jueves, 17 de febrero de 2011

Epitafio para un guionista.

El País, Viernes 10 de Noviembre de 1995





Esta página mensual dedicada a los tebeos no suele consagrarse a informaciones necrológicas, pero hay momentos en que la crudeza de la realidad se impone a las ganas de lanzar a volar el botafumeiro en homenaje a tal o cual autor (generalmente ignorado). En el momento de escribir estas líneas, están muy recientes las muertes de dos patriarcas del tebeo español, Jesús Blasco (Barcelona, 1919, creador del héroe Cuto y nuestro Alex Raymond particular) y de Manuel Vázquez (Madrid, 1930, inventor de las hermanas Gilda, la familia Cebolleta y tantos otros personajes inolvidables). También lo está la de Miguel Ángel Nieto (Madrid, 1947), que ha sido prácticamente obviado por el conjunto de la prensa nacional. En mi opinión, injustamente. Miguel Ángel no tenía la edad suficiente para ser considerado un clásico, pero era uno de los mejores guionistas que ha dado este país. A medias con su primo, el dibujante Enrique Ventura, fabricó durante los últimos 25 años historietas que unían calidad y comercialidad. Un infarto mientras dormía le ha impedido seguir haciéndonos reír a todos.

Ventura y Nieto empezaron a publicar sus cosas en 1970 en la revistaTrinca, intento de la prensa del Movimiento por adecuarse a los nuevos tiempos. Semanalmente aparecía en esa revista una entrega de la serie Es que van como locos, antología de parodias y animaladas varias que destacaban en la producción tebeística de la época (aún muy marcada por el humor Bruguera de la posguerra) por su excelente asimilación de influencias foráneas.

Buster Keaton y los Marx

En Es que van como locos se fundían amigablemente el cine de Buster Keaton y los hermanos Marx con los cómics del francés Marcel Gotlib y el norteamericano Harvey Kurztman (cerebro que fue de la era dorada de la revista Mad, donde firmaba todos los guiones). La pasión de Ventura y Nieto por los Marx (Miguel Ángel tenía, incluso, un parecido natural con Harpo) les llevaría años después a crear para El Jueves la serie Grouñidos en el desierto. En el ínterin, formaron parte del equipo de la extinta El Papus y dieron a la imprenta una serie de álbumes de los que destacaríaMaremágnum, una de las obras más ambiciosas del dúo tanto por el guión de Miguel Ángel como por el dibujo de Enrique y su uso del color.

En su época de El Papus, Ventura y Nieto habían dejado su Madrid natal y se hallaban instalados en Cadaqués. Ahí les conocí a principios de los setenta y lo hice en calidad de fan. Enseguida se las apañaron para ascenderme a amiguete, con lo que solo lograron que les envidiara aún más. Su estilo de vida resultaba admirable: vivían en un sitio precioso, tenían unas novias guapísimas y hacían lo que les daba la gana. Dentro de un orden, claro. Como solían decir ellos sobre la existencia del artista sin horarios:” Trabajamos cuando queremos, incluidos sábados y domingos”.

Si el dibujante de tebeos español tiene ya muchas posibilidades para llevar una vida de paria, del guionista ya ni les cuento. Miguel Ángel, sin embargo, consiguió vivir de sus historietas, aunque a veces, según me contaba, se veía obligado a explicar lo que hacía a gente que, ante un comic sin texto, le preguntaba:”¿Pero tú que has hecho en esta página si no hay ni un solo bocadillo?”. Miguel Ángel, como Harpo, sabía explicar un montón de cosas sin soltar una palabra.

Vamos a echar de menos a este autor eficaz, a este tipo amable y simpático al que le gustaba hacer reír. Tal vez su buen carácter le ha ayudado a irse al otro barrio sin enterarse. Ninguna muerte es agradable, pero irse a dormir y no despertar es, probablemente, la menos molesta. Texto: Ramón de España

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