro y no lo entiendes, culpas tu ignorancia. Ante un tebeo, en cambio, dirías: "El autor es un idiota".

Cabe creer que más de uno, entonces, lo haya dicho de él. Ware se ríe. A menudo, en el fondo, el propio autor no tiene ninguna piedad consigo mismo. Tanto que su método de escritura, que suele definir como "irresponsable", conlleva infinitas pausas, abandonos de la mesa e inseguridades. "Cada vez que empiezo tengo que evitar escuchar las voces en mi cabeza que siempre me dicen que no voy a poder. Me levanto, paseo, vuelvo, cambio... es un proceso muy largo", reconoce. Algunos de sus seguidores lo han resumido con cariño: tiene más premios que libros publicados. Aunque lo cierto es que , en los años que necesita para entregar cada tebeo, también se vuelva en otros proyectos, como sus aplaudidas portadas para revistas como The New Yorker. Y, además, subraya la longitud de sus obras, entre 300 y 400 páginas, más habituales en una novela que en un cómic.

Puede que sea la influencia de sus grandes lecturas. Hace más de dos décadas que Ware anda sumergido en el disfrute de los mayores clásicos de la literatura: Flaubert, Tólstoi, Proust, Nabokov... Por placer, por aprendizaje y, también, por espíritu de emulación: espera que sus cómics puedan colocarse en la senda de esa tradición y ambición literaria. ¿Hay alguno nuevo en el horizonte? "La secuela de Rusty Brown, la continuación de The Last Saturday y dos libros" de los que no puede desvelar mucho más. Enseguida, Ware agrega: "Hay bastantes cosas que están sucediendo en el mundo como para que esté sucediendo en el mundo como para que esté esperando mis trabajos". Aunque habrá quien, precisamente por eso, no vea la hora de que salgan.


Chris Ware en el Reina Sofía, en Madrid

Chris Ware en el Palacio de la Madraza, en Granada



El Pais. Cultura. Sábado 7 de octubre de 2023


miércoles, 30 de agosto de 2023

GALLARDO. Conocerlo es amarlo por Victoria Bermejo (Entrevista año 1984)



Nació en el año 1955 en Lérida. Sus padres, queriendo buscar un sólido futuro para su retoño, le "aconsejaron" que estudiase banca. Yo iba para banquero. Me metí primero a aprender máquina, luego venía administración y eso. Nada más empezar máquina hicimos tantas gamberradas que nos echaron, no sé si duré tres semanas. A Miguel le pega de pequeño haber sido de la calaña de Guillermo Brown, tanto por lo malandrín, como por lo tierno. 

Estudió en los maristas 11 años. En el cole me metía en todos los comités de festejos, más que nada porque era una manera de escaquearte. A mi familia le regalé un auca con toda su historia, otra vez que me operaron en el clínico también les hice un auca a los médicos y enfermeras.

Su primer trabajo fue como delineante a cinco duros la hora. Y no te creas. ¡Estaba muy bien pagado! Por otra parte, tenía una protectora, una tía que tenía una librería y objetos de regalo que me hacía exposiciones. También expose en la Caja de Pensiones. Gané dos premios juveniles de pintura, uno de Tárrega y otro de Mollerusa. La técnica que más le gusta utilizar es el gouache.

En el 76 entró a trabajar en un estudio de dibujos animados, donde por coincidencias del destino también se significaba Mediavilla. Yo había sido lector del Globo y Zeppelin, que me dieron bastante vena, pero luego conozco a Juanito a los dos años de estar aquí y me presenta a Borrayo que era un majara de los tebeos y que en aquellas épocas tenía un piso muy destartalado y tal...

De este matrimonio surgiría más tarde uno de los ejemplares más desternillantes del panorama tebeístico español: Makoki. Nacido en junio del 77 en la desaparecida revista Disco-express, este energúmeno es una excusa para hablar con cualquiera. Desde el quinto del ejercito español hasta la niña pija de la Bonanova lo conocen y lo ríen.

Este personaje ya tiene vídeo a su imagen y semejanza, se prepara una película, tres álbumes en la calle, uno que sale en Francia en Artefact (La fuga de la modelo), librería, camisetas, portadas de disco, canción y el nombre de una revista. (¿Dónde está esa calle, Maragall?) La maqueta de la revista la hicieron fijándose en la de Tío Vivo y DDT y se le propuso hasta a nuestro editor Rafael Martínez, que se abstuvo y fue el mismo Berenguer quien insistió en llevarla a cabo.

¿Por qué no la hicisteis vosotros?

