jueves, 7 de abril de 2011

ASPIRINO Y COLODION el humor en la obra de Figueras por Ludolfo Paramio


Resulta fácil darse cuenta de que hay algo en la obra de humor de Alfonso Figueras que la distingue netamente del humor que se está haciendo en los úl­timos tiempos en España, pese a que Figueras esté enmarcado por el mismo aparato industrial en el que tienen su origen la mayor parte de las series que definen este «humor» del momento actual del comic español.

A mi entender, la diferencia debe bus­carse en la existencia en Figueras de unos planteamientos que le distancian de lo que podríamos llamar humor in­dustrializado. En vez de tratar de crear una mecánica de la risa, de producir la risa por un sistema que bordea a veces el reflejo condicionado, Figueras parece haberse propuesto la creación de un humorismo que descansa fundamen­talmente en la distorsión distanciadora de lo narrado.

«En mis historietas no he querido, adre­de, provocar la risotada, sino que busco la sonrisa mediante la parodia, el absur­do y digamos cierta «pantomima» em­parentada con el cine cómico mudo». La realización de estos propósitos de Figueras tiene un magnífico ejemplo en la serie «Aspirino y Colodión», la histo­rieta a la que Figueras habría querido bautizar como «Los experimentos del doctor Pastillofsky»,

LA ESTRUCTURA DE LA SERIE

En «Aspirino y Colodión», al igual que en «Topolino», la otra serie ejemplar en la última producción de Figueras, la estructura de la historieta descansa sobre la existencia de tres personajes, y sobre las relaciones y acciones que se establecen y desarrollan entre ellos. Figueras reconoce su profunda admira­ción por la obra del norteamericano \ George Harriman, en la que según él lo absurdo bordea lo sublime. Y es en el «Krazy Kat» de Harriman donde debe buscarse el modelo para la interpreta­ción de las historietas de Figueras. De «Krazy Kat» escribe George Perry: «... una situación básica persistía, el triángulo del amor de Kat por el ratón lgnatz y del policía Ofissa Pupp por Kat. lgnatz no amaba a nadie, y gastaba la mayor parte de su tiempo en arrojar ladrillos a Krazy, quien los tomaba como un signo de renovado afecto». Es este triángulo el que aparece en la obra de Figueras, tanto en «Topolino» como en «Aspirino y Colodión». Por otra par­te, sólo uno de los elementos del trián­gulo varía de una serie a otra : el papel de Topolino en la historieta de su nom­bre lo desempeña Aspirino en la otra. Este papel es el del hombrecillo insigni­ficante que conserva una cierta lucidez en un universo desquiciado, y es análo_ go en su función al desempeñado por Krazy Kat en la obra de Herriman.

El equivalente a lgnatz es el personaje de Colodión, mezcla de genio y deficien­te mental cuyos tortuosos vericuetos mentales desconciertan a Aspirino, que trata de permanecer como una persona lógica y normal en medio de una colec­tividad de orates. Las relaciones de As­pirino y Colodión oscilan sobre la am­bivalencia amor-odio, motivada proba­blemente por el atractivo y la repulsión que simultáneamente se establecen entre el cuerdo Aspirino y el demencial Colodión.

El Ofissa Pupp de Figueras se llama Adolfo, y es un gendarme inefable que pretende mantener el orden que el in­sensato Colodión altera de continuo con su errática conducta. Sólo o acompaña­do por sus compañeros gendarmes o por sus innumerables y pintorescos su­periores —el jefe, el inspector general, el superintendente—, Adolfo intenta en lo posible proteger a Aspirino contra las genialidades de su compañero, sin conseguirlo en demasiadas ocasiones.

