jueves, 26 de noviembre de 2009

Giovanni Boldini



Giovanni Boldini (1842-1931) Ferrara, Italia.

Otro inmenso autor del siglo diecinueve. Empiezo a pensar que será imposible (teniendo en cuenta las limitaciones) conocer, aunque sea superficialmente, a los mejores pintores del siglo XIX. No soy ningún especialista en arte, me muevo en la ambigüedad del placer, casualmente mis preferencias están en el realismo con una chispa especial.

De Boldini he leído que al parecer su trabajo era superficial y mercantilista pero transmitía una inmensa alegría al espectador de su obra.

Ya con 29 años Trabaja para el marchante más importante de París, Goupil, para quién trabajaban ya pintores como Mariano Fortuny y Ernest Meissonier además de los italianos Giuseppe Palizzi y Giuseppe De Nittis.

Conoce a Edgar Degas, Alfred Sisley, Édouard Manet y John Singer Sargent (con quien solían asociarlo).

A juicio de un crítico:

Una vez alcanzada la celebridad y la riqueza, no dejó de empeñarse en el trabajo, que programaba minuciosamente: cada uno de sus cuadros es precedido por bocetos, apuntes y pruebas para obtener perfección formal. Hasta sus características pinceladas rápidas, las llamadas "sciabolate" que daban vida y movimiento a sus cuadros, eran meticulosamente estudiadas. Las mujeres de Boldoni, son de naturaleza flexible y desinhibida que mostraban sin reticencia un modelo de belleza erudito y, descubriéndose, afirmaban su propia autodeterminación, maduras y emancipadas, plenamente conscientes de su propia feminidad.

De naturaleza fantástica y turbante, llegan excitadas al estudio del artista, impacientes de huir del protocolo de sus palacios, de relajar las rígidas fajas con armadura de delgadas astas de hueso de ballena, para abandonarse, libres finalmente, de sentirse finalmente protagonistas, admiradas y sobre todo comprendidas, frente al “fauno”, a aquel pequeño hombre frente al cual no pueden callar sus más recónditos deseos.

Boldoni no las juzga, porque juzgarlas significaría renegar su naturaleza disoluta pero, al contrario, las estimula a expresarse, recoge sus confusiones, sus angustias y las induce a reflexionar sobre la fatuidad del tiempo y del amor que vive de un solo instante. El artista sabe agarrar al vuelo ese momento, irrepetible, en el cual la belleza aparece más fulgurante y en el cual sus musas se muestran más desenvueltas y naturales. Sin embargo estos retratos colmados de tanta belleza están, a menudo, perturbados de un sentido de provisionalidad, que flota veladamente, que se intuye en el aire y en las miradas, por instantes nostálgicas, otras veces soberbias o melancólicas, de hembras insatisfechas e inquietas, culpables de vanidad, cómplices complacidas y dominadas por esa imagen ciertamente inconveniente que el genio italiano dará de ellas.

El artista exalta el ego de su modelo retratándola, frecuentemente solo un instante antes de que, siendo alcanzadas por el otoño de la vida, su belleza se marchite para siempre, que sus hojas de rosas perfumadas comiencen a caer. En ocasiones, como un mago, recoge los frágiles pétalos y con un gesto de amor recompone la flor marchita devolviéndole un instante de eterna primavera. ...

Panconi, 2008

Más en:

http://www.linesandcolors.com/2009/11/22/giovanni-boldini/








































miércoles, 25 de noviembre de 2009

Experimentacion



Tal vez sea una definición un "pelín" exagerada, pero desde que uso poco el lápiz y el pincel manchar un dibujo, probar, arriesgarme y experimentar no entran entre mis normas habituales, pero de buenas a primeras cogí un trapo, una brocha grande y recortes de papel. Intento reproducir una imagen de la película El Reino de los Cielos, con Orlando Bloom besando la espada, y tenia curiosidad por intentar imitar manchas y salpicaduras y varias veces hemos comentado técnicas muy usadas por Víctor de la Fuente como la esponja manchada en tinta para sombras y grises, e imitar una salpicadura con un cepillo. Hoy he probado a hacerlo y no esta muy mal. También un esfuerzo de trazos rápidos por obra y gracia de Pentel.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Museo de Arte Dahesh

Visto en :http://www.linesandcolors.com/2009/11/10/dahesh-museum-of-art/

Museo Virtual de obras académicas europeas siglos 18 y 19.

Edwin Long, José Tapiró Baró, Ernst Karl Eugen Koerner
Lawrence Alma Tadema, primer boceto para "Leyendo a Homero"
Lawrence Alma Tadema "José, supervisor de los graneros del Faraón"
Georges Clairin dibujos hombres del norte de áfrica
Eugène Fromentin dibujos de niños en Argelia
Henry Gervex "Las heridas de guerra"


domingo, 22 de noviembre de 2009

James Jacques Joseph Tissot
















Vaya por delante que el texto pertenece a : http://lineaserpentinata.blogspot.com/2009/02/james-tissot-un-frances-en-la-corte-de.html. Ha hecho un trabajo excelente y no cambio una sola coma de su texto. Aunque vi un articulo sobre este pintor en otro blog: http://www.linesandcolors.com/2009/11/18/james-tissot-the-life-of-christ/


JAMES TISSOT, un francés en la corte de la reina Victoria

El siglo XIX es un período de cambios y transformaciones profundas, en todo, en la política, en la sociedad, en la economía, y también, como no podía ser de otro modo, en el arte. Ese mundo cambiante requería igualmente de un lenguaje plástico que reflejara esos cambios. Ese nuevo lenguaje se fue formulando con los diferentes estilos que se sucedieron: romanticismo, realismo, simbolismo, impresionismo, ... Todos ellos contribuyeron a generar ese nuevo lenguaje, en mayor o menor medida, pero de manera decisiva y por eso ocupan un lugar destacado en los manuales y libros de historia del arte. Sin embargo, el arte del siglo XIX no se limita a ellos, existía también otro arte, aquel contra el que precisamente se revelaban, el que se ha dado en llamar arte académico o arte oficial, y del que poco o muy poco se escribe en esos mismos libros.