-Si la hubiéramos hecho nosotros hubieran salido dos números a la calle, además con dolores de cabeza.

Gallardo está un poco cansado de su famoso vástago. "El teléfono en casa no para de sonar, nos fríen a mesas redondas". Ahora el Makoki lo hará un chaval joven de Bellas Artes, que ha cogido muy bien el rollo.



En todo este clamoroso éxito del pirado Makoki, hay un antes y un después. Un antes de tres mil pesetas al mes para vivir El Juanito, el Carulla y yo. Juanito tuvo que hacer de retratista de la familia del piso en el que vivimos por 15.000 pesetas para pagar la entrada.

Había empezado en el Star con una historieta de una página. También bucea en el campo de la ilustración en las revistas de señores como Bazar, Penthouse, Play-Boy. Nos presentaba el Solá y hacíamos dibujitos muy pequeños para la presentación de artículos de cocina o alguna cosa así...

En esta primera época copiaba a Corben y en general hacía ciencia ficción. Por el primer dibujo Fernández me pagó 50 pesetas, que al final no sé si cobré o se lo regalé...

Después de su participación en una de las revistas más completas de la década anterior, Disco Express, se estrena (con Mediavilla) en el Víbora con una historia sobre Frankestein y otra sobre Drácula. Lejos andábamos del niñato actual, a todo color, que alegra las páginas de nuestra prima lejana. Lo mejor, la última viñeta en la que siempre se las carga, con padre y madre vociferando en la silueta negra de la ciudad dormitorio.

Para el Cairo he hecho crónica social, y desde el número ocho, tiene falta.

En este momento sus aspiraciones son jugar. Como con el Niñato, por ejemplo, que no salga hasta el final, como el Little Nemo que al final se despierta.

De pequeñito me gustaba mucho Vázquez, leia Chiribín y hay quien opina que se ha inspirado en Segar, el creador de Popeye.

Hizo chistes deportivos para el Papus: trabajábamos de 5 de la tarde a 3 de la mañana del sábado, oíamos los partidos por la radio... me acuerdo que nos ensañamos con una tía que jugaba a baloncesto y que luego dijeron que era un tío, le pinchábamos en las piernas, le hacíamos de todo. Como dibujante realmente ha hecho de todo, hasta carteles, como el último para el carnaval de Barcelona.



¿Piensas que el tebeo es un arte?

-No me importa mucho que sea un arte o deje de serlo. Lo que me interesa es que los autores de tebeos cuenten lo que tienen que contar con los medios que tienen: eso es un arte.

¿Qué precio pondrías a un original tuyo?

-En principio me cuesta deshacerme de uno, pero normalmente los intercambio. Hace poco Guillemot organizó una exposición de ilustraciones en Look. Vendió una sobre un party que había salido en el Penthouse, por 50.000 ptas; a mí me dió 40.000.

¿Qué autores contemporáneos te gustan?

-Cuando salió Pazienza noté que estaba pasando algo nuevo y que la gente no se enteraba. También Liberatore.

¿Que tipo de tebeo te parece más completo?

-No me parece ninguno. Yo haría uno entre todos, bueno no, yo haría uno entre unos pocos.

¿Qué opinión tienes de la línea realista?

-No puedes decir que están pasados, pero sus historietas no me interesan nada. Los personajes se caen por todas partes.

¿Qué revistas te compras?

-De tebeos a veces todas, hasta Creepy, y luego me arrepiento. Además el 10 minutos, el Hola, el Semana.

¿Te gusta la tele?

-Sí, hasta los programas malos.

¿Te gustaría llevar algún guión especial al tebeo?

-La vida de mi padre cuando estuvo en la guerra civil. La guerra civil del lado de cada día.

¿Por qué no lo haces?

-Ahora está escribiendo sus memorias. Quien dice mi padre dice también mi madre.

¿Tienes sentimientos de profesión?

-Cómo voy a tener sentimiento de profesión con los García, con el Beá. Es más importante el sentimiento generacional que el de profesión.

¿Cómo son tus fans?

-Desde un Harguindey de El País, hasta un ejecutivo que hace dos colecciones, una para él y otra para su hijo cuando sea mayor.

¿Cuáles son tus gustos musicales?

-Me gusta todo, siento especial cariño por el rock de los 50.

Me gustan los Andrew sisters, el Camarón, las orquestas americanas...

Y de cine.

-Me gusta mucho la comedia, Lubistch. Los expresionistas alemanes y el cine de Berlanga que considero obras maestras... el Pepe Isbert que es un actor genial... creo que en España no se han vuelto a hacer películas como ésas.

