sábado, 21 de octubre de 2017

Batman sigue vivo por Nicolás Casariego

BATMAN



Grande Héroes del Comic Nº 5- Batman
Una producción de Norma Editorial para el diario EL MUNDO
Año 2003 


¿Qué preferiría ser, un héroe de novela, o bien de cómic? Si no desea un ritmo frenético y sí cierta coherencia en su vida, parece obvio que debe elegir ser un personaje de novela. Lo más probable es que su existencia, torturada o no, se reduzca a un solo libro, y si pertenece a una serie de novelas, como, por ejemplo, las del detective Hércules Poirot, será tratado con respeto por el autor y el salto al cine no será siempre traumático, porque en el peor de los casos no se enterará casi nadie. Pero si le atrae una vida agitada, una personalidad múltiple, si le gusta ser mimado o martirizado por muchas personas diferentes -guionistas, entintadores, dibujantes, editores, lectores, fanáticos, espectadores y niños de compras en grandes superficies-, entonces, láncese a ser superhéroe de cómic. Por ejemplo, sea Batman, el hombre murciélago, uno de los más longevos y famosos, que cuenta con casi dos millones de entradas en el buscador de internet por antonomasia, el Google.

Batman nació de la mano del norteamericano Bob Kane en 1939. Sus dibujos algo bastos de un hombre disfrazado de murciélago dieron el pistoletazo de salida, y el personaje se ganó pronto un puesto de honor en la editorial DC Comics. A partir de entonces y hasta hoy, Batman ha sido el protagonista o la estrella invitada de una extensa lista de publicaciones creadas por otra larga lista de autores. Porque, ¿quién es Batman? Trataré de resumir su biografía oficial sin ofender a sus seguidores, que son muchos y bien informados.

Bruce Wayne, un niño de familia adinerada, queda profundamente impresionado durante un paseo por su finca al entrar en una cueva repleta de murciélagos. Años más tarde sus padres son asesinados por un maleante en su presencia. Bruce jura luchar contra el crimen junto a la tumba de sus progenitores, y se entrena para tan ardua tarea durante su adolescencia y juventud, visitas incluidas a monjes tibetanos. Cuando comienza su cruzada en la ciudad imaginaria de Gotham, se da cuenta de que le falta algo: necesita crear un personaje que inspire temor a los delincuentes, una imagen poderosa que les aterrorice, un alter ego. Entonces recuerda su encuentro infantil con los murciélagos, diseña un disfraz con capucha y capa que imita las formas del inquietante mamífero volador, y elige como colores el azul y el gris. Pronto se corre la voz en los bajos fondos de Gotham City: de la noche ha surgido un justiciero enmascarado, Batman.

Así, el ciudadano Bruce Wayne, un filántropo que dirige un poderoso grupo empresarial de su propiedad, esconde en su mansión el cuartel general del superhéroe, la Baticueva,desde la que,cuando suena la señal de alarma -Batiseñal-sale en el Batimóvil a resolver los batientuertos que se le presentan. A Batman, implacable, no le tiembla la mano a la hora de castigar cualquier delito: el mundo es un caos, y él pone orden. En el universo gótico de Gotham, él es una criatura de la noche, misterioso, solitario y oscuro, un habitante de las sombras. No dispone de superpoderes. Es fuerte, ágil, decidido, inteligente, astuto, inmensamente rico, dispone de un cinturón repleto de cuerdas, sofisticados aparatos y armas, pero, a fin de cuentas, es sólo un hombre, mortal y limitado como usted y como yo -es un decir-. Ésta es una de las razones por las que podría escoger ser Batman entre toda la legión de superhéroes. Batman, siendo humano, ha sobrevivido más de sesenta años como personaje puntero del cómic. No es como Superman, que vuela, tiene un aliento devastador y tuvo que dejarse matar para no caer en el olvido.Tampoco es como los mutantes de la Patrulla X, que no tienen que justificar sus extraños poderes, ni como Hulk, la Masa, ni como el mismísimo Spiderman. Al leer la llíada, ¿con quién se quedó? ¿Con Héctor, el héroe común, víctima de la ilusión, o con Aquiles, hijo de diosa, mágico y clarividente? Yo preferí a Héctor.

Más razones: si se convierte en Batman, dispondrá de Alfred Pennyworth, mayordomo de origen inglés que, aunque no atesore la prestancia ni el humor de los de Woodehouse, además de un confidente fiel, es actor, armero y mecánico. Que no es poco hoy en día. Y como compañero de aventuras y protegido, tendrá a Robin, un sagaz acróbata armado de bastón cuyo disfraz ha escondido, no a una, sino a tres personas diferentes a lo largo de la serie. ¿Y quiénes serán sus enemigos? Sobre todo, psicópatas del nivel del Joker, Pingüino o Sombrero Loco, tan atractivos como mortíferos. Y como guinda se enfrentará con la mujer más hermosa y felina de los cómics, Catwoman, con la que experimentará una relación tempestuosa de amor y odio digna del más osado folletín.

Pero también hay malas noticias. Como Batman, deberá estar dispuesto a que le humillen, prostituyan, psicoanalicen y ninguneen. La vida no es un camino de rosas. Va a ser víctima, en ocasiones, de guionistas, entintadores y dibujantes mediocres. Va a protagonizar una serie de televisión, Batman (1966), en la que se le parodia sin compasión. Se las verá con Drácula -muy ingenioso, murciélago contra vampiro- en una sórdida producción filipina, Batman fights Dracula (1967). Comprobará que hay un guión cinematográfico colgado en la red con el sugerente título de Batman sucks forever. Tras disfrutar con dos muy dignas películas del director Tim Burton -Batman (1989) y Batman vuelve (1992)-, caerá en manos de Joel Schumacher, que no llegará al nivel del anterior en Batman forever (1995) y Batman y Robin (1997). Luchará en juegos de ordenador; será muñeco de plástico chupado, mordido y torturado por niños de los cinco continentes; pasará de mano en mano como cromo; y será toalla en las playas más turísticas del planeta. Así es la vida de un superhéroe. Usted verá.

Y donde hay que buscar al verdadero Batman, al original -si es que existe- es en el cómic, un producto de la llamada sub-cultura que quizá ya va siendo hora de que sea considerado parte de nuestra cultura, sin prefijos ni prejuicios.


Nicolás Casariego es escritor y ha publicado La noche de las doscientas estrellas, Dime cinco cosas que quieres que te haga y Héroes y antihéroes en la literatura.




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