sábado, 27 de septiembre de 2014

Spiderman: Espíritus de la Tierra guión y dibujo: Charles Vess











 ¡Bienvenido a las Tierras Altas!" Eso decía el cartel, pero yo empezaba a preguntarme el porqué de la frase.

Había tomado el tren de noche de Edinburgh a Inverness y ocupado mi asiento alrededor de las 3.30 de la madrugada, sólo para ser informado de que debía cambiar de tren. Era una oscura, fría y húmeda mañana cuando me arrastré medio dormido hasta un compartimento sin calefacción del tren que se dirigía a las Tierras Altas de Escocia (Highlands) para esperar su salida

Una hora y media de sueño interminente después, el tren empezó a traquetear e inició lentamente la marcha. A través de una rendija en la pesada y gris capa de nubes, un rayo de luz de la aurora iluminó, muy brevemente, el triste paisaje industrial que rodeaba la línea férrea Desde alguna parte, una ráfaga de aire glacial entró en el compartimento. Me estremecí, dejé escapar un gemido. Entonces, el tren pasó ante ese gran cartel pintado de colores brillantes.
¡Bienvenido a las Tierras Altas, desde luego!


 Era el año 1982, y por fin estaba en las Tierras Altas de Escocia Había pasado años estudiando libros llenos de fotos del paisaje que ahora, en la semioscuridad de una mañana de septiembre, me rodeaba. Esas fotos me habían sacado de mi pequeño pero confortable apartamento de New York y me habían llevado a 3000 millas de distancia, para terminar sentándome en un frío y húmedo departamento de tren.

"Vale, estoy preparado", me dije, "¡mostradme la magia, os desafío!". El Sol naciente no tardó en consumir los últimos restos de nube y niebla, cubriendo el ancho y ondulado valle que estaba cruzando con un cálido manto de color. Tras mi ventana, aún sucia por la lluvia, la ladera de la montaña descendía gradualmente entre rocas llenas de liquen, brezos púrpura y heléchos, hasta llegar a las aguas del lago. El aire, aunque todavía frío, parecía inmensamente vigorizador, y mantenía despierto mi cuerpo cansado, ansioso de conocer el paisaje siempre cambiante que tenía ante mí.
¡Chico, para esto había venido!

Dos horas después, tomaba el ferry y me dirigía por primera vez a la isla de Skye.
El azul del cielo era asombrosamente vivido, roto aquí y allá por cúmulos de nubes que el viento
arrastraba caprichosamente. El Sol brillaba sobre el arroyo, el lago y la montaña, proyectando sombras de nubes que galopaban a través de los valles, como una jauría de espectros que persiguiese
algún venado fantasma.

Durante todo el largo día que pasé recorriendo Skye, tuve que contenerme para no dar saltos en el aire y reír a carcajadas para expresar la alegría que allí sentía.

Cuando volví a New York y les hablé a mis amigos de esas montañas y valles, me sentí como si estuviese contando fábulas de una tierra muy lejana, que existió hace mucho tiempo.

Fue una experiencia increíble.

Con los años, volví una y otra vez a las Tierras Altas, descubriendo cada vez nuevos
lugares secretos, leyendo su literatura y escuchando su música. Glen Elg, Neil Gunn y Silly
Wizard llegaron a serme tan conocidos como Washington DC, Stephen King o los Rolling
Stones.




 Una de estas excursiones acabó en una caminata de todo un día bajo los oscuros y amenazadores picos de Glen Coe. A mediodía, mi compañero de viaje, Michael Kaluta, y yo, podíamos ya a duras penas respirar mientras trepábamos por el camino rocoso que llevaba al valle "escondido" donde el clan McDonald escondía siglos atrás el ganado que robaba. Era a mediados de junio, pero todavía había nieve en esos altos picos que el Sol parece no poder alcanzar. Todo lo que nos rodeaba estaba lleno de agua. Se deslizaba por debajo de las piedras y los brezos hacía el pequeño valle, llenándolo con su constante fluir. La niebla apareció súbitamente sobre nosotros y envolvió uno de los picos. Esperamos atentamente, para ver si algún dragón surgía de la niebla y aterrizaba a nuestros pies. Hay algo, en un paisaje como éste, que obliga a la mente a adentrarse en las profundidades del alma colectiva, y a extraer de ella ricas imágenes primordiales; imágenes que hallan su forma y substancia en el ojo de la mente, como dragones, gigantes u otras bestias místicas.