EL HUMORISMO CREADOR DE FIGUERAS

Las diferencias entre el desarrollo del triángulo básico en Harriman y en Figueras son evidentes, en ellas reside, precisamente, la esencia del humorismo creador del dibujante español. En pri­mer término, la ambigüedad de las si­tuaciones es, en Aspirino y Colodión, total. Los dos protagonistas son inven­tores, y la trama de cada historieta suele girar en torno a alguna delirante invención de uno de los dos. Aparece una clara componente de competitivi­dad, Cada uno pretende demostrar que los inventos del otro son inútiles y de­menciales. Pero además existe una com­ponente de dependencia : Aspirino —de más edad, calvo, y con una curiosa bar­bita blanca— es de alguna forma el superior de Colodión, más joven e inexperto, con frecuencia obligado a tareas serviles o secundarias —traer probetas o hacer de conejo de indias—. Sin embargo, Aspirino no puede libe­rarse de una cierta envidia por su com­pañero, en cuyas locuras cada vez ma­yores parece existir una componente de genialidad.

De tan complejas relaciones entre los dos inventores surgen las actuaciones de Adolfo, el policía, que a veces no debe proteger a Aspirino de las locuras de su compañero, sino a éste contra los ataques del primero. Y, con gran fre­cuencia, Adolfo resulta ser sólo una víctima de la rivalidad de los dos inven­tores.

Además de esta mayor complejidad de las relaciones entre los personajes, dife­rencia a Figueras de Harriman el distinto camino que ambos emplean para sumergir al lector en una atmóstera onírica y surreal. En Harriman el paisa­je se mostraba ominosamente cambian­te, carente de identidad. En Figueras existe un ambiente identificable, pero la forma en que los elementos cotidia­nos se articulan para formar este am­biente los hace casi irreconocibles, con­siguiéndose que las acciones transcurran en un clima grotesco, paródico, por emplear la misma palabra de Figueras; en este clima todas las acciones son posibles, pues su misma esencia es ser una burla de la realidad. Lo que nos advierte de que no estamos en la reali­dad «habitual» es un conjunto de ele­mentos dispersos cuya aparición podría pasar desapercibida en una lectura pre­cipitada. El policía Adolfo va vestido como los de Nueva York en el siglo pasado, con toques de «bobby» inglés, y los personajes se expresan en una ex­traña jerga que parece arrancada de los viejos folletines, plagada además de retruécanos y anacronismos.

El uso de la jerga para el establecimien­to de una realidad paródica es uno de los factores fundamentales en la obra de Figueras. Este idioma caricaturesco convierte el mundo de los personajes de Figueras en imitación de una imita­ción, por cuanto remite al lector al mundo de las viejas películas, de los viejos seriales, con una mezcla de nos­talgia y burla, de añoranza y humor. Otro elemento que contribuye a remitir al lector a la pantomima del cine mudo es la disponibilidad de los personajes, Aspirino y Colodión pueden hacerse un día gendarmes y actúar codo con codo con Adolfo, sin que por ello queden mar­cados como policías. Su propia actua­ción entre los gendarmes será tan anár_ quica y delirante como lo era su activi­dad de inventores. Probablemente son la torpeza, el despiste y el carácter caótico las virtudes de los personajes de Fi­gueras que mejor retratan su mundo y, a la vez, los identifican con nosotros. Pues su mundo imposible —imitación de una imitación, parodia de una paro­dia— no los aleja de nosotros, como no consigue alejarnos de Buster Keaton su universo de caídas y coincidencias estrafalaria










s. n L. P.


Alfonso Figueras crea en 1966 —a petición de editorial Bruguera— una serie nueva que, según su deseo, debería llamarse «Los experimentos del Doctor Pastillofsky», pero que aparece por primera vez en el nº 334 de la revista El Capitán Trueno (6 de junio de 1966) con el título «Aspirino y Colodión investigan con fruición», en formato de historieta corta de dos tiras, Impresa en bicolor. Con una escasa vida en esta publicación, los personajes pasan al DDT, donde aparecen desde el nº cero de su tercera época (10 julio, 1967) hasta nuestros días, publicándose en formato de página completa.


Aspirino y Colodión han hecho ya de todo, desde el clásico papel del sabio despistado hasta el de filósofos de ocasión, inventores geniales y, actual. mente, el de gendarmes más o menos de pacotilla, y ello sin contar las breves e importantes incursiones de Colodión en las aventuras de Topolino, Aquí dos ejemplos tipo: su primera historieta en El Capitán Trueno y una reciente en el DDT.


Bang! información y estudios sobre la historieta numero 7/8, Barcelona 1973

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