¿Qué filosofía crees que impera hoy en día?

-Campar cada uno por sus fueros. Antes había que acampar por la política, ahora el rock, el tebeo, lo que se quiere...

¿Qué es lo bueno y lo malo de esta época?

-Todo es lo mismo, lo bueno y lo malo. Por una parte hay una mezcla de todo, no hay nada nuevo. Lo bueno es si de ahí sale algo. Lo malo es que no te aclaras ni la hostia, no sabes dónde mirar.

¿Algún tiempo pasado fue mejor?

-Siempre me han gustado los cincuenta.

¿Te gustaría se millonario? y ¿qué harías?

-Claro. Seguramente dibujaría, en Miami pero dibujaría. Haría el álbum que me saliera de los huevos. Reediciones de lo que he hecho y p´alante. También publicaría a la gente que se lo merece.

¿Cómo ves a Barcelona?

-Muy bien, estoy muy a gusto. Se vive muy deprisa. Quizá me gustaría vivir en un pueblecito de la costa, supongo que también pondrían películas. Hablando de esto, me gustaría que se hiciera un homenaje a la serie B. Hay verdaderas maravillas.

¡Desde luego!, se recuerda más un guión como el de La Mosca que el de Blade Runner. Y apetecen más guiones del Makoki, del Pitita, o del Buitaker que...


Revista Cairo nº24

Barcelona 

Año 1984




domingo, 9 de julio de 2023

Conversaciones a la contra: Riad Sattouf

Marc Bassets. París





Riad Sattouf (París, 45 años) acaba de publicar el sexto y último volumen del cómic El árabe del futuro (Salamandra Graphic en castellano, en traducción de Maria Otero Porta). En su particular En busca del tiempo perdido, el artista adulto reconstruye una infancia y adolescencia entre la Siria de su padre y la Bretaña de su madre, y relata la forja de su vocación. a saga, un éxito de ventas con unos cuatro millones de ejemplares en todo el mundo, ha consagrado a su autor, galardonado por el conjunto de su obra con el Gran Premio del festival de Angulema. Cuando se le pregunta qué ha sido de su hermano pequeño o de su madre, sonríe: "No se lo diré...¡Bien por intentarlo!"

Pregunta. ¿Cómo explica el éxito de El árabe del futuro?

Respuesta. ¡Si supiese explicarlo, lo volvería a hacer de nuevo cada vez! En el caso de El árabe del futuro, intenté hacer un cómic para mi abuela bretona, a la que no le gustaban los cómics. Y funcioné porque he tenido un montón de lectores que nunca habían leído cómics.

P. Pero su abuela fue determinante para su vocación como autor de cómics, ¿verdad?

R. Sí. Yo soy una mezcla de una familia siria y una familia bretona. Y en ambos lados nadie, desde la prehistoria, jamás había sido "artista" ni había querido hacer música, ni dibujo, ni escritura. Nada. Resulta que mi abuela bretona, cuando de niño yo empecé a dibujar, me veía como un fenómeno, le parecía que yo era extraordinariamente bueno. Y yo me lo creí. Me decía que yo era genial, mejor que Picasso, que Leonardo da Vinci. Como yo no tenía ninguna referencia, pensaba que era verdad. Cuando salía un reportaje en televisión sobre Picasso, ella decía: "Estas cosas son feas, tú dibujas mejor".

P. Tuvo usted una infancia agitada, pero al mismo tiempo, era un niño muy seguro de sí mismo, el más genial, el más guapo, con un ego perfectamente satisfecho.

R. Sí, cuando yo era niño, era magníficamente bello, como un elfo que, en la adolescencia, se transformó en trol. De hecho soy un trol que ha guardado en la memoria de que fue un elfo. Un poco como un ángel caído, expulsado del paraíso hacia la adolescencia. Todos mis cómics cuentan esta historia.

P. ¿Pero el elfo sigue ahí?

R. Desde muy temprano, hacia los 12 o 13 años, supe que sería autor de cómics. No me podía imaginar otra vida. Me decía: "Propondré cada mes un proyecto a los editores". Estaba dispuesto a hacer como los espermatozoides con el óvulo: intentarlo e intentarlo. No tenía novia, no tenía dinero. Me decía: "Insistiré hasta que lo logre".