 Horas después, descendimos por el camino, parecido a una escalera, que nos llevó de vuelta a la posada de montaña donde nos alojábamos. El hambre había suplantado los mitos con visiones de tostadas de queso, gambas y un buen trago de whiskey de malta.

En otra ocasión, alquilé una pequeña finca en la costa entre Plocton y Kyle de Lochalsh. El teléfono público más cercano estaba a 15 minutos de paseo, el primer pueblo con tienda de comestibles y puesto de correos a 40. Mis ventanas daban al mar y a la isla de Skye. Los únicos sonidos que rompían el bendito silencio eran los balidos del ganado y el rumor de un arroyo cercano. A veces, algún avión que volaba bajo rompía la calma, pero no era habitual. Durante todo un mes, no hice nada, aparte de leer, escribir y pasear por el campo, parándome a cada momento para hacer bocetos de lo que veía.

Durante dos semanas, una amiga, Mary Wilshire, estuvo allí con un coche alquilado, y durante todo ese tiempo recorrimos unas 1000 millas, viendo todo lo que pudimos. Una pequeña carretera azotada por el viento, que lleva a las Montañas Kintail y sigue hasta el pueblo de Glen Elg, nos condujo a los monumentos de piedra del neolítico llamados "brochs". Estas sobrias fortalezas de piedra sólo pueden ser encontradas en el norte de Escocia, en las Hébridas Exteriores, en las Oreadas y en las Shetland. No se sabe quién las construyó, pero ahí están, algunas sorprendentemente intactas tras miles de años de viento, tormentas y presencia del hombre.

Más allá, la carretera nos llevó al castillo Eilean Donan, una reconstrucción de principios de este siglo del viejo edificio del XIV que estaba en su lugar. Se yergue majestuosamente entre tres lagos, montañas brumosas y Skye.


 Aún más allá, llegamos a Bealach na Bá, el paso del ganado. La carretera que lleva a este paso bordea una serie de acantilados cortados a pico, se tuerce en tres curvas cenadas y, ocasionalmente, se ve alguna valla. A 2053 pies de altura se alcanza un paisaje yermo, rocoso, que se extiende hasta allí donde llega la vista Conan y Red Sonja no estarían fuera de lugar aquí.

Seguimos la carretera durante horas antes de volver a casa. La mayoría de estas carreteras son de un solo carril. Cada cien yardas, o algo así, hay un "ceda el paso" a la derecha o a la izquierda. Es una pequeña zona cubierta de grava, donde, cuando viene alguien de frente, se puede meter el coche para" que el otro pase. Divertido, ¿verdad? Aseguraos de llevar transmisión automática.

Cuando Mary se fue, me quedé sin la movilidad que me daba el coche... al principio. No tardé en volver a la tranquilidad de los paseos por la ciudad. Hay muchos pequeños detalles que sólo puedes descubrir viajando a pie. También está el placer de hacer autostop y charlar con la gente del lugar. Durante dos semanas, llegó a recogerme tres veces el mismo hombre. En cada viaje, para mi placer, continuábamos la conversación del viaje anterior.

Los días pasaron, y pronto tuve que hacer la difícil transición de la auténtica vida de campo a la auténtica vida de ciudad de Manhattan.

Durante todo este tiempo, y a través de muchos viajes, había tratado de conectar mi vida y mi trabajo en el "mundo real" con mi obsesión por Escocia.

