domingo, 14 de septiembre de 2014

Los maestros no conocen el ocaso


Dos exposiciones sobre los últimos años de Turner y Rembrandt desmontan la idea del artista envejecido y ensalzan su capacidad de experimentación a partir de los 60 años

ÁNGELES GARCÍA

'La novia judía' (circa 165) de Rembrandt. / © RIJKSMUSEUM, AMSTERDAM (SK-C-216)

En los últimos años de su vida, hacia 1668, Rembrandt pintó una de las obras más fascinantes de la historia del arte, La novia judía, un óleo en el que la ternura de una joven pareja se presenta envuelta en una deslumbrante fusión de rojo y oro. Con aire de escena renacentista, el cuadro representa la esencia de un artista fascinado por Rafael y Caravaggio que era capaz de combinar la espontaneidad con los planteamientos pictóricos más complejos. Se cuenta que cuando Van Gogh lo contempló por primera vez aseguró que estaba dispuesto a dar diez años de su vida a cambio de que le dejaran permanecer 14 días sentado frente a él. Cuando pintó esta obra, Rembrandt no solo era un hombre en el ocaso de su vida, sino que estaba arruinado y desesperado por la muerte de su mujer y su hijo Titus. Él fallecería el 4 de octubre de 1669, solo, pobre y olvidado.

La temida vejez afecta, como al resto de los humanos, a los artistas. Pero no necesariamente conlleva una merma de facultades. Para ellos, el otoño de la vida es también el tiempo en que la experiencia y el afán experimentador les llevan a producir sus mejores obras. Tiziano, Matisse, Turner o Rembrandt son ejemplos perfectos de creadores en constante evolución. Hasta el final. Para celebrarlo, la temporada expositiva londinense arranca con dos fascinantes muestras centradas en los últimos años de dos artistas: la Tate Britain inaugura el 10 de septiembre Late Turner-Painting set free, que reúne pinturas realizadas por Turner (1775-1851) entre 1835 y 1850, con los 60 años cumplidos; la misma edad que había sobrepasado Rembrandt cuando ejecutó las obras maestras que se mostrarán a partir del 15 de octubre en la National Gallery de Londres en Rembrandt: the late works.

David Blayney Brown, comisario de la Colección Manton de Arte Británico y corresponsable de la exposición de Turner, aclara que no ha habido un acuerdo previo entre los dos museos. “Ha sido una feliz coincidencia”. Los “años finales” interesan cada vez más a investigadores y comisarios por la luz que arrojan sobre la obra total del artista. En 2012, la exposición El último Rafael en el Museo del Prado demostró que, pese a la etiqueta de academicista, el maestro renacentista no dejó nunca de experimentar.


'Rain, steam and speed. The great western railway', 1884, de Turner. / © THE NATIONAL GALLERY

En ese tiempo los artistas no tienen que demostrar nada ni someterse a los deseos de los mecenas. Con frecuencia, ese afán revolucionario se ha confundido con fallos de la aptitud física, cuando verdaderas razones tras esas obras eran otras. Brown precisa que en el siglo XIX, cuando a una persona que entraba en la década de los sesenta se la colocaba a un paso de la senilidad.

Brown recuerda que John Ruskin, el mayor estudioso de la pintura de Turner, escribió en 1840 que con 65 años le empezaban a fallar el ojo y la mano. “Es fácil señalar la edad como causa de una supuesta torpeza, cuando lo que hay es una transformación en la obra. El estilo abstracto y atmosférico con el que ejecuta sus telas maestras en esos años se debía a su estado de evolución creativa constante, no a la decrepitud”.

¿Puede decirse que los últimos años son también los mejores creativamente hablando? “No me gusta generalizar”, señala. “Depende del individuo, pero Turner, Rembrandt, Tiziano o Matisse son artistas que con el paso del tiempo consiguieron ser más interesantes de lo que ya eran. No hay ninguna razón para pensar que un artista deba retirarse por la edad. Cuando nos hacemos mayores nos importa menos lo que los otros piensen. Creemos más en nosotros, estamos más seguros y eso es liberador”.

La exposición de Turner en la Tate Britain desmonta todos los prejuicios sobre el artista envejecido. Late Turner-Painting set free consta de 150 obras y se inicia con las de 1835, el año en que Turner cumplió los 60, y finaliza con las últimas pinturas expuestas en la Royal Academy en 1850. Es un periodo de excepcional energía, en el que se atrevió con las técnicas más radicales. ¿Vivía el gran maestro del paisajismo su mejor momento? “Posiblemente no sea el mejor, sino el más personal y creativo. Experimentaba más que nunca y su capacidad imaginativa era mayor. Su manejo de la pintura y del color estaban en su apogeo”.

La exposición muestra cómo, mientras sus contemporáneos se ocupaban de otros mundos estéticos, Turner se entregaba a su apasionada relación con la naturaleza y se dejaba fascinar por los nuevos paisajes propiciados por los avances sociales, tecnológicos y científicos de la vida moderna.

Quizás las obras más sorprendentes sean aquellas que durante mucho tiempo se dieron por inacabadas, cuando en realidad habían sido perfectamente rematadas por el pintor: la confusión procedía de quienes no asimilaban esas técnicas revolucionarias que inspirarían a posteriores generaciones de artistas. Por vez primera se podrán contemplar reunidos los nueve lienzos que, en la época, fueron acogidos con tal estupor que fueron atribuidos a “una enfermedad mental” de Turner.

En Rembrandt:the late works en la National Gallery se mostrarán 40 pinturas, 20 dibujos y 30 grabados, todos ellos salidos de la mano del artista holandés, según se certificó después del largo proceso de revisión de su obra —22 años—, tras el cual el millar largo que se le adjudicaban quedó reducido a unas trescientas. La última época de Rembrandt es también la más misteriosa de un pintor de cuya vida se sabe muy poco. Su biografía oficial habla de un éxito temprano y de una vertiginosa caída en la pobreza y el vacío en su madurez. Sus relaciones extramatrimoniales en la puritana y conservadora sociedad de su tiempo le acabaron convirtiendo casi en un paria. Betsy Wieseman, conservadora de pintura holandesa en el museo, ha comisariado la exposición para destacar cómo en esa etapa Rembrandt se deja guiar solo por su sentido de la innovación y su libertad creativa. No le importa nada más.

Habitual del autorretrato, Rembrandt trasladó su propio rostro al lienzo en numerosas ocasiones. Una sala estará dedicada a mostrar su evolución vital y su caída en la miseria. Del hombre triunfal y poderoso de sus primeros retratos, el espectador pasará a contemplar un anciano de mirada cansada al que, sin embargo, nunca abandonó la creatividad.

Ante los jóvenes creadores, David Blayney Brown cree que hay una lección evidente en la actitud de Turner o de Rembrandt. “Nunca hay que tirar la toalla. Hay que tratar de buscar nuevos espacios, nuevas maneras de darse a conocer. Siempre habrá una nueva generación de coleccionistas. No esperen que todo llegue al principio porque sus mejores años todavía están por llegar”.



Late Turner-Painting set free. Tate Britain. Del 10 de septiembre al 25 de enero de 2015. Rembrandt: the late works. The National Gallery. Del 15 de octubre al 18 de enero de 2015. Londres.


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