El arte oficial o académico representaba, en buena medida, los valores conservadores de la aristocracia y de la burguesía, los mismos grupos que constituían sus principales clientes. Precisamente por eso, durante mucho tiempo, buena parte de ese arte ha sido injustamente olvidado e ignorado, a pesar de que muchos de aquellos artistas, que no eran unos revolucionarios ni siquiera unos innovadores, eran, sin embargo, grandes artistas. A partir de los años 70 y 80 del pasado siglo, superados ciertos prejuicios, buena parte de ellos empezaron a ser rescatados del olvido.

James Tissot constituye un magnífico ejemplo de todo cuanto llevamos dicho. En su momento, el crítico Ruskin lo tachó de pintor victoriano que reflejaba en su pintura la vanidad de la burguesía; lo cual, aunque pudiera ser verdad, no impedía que su pintura fuera pura belleza.

Durante años, sus cuadros se vendieron casi a precio de saldo. En 1975, la sala londinense de subastas Christie's vendió "Ramo de lilas" por la modesta suma de 7.000 libras. En esa misma sala, sólo cinco años después, el mismo cuadro se cotizaba ya a 81.000 libras. En 1983, se pagó por "Banco en el jardín", la suma de 561.000 libras, una cotización similar a la de cualquier impresionista en aquel momento.


Tissot nació en Nantes, en 1836, en el seno de una familia acomodada, y su verdadero nombre era Jacques Joseph, aunque se lo cambió por James como una muestra de su admiración por Inglaterra. Su pintura, como ya hemos dicho, no es revolucionaria, pero sí que participa de la búsqueda de la modernidad, en tanto en cuanto que sus personajes, aún siendo burgueses y acomodados, son contemporáneos, hombres de su tiempo, como también lo son las actividades que realizan. Ese giro hacia la modernidad, que no tenía en sus primeras obras, se debió en gran parte a la amistad que le unía a pintores como Whistler o los impresionistas Manet y Degas, especialmente éste último, que hizo un precioso retrato de Tissot.



Su éxito fue bastante rápido y, desde 1859 hasta 1870, participó con asiduidad en el Salón en París y expuso en varias ocasiones en Londres, lo que le convirtió en un pintor conocido, apreciado y rico. Durante estos años pinta obras como "Joven con abanico" y "Una viuda", en las que define como será su estilo definitivo: luminosidad intensa, colores vivos, composición elegante y equilibrada, refinamiento en los detalles, y una atmósfera que se complace en envolver en un esteticismo muy marcado.

Sin embargo, tras la proclamación de la II República Francesa, y los sucesos de La Comuna de París, en los que parece que el pintor apoyó a los revolucionarios, su situación en Francia se volvió comprometida y decidió marchar hacia Inglaterra, completamente arruinado.

En Londres, y valiéndose de la amistad con Whistler y los contactos que tenía en la ciudad, fue abriéndose camino poco a poco, primero como caricaturista para la revista Vanity Fair, y luego como pintor. Es ahora, en Inglaterra, entre 1871 y 1882, cuando Tissot realiza sus mejores obras. En ellos deja testimonio de la alta sociedad de su tiempo, de la distinguida sociedad victoriana. Sus cuadros son de una elegancia exquisita. Todo en ellos parece vaporoso y frágil, lo que les confiere un aire melancólico y reposado al mismo tiempo, tanto si la escena transcurre en un elegante salón, en una sala de conciertos o en cualquier actividad cotidiana sin mayor transcendencia.


En 1876, sin embargo, su suerte cambia. La férrea moral victoriana no puede ver con buenos ojos la relación que entonces mantiene con Kathleen Newton, una joven divorciada y madre de un hijo, con la que el pintor tendría otro. Profundamente enamorado de la joven, Tissot sacrifica por amor a ella a su propia clientela, que empieza a abandonarlo. La belleza de su amante ha quedado en multitud de cuadros de esta época, en la que fue su modelo.

En noviembre de 1882, con tan sólo 28 años y enferma de tuberculosis, muere Kathleen, y Tissot no encuentra razones para continuar en Inglaterra y vuelve a Francia. Allí, su vida sufre una transformación espiritual y mística, y emprende el proyecto de ilustrar la Vida de Cristo, para lo que no dudará en viajar a Oriente Próximo, a Palestina, hasta en tres ocasiones (1886, 1889 y 1896), para documentarse in situ de los paisajes, de la luz, en busca de impregnar su obra de realismo. La obra tiene una gran acogida, tras lo cual, decide continuar con la ilustración del Antiguo Testamento, que dejaría inconcluso al sorprenderle la muerte en 1902.

Para conocer con más detalle la vida y la obra de Tissot, os recomiendo el artículo de C. de
Sobregrau publicado en el número 22 de la revista "Álbum. Letras y Artes", de donde he tomado la mayor parte de estas notas. En internet, podéis visitar la James Jacques Tissot Virtual Gallery (en inglés), donde podéis encontrar una biografía, no muy amplia, y una colección con 209 fotografías de pinturas de Tissot; también en wikipedia podéis encontrar una colección de 114 imágenes con buena calidad. Finalmente, artcyclopedia proporciona una relación muy amplia de enlaces a sitios relacionados con el pintor, resultando para mi especialmente interesante los museos que albergan obras de James Tissot.