Años atrás, había estado en las oficinas de Marvel charlando con la entonces Directora Asociada de la Línea Epic, Jo Duffy. Durante nuestra conversación, ella dijo: "¿Por qué no nos haces una novela gráfica tomando como estrella a uno de los personajes más importantes de Marvel?"
"¿Por qué no?", respondí.
Y "¡por qué no, claro que sí!", pensé luego en casa. Quizá podría combinar mi amor por las Tierras Altas con un personaje de Marvel, por ejemplo Spiderman. Sólo tenía que utilizar la vieja historia del ratón de campo que va a visitar a su primo, el ratón de ciudad... sólo que al revés.

Spiderman siempre había sido el personaje favorito de mi adolescencia. En la secundaria, logré funcionar en gimnasia imaginándome como un superhombre.

Ahora, cuando pienso en Spiderman, lo veo como todos lo vemos: sobre un fondo de modernos rascacielos Uuminados, meciéndose graciosamente sobre un paisaje urbano que encaja como un guante en su personalidad. No hay muchos otros superhéroes del comic que formen tan intrínsecamente parte de New York City.

"¿No sería interesante -pensé- sacarle de su confortable entorno urbano y llevarlo lo más lejos posible de allí?" ¡Qué divertido podía ser ese "choque de culturas"! "¿Yqué más distinto de Manhattan -pensé- que las escasamente pobladas Tierras Altas de Escocia?"

Dos semanas después, estaba en Marvel con el primer borrador de la historia que acabáis de leer.
Algún tiempo después de hacer un nuevo viaje a Escocia, me llegó la buena noticia de que mi propuesta había sido aceptada. Tras muchas, muchas revisiones, y tras añadir a Mary Jane, mi lápiz tocó por primera vez el papel blanco y empecé...

Dos años después, terminé. Bueno, casi. Todavía estoy escribiendo este artículo, ¿verdad? Ha sido un largo camino, pero siempre con el placer de saber que estaba uniendo dos extremos muy dispares de mi vida.

Espero que hayáis disfrutado tanto leyendo esta historia como yo disfruté trabajando en ella.
Todavía no he terminado. Hay algunas personas a quienes quiero dar las gracias para terminar.

Va por:
-Steve y Annie que me llevaron allí. "No está lejos", dijeron.
-Hugh y Judy de Duirinish Lodge, que me alquilaron la finca y fueron muy amables con un extraño en tierra extraña
-Brian y Wendy, que me hablaron de los "brochs" de Glen Elg.
-Alan y los muchachos de Creag-nan-Darach. Un juego de billar que jamás volverá a ser el mismo.
-La pareja que se casaba en Skye (29 de agosto de 1987), que insistieron en que "saliese fuera"y compartiese su celebración.
-A toda la gente que vive en las Tierras Altas. Pido su indulgencia por haber modificado sus pueblos y paisajes para adaptarlos a las necesidades de mi historia.
 -Y, para acabar, muchas gracias a todos los demás que me "vieron" durante la larga y
solitaria elaboración de estas páginas: Robín Williamson, Silfy Wizard, Fire in the Glen, Thistle
and Shamrock's Fiona Ritchie, Neil Gunn, Compton McKenzie, Eric Linklater, John Prebble, Lillian Beckwith, Maurice Walsh, Joseph Campbell, Neil Munro, Dorothy Dunnett, Ossian, DeDannan, Mary Black, Boiled in Lead, Magical Strings, Alan Stivell, Glen Morangie, Glen Goyne, Oban, Mark
Askwith, Michael Wm. Kaluta, Karen Shaffer, Jean Redpath, Silly Sisters, Steel Eye Span, y a esos dos ejemplos de paciencia, Glenn Herdling y Jim Salicrup. .  ..

CON TODO MI CARIÑO, "SLATNTE MHATH" A TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS.

CHARLES VESS
Mountaindale, New York.


Artículo que acompañaba a la novela gráfica, SPIDERMAN: ESPÍRITUS DE LA TIERRA Guión y Dibujo: CHARLES VESS, publicado por Planeta-DeAgostini en la Colección Novelas Gráficas en el año 1992.




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