P. ¿Se siente usted árabe?

R. No, en absoluto. Pero tampoco especialmente francés. De niño me lo preguntaban. "¿Te sientes más bien sirio?¿O francés?" Muy temprano decidí buscarme otra identidad, que es la de ser escritor. Deseaba unirme a ese grupo de gente que trabaja toda la noche para contar historias con dibujos. Quería unirme al país de los escritores como si no perteneciera al pueblo en que nací. Mi identidad era la de hacer libros. Quería mi nombre en la portada, ir a una librería y ver mi nombre entre otros autores. Como el patito feo, me parecía que no había nacido en la familia correcta.

P. Creció usted entre dos culturas, la árabe y la francesa, pero la francesa se impuso.

R. Sí, si quiere decirlo así...Ahora hablo francés, adoro Francia. Es el país de la libertad de expresión, donde hay más lectores, donde la gente se interesa por otras culturas, es un país apasionado por el Otro. Nunca hablaré mal de Francia.

P. ¿Cómo ha vivido esta semana la muerte del joven Nahel y los disturbios y la violencia posteriores?

R. Con espanto, nadie debería perder la vida porque la policía le mata. Nunca. A veces uno tiene la impresión de que hay varias Francias que cohabitan lado a lado, que no se hablan entre ellas y que se detestan cada vez más.


El Pais, sábado 8 de julio de 2023

viernes, 19 de mayo de 2023

María Medem para Jot Down Entrevista

María Medem: «Cuando vi la página de TIK TOK Cómics de Ana Galváñ me dije: yo quiero hacer cómics»

Escrito por Paco Cerrejón

Fotografía Ángel L. Fernández


María Medem (Sevilla, 1994) se curtió en el mundo de los fanzines dando el paso a la profesionalidad, si es que en nuestro país se puede usar con normalidad ese término dentro del sector del cómic, con Cenit, obra por la que recibió aplausos unánimes y obtuvo en 2018 el premio a autora revelación en el Salón del Cómic de Barcelona y el de la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic a la autora emergente. Ahora, casi cinco años después de ese debut, se desmarca con Por culpa de una flor, un cómic apabullante por su calidad, tanto gráfica, como narrativa, como argumental. Un tebeo que la aúpa a la primera fila de la autoría patria.

¿De dónde sale la autora de cómics María Medem?

De la Facultad de Bellas Artes, aunque en realidad ha sido algo progresivo. Descubrí los fanzines en el último año de carrera. Cuando vi la página de TIK TOK Cómics de Ana Galváñ me dije: yo quiero hacer cómics. Vi lo que hacían Andrés Magán, Begoña García Allen, Roberto Masó y toda esta gente, y a partir de ahí empecé a hacer fanzines, se los envié y me lo publicaron en TIK TOK Cómics. Yo ya leía cómics antes, pero no pensaba que yo los pudiese hacer porque tenía como referencia a otro tipo de cómics, todos superbien dibujados.

¿Qué tipo de cómics tenías de referencia antes?

Bueno, a ver, cuando yo era pequeña leía Astérix y Obélix, Mortadelo y Filemón y los SúperHumor. Ya después me leí el manga Berserk, y muchos cómics de Moebius y Daniel Clowes, entre otros.

Como lectora tienes unos referentes, pero como creadora tienes otros distintos, ese nuevo cómic español, entre comillas, de vanguardia.

Sí, porque lo otro lo veía como muy lejano, muy virtuoso en el uso del dibujo, y yo en ese momento no me veía así, porque en Bellas Artes tenía la sensación de que no dibujaba en condiciones. Y al ver estos referentes, que dibujan todos muy bien, pero las proporciones son un poco más personales y tienen más imaginación a la hora de dibujar me motivó, me dio ganas de crear. 

Fuera del cómic, ¿dónde encuentras inspiración?

Leo mucha narrativa, muchas novelas, desde siempre. Acabo de leer El fin de la historia de Lydia Davis. Otro que me encanta es Oreo de Fran Ross. Me ha parecido increíble. Tiene un montón de referencias. Te lo lees muy rápido, pero luego también te lo puedes volver a leer y te preguntas «¿cuántos años se ha ha llevado esta persona escribiendo?». También me gusta mucho el la fotografía, el flamenco y el cine…

Tienes un estilo gráfico muy visual, muy pictórico.

Sí, claro, es que mis referencias vienen de Bellas Artes. Me metí en la facultad sin saber que podía ser ilustradora, sin saber muy bien qué pasaba por mi cabeza. No tenía ningún objetivo de lo que quería ser y cuando empecé vi que pintar me agobiaba muchísimo. No lo disfruto, no es como con la ilustración, nunca tiene fin, nunca lo veo perfecto. Pero claro, esos años han hecho que mi manera de dibujar sea así… han sido años de aprendizaje, sufridos, pero ahora me alegro porque si no no dibujaría.

¿Qué pintores te influyen?

Hay un cuadro que me encanta, la admiro mucho. Se llama Carnation, Lily, Lily, Rose. Es un cuadro que está en la Tate Modern, de John Singer Sargent. Ese cuadro para mí es glorioso. Chirico también me gusta mucho. 

El final de Por culpa de una flor, recuerda mucho a Rothko. Cuando pasas del contraste de la línea clara con el color plano, a esas líneas difuminadas entre colores. Y luego, me recuerda también las líneas y horizontes de Carmen Laffón.

¡Ostras! Pues mira que Carmen Laffón no la tenía mucho en mente. Pero si, en Bellas Artes estaba un poco hasta en la sopa porque era rollo ídola. Y también me gusta mucho Hilma Alf Klint por los colores que tiene. Y Jean-Michael Folón, que era un ilustrador que hacía carteles franceses. Mi padre tenía en casa un libro de carteles, muy grande, que era como de los pocos libros que tenía yo de pintura en casa. Y eso me los he visto mucho. Y tiene un toque de los degradados, los colores, que yo creo que de ahí también…

Y has mencionado en otras entrevistas a Atín Aya…

Sí, Atín Aya me encanta. Lo descubrí por La isla mínima. Los paisajes, la gente, las caras… me llama la atención de dónde ha sacado esos personajes y cómo los ha retratado también. Hay una foto con una mesa y sale una familia muy estrambótica con botines. Su fotografía me encanta.

Fruto de todo esto que estábamos hablando, de esa mezcla de medios, has acabado haciendo ilustración, grabado y cómic. Ahora estás haciendo un videoclip. ¿Te cuesta mucho trabajo pasar de un medio a otro o lo haces con naturalidad?

No, no me cuesta. La animación fue lo que más me costó al principio, porque me metí con conocimientos un poco básicos y trabajé muchísimo. 

¿Creativamente notas la diferencia?

No, porque la animación se parece mucho al cómic, en realidad hacer cómics sí que me costó más en un principio. Cuando empecé a hacer cómic, lo de los planos, el cómo dibujar a la gente me costó mucho pillarlo para poder llegar a estar contenta con el resultado. Trasladarlo a la animación es un poco intuitivo. 



¿Cómo es el videoclip para Perrate?

Es un vídeo con animación superpuesta. Es un trabajo en equipo y no estoy acostumbrada. Yo normalmente me autoexploto a mí misma; es mi manera de trabajar. Y claro, ahora es distinto porque en un equipo los tiempos son diferentes. Es una cosa totalmente distinta a cuando estoy sola. Porque yo he hecho las animaciones, pero ahora las está fijando otra persona, es una secuencia y las animaciones tienen que estar fijas en el sitio. Es una locura. El vídeo es para un tema suelto que no va de momento en ningún disco. Perrate se anima a estas cosas, es un tipo con muchísimas inquietudes, tiene alegría por conocer cosas, te anima incluso.

De hecho el flamenco está muy presente en Por culpa de una flor. ¿Qué tipo de flamenco escuchas?

En flamenco me gusta todo. Bueno, todo no, obviamente, pero sí me gusta mucho. Empecé a escucharlo porque mi madre siempre lo ha escuchado mucho. Es fan de la Bernarda y de la Fernanda de Utrera. Ese es mi punto de partida.

Hace varios días se inauguró la exposición del CaixaForum, y tú eres de las pocas que tiene originales. De hecho, en la exposición eres la única con originales.

Sí, puede ser, eso es bellas artes… Bellas artes puro. Tardé mucho en empezar a dibujar cómics y dibujar la línea es de lo que más me gusta. Lo disfruto. Ya luego el entintado en este cómic, en una parte lo he hecho digitalmente, porque no acababa nunca. Disfruto mucho dibujando, le encuentro el gustillo, mientras que en digital, pues yo qué sé, no estoy tan cómoda. Físicamente, quiero decir, no lo disfruto tanto. El color, sí, lo hago digital, porque pruebo mucho y si lo hiciera a mano tardaría muchísimo. En el cómic nuevo he intentado hacer páginas con color original pero ya te digo, con la cantidad de pruebas que hago, era imposible y yo es que me equivoco siempre, que no soy muy fina en eso de entrada, tengo que probar mucho.

Y a raíz de lo que comentabas en tus inicios con la gente de TIK TOK Cómics, surge la exposición que tenéis ahora en el CCCB, Constelación Gráfica, que no es una exposición al uso, que no son originales puestos en la pared, es otro concepto expositivo, exprimiendo el lenguaje del cómic adaptándolo al espacio expositivo.

Está muy bien. Sí, a mí me ha encantado. Lo de hacer la instalación me ha parecido maravilloso, lo estaba deseando. Como yo en los cómics meto mucho sonido y me interesan mucho las atmósferas, la instalación es el medio perfecto para conseguir hacer, precisamente, lo que me interesa. En ese momento, además, estaba acabando Por culpa de una flor y tenía muy en la mente esa atmósfera, pues la instalación es un poco el cómic nuevo. Y la música acompaña la instalación y que ha realizado Ilia Mayer es como la banda sonora del cómic. Si la escuchas, es casi una escena del cómic. Como si fuera el cómic resumido, comprimido, porque tenía que durar cinco minutos.

Desde el comisariado, ¿qué es lo que te proponen hacer?

Nos dijeron que cada uno pensáramos una manera de hacer una pieza especial y que no fuera un papel, que no fuera un fanzine, sino algo más experimental en la línea de las exposiciones del CCCB

Se está generando una nueva línea en los centros de arte contemporáneo en ese sentido, porque el centro José Guerrero de Granada ya hizo una cosa así con Max y con Sergio García, que la comisarió Ana Merino, y luego están las de Paco Roca o de Ana Penyas, ambas en el IVAM.

Sí, la expo va en esa línea. Es decir, no solo se muestran originales, también hay que producir algo nuevo. Es más divertido para nosotros los autores porque podemos hacer algo que no se hace habitualmente y ahí se queda. Y también para los espectadores, porque da más vidilla, ¿no? Al final te aburres, en una exposición, de leer en la pared. 

De TIK TOK Cómics ha acabado surgiendo una generación de autores. Se podría decir que se ha generado ahí un nuevo cómic español.

Sí. Por ejemplo, con Ana Galvañ tengo mucha amistad, es que por ella hago cómic. Y luego hay mucha más gente… como Andrés Magán y Begoña García Alen; me encantan lo que hacen los dos. Además, te anima saber sus opiniones sobre las cosas que haces. Yo tengo muy en cuenta lo que ellos piensan. 

Otra cosa de esta nueva generación, que también llama la atención, es que la forman mayoritariamente mujeres. Hasta no hace mucho era muy complicado encontrar a lectoras y muchísimo más a autoras. ¿Lo has vivido con normalidad o te ha costado?

Es que yo no me he dado cuenta, me parece muy orgánico todo. Creo que tiene que ver con Ana, con Ana Galvañ, que ella fue la que montara TIK TOK Cómics, que fuera tan abierta. Quieras que no, se genera una corriente con sus amigas que hacen cómics y ha sido muy orgánico. Por ejemplo, en el catálogo de Apa Apa hay muchísimas mujeres, de repente ha aparecido ahí una generación de autoras. Tiene que ver muy con muchas cosas, con el fanzine, yo creo, que además es algo que se hace por placer. Creo que todos hemos empezado un poco por el gusto, no por la idea de profesionalizarse. De hecho, yo no lo pensaba. Empecé pensando que si alguien lee mi cómic, ole, me alegro de que alguien lo lea. Y quizás también tenga que ver con nuestros referentes. Mis referentes cuando empecé a hacer cómic era la propia Ana, ella también tiene una estética distinta, una cosa gráfica distinta a otras cosas. Y Roberta Vázquez también me flipa, aunque ella hace una cosa totalmente distinta, tengo todos sus fanzines. Me encanta.



¿Busca los límites del cómic?

Sí, busco los límites del cómic y salirme de la narración y la gráfica tradicional, sobre todo en las historias largas. Cuando hago fanzines, me da un poco más igual que sea entendible o no. Porque es más corto, y la propuesta sigue siendo agradable, aunque no lo entiendas. Es más fácil que el lector se quede atrapado en esas páginas, porque tampoco pasa nada si no entiendes lo que pasa en veinte páginas. Pero si no entiendes lo que pasa en setenta o en cien, es que no te lo acabas. Entonces, sí que busco que la narración te vaya guiando y te vaya anclando un poco en la historia, y que la atmósfera sea lo que te vaya produciendo extrañeza. Y, bueno, en la composición de las páginas.

Parece que a nivel gráfico estás generando una especie de nueva línea clara cuyas historias absorben. 

Es que en este caso me esfuerzo en que eso pase. Le doy muchas vueltas. Al mismo tiempo tampoco quiero ser evidente. Eso me da muchos quebraderos de cabeza, porque no quiero poner las cosas muy explícitas. Hay ahí un equilibrio entre ser sutil, que se entienda, y hacer un cómic muy explícito, que tampoco me interesa. Y a eso sí que le doy muchas vueltas. Me alegro de eso. Me alegro que se note.

Leyendo Cenit, pero sobre todo en Por culpa de una flor, da la sensación que estás todo el tiempo en una cuerda floja, en una cuerda muy fina, a punto de caerte, pero en ningún momento te caes, en ningún momento se pierde el pulso narrativo. ¿Tú tienes esa sensación de estar en la cuerda floja en cada momento?

Sí, en Por culpa de una flor el proceso de escribir el texto ha durado mucho; pensaba hacer una historia más corta y me acabó costando mucho llegar al final. Eso me preocupaba, la verdad. Cuando terminé de dibujar el cómic, tenía el texto y lo empecé a colocar, pero empecé a añadir cosas, a quitar. Eso me gusta mucho, de todas maneras. Cuando tengo todo el dibujo puedo cambiar cosas del texto para que complementen más y de repente cambiar el sentido de una página. A veces eso es un poco peligroso.

¿Cuál es el origen de Por culpa de una flor?

Surge de un encargo que me hicieron en Alemania para la realización de un fanzine que luego jamás se publicó. Se trataba de un hombre del Amazonas que está solo en la selva; era el último de su tribu. Yo creo que ya ha muerto. No estoy segura. Lo cierto es que había muerto toda la gente de su tribu y él estaba en el Amazonas solo, cazando y haciendo su vida pero sin nadie a su alrededor y sin su cultura. Eso me dejó impactada… Entonces me encargaron hacer un cómic de una página de ese hombre. Me quedé con la historia dentro. A partir de ahí pensé que me hubiera gustado saber cómo se siente esa persona. Y se me ocurrió empezar a hacer el cómic trasladándolo un poco a lo mío. Claramente, porque no está en el Amazonas (risas). Pero sí, ahí fue cuando empecé. Ese primer proyecto iba a ser impreso en riso, sin embargo fue creciendo y ya no tenía sentido imprimir así, obviamente. Primero hablé con la gente con la que publiqué el fanzine Satori e iban a sacar una edición pequeña en riso y cuando le dije que nos íbamos a las trescientas páginas me contestó: «María, mejor vamos a hacer otra cosa». 

¿Cómo se va complicando la historia? 

Quería hacer realmente una cómic de aventura, aunque sea aventura extraña. Tenía ciertos intereses sobre lo que quería contar y me parecía divertido. Estaba disfrutando de la acción y se me ocurrían distintas cosas que meter. Y como no quería que fuera muy solitario, quería que hubiese una relación con otra persona y se llevaran bien dentro de lo que cabe, no como en Cenit.

Por culpa de una flor recuerda al manga, a la narrativa japonesa, la más pausada, en la que los autores se toman todo el tiempo del mundo, todas las viñetas del mundo en contar lo que en ese momento quieren narrar jugando con el sentido del ritmo. 

En realidad, yo veo más conexión con el cine, el cine de Ozu, que me encanta lo que hace; recrearse, contar las cosas tal cual son sin acortarlas, pues las cosas suceden así y así las cuenta. Una cosa que me gusta de él y que a mí me encantaría hacer pero no me sale todavía es narrar y que el lector se entere de la psicología de los personajes pero sin decir nada realmente, sino que solo con su manera de actuar y estar en el mundo el lector comprenda lo que pasa por esas cabezas. Esa sutileza, la de contar las cosas con naturalidad siendo fiel a la realidad, me encanta, porque en realidad me gusta mucho el realismo. Aunque los colores no lo sean, sí que quiero ser un poco realista. 



En Por culpa de una flor las protagonistas son dos mujeres y en Cenit son dos hombres.

Sí. Quería hacer algo muy distinto al otro cómic, por probar otra cosa porque esa historia ya la había contado. Me gustaba lo que estaba haciendo en Por culpa de una flor, me parecía divertido y como había historias que quería añadir, escenas que me parecían divertidas de contar pues me recreaba y claro, la historia fue creciendo y creciendo.

Los finales de ambas historias son opuestos. ¿Lo has hecho conscientemente o ha salido de forma natural?

No, me ha salido. No ha sido consciente, aunque en este hay un cameo de un personaje de Cenit. El Cabrero de Por culpa de una flor es el protagonista de Cenit.

La construcción de cómic parece una obra de orfebrería para que todo encaje.

Claro, yo creo que eso es porque la historia sí que estaba clara, aunque el final hasta el último momento no estaba del todo segura de cómo resolverlo. Me daba miedo que fuera muy evidente. Lo de la flor más o menos sabía cómo iba a acabar, pero no cómo enfocarlo. Como tenía el guion, cuando me alejaba volvía a él. Siempre tenía ese punto al que volver y no perderme por otros derroteros.

Y este cómic se va a publicar nada menos que con Drawn and Quarterly.

Sí ya han vendido los derechos, todavía no se ha publicado. Eso está genial, yo estoy contentísima. Es una editorial que es chulísima y tiene un catálogo espectacular. 

Es que España, dentro del cómic, es una potencia creativa a nivel internacional. Hay un montón de autores en primera fila por todo el mundo.

Es verdad, por ejemplo, todos los cómics de Apa Apa se han traducido. Creo que aún hay muchos prejuicios pero se van quitando, que la gente cada vez más se acerca al cómic con más naturalidad, no como si fuese un cómic, sino que vas a leer una historia y ya está. 

Tienes una repercusión internacional importante, has trabajado mucho para fuera. A nivel editorial, en cuanto a cómic y, también, ilustración. ¿Eso lo has buscado? ¿Te ha llegado? 

Me ha llegado un poquito. Me ha llegado porque me hicieron un encargo en una revista inglesa que se llama It’s Nice That… cuando empecé a hacer cosas. Y esa revista antes la miraban muchos directores de arte de revistas y periódicos. ¿Cómo me encontró esta persona? pues no lo sé, pero yo se lo agradezco muchísimo. Porque después de salir ahí me hicieron un encargo del New York Times

En España, como ilustradora, ¿has trabajado para otros clientes?

Para El País he hecho alguna cosa, para El País Semanal, unas ilustraciones. Bueno, carteles sí he hecho muchos y portadas de discos también.

¿Y notas mucha diferencia entre los mercados?

Los americanos son muy relajados con las ilustraciones porque como encargan tanto y… creo que le dan una importancia relativa. También tienen más dinero. Hay muchos factores. Como que están más acostumbrados a hacer los encargos y te dan mucha libertad. Aquí a veces sí, a veces no. Es muy complicado, depende mucho. También hay gente en Estados Unidos que te dice lo que quiere y te dicta básicamente el dibujo. No noto tampoco tantas diferencias, en realidad. 

¿Cómo ha sido el proceso creativo de la cubierta de la nueva versión de Matadero 5 de Kurt Vonnegut que ha publicado Blackie Books?

Creo que son cinco pantones los que lleva. El editor me dijo que pusiera muchos colores y que me volviera loca, que hiciera lo que quisiera y luego ya fuimos haciéndolo imprimible, pero en un inicio fuimos a lo máximo y luego lo adaptamos a la realidad de la imprenta. Hice muchas versiones. La portada de Cuna de gato está superguay también por los colores. Ahora es un reto porque tengo que ir metiendo colores nuevos para que se diferencien todos. 

Y has hecho las páginas para una exposición institucional sobre el papel de las mujeres en los ODS (Objetivos para el Desarrollo Sostenible). ¿Cómo ha sido la experiencia?

La experiencia ha sido un reto porque tenía que explicar un ODS, un objetivo de desarrollo sostenible, en una página y meter a la mujer. Le he dado muchas vueltas. Empecé por el primero e intentaba que no fuera muy didáctico porque no es mi estilo, pero que se entendiera el concepto. De todas maneras, los cuatro que me han tocado hacer están muy bien porque son temas que me interesan y que dentro de mi lenguaje los puedo explicar. Lo que yo no quería es que fuese como de libro de Conocimiento del Medio. Me ha gustado.

¿Y ahora qué? Después de Por culpa de una flor y de dibujar el videoclip de Perrate, ¿qué te planteas hacer?

No sé, ahora me gustaría hacer fanzines, unas cositas chiquititas.

La última vez que empezaste una cosa chiquitita mira cómo acabó…

Pero antes hice unos fanzines entre medias, como el que se llama Trégua, ese me gusta, y ese también me ha servido un poco como punto de partida. Puse un poquito de flamenco y dije, ¿se puede meter flamenco en realidad sin que quede forzado? Y por eso lo metí en Por culpa de una flor, me di el gusto. Ahora no sé lo que voy a hacer. Ahora disfrutar de todo esto, no sufrir dibujando, luego, no sé, hacer cositas chicas. Y cuando tenga ganas de contar una historia, contarla, porque para un proyecto largo tengo que tener curiosidad e intentar hacer algo distinto.




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