miércoles, 22 de febrero de 2012

Batman Adventures varios autores





Casi resulta paradójico que una de las cabeceras más innovadoras y frescas de la pasada década haya sido esta trasposición de la también sorprendente serie anima­da que sobre Batman comenzara a emi­tirse en 1992. Tiene todos los ingredien­tes de un tebeo clásico: argumentos inte­ligentes, puesta estilizada y un concepto gráfico sorprendentemente eficaz por su sencillez y elegancia. Lo mejor de todo, la deliberada ausencia de pretensiones y su tono refrescante, exento de prejuicios.
El título ha ido variando, adaptándose a los cambios producidos en la serie ani­mada. Así, Batman Adventures publicó 36 números antes de transformarse en Batman and Robin Adventures, que a su vez se mantuvo durante 25 meses. Durante esos cinco años asistimos a un auténtico festival de la mejor historieta gracias al buen hacer de Ty Templeton, Kelley Puckett, Mike Parobeck y Rick Burchett: guiones sorprendentemente complejos y de una fluidez pasmosa, páginas de una brillantez desarmante resueltas con una engañosa simplicidad. Un trabajo gratificante y revolucionario que se transformó en título de cabecera de profesionales de todo el mundo (lo que son las cosas...).
Un cambio en la orientación de los dibujos animados obligó a cambiar el diseño de todos los personajes, infantilizándolos y estilizándolos aún más. Así, en 1998 ve la luz la nueva encarnación de nuestro tebeo favo­rito, bajo la cabecera de Barman: Gotham Adventures. Durante el primer año, los guiones trepidantes y de solidez clasicista de Templeton verían la puesta en página veloz y exquisita de un Rick Burchett arrebatador. Tras un corto baile de nombres, el número 14 será el primero escrito por Scott Peterson, actual guionista de la serie, y no tardará Tim Levins en firmar como dibujante fijo, completando así un equipo cuyos resultados pronto sorprendieron por la contundencia de la apuesta gráfica (la más estilizada que hasta ahora hemos podido disfrutar) y por la madurez técnica de un escritor novato tan lleno de recursos e ideas que a muchos debería caérseles la cara de vergüenza por llamarse a sí mismos profesionales.
Pero ya basta de historia, hablemos ahora del tebeo. ¿Qué decir? Podemos llenar lo que queda de folio de citas y referencias que se desprenden de las páginas de las distintas etapas de la serie (Alex Toth o Doug Wildey, por ejemplo). Podemos también glosar las excelencias de un trabajo que recupera las esencias de la mejor y más gratificante historieta de aventuras. Podemos deshacernos en elogios por su apuesta hedonista y falta de pretensiones, su evidente búsqueda de una diversión sin dobleces. O podemos perdernos en un aná­lisis de la arquitectura narrativa de cada cuaderno, el uso espectacular de la elipsis por parte de Puckett o Peterson, la audaz puesta de Tim Levins, su instinto para el diseño elegante y la secuencia espectacular. Pero todo eso nos robaría demasiado espacio. De lo que se trata, amigos, es de leer, de disfrutar. Y para eso, cre­edme, nada como este tebeo.
FRANCISCO NARANJO


Revista U#20 junio 